Conexión intercultural en Nasca. Artículo de Diego Méndez

Resumen

Tras las líneas y geoglifos de la desértica pampa peruana de Nasca se esconde la mayor obra de ingeniería hidráulica -y astronómicamente alineada- de todos los tiempos. Herramientas informáticas especializadas han revelado una impresionante orientación astronómica en el descomunal lienzo del desierto nasquense. La constelación de Orión y el cúmulo estelar de las Pléyades aparecen representados con un nivel de fidelidad asombroso, y una ejecución técnica difícil de explicar. El enorme sistema de recolección de agua sirvió además como calendario agrícola, así como de método de predicción del evento del Niño, instrumento que permitió anticiparse a su llegada para realizar los preparativos oportunos.

La única manera de distinguir el orden descrito es escudriñarlo a cierta altura. El medio lógico y racional para atalayar en la antigüedad era subir a los cerros cercanos o a alguna estructura construida verticalmente. Las imágenes del hombre-pájaro y el simbolismo de la pluma, así como la variedad de representaciones avícolas en los geoglifos expresan metafóricamente la capacidad del chamán para elevarse por los cielos.

Se ha comprobado que el nivel de perfección de las líneas trazadas, y el grado de precisión del acoplamiento terrestre respecto al celeste, son increíblemente altos. Teniendo en cuenta que los antiguos nasquenses  no disponían de tecnología topográfica para su ejecución, es incomprensible cómo pudieron representar más de diez coordenadas en una superficie de 100 Km2 con una precisión del 95%.

Una gran parte de la iconografía simbólica recogida en los geoglifos Nascas y Paracas coincide con la empleada por otras civilizaciones que aparentemente no tuvieron contacto entre sí. Este hecho llamativo indica que las creencias, las costumbres y la cosmovisión particular de cada pueblo se nutren de un tronco común de donde surge el saber ancestral. Los arquetipos frecuentes representados en la cultura universal dan a entender que existe un sustrato común y arraigado en nuestra psique desde tiempos inmemoriales. El acceso al árbol del conocimiento estaba reservado al chamán o sacerdote astrónomo, el hombre sabio por el cual se manifestaba lo numinoso.

La recta ecuatorial que enlaza con suma precisión varios emplazamientos sagrados del planeta confirma la ligazón de estas culturas. En todos estos lugares predomina un pensamiento científico-religioso que se manifiesta en los asombrosos conocimientos astronómicos, en técnicas de construcción de muros perfectos y en un sistema de creencias mítico-mágicas asentadas en técnicas de acceso a estados alterados de conciencia.

Aunque la mitología comparada insinúe la existencia de una cultura madre original, expansiva y maestra del saber primordial, no podremos incorporarla a nuestra historia hasta que hallazgos arqueológicos venideros lo demuestren. El origen de la Tradición Sagrada (cuerpo de creencias y prácticas que llevan al otro lado de la conciencia) pudo ser adquirida de forma aislada por cada cultura en particular. Aunque también cabe la posibilidad de que un contacto mutuo intercultural favoreciera su desarrollo y difusión.

Es imprescindible una investigación directa basada en la cooperación entre la ciencia moderna y la tradición indígena para ahondar en las técnicas que dan acceso al saber ancestral. En la actualidad, religión y ciencia aparecen como dos visiones del mundo contrapuestas, pero en el estadio original del pensamiento humano, el ámbito espiritual y el material formaban una misma entidad cognoscitiva. Para evidenciar que las prácticas chamánicas abren el camino hacia el Conocimiento Sagrado (sustrato cargado de simbología e ideas universales) cabría potenciar los estudios experimentales centrados en la conciencia y los estados subjetivos.

La mitología como fuente de conocimiento

La abundancia de literatura escrita sobre el legado arquitectónico dejado por nuestros antepasados es abrumadora. Investigadores de todos los ámbitos han expuesto sus ideas acerca del motivo y los métodos de construcción de monumentos de complicada ejecución, incluso con nuestra tecnología moderna. La lista de enigmas arqueológicos que no logran un consenso sólido acerca de su metodología y funcionalidad es extensa. A la hora de plantear una investigación seria es imprescindible valorar las fuentes primarias, o en su defecto, estudios o tesis avaladas por organismos oficiales. Valorando diferentes teorías arqueológicas y antropológicas, se ha llegado a la conclusión de que las espectaculares obras constructivas de la antigüedad fueron diseñadas en su mayoría desde una conciencia mítico-religiosa y concebidas como espacios sagrados para rendir culto a sus divinidades celestes, abarcando así también su carácter social y colectivo.

Estas obras que han maravillado desde tiempos inmemoriales al ser humano, han sido descritas como “increíbles” al realizarse con herramientas supuestamente rudimentarias para el trabajo realizado, “majestuosas” por las proporciones de sus construcciones y la envergadura de los bloques de sus muros, y “asombrosas” por su ubicación y orientación geográfica. Las teorías que han indagado en determinar la identidad de los constructores, la función, el momento y el modo de construcción, comparten que las civilizaciones antiguas evidencian un elevado conocimiento científico-técnico en la ejecución de sus creaciones arquitectónicas. Al contemplar la huella que las antiguas culturas han dejado a su paso, descubrimos un nivel muy avanzado en ciencia aplicada en varias disciplinas: arquitectura y construcción, conciencia del tiempo cíclico, astronomía, matemáticas, ingeniería, agricultura, metalurgia, medicina…

El conocimiento científico recluye la mitología al campo de la fantasía o de la curiosidad antropológica. La ciencia no acepta la alegoría, el simbolismo, la leyenda, ni ningún código de expresión onírica o mitológica. Requiere de la certidumbre de lo tangible, de los hechos contrastados y de la lógica para elaborar sus verdades. El presente ensayo se apoya en datos mitológicos sin pretender apartarse de la metodología científica, y aporta pruebas de la interculturalidad existente entre diversas civilizaciones del pasado. Un método apropiado para acercarnos a los remotos orígenes de las civilizaciones y al de nuestros antepasados se obtiene a partir del mito. En él se recoge, por vía oral, los valores, ritos, costumbres y creencias que el ser humano, desde sus inicios, ha ido elaborando a partir del contacto y conocimiento íntimo con la Naturaleza. El relato mítico narra una historia tradicional que reúne la esencia cultural de los pueblos, el sueño colectivo que conecta con la Sabiduría Ancestral acumulada desde los albores de la humanidad. Si comparamos los mitos entre diferentes culturas, comprobaremos que hay varias similitudes en la simbología empleada y en las historias narradas acerca de los orígenes del tiempo. Las escenas en las que un personaje huye de una gran inundación llegando a tierras extrañas, donde instruye al pueblo nativo en las artes y la industria, son reiterativas.

Existen abundantes hipótesis que tratan de explicar quiénes fueron los responsables de proyectar y ejecutar estas obras maestras de la construcción. Las teorías oficiales procuran dar respuestas racionales y lógicas a estas preguntas, pero en algunas ocasiones estos argumentos o interpretaciones no convencen a algunos investigadores, porque no siempre lo que resulta lógico es lo más probable. Se ha especulado mucho sobre los orígenes de los fundadores de la civilización, aunque se han barajado diversas teorías. Las de más éxito mediático apuestan por dioses venidos del cielo, extraterrestres o antiguos astronautas. Otras versiones defienden que el éxodo de una civilización madre destruida por grandes catástrofes pudo ocasionar la diáspora que germinó en tierras primitivas. La respuesta más lógica y oficialmente aceptada defiende que el paso del nomadismo al sedentarismo provocó la aparición de los primeros asentamientos agrícolas. Los pobladores vivieron en harmonía con la naturaleza; la sabiduría obtenida de la atenta observación del entorno les llevó al desarrollo de las diferentes técnicas de subsistencia diaria. Ninguna de estas dos últimas aserciones se descarta en el presente trabajo y se consideran ambas como vías paralelas del desarrollo evolutivo del conocimiento humano.

Introducción

Las líneas de Nasca[1] es uno de los enigmas que más curiosidad ha despertado desde que el arqueólogo Toribio Mejía Xesspe las descubriera al pasear entre uno de los desiertos más secos del mundo en 1932. Investigaciones recientes sobre este legado de la pampa peruana nos revelan datos sobre su funcionalidad y evidencias de las altas capacidades técnicas para su realización. En este estudio se exponen algunas pruebas que demuestran la función del mensaje grabado en el lienzo más grande del mundo, y tal vez del origen de nuestros antepasados andinos.

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Es preciso comprender la cultura del pueblo Nasca a fondo y escudriñar línea a línea el paisaje al completo, para discernir lo que se oculta detrás de esta amalgama de surcos kilométricos y geoglifos que fueron dibujados para ser vistos tanto desde el cielo como desde la tierra.

El material empleado para el análisis de datos parte de herramientas informáticas, pero se refuerza con trabajos de profesionales arqueólogos, historiadores, matemáticos, antropólogos, ingenieros, paleoecólogos, astrónomos, arqueoastrónomos y otros investigadores que siguen aportando luz al dilema Nasca.

Algunas teorías han considerado que estas líneas son pistas de aterrizaje extraterrestre, o un mapa de coordenadas geográfico, o un código eléctrico. Éstas se han desechado, no por disparatadas o fantásticas, sino porque las evidencias obtenidas del terreno contemplan otros fines prácticos, como caminos rituales con fines religiosos, canales de irrigación y un calendario astronómico para predecir las lluvias.

Se trata de una de las obras con mayor extensión construida hasta la fecha. Sus kilométricas líneas y figuras geométricas se entrecruzan entre ellas formando una maraña de enormes proporciones difícil de apreciar a ras de suelo.  

Siguiendo el sinuoso recorrido que trazan los geoglifos del desierto, nos sumergiremos en el mundo mágico de los Nasca

…Traspasaremos el umbral de lo insólito, advertiremos la metamorfosis del hombre-pájaro y emprenderemos un viaje fascinante a su lado. Un vuelo guiado que nos adentrará en la zona reservada del inconsciente colectivo…

¿Qué historias secretas se ocultan tras la máscara del ser humano?

Geoglifos en el desierto de Nasca

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Figura 1a. Recta

En el desierto de los Andes peruanos, a 450 Km al sur de Lima, se localizan las líneas de Nasca, llamadas de Jumana por el pueblo indígena. Son antiguos geoglifos localizados en uno de los lugares más áridos del planeta. La suma de imágenes y líneas construidas en la planicie se extiende en una superficie de más de 1000 Km2. Desde una cierta altura es posible contemplar miles de rectas (algunas kilométricas) y decenas de gigantescas figuras simbólicas dibujadas en la superficie del desierto (Figura 1a y 1b). Destacan los dibujos con motivos de animales y vegetales, aunque los más abundantes son los trazos geométricos (rectas, triángulos, trapezoides, laberintos y espirales). Entre los contornos representados podemos distinguir una araña, un mono, una ballena, un perro, una serpiente, dos llamas, un lagarto, una flor, un árbol, algunas figuras humanas y diversas aves, como un cóndor, un pelícano, un colibrí, una gaviota, una grulla, una garza, una fragata, un loro... Los dibujos, fueron trazados a partir de una sola línea continua y presentan unas dimensiones que oscilan entre 30 y 300 m de largo, con una profundidad aproximada de 30 cm.

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1 Colibrí. 2 Alcatraz o ave fénix. 3 Pájaro. 4 Loro. 5 Pelícano. 6 Gaviota. 7 Garza. 8 Mono. 9 Araña. 10 Ballena. 11 Orca. 12 Árbol y manos. 13 Flor. 14 Planta raminicada. 15 Hombre búho. 16 Zorro. 17 Manos. 18 Laberinto. 19 Reloj solar o telar de Cantayoc. 20 Pájaro fragata. 21 Estrella de ocho puntas. 22 Chacana. 23 Espiral. 24 Bulbo-raíz. 25 Cruz de palpa. 26 Trapecio. 27 Estrella. 28. Cuchillo ceremonial, o Tumi. 29 Lagarto.

Figura 1b. Figuras de Nasca

La teoría más aceptada defiende que los artífices de estas figuras fueron los antiguos lugareños y que éstos las perfilaron utilizando cuerdas y estacas para señalar el contorno. Posteriormente, una vez delimitadas, retiraron manualmente la capa superficial de piedras oscuras y las amontonaron perimetralmente dejando al descubierto la capa más clara de yeso amarillento, definiendo así un trazo sólo visible desde cierta altura.

Se desconoce cuándo se construyeron, aunque la datación con carbono 14 de una de las estacas clavadas en la zona indica una antigüedad de unos 2500 años. De las miles de líneas dibujadas, la recta más larga mide más de 64 Km de longitud (atraviesa el desierto de Ocucaje desde la sierra a la desembocadura del Río Grande). Se ha comprobado que la desviación de una de las rectas de 12 Km de largo es de 2cm por cada 100 metros, es decir, presenta una admirable precisión en su rectitud del 99,98%. Es prácticamente imposible trazar líneas kilométricas con tal exactitud y con materiales tan rudimentarios para su elaboración. No sabemos si los directores ejecutivos de estas enormes y sublimes filigranas fueron los dioses a los que las antiguas leyendas se refirieron, pero es indudable que se trata de una obra de ingeniería de proporciones colosales, casi divinas.

Los mitos y leyendas Paracas-Nasca cuentan que los geoglifos fueron dibujados por los Hijos del Sol y los describen como dioses blancos y barbudos;  y así los representaron en sus creaciones textiles y alfareras. Se cree que llegaron por mar a sus costas escapando de un diluvio y que, al llegar, transfirieron sus conocimientos al pueblo autóctono[2]. En las crónicas prehispánicas se explica que el dios Kon vino del norte y que su sola presencia atrajo las lluvias transformando las tierras yermas en fértiles[3]. Después Kon castigó a los lugareños con una gran sequía al descuidarse de realizar sus ofrendas. Cuando llegó Pachacamac[4]destituyó y desterró a Kon. El sucesor, también autonombrado Hijo del Sol, trató como hermanos a sus seguidores y les “dio industria para labrar la tierra y los árboles”[5].

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Figura 2. Cerámica Nasca. Antropomorfo de grandes mostachos y barba blanca o roja. Dios gato o Hijo del Sol.

El pueblo nasquense se distinguió por su cerámica policromada. Entre la variedad de decoración de sus vasijas destacan imágenes de humanos barbados, de ojos almendrados y de piel blanca[6]. Posiblemente representen a Pachacamac, mencionado en el mito como Hijo del Sol (figura 2).

Según el historiador de las religiones Mircea Eliade, los mitos nos transportan a una “historia sagrada” y por lo tanto verdadera. “Se refieren siempre a realidades sucedidas en el tiempo fabuloso de los comienzos”[7]. Para abordar el tema de las líneas de Nasca no nos detendremos en la dicotomía realidad-ficción histórica del mito. No obstante los hechos narrados se tendrán en consideración, con el objetivo de contrastarlos con los hallazgos arqueológicos. Al comparar el relato legendario con los datos objetivos extraídos del campo de trabajo en cuestión, se distinguen diversas correspondencias que nos llevan a sospechar que la historia contada debería de ser reescrita.

Sistema de captación y abastecimiento de agua

Los arqueólogos Giuseppe Orefici y Johan Reinhard sostienen la teoría de que la red de líneas y figuras están relacionadas con el agua y con rituales ceremoniales de fertilidad. El Dr. Markus Reindel, del Instituto Arqueológico Alemán, y director del equipo del Proyecto Nasca-Palpa, descubrió que sobre las plataformas se encontraron conchas marinas Spondylus, textiles, y restos de vasijas. Todo ello se identifica con ofrendas de culto a la fertilidad y al agua. La investigadora Rosa Lasaponara, junto con su equipo del Instituto de Metodologías para el Análisis Medioambiental, determinó que “el conjunto de líneas formaba un sistema de regadío que permitía acceder al caudal de acuíferos subterráneos”. El paleoecólogo Alex Chepstow-Lusty, del Instituto Francés de Estudios Andinos, demostró que los Nasca rendían cultos de fertilidad en este valle, considerado un lugar sagrado, y que el fenómeno del Niño llegó a destrozar numerosos canales de riego. Para el antropólogo y astrónomo Anthony Aveni los trazos estaban conectados con canales hídricos subterráneos y se realizaron procesiones rituales sobre ellos como culto a la fertilidad.

Los Nasca son un pueblo predominantemente agrícola supeditado a la escasa pluviosidad de la zona. Subsistieron en una desolada región interrumpida por los valles del Río Grande y del Río Nasca, dos de los ríos más secos del litoral andino. Las dificultades que representa su situación geográfica les obligó a desarrollar diversas técnicas de distribución y almacenamiento de agua para la supervivencia diaria.

Para sobrevivir en un lugar tan árido y seco, los habitantes del desierto idearon un sistema hidráulico que desembocaba en unos manantiales subterráneos llamados puquios[8]. Estas galerías horizontales formaban parte de un sistema de distribución de canales, galerías, cochas o pozos que permitían a los antiguos peruanos abastecerse para el uso doméstico y agrícola durante todo el año (figura 3). Las líneas que se entrecruzan en la llanura permiten hacer fluir el agua que desciende desde los valles y cerros del norte, aprovechando las escorrentías naturales y las pendientes, favoreciendo así la distribución del agua hasta los puquios. Las chimeneas helicoidales (figura 4), también llamadas ojos u hoyos, son conexiones de la napa freática de los acuíferos con el nivel superficial del terreno. Su función era la de facilitar la entrada de aire para desplazar la corriente de agua de un lugar a otro, y posibilitar el acceso para su mantenimiento y limpieza.

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Figura 3. Esquema del sistema de distribución de aguas.

 

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Figura 4. Accesos a las galerías o chimeneas.

La mayoría de líneas y formas geométricas de triángulos y trapecios apuntan en dirección a las marcas erosionadas por el agua. El yeso humedecido con el rocío crea una capa resistente que adhiere las piedras al pavimento e impide que se desplacen por el empuje de los arroyos. La orientación de los trapecios sigue generalmente la dirección de las mesetas, y las líneas de las laderas siguen el curso del cambio de altura del terreno, desembocando en los torrentes fluviales de la planicie. En la base de algunos triángulos se han hallado restos de plataformas de hasta un metro de altura, construidas con piedra y mortero de barro. En las cercanías de estos muros se han encontrado diversas ofrendas. Por esta razón, y según apreciaciones del arqueólogo Karsten Lambers[9], se trataría de altares ceremoniales para la práctica de rituales de fertilidad. Se ha comprobado que la orientación de estas plataformas se corresponde con barreras para la distribución del cauce del agua.

El evento climático del Niño se produce desde hace unos cuarenta milenios. Aparece en un intervalo de 4 a 10 años a partir del solsticio de verano (21 de diciembre en el hemisferio sur), trayendo el agua indispensable a este lugar tan seco. El promedio pluvial en la zona es de 1 litro/m2 al año. En cambio, el fenómeno climático del Niño provoca unas lluvias torrenciales que pueden acumular hasta 200 litros por m2. Las investigaciones establecen que una gran inundación sepultó la gran pirámide de Cahuachi, así como el resto del complejo sagrado de los antiguos Nascas (figura 5). Los depósitos arrastrados por las precipitaciones catastróficas se pueden diferenciar actualmente a cierta altura, apreciando cómo éstos han afectado a algunos geoglifos y líneas, dejando ocultos total o parcialmente algunos de ellos.

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Figura 5. Reconstrucción del Complejo ceremonial de Cahuachi, enterrado parcialmente en la actualidad. Su nombre significa “lugar donde viven los videntes”; es decir, los que están en contacto con la divinidad.

Según el científico Helmut Tributsch, los nativos sabían que en diciembre ocurría un fenómeno observable en las líneas trazadas: el gradiente de temperatura creado por las corrientes de aire Humboldt con el clima seco del lugar, provocaba variaciones de densidad en el aire, dando lugar a un espejismo de calor que hacía relucir los dibujos del terreno, prediciendo así la llegada de lluvias abundantes del evento meteorológico de El Niño.

El antropólogo Ben Orlove demostró mediante estadísticas climatológicas y fotografías satelitales meteorológicas que el sistema tradicional de previsión del tiempo de la comunidad nativa basada en la observación de las Pléyades[10], predecía realmente la llegada de las lluvias y el evento catastrófico del Niño. Se comprobó que cuando las Pléyades se veían borrosas, se aproximaba un tiempo anormal generado por el fenómeno del Niño. Esto es debido a una excesiva evaporación del océano que provoca la formación de unas nubes tenues que cubren el cielo (cirrus), produciendo la visión debilitada de las estrellas.

 

Cosmovisión Nasca

 

La cosmovisión Nasca concibe los elementos de la naturaleza integrados en una sola unidad, regida por la ley cíclica del tiempo. No existe diferencia alguna entre el mundo natural y el sobrenatural. El hombre vive en un mundo impregnado de sacralidad, en equilibrio con la Tierra y el Cielo, donde cada elemento natural (animales, plantas, minerales, fenómenos atmosféricos y celestes, etc.) tiene vida propia, estableciéndose entre ellos una relación permanente y constante. La cultura andina cree necesario un diálogo permanente con la Madre Naturaleza (Pachamama) y considera que las estrellas son fuerzas favorecedoras de la fertilidad en la tierra[11]. Las venas de la Pachamama son alimentadas mediante la irrigación de los canales que fluyen hacia los ríos, fortaleciendo así su poder creador y devolviendo a cambio la germinación de nueva vida. La lluvia se concibe como agua emanada por Mayu, el río sagrado celeste[12] o Vía Láctea[13], que actúa como un acueducto que conecta mar, cerros, ríos y cielo. El hemisferio celeste y el terrestre se enlazan mediante el cinturón de Orión (Chaka Sillt’u), que significa unión entre los dos cielos (hemisferios), y actúa como puente de paso entre el mundo de arriba y el mundo de abajo. La complementariedad y reciprocidad del orden cósmico entre los mundos subterráneo (Manqha Pacha), terrenal (Aka pacha) y celeste (Alax Pacha) se equilibran mediante el sistema hídrico-astronómico de puquios, canales y bóveda celeste, respectivamente.

El chamán es la figura del hombre sabio y encargado del bienestar de la comunidad. Ejerce de astrónomo, curandero y “artífice de lluvias”[14], pero ante todo es el medio a través del cual se manifiesta lo sagrado. Su sabiduría ancestral, heredada de generación en generación, se nutre de una particular comprensión espiritual del universo. Es la persona comprometida en hacer de puente entre el mundo físico y el mundo de lo sobrenatural. Este rol de mediador con la divinidad y el saber astronómico concedido, lo posicionaba como centro emblemático de la sociedad. El conocimiento del comportamiento cíclico del tiempo, a partir de la observación sistemática de la naturaleza y del firmamento, le permitía anticiparse al cambio de estaciones. Los marcadores solsticiales y equinocciales le brindaban la capacidad de adelantarse y prepararse para los eventos y desastres naturales, así como de establecer el calendario agrícola de la siembra, de la cosecha y de la llegada de las lluvias. Estos diseños sagrados, grabados en la tierra e inspirados por los astros, expresaban el equilibrio con el mundo de los dioses, garantizando su supervivencia.

Como ya apuntó la Dra. Reiche, las líneas y dibujos reflejaban un “espejo del cielo”, un mapa geoestelar grabado por la antigua civilización Nasca, que indicaba un momento determinado. Estaba en lo cierto: el análisis topográfico que se muestra a continuación demuestra la relación establecida entre la bóveda celeste y el paisaje de la pampa peruana.

Correlación geoglifos de Nasca – señales en el cielo

Los habitantes de Nasca, dirigidos probablemente por el chamán, dibujaron -además de cientos de figuras en el suelo- las constelaciones andinas de la Chacana (conocida actualmente por Orión) y las Pléyades, mediante el uso de rectas kilométricas dispersas por todo el valle nasqueño. La confluencia de estas líneas en puntos concretos del terreno forma asterismos estelares que coinciden fielmente con la distribución celeste de estas constelaciones. Hay que resaltar también que el curso del río Grande presenta la misma dirección que el río de estrellas de la Vía Láctea respecto a la constelación de Orión. Admirablemente, los dos ríos, el celeste y el geográfico, están en la alineación correcta, de acuerdo con la constelación de Orión, guardando también relación entre las zanjas y las estrellas del firmamento (Figura 7 y 8).

Si observamos a vista de pájaro los trazos rectilíneos de forma global, comprobaremos que muchas de estas rectas convergen en puntos concretos del desierto de Nasca. Esto sucede en varios nodos en los que los haces de líneas y trapecios convergen, formando centros radiantes que parecen representar pequeños soles o estrellas. Si contemplamos estos centros radiales estelares y su distribución, veremos que en conjunto configuran, guardando las proporciones, la constelación de Orión, incluyendo las estrellas principales de su cinturón (Mintaka, Alnilam, Alnitak) junto con Saiph y Rigel (figura 6). La ubicación que presuntamente ocuparían Betelgeuse, Bellatrix y Meissa, según la distribución de la constelación, se corresponde a una zona de relieve escarpado y montañoso. La grave erosión producida en esta demarcación imposibilita la visibilidad de formas radiantes que podrían completar la parte superior del asterismo en cuestión. La lista de signos estelares alineados se amplía con Thabit y las nebulosas de Orión y del caballo, así como con Sirio y Murzim de Canis Mayor. Se distingue también entre la telaraña de líneas (en una escala más reducida), el cúmulo de las Pléyades (Atlas, Alcione, Pléyone, Maia, Electra, Taygeta y Mérope). Los antiguos proyectistas debieron tener en cuenta estas dos constelaciones cuando ocupaban su posición más elevada en el firmamento, ya que la distribución, proporción y orientación de las constelaciones inscritas en el suelo encajan con gran exactitud con las estrellas homónimas en su punto álgido. La tabla 1 muestra la correlación de estrellas dibujadas en la planicie de Nasca y Palpa, así como su ubicación geográfica. Hay que destacar que la precisión obtenida en la demarcación kilométrica de las marcas respecto a las luminarias celestes es de un promedio admirable del 95%.

Marca nº

Estrella

Constelación

Longitud

Latitud

Precisión

1

Atlas

Pléyades

14⁰ 42’ 03,6” S

75⁰ 10’ 30,9” O

91 %*

2

Alcione

Pléyades

14⁰ 42’ 03,6” S

75⁰ 08’ 35,2” O

100 %*

3

Pléyone

Pléyades

14⁰ 41’ 44,3” S

75⁰ 10’ 33,2” O

97 %*

4

Maia

Pléyades

14⁰ 41’ 11,1” S

75⁰ 07’ 02,2” O

100 %*

5

Electra

Pléyades

14⁰ 42’ 27,4” S

75⁰ 06’ 13,1” O

95 %*

6

Taygeta

Pléyades

14⁰ 40’ 53,1” S

75⁰ 06’ 32,2” O

92 %*

7

Mérope

Pléyades

14⁰ 43’ 04,7” S

75⁰ 07’ 43,4” O

84 %*

8

Rigel

Orión

14⁰ 47’ 33,1” S

75⁰ 04’ 29,7” O

97,4 %**

9

Saiph

Orión

14⁰ 46’ 41,2” S

75⁰ 11’ 00,8” O

98,3 %**

10

Alnitak

Orión

14⁰ 41’ 29,7” S

75⁰ 07’ 59,8” O

100 %**

11

Mintaka

Orión

14⁰ 40’ 43,2” S

75⁰ 05’ 58,6” O

86,7 %**

12

Thabit

Orión

14⁰ 45’ 32,5” S

75⁰ 08’ 12,8” O

88,1 %**

4

Alnilam

Orión

14⁰ 41’ 11,1” S

75⁰ 07’ 02,2” O

100 %**

13

Nebulosa del caballo

Orión

14⁰ 41’ 49,6’’ S

75⁰ 08’ 06,6” O

100 %

14

Murzim

Canis mayor

14⁰ 48’ 51,9” S

75⁰ 17’ 09,9” O

100 %***

15

Sirio

Canis mayor

14⁰ 48’ 24,8” S

75⁰ 21’ 46,4” O

100 %***

 

Tabla 1. Geoglifos. Ubicación de asterismos. Precisión respecto a Maia, Alnilam y Sirio.

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Figura 6. Superposición de las imágenes de Google Earth y Stellarium en el Cinturón de Orión.

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Figura 7. Fotografías satelitales donde se muestran algunas de las “estrellas” de las Pampas de San José, Nasca. Esta enorme figura de cientos de Km2 se encuentra orientada verticalmente hacia el norte geográfico y coincide exactamente con las constelaciones celestes cuando se sitúan en su punto más alto en el cielo.

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 Figura 7. Correlación líneas de Nasca-Pléyades.

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Figura 8. Concordancia de la constelación de Orión y del Río Grande con la Vía Láctea. En la tercera figura los puntos negros se corresponden con las estrellas del firmamento. En rojo, ecuador antiguo terrestre (ver figura 9).

Los antiguos constructores de este enorme entramado de recolección pluvial representaron fielmente las estrellas en el pavimento, procurando que el líquido elemento fluyera no solamente por los cauces aluviales, sino simultáneamente por los tres mundos concebidos. La Vía Láctea captaba el agua del mar y la rociaba en las montañas en forma de lluvia o nieve, fertilizando la tierra. Ésta era recogida y guiada por los kilométricos surcos rectos que desembocaban en el Río Grande, para finalmente descargarla de nuevo en el océano[15]. El Río Grande y la Vía Láctea representaban la misma entidad. Ambas actuaban de forma paralela como elementos activos en el ciclo del agua. Los sacerdotes catalizaban el proceso mediante complejos rituales que conectaban simbólicamente los tres aspectos fluviales: el terrestre, el subterráneo y el celeste.

Se puede comprobar en las figuras 7 y 8 cómo el Río Grande y las “marcas estelares” del desierto de Nasca concuerdan con la Vía Láctea y la constelación de Orión de la bóveda celeste respectivamente. La orientación este-oeste del cauce del Río Nasca se ajusta a la posición y dirección del ecuador celeste (línea azul que separa los dos hemisferios celestes).

En la visión del mundo andino, las manchas oscuras (espacios vacíos) que aparecen en Mayu (Vía Láctea) son interpretadas como constelaciones zoomorfas. El pueblo andino identificaba, en estas nubes negras, animales que iban a beber a las aguas del río. En ellas se pueden distinguir las formas de un zorro, un sapo, una serpiente, una perdiz, una llama y su cría. La constelación de la Llama -o Yacana- junto a su cría se puede observar bajo la cruz del sur; alfa y beta centauro representan sus ojos. La comprensión simbólica del ciclo del agua está representada en la Llama. Por la noche bebe del océano y derrama su orina en el río de estrellas, descargándose en forma de precipitaciones[16]. Es muy probable que las figuras univiales de animales y plantas labradas en tierra se aprovecharan como caminos rituales para ser transitados por los fieles y para ser percibidos desde lo alto por el dios volador.

Un evento que predecía la llegada de la época de lluvias se produce en el ocaso heliaco del solsticio de diciembre (verano en el hemisferio sur), cuando la Vía Láctea conecta en forma de arco los puntos cardinales este y oeste terrestres, en el mismo momento en que las Pléyades y Orión aparecen por el este en su nacimiento simbólico. Este marcador astronómico permitía al pueblo nasquense anticiparse a las lluvias[17], disponiendo de tiempo para preparar sus celebraciones, realizar rituales de comunicación con la divinidad, despejar el terreno y limpiar los canales subterráneos y puquios.

A su vez, el puente de la Chacana (cinturón de Orión o Tres Marías), que conectaba el Mundo Superior con el Inferior, se tornaba transitable; una puerta ubicada en el río celeste se abría al sonar las caracolas marinas. Los espíritus de los Antepasados tenían el paso libre para festejar con los vivos el Capac Raymi. En este día festivo del solsticio de verano, el sol detiene su camino y se considera como el primer día del año que coincide con el primer día del ciclo agrícola.

Según cuenta el mito andino, Kon, el dios supremo del agua y creador del mundo, creó los primeros humanos que poblaron la tierra, pero Pachacamac, Hijo del Sol, los castigó y convirtió en aves, zorros, monos y lagartos (animales relacionados con el agua), para luego crear una nueva generación de seres humanos[18]. Kon es contemplado en la artesanía local como un ser volador (posiblemente identificado en el cielo por Orión). Es considerado como el dios que controla los sucesos atmosféricos, y por lo tanto, el encargado de suministrar la lluvia al lugar. Se creía que cuando Kon renacía por el horizonte, contemplaba desde las alturas su propia imagen dibujada por los fieles expectantes del veredicto divino. El dios de la lluvia, satisfecho con la labor ofrecida, aprobaba el pacto acordado con el hombre y descargaba en las montañas el agua implorada. Entonces la corriente fluía por los contornos de las figuras gigantescas de animales y plantas labradas en tierra, liberándoles así de su insoportable sed.

Desde la concepción mágica del mundo andino se interpreta que la divinidad voladora divisa desde su elevada morada la conjunción de estrellas plasmadas en las miles de líneas kilométricas y dibujos de la llanura peruana. Pero, ¿serían capaces de ampliar su visión a más altura para conectar Nasca con otros lugares sagrados del planeta?

Ecuador antiguo terrestre, correlación planetaria

 

Existe una línea imaginaria que une las tres estrellas del cinturón de Orión de la llanura de Nasca con emplazamientos sagrados de otras civilizaciones antiguas muy alejadas entre sí (figura 8 y 9). Esta recta se alinea perfectamente con la Isla de Pascua del pueblo Rapa Nui, con el poblado de Ollantaytambo en Cuzco, con los geoglifos de Acre en Río Branco, con la isla de Marajó (donde floreció la cultura Marajoara), con las pinturas rupestres en Tassilli n’Ajjer y con las pirámides de los garamantes en el desierto del Sahara en Libia y Argelia, las pirámides de Gizeh en Egipto,  con Petra en Jordania, con la ciudad sumeria de Ur del sur de Mesopotamia, con la capital del imperio persa de Persépolis en Irán, con la antigua ciudad de Jiroft en Irán y Afganistán, con Mohenjo Daro en el valle del Indo, con el templo jemer de Angkor Wat en Camboya, y con muchos otros lugares sagrados que se alinean en la misma recta. Se trata de un ecuador antiguo[19] que tiene una longitud de 40000 Km. Presenta la misma extensión lineal que el ecuador terrestre actual, siendo también una intersección del plano que divide el globo terráqueo en dos partes iguales. Otro dato abrumador es la distancia que separa Mohenjo Daro de Gizeh y de Angkor Wat, que es de 4000 Km, la misma medida que hay de Ollantaytambo a la isla de Pascua, localizaciones que se ubican todas en dicha alineación ecuatorial.

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Figura 9. Alineación del ecuador antiguo

Todos estos lugares geográficos remiten a culturas ancestrales distanciadas por miles de kilómetros y alejadas en el tiempo por siglos de diferencia. La diversidad cultural es evidente, pero se distinguen ciertos rasgos que son comunes. Al analizar las estructuras culturales de la humanidad, y generalizando ciertos componentes que trascienden lo meramente local, se desprende que el conocimiento heredado, privilegio de la casta sacerdotal, permitió el desarrollo de la civilización. Muchas de estas civilizaciones y culturas, además de compartir una concepción animista del mundo, y presentar elementos análogos en sus Textos Sagrados, poseían conocimientos tecnológicos avanzados. Destacaron en diferentes disciplinas, como en geodesia, ingeniería hidráulica, topografía, astronomía, arquitectura, matemáticas, metrología, urbanismo, medicina, metalurgia, alfarería, artes textiles…

Legendarios especialistas demostraron su portentosa maestría en el diseño y ejecución de proyectos hídricos descomunales repartidos por el ancho mundo. Hoy en día tenemos la ocasión de contemplar la grandeza de estas infraestructuras antiguas e ingeniosas para obtener y domesticar el agua, no solo en Nasca, sino también en: los sistemas de irrigación y almacenamiento en los jardines de Petra, los qanat persas, los foggaras garamantes (cuadrículas de canales rectilíneos en el desierto libio que abarcan más de 5000 Km2), las sofisticadas fuentes, sistemas colectores y terrazas de drenaje incas, los reservorios en humedales de los rapa nui (en la isla de Pascua) y los canales de irrigación de la cultura jemer. Todo ello configura un desafío de la construcción para la ingeniería moderna.

Elementos coincidentes entre civilizaciones del ecuador antiguo

Los muros localizados en el sitio de los Paredones de Nasca, cuyos bloques almohadillados calzan a la perfección, evocan el sistema de construcción de inexplicable ejecución empleado en Ollantaytambo, Sacsayhuaman, Machu Picchu, chulpas de Sillustani y otras estructuras andinas. El efecto visual de estos bloques sugiere el empleo de una técnica de conformado por reblandecimiento de la roca[20]. El tapial es un antiguo sistema de construcción que consiste en verter el material en encofrados de madera y compactarlo formando bloques sobre el mismo muro. La explicación de la extraordinaria precisión de las juntas se justificaría empleando algún tipo de mortero de cal como materia prima en la construcción de las paredes. Al fraguar el material colado en el encofrado del tapial se amoldaría según el contorno exacto de los bloques adyacentes previamente endurecidos, resultando un ajuste perfecto en su elaboración. Muros ciclópeos levantados con este procedimiento tan peculiar se construyeron también lejos del continente sudamericano, como en el recubrimiento de la pirámide de Micerinos de Guiza, en el templo de Osireion de Abydos (Egipto), en las murallas de la antigua ciudad de Hattusa (Turquía) y en centros ceremoniales de la isla de Pascua (figura 10).

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1 Paredones Nasca. 2 3 Ollantaytambo. 4 5 Cusco. 6 7 8 Pirámide de Menkaure. 9  10 Apu Vinapu. 11 Halaca Hüyük . 12 Muralla de Hattusa. 13 Coricancha. 14 Tapial. 15 16 Esquina templo del valle de Giza. 17 Machu Picchu. 18 19 Abydos. 20 Angkor Wat. 20 Palacio Imperial Edo Japón.

Figura 10. Mampostería ciclópea.

Las figuras de Nasca se proyectaron a gran escala a partir de un modelo de proporciones más reducidas dibujadas en tela. Maria Reiche dedujo que el patrón de longitud empleado para trazar las líneas fue el codo, el mismo concepto métrico usado por otras culturas de la antigüedad. Equivale a la distancia medida entre la punta de los dedos y el codo. Para medir longitudes en la construcción de edificios o escalar los petroglifos nasquenses, la medida de proporción humana más lógica sería el pie, más cómodo y práctico que el codo en mediciones lineales a ras de suelo. Aunque todavía no hay hallazgos al respecto, es bastante probable que se empleara alguna cuerda anudada o vara como patrón de medida de longitud. Civilizaciones aventajadas como la egipcia (codo meh y real), sumeria (codo de Gudea y de Nippur), babilonia (kus o codo de Lagash), persa (codo real), khemer (codo camboyano), griega (codo olímpico), indú (regla de Lothal y codo de Calcuta), romana (cubitus), caldea y hebrea (codo sagrado), revelaron el uso de un canon antropométrico en sus logros constructivos, siendo el codo la medida estándar de su sistema métrico.

 

Todas estas culturas arcaicas destacaron por el dominio y maestría en técnicas artesanales como la escultura, el textil, la orfebrería o la alfarería, siendo notorio el empleo de ornamentos simbólicos similares en su manufactura artístico-religiosa. El laberinto es un símbolo universal localizado en diferentes emplazamientos antiguos de todas las épocas[21]. Hay propuestas que defienden que su origen es neolítico-calcolítico y que sus rituales reflejan una clara relación del ciclo de vida, muerte y renacimiento[22]. Camuflado entre las líneas de Nasca se oculta una variación del laberinto de tres vueltas, cuya longitud es de treinta metros. Este símbolo de patrón geométrico complejo ha sido descubierto en incisiones de diferentes yacimientos arqueológicos esparcidos por todo el mundo como Machu Picchu, Casa Grande de Arizona, Arroyo Hondo de Nuevo México, Taouz en Marruecos, templo egipcio de Komombo, Mesopotamia, Petra, sitios védicos de India, Turquía, Siria, Cáucaso ruso, etc. Aunque los petroglifos más abundantes se ubican en las costas de culturas mediterráneas y atlánticas (figura 11).

 

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1 2 3 Nasca. 4 Mesopotamia. 5 Val Camonica (Italia). 6 Goa (India). 7 Armenteria (Pontevedra). 8 Arroyo Hondo. 9  Pilos (Grecia). 10 Oraibi (Arizona). 11 Moneda Knossos (Creta). 12 Cáucaso.

Figura 11. Laberintos.

El geoglifo del tridente de la Reserva de Paracas, con una longitud de 120 m y encarado al océano, parece mostrar el reconocimiento andino a la mitología griega y al tridente de Poseidón[23]. Esta figura del dios de los mares y las tempestades, según los antiguos griegos, fue el ejecutor mítico del gran diluvio que sacudió e inundó la civilización atlante. El símbolo de este artefacto ofensivo, en sus orígenes, se identificó con los dientes de monstruos marinos que se asemejan a las olas del mar agitadas por las tempestades. Pero del mismo modo que las historias de diluvios universales se encuentran por doquier, dioses portadores de esta arma de tres púas convergen en todas las culturas (figura 12). Se han hallado innumerables petroglifos y pinturas con este signo grabados en la roca de diferentes sitios arqueológicos; por ejemplo en Huancor (sur de Perú), Gobekli Tepe (Turquía), Homolovi (Arizona), Barrecchina y Kerala (India), Knossos (Creta), Val Camonica (Italia), Laconi (neolítico de Cerdeña), etc. En Oriente, el tridente es inseparable de la diosa Shiva, que le otorga el poder de transformar el mundo y destruir las apariencias; también aparece en sellos y tablillas de terracota del Valle del Indo, en dagas ceremoniales de la cultura jemer de Angkor Wat y en piezas de bronce de la cultura luristán iraniana. Es un elemento ornamental del disco solar inca de Coricancha, y aparece también como signo iconográfico en orfebrería de la cultura muisca (Colombia), en la cerámica de la cultura marajoara, en un cráneo del Clan Miru de Rapa Nui, etc. Las variadas representaciones de dioses que empuñan un tridente como símbolo de poder manifiestan el sincretismo de diversas tradiciones antiguas que lo asociaban a dioses del fuego o del inframundo. Es también el emblema del dios hitita de las tormentas Teshub, de la deidad del inframundo mesopotámico Nergal, de la diosa elamita de la fertilidad Inanna, y del dios celta de los mares Manannan Mac Lir. El tridente se puede ver acuñado en monedas tracias y griegas y es una de las runas de los alfabetos germánico y nórdico. Es un ideograma integrado en el alfabeto de la escritura minoica, íbera, tartesia, rongo rongo y proto-índica[24].

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1 Paracas. 2 Escitura del Indo – Rongorongo (isla de Pascua). 3 Babilonia. 4. Huancar. 5 Gobekli Tepe.  6 Val Camonica (Italia). 7 Barrecchina. 8 Cerdeña.  9 ProtoShiva. 10. Shiva Badami (India). 11 Rudra hindú.  12. Mohenjo Daro.  13 Dios Van, Urartu (Armenia). 14 Trizub, runa nórdica. 15 Halicarnassus (Grecia). 16 Disco solar, Coricancha (Perú). 17 Dios navegante, Orfebrería muisca. 18 Cráneo paoko-IU, del Clan Miru de Rapa Nui.  19 Estandarte Luristán. 20 Cerámica Marajoara.  21 Teshub, hitita. 22 Nergal, sumerio-babilonio. 23 Inanna, elamita. 24. Ptah, Egipto. 25. Manannan Mac Lir, celta. 26 Poseidon, minoico.

Figura 12. Tridentes.

 

Hay que señalar que el geoglifo más reiterativo en Nasca es la espiral, considerado uno de los símbolos universales más antiguos. Según Mircea Eliade, esta forma esquemática ha sido empleada por la mayoría de las tradiciones antiguas y es el símbolo de la creación y evolución de todo el Universo. Se reproduce por primera vez en el arte megalítico del 10000 a.C., y en pinturas rupestres del neolítico. Con toda probabilidad, las espirales Nascas aludan al dinamismo del agua, glorificadas por el chamán al invocar al espíritu de la lluvia. Las figuras de animales dibujadas en Nasca con mayor representación son sin duda las aves.

 

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Figura 13. Geoglifos más antiguos de la región.

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Figura 14. Motivo en cerámica Nasca: Pachacamac, con cabeza de plumas y cabeza cortada. . La práctica de la decapitación y conservación de la cabeza o el cráneo del decapitado para ser depositado a modo de ofrenda en espacios funerarios y/o ceremoniales está abundantemente documentada en la arqueología andina; en particular en el área de la costa sur peruana. “Cabezas trofeo”: cuerpo, objeto y representación. María Alba Bovisio, María Paula Costas. “Max Uhle interpretó las imágenes decabezas cortadas en la iconografía andina (chavín, sechín, paracas-nasca, wari, tiwanaku) como trofeos de guerra. Ríos Valladares, 2006.

Según Ross, este culto a la cabeza tiene su origen en la Cultura de los Campos de Urnas, y en la temprana Edad del Bronce europea, donde la cabeza era usada como símbolo solar. Según autores greco-latinos, los celtas practicaban el rito de conservar la cabeza de los enemigos como trofeo. “Culto celta a la cabeza” (Ross, 1967, 61–126). “La existencia de esculturas que representan una cabeza humana o «cabeza cortada», (…), es conocida desde hace años en la Peninsula Ibérica”. (B. Taracena, “Cabezas-trofeo en la España céltica”).

 

Estos seres emplumados simbolizan entidades celestes vinculadas con la deidad. Son las intermediarias del cielo y la tierra, portadoras de los mensajes divinos. De los geoglifos antropomorfos de los cerros de Palpa llaman la atención las figuras de trazo grueso de unos seres ataviados con tocado de plumas (Figura 15). En antiguos petroglifos inscritos en la roca y en motivos de la cerámica de Nasca son representados individuos con estos adornos en la cabeza (Figura 14). No es de extrañar que entre el ajuar encontrado entre los restos humanos de las momias Paracas de Pisco se hayan descubierto penachos de estas mismas características. Este distintivo ornamental, potestad exclusiva de dioses y hombres célebres, confería además una señal de respeto y honor hacia sus portadores. Tocados plumíferos han sido exhibidos de forma reiterada en representaciones de divinidades, sacerdotes y personajes influyentes desde épocas muy remotas en la mayoría de culturas y civilizaciones antiguas de todos los continentes.

La lista etnográfica citada a continuación es demasiado extensa para describir con detalle cada testimonio por separado, pero es necesario exponerla para comprender la importancia del uso frecuente del plumaje en la antigüedad y comprobar la influencia que la cultura original pudo transmitir sobre este hábito a las sucesoras. Abordar la iconografía del tocado de plumas de la antigüedad es una tarea interminable. La lista de ejemplos que se muestra a continuación solo es un intento de sintetizar la tradición omnipresente de este atuendo sagrado (Figura 15): el geoglifo con forma humana del desierto de Atacama, el dios civilizador Naylamp de la cultura Lambayeque y los restos de la tumba del señor de Sipán en el norte de Perú, los monolitos atlantes de Tula de la cultura tiwanakota en México, el dios de la puerta principal de Tiwanaku (posiblemente se trate del dios civilizador Viracocha), el dios zapoteca del inframundo (sujetando una cabeza cortada), numerosos dioses aztecas (con plumas de quetzal), pinturas rupestres de dioses de Tassilli N’ajjer, la corona atef egipcia[25] decorada con plumas de avestruz vinculada al alma humana y a los dioses (Shu, Amon, Osiris, Ptah, Maat, Sobek, Anuket, Min, Bes...), las imágenes de tributarios libios dibujados en murales egipcios, representaciones de chamanes hititas esculpidos en Hattusa, el sello del dios Pashupati-Shiva de Mohenjo Daro, un cilindro babilonio del dios Marduk, pinturas murales minoicas, bajorelieves del dios Apkallu asirio, el busto de Baal Hammon fenicio, el pectoral micénico de Baal, una pieza de terracota de la diosa estrusca Demeter, un relieve de la diosa canaanita de la fertilidad Asherah, relieves de combatientes de los pueblos del mar del templo de Medinet Habu, esculturas de la diosa Afrodita y Hermes griegos, las momias chinas de Tarim, los bustos de Bayon en Angkor Wat...

La lista con testimonios arqueológicos de efigies con plumas se prolonga en múltiples culturas, como la: hitita, persa, tartésica, íbera, caria, celta, espartana, india, china, australiana...  En la actualidad, personajes ilustres (líderes y chamanes) de tribus indígenas de la selva del Amazonas se engalanan con suntuosas coronas plumarias, como los Guaraníes, los Uitoto, los Cashibos, los Ashaninka, los Bora, los Barasana, los Raonis y los Shuar (practicantes del ritual de reducción de cabezas), entre otras. El arte plumario es símbolo esencial del modo de vida de nativos norteamericanos como los Pueblo, Anasazi, Navajo, Cahokia, Apache, Crow y Sioux. Los Cherokee celebran el baile de las plumas, en el que cada danzante baila con siete plumas que representan las siete estrellas de las Pléyades, cuya salida les ayudaba a predecir el ciclo agrícola. Los indios Hopi suplican la llegada de las lluvias a los espíritus ancestrales o Kachinas, máscaras y muñecos ornamentados con plumas. En África, los dogones, los boroboro, los wodaabe y los masai se cubren las cabezas con este distintivo simbólico en sus rituales y danzas. Es también señalado en numerosos pueblos polinesios como los maoríes, los indígenas de Papua Nueva Guinea y los mayoyaos de Filipinas; estos últimos cortaban las cabezas de sus enemigos como trofeo (recuerdan al dios volador Nasca). Las máscaras ceremoniales chamánicas del Ecuador, de México, de Alaska, de Canadá, de Siberia, de Indonesia, se acicalan también con plumas. El uso de este adorno plumífero se remonta a épocas prehistóricas. Investigaciones recientes prueban que los neandertales se cubrían la cabeza con plumas, y existen infinidad de representaciones humanas en pinturas rupestres y petroglifos de todos los continentes con dicho ornamento. Estos objetos sagrados simbolizan el “vuelo espiritual”, o ascensión chamánica, y otorgan a su portador la capacidad de viajar al mundo sobrenatural trascendiendo la condición humana.

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1 Angkor Wat, orejas largas. 2  Dios blanco civilizador Quetzacoatl, Mexica. 3 Atlantes de Tula.    4 Nativo Rapa Nui. 5. Petroglifo, Isla de Pascua. 6 Puerta del Sol, Tiahuanaco. 7 Naylamp, Lambayeque. 8 Filisteos o pueblos del mar, Templo Medinet Habu, Tebas. 9 Dios de la fertilidad, Sobek. 10 Diosa del agua Anuket. 11 Krishna India, bronce. 12 Reina maya. 13 Dios zapoteca inframundo cabeza cortada. 14 Tejido Paracas. 15 Geoglifo Atacama. 16 Estela Maya Quirigua. 17 Kachina hopi. 18 Tassili N’Ajer. 19 Wandjinas, Mount Barnett, aborigen australiano. 20 Marduk, Mesopotamia. 21 Pachacamac, costa peruana. 22 Rey, Asiria. 23 Demeter o Kore, Etrusco. 24 Baal, Micenas. 25 Bronce, Cerdeña. 26 Fresco mural, minoico. 27 Mural Maya. 28 Bodonal de la Sierra, Tartessos. 29 Uppakra, Norse. 30 Pashupati, Valle del Indo. 31 Mohenjo Daro, Valle del Indo. 32 Oro orejas largas, precolombino.

Figura 15. Tocados de plumas.

La pluma simboliza la liberación del cuerpo, el ascenso del alma hacia el mundo superior. Las alas expresan dinamismo y poder sobrehumano a sus portadores. La figura del hombre-pájaro ha personificado in illo tempore las relaciones entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo humano. El chamán comprende los poderes ocultos de la naturaleza y a través de un estado alterado de conciencia, abandona su propio cuerpo y obtiene la capacidad de transformarse en el animal totémico designado por la situación cultural y geográfica establecida. El alter ego y aliado personal del chamán es el animal de poder. Los animales totémicos más personificados en las prácticas tradicionales son el jaguar, el zorro, el lagarto, la serpiente, el venado, el pez, el cóndor, el colibrí, el águila, la garza, el búho, el halcón... Las aves actúan como “familiares”, ayudantes y mensajeros de la élite sacerdotal, y les otorgan el don extraordinario de volar a gran altura y de conectar con el mundo celeste y el subterráneo, permitiendo el acceso a la fuente de todo conocimiento[26].

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1Kon, Paracas. 2 Hombre buho o Naylamp, Sipán, Moche. 3 Guerrero àguila, azteca.  4 Hombre águila, Cacaxtla, maya. 5 Oro Precolombino. 6 Hombre pájaro, Palenque. 7 Zapoteca. 8 Hombre-pájaro maya, Código Dresde. 9  Makemake, moai, Isla de Pascua. 10 Tangata Manu, Rapa Nui. 11 Tangata Manu, Isla de Pascua. 12 Thunderbird, Etowa Mounds. 13 Apkallu, asirio. 14 Inana-Ishtar, Mesopotamia. 15 Karatepe, hitita, Turquía. 16 Ishtar, Asiria. 17 Diosa pájaro, Mohenjo Daro. 18 Thot y Horus, templo Seti, Abydos.  19 Maat, Sarcófago Ramses III.  20 Maat, Egipto. 21 Almas en Dendera. 22 Pazuzu Asiria. 23 Ahura Mazda, persa. 24 Bactria-Margiana, Norte Afganistan. 25 Edad del Bronce, Dubovac, Serbia. 26 Garuda, Angkor Wat. 27 Papua Nueva Guinea. 28 Gong, Atingting Kon, Malakula. 29 Tang Dynasty, China. 30 Talos, Minoico.  31 Hombre-pájaro, Jiroft.  32 Sínduli, hombre-colibrí[27]Tairona. 

Figura 16. Deidad emplumada.

 La incubación de sueños[28], el sonido monótono de tambores y la toma de sustancias psicotrópicas son algunas de las técnicas que permiten la experiencia de éxtasis ritual del vuelo mágico[29]. Desde este nivel de percepción, el chamán inicia un viaje espiritual desde un estado alterado de conciencia y se proyecta a una dimensión de realidad no ordinaria regida por el Tiempo Mítico o no-Tiempo[30]. Al penetrar en el Otro Mundo e imbuirse en la totalidad del cosmos, éste cobra la facultad sobrenatural de elevarse y de surcar los cielos. La iconografía del hombre-pájaro o vuelo chamánico ha sido representada a través de la efigie de estos personajes míticos en gran cantidad de artefactos de culto en las artes tradicionales (orfebrería, textil, cerámica y pintura), localizados en diferentes complejos religiosos dispersos en el tiempo y el espacio (figura 16). La adoración del ave antropomorfizada, asociada a la divinidad, es profunda y persisitente en la cosmovisión de diferentes culturas alrededor del mundo. Algunos ejemplos representativos son: Nasca y Paracas (Kon), azteca (Huitzilopochtli), maya (hombre pájaro de Palenque, Ek’Balam y de Cacaxtla), moche (hombre búho y Naylamp[31]), cahokia (Thunderbird), hopi (Kachina), sumeria (Apkallu y Pazuzu), egipcia (Horus, Thot), hindú (Garuda), jemer (Garuda), rapa nui (Tangata Manu), iraní persa (zoroastrismo, Faravahar), griega (Hermes, Nike), hebrea (ángeles), Papua Nueva Guinea (Tiki Mug), taoismo chino (Lei Gong), Japonesa (Tengu). Filipinas (Ekek), Rusia (Gamayun y Alkonost), entre otras.

Si Paul Kosok y Maria Reiche hubieran dispuesto de las herramientas modernas de búsqueda de conocimiento, posiblemente los argumentos concluyentes de sus investigaciones se habrían ampliado con resultados más precisos. GoogleEarth nos ofrece la oportunidad de volar a ras de suelo y contemplar desde lo alto la obra majestuosa dejada en uno de los lugares más secos del planeta. A su vez el Stellarium es un magnífico programa para observar el cielo en el lugar geográfico y tiempo elegido. Estos avances han permitido relacionar los dibujos de la pampa con las estrellas del firmamento.

Con la tecnología actual hemos averiguado la fecha aproximada de la correlación de la orientación celeste de Orión con el homólogo terrestre dibujado por los Nasca en el ocaso del solsticio de verano. La simulación astronómica nos ofrece el momento sincrónico de este singular suceso y nos revela la sorprendente datación del 11000 aC[32]. El resultado es inquietante, ya que coincide con referencias temporales planteadas por diferentes autores que advierten de la existencia de civilizaciones anteriores a las ya conocidas. Entre los estudiosos destaca el sabio griego Platón. En “Timeo y Critias”, según le cuenta Solón por boca de sacerdotes egipcios, expone que la Atlántida[33] desapareció tras sufrir una enorme inundación hace más de once milenios. Un suceso universal innegable, reconocido científicamente, ocurrió hace alrededor de 12000 años: se trata del fin de la Era Glacial, en el final del Pleistoceno (Younger Dryas), que generó grandes inundaciones y provocó una subida del nivel del mar de 120 m. El inicio del Holoceno dio paso a un cambio climático que transformó paulatinamente el entorno estepario de la sierra sur del Perú en un paisaje de muerte y desolación[34]. Es indudable de que se trata del supuesto Diluvio Universal, una catástrofe imborrable en la mente humana, insoluble en el inconsciente colectivo, arraigada en los mitos y reflejada astronómicamente en las admirables construcciones de nuestros orígenes[35]. Todos los relatos en los que se narra este suceso describen que los dioses enviaron a los hombres una destrucción como castigo por sus actos malévolos y corruptos.

Epílogo

A partir de las fuentes primarias analizadas en este trabajo se ha creído oportuno reconstruir hipotéticamente el momento en que se ideó el proyecto de captación de agua de lluvia en el desierto de Nasca. Se trata de una interpretación de los hechos ocurridos o una proposición que intenta aproximarse a lo realmente sucedido:

Los supervivientes de los Andes, afligidos y aquejados por la desgracia ocurrida, divisaron una embarcación que se acercaba a la costa. Un personaje de gran envergadura, de cabello blanco y poblada barba, desembarcaba luciendo un hermoso tocado de plumas en la cabeza. Se trataba del Hijo del Sol, Pachacamac, procedente de unas tierras lejanas anegadas por una catástrofe descomunal. El navegante, guiado por la sabiduría de la Tradición Sagrada, llegaba sano y salvo a tierra firme con una misión que cumplir. Antes de zarpar, la casta sacerdotal le había encomendado la labor de esparcir la semilla del conocimiento para beneficio de la humanidad.

En el solsticio de diciembre (final e inicio del ciclo anual), Pachacamac subió a la cumbre más alta, hincó un gnomon en el suelo y marcó los cuatro puntos cardinales. Al ocultarse el sol, alzó la vista hacia el sur y fijó la vista hacia el dios Kon (identificado con la constelación de Orión). Las resplandecientes Pléyades parecían escapar del acecho del dios de la lluvia que las seguía. Kon, erguido en la posición más prominente del cielo nocturno, observaba atentamente a sus adeptos. Pachacamac se postró ante su presencia y le pidió clemencia. Para apaciguar el enojo divino, Kon les prometió librarlos del hambre sufrida por la sequía, a cambio de poder ver en las ardientes arenas su propia imagen desde el firmamento. Pachacamac ideó un plan maestro para complacer a su dios y restaurar el orden del cosmos.

Por encima del hombro de Kon se encontraba Mayu, el río celeste generador de lluvia, cuyas estrellas debían latir al unísono con las aguas mansas del Río Grande. Las quebradas de la Pampa se convertirían en el lienzo perfecto para imitar las estrellas de la divinidad. Retirarían las piedras de la superficie para formar acequias rectilíneas que recogerían el agua que bajara de la sierra. El agua reflejada en las zanjas acentuaría la silueta trazada implorando la mirada de su dios. Éste, desde su elevada posición, advertiría complacido el calco estampado en el Aka Pacha (mundo terrenal), distinguiendo la sincronía perfecta en Mayu, las Pléyades y su propia proyección. Mientras tanto, el líquido elemento fluiría por sus venas para posteriormente derramarse en el cauce del Río Grande que desembocaría en el océano. Entonces, la Yakana, la llama dominante del cielo, saciaría su sed revitalizando el exhausto ciclo natural del agua y devolviendo la fertilidad perdida...

La mayor obra hidráulico-astronómica del mundo señala el hito de una catástrofe que estremeció al mundo entero. La red de canales de Nasca cumplen con un orden planetario deliberado. La dirección de las tres estrellas del cinturón terrestre apunta con gran precisión a otros lugares sagrados (alejados entre sí miles de kilómetros) marcando un antiguo ecuador terrestre.

 

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Figura 17. Constelación de Orión.

 

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Figura 18. Constelación de Draco.

 

¿Hasta qué punto podemos confiar en mitos y leyendas, para asegurar que los antiguos dioses andinos descritos como navegantes desembarcaron en las costas del continente americano? Si realmente éstos fueron los venerados instructores de antaño, hay indicios suficientes para creer que llegaron equipados con un bagaje científico que revolucionó la incipiente sociedad nativa aportando nueva tecnología y un modo integral de comprender el Universo. Para profundizar y ampliar el recuerdo de nuestro pasado, deberíamos acercarnos a los reservados principios de la Tradición Ancestral, todavía conservada y viva en las creencias y costumbres de los pueblos indígenas.

 

Los lazos interculturales analizados a partir de la relación iconográfica de la simbología tradicional no son concluyentes si los consideramos de forma aislada. Pero la suma de los datos presentados parece justificar un sustrato ancestral común a todas ellas, que insinúa un principio que vincula el conocimiento humano a una fuente de sabiduría primigenia. Esta comunión se manifiesta en las creencias y rituales religiosos, en el lenguaje simbólico de los mitos y en los logros técnicos alcanzados. Se ha comprobado la equivalencia transoceánica existente entre diferentes arquetipos como el laberinto, el tridente, las plumas, el hombre-pájaro, el codo métrico, el diluvio universal, los dioses civilizadores, el rito de las cabezas cortadas, aunque se podrían añadir muchas otras similitudes de elementos sagrados que se encuentran presentes en la mayoría de las culturas.

De las decenas de petroglifos de la cultura Nasca, se han localizado algunos sugerentes de ser analizados: la estrella de ocho puntas, la serpiente, el árbol de la vida y multitud de círculos concéntricos, todos ellos símbolos prolíficos del inconsciente universal representados a lo largo y ancho del orbe terrestre. Otros rasgos análogos pertenecientes a multitud de culturas y que representan también un elemento distintivo andino son los referidos a la práctica de la momificación, la trepanación craneal[36] y el alargamiento del cráneo[37], que posiblemente podrían estar relacionados con la cosmovisión chamánica.

Tan solo nos queda abrir interrogantes para entrar en el campo de la especulación. El ecuador antiguo que conecta las distintas localizaciones sagradas, anteriormente mencionado, es solo un indicio más del nexo común que persiste entre civilizaciones pretéritas. La diversidad de principios concurrentes entre las diferentes culturas humanas, no solo demuestra una erudición aventajada en múltiples disciplinas, sino que insinúa un punto común en la adquisición del conocimiento tradicional y ancestral. Chamanes de todas las culturas manifiestan las mismas estructuras básicas en el planteamiento místico del mundo, presentando semejanzas en la contemplación de "lo sagrado". La simbología que impregna las culturas arcaicas son patentes en elementos comunes de la Tradición Cultural Milenaria, adaptándose tan sólo a las formas superficiales de los distintos hábitats.

El enfoque interdisciplinar, comparativo y global de este estudio sugiere la hipótesis difusionista prediluviana. Ésta se basa en el intercambio cultural transoceánico entre una mítica civilización ancestral34 y los pueblos autóctonos, beneficiados del aprendizaje de técnicas de desarrollo constructivo, astronómico y de orientación espacio-temporal fundamentadas en la contemplación profunda del Cosmos. La presente investigación centrada en el campo de la mitología y la arqueología comparada plantea una posible vía transversal para revelar el conocimiento de la Cultura Universal. Según el psiquiatra y psicólogo C.G. Jung, la herencia psíquica acumulada durante milenios de observación y experiencias humanas se encuentra codificada en el inconsciente colectivo.

 

El Conocimiento Sagrado brota de esta fuente primordial, a la que –supuestamente- sólo “los elegidos” tienen acceso. La hipótesis de trabajo se apoya en el concepto de que los chamanes son los representantes de los sabios del Tiempo Primero (supervivientes de una terrible inundación), y que atesoran las técnicas de acceso al saber extático primordial. El único método de investigación válido ha de focalizarse en la concepción, comprensión y experimentación del “rito chamánico”, concepto actualmente relegado al campo de la hechicería o superstición, y de difícil cabida en una indagación científica al uso. Una búsqueda profunda hacia las técnicas de acceso a otros mundos, y de contacto con los dioses del Más Allá, empleadas por la élite sacerdotal de épocas primordiales, nos podría facilitar las respuestas a las eternas preguntas formuladas por la humanidad. Aunque antes de dar el primer paso para localizar la llave reveladora de la senda que conduce a la fuente del saber milenario, deberíamos abrir la mente y ponderar nuestra forma de construir la Historia.

 

Entonces tendrás que leer de otra manera, cómo, no sirve la misma forma para todos, cada uno inventa la suya, la suya propia, hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa. A no ser que los ríos no tengan dos orillas sino muchas, que cada persona que lee sea, ella, su propia orilla, y que sea suya y sólo suya la orilla a la que tendrá que llegar.”

José Saramago, La caverna, 2006

 


[1] Nasca debe escribirse con “s” ya que la letra “z” no existía en el lenguaje nativo hasta llegar los españoles.

[2] Numerosas fuentes mitológicas de multitud de culturas recogen narraciones de corrientes civilizadoras que describen los rasgos y la procedencia de los dioses navegantes que arribaron a sus costas trayendo consigo avanzados conocimientos. Se los describe como seres de gran altura, barbados, de ojos azulados y de cabellos rubios o pelirojos. Las pruebas indiciarias encontradas en diferentes recintos arqueológicos así lo atestiguan (momias Wari y Chinchorro, orfebrería Inca, vasijas de hombres barbados Mochica-Chimú, estatuas Rapa Nui, figuras sumerias, estatua de Gobekli Tepe (Balikli Gol), figuras fenicias, estatuas de dioses tracios, momias, murales y estatuas egipcias de faraones…). Existen más señales de que los descendientes de los “dioses” ya habitaban en tierras amerindias, en referencias textuales de los cronistas coloniales se describen a los Guanches, a los Guaraníes, a los indígenas del Alto Xingú, a los Chachapoyas y a los Mayorumas como altos, rubios y de ojos azules. Algunos mitos locales cuentan que los dioses barbados y de ojos claros llegaron por mar. Algunos ejemplos los encontramos en: Kon y Pachacamac (Paracas- Nasca), Naylamp (Lambayequense), Viracocha (Inca), Quetzacoatl (Maya), ancestros de los Paiutes, Pahana (Hopi), la divinidad atigrada de Chavín, Apo Catequil (Cajamarca), Amalivaca (Guaraní), Pay Zumé (Tupí) y Tuatha de Danaan (Celta), entre otros. Todos estos datos confluyen en argumentar a favor de que los antiguos pobladores prehispánicos de raza blanca debieron ser los que guiaron y expandieron la nueva cultura civilizadora. Se los idolatró como a dioses, y sus descendientes debieron ser los personajes de la realeza, sacerdotes o líderes ilustres que heredaron la Ciencia Sagrada que se ha preservado en la admirable solemnidad de sus obras.

[3] Francisco López de Gomara, 1985, 184-185

 

[4] Asimilado en el dios Viracocha por los incas. Acosta, José 1954 [1590] Historia Natural y Moral de los Incas. Biblioteca de Autores Españoles. tomo LXXII, Madrid.

 

[5] Agustín de Zárate, 1555

[6] El fenotipo más común del individuo amerindio es el de cabello negro y lacio (no es corriente el pelo canoso), de ojos oscuros y vellosidad facial escasa. Todo parece indicar, que los personajes descritos y representados como hombres barbados de la América precolombina encajan con la estirpe colonial transoceánica que contactó con el Nuevo Mundo antes de la llegada de Colón.

[7] “El mito cuenta una historia sagrada. Relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los “comienzos” (…) En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o de lo “sobrenatural”) en el Mundo”. “El mito designa una ‘historia verdadera’ de inapreciable valor porque es sagrada, ejemplar y significativa”. Mircea Eliade, Mito y Realidad.

 

[8] Nuestros ancestros hicieron una gestión sistemática del recurso hídrico. Las sociedades antiguas desarrollaron una imponente tecnología de canales de abastecimiento, evidenciando amplios conocimientos en astronomía, ingeniería hidráulica y construcción. Sofisticados sistemas de captación de agua fueron usados también en otros territorios, como Egipto, India, Argelia, Libia e Irán . Los garamantes del Sahara irrigaron sus cultivos mediante los foggaras. Los qanat de Irán son los más numerosos y antiguos, habiéndose contabilizado hasta 50000 de ellos.

 

[9] The Geoglyphs of Palpa (Peru): Documentation, Analysis, and Interpretation, Karsten Lambers, Zurich 2004.

 

[10]  “El año se contaba a partir de la aparición de la constelación de las Pléyades, llamadas Fur, en el mes de diciembre, y significaba el tiempo de aguaceros en la serranías y la llegada del líquido elemento a las sedientas tierras costeras”. (Calancha 1976-1978).

 

[11] La importancia otorgada a la observación del cielo respondía a una necesidad concreta de supervivencia. La gran diversidad de condiciones microclimáticas y ecológicas determinaba una notable variedad en la distribución espacial de los recursos productivos y en la organización temporal de su explotación, obligando a las poblaciones andinas a desarrollar estrategias que permitieran predecir y adaptar los ciclos estacionales con los procesos productivos (Vilches 1996: 29).

 

[12] Para las culturas andinas antiguas y actuales, la Vía Láctea es un río celeste, Mayu, como lo denomina en lengua quechua, o Laccampu Ahuira (río de estrellas), en aymara (Bertonio 1984).

 

[13] (...) el culto a los demás cuerpos celestes (Luna, estrellas, constelaciones y particularmente la Vía Láctea), mantuvo su notable importancia cultural y religiosa [en el mundo andino] (Zuidema & Urton 1976).

 

[14] Cristóbal de Molina en sus crónicas escribió que los hechiceros, los más estimados, se encargaban de proporcionar las lluvias o pararlas.

 

[15] Según la mitología andina, Mayu, el río celeste, recogía el agua del océano para luego devolverla a las montañas a través de las lluvias y nieves (Zuidema & Urton 1976).

 

[16] Mayu, o la Vía Láctea contiene un conjunto de constelaciones negras o manchas oscuras, en las que las culturas andinas distinguieron toda una “fauna celeste” (los camélidos, la perdiz, el zorro, la serpiente, el sapo, entre otros), que anunciaba y orientaba, según su posición en el río, las actividades agrícolas. La más importante de estas constelaciones negras representa a la llama, Yakana, que se ubica en la parte sur de la Vía Láctea, bajo la Cruz del Sur. Según la tradición prehispánica, Yakana andaba “dentro del río” y, a media noche, cuando nadie la veía, bebía el agua de los manantiales y del mar para evitar que el océano inundara toda la tierra; para impedir los diluvios y los desbordes de los ríos. Luego orinaba sobre la tierra para fertilizarla. La Yakana es, hasta la actualidad, la entidad mítica dominante en la Vía Láctea o Mayu. Es la que permite la reproducción y equilibrio de los ciclos vitales de la naturaleza, regulando la necesaria circulación entre el río celeste, la tierra y el mar, e impide las inundaciones y excesos de lluvias (Zuidema & Urton 1976; Randall 1987: 76).

 

[17] La visión borrosa de las Pléyades, a su vez, avisaba de la llegada del Niño, de la amenasa de las inundaciones, los diluvios y los desbordes de los ríos.

 

[18] Agustín de Zárate, 1555; Pedro Gutiérrez de Santa Clara,  (1522-1603).

 

[19] Referenciado por Jim Alison en http://home.hiwaay.net/~jalison/ (acceso 10/12/2016).

[20]  “Un descubrimiento etnológico reciente demuestra que algunos brujos-doctores en la tradición de Huanka, no utilizan ninguna herramienta para hacer sus pequeños objetos de piedra. Utilizan una disolución química de silicatos con extractos vegetales. El material pétreo se disuelve mediante los extractos orgánicos y la suspensión viscosa se vierte entonces en un molde donde se endurece”. Fabricación de objetos de piedra, por síntesis geopolimérica, en la civilización pre-inca Huanka (Perú). Joseph Davidovits y Francisco Aliaga  21 ° Simposio Internacional de Arqueometría, Laboratorio Nacional de Brookhaven, Nueva York, Estados Unidos, 1981 (página 21). La desagregación de materiales de piedra con ácidos orgánicos a partir de extractos de plantas, una técnica antigua y universal. Joseph DAVIDOVITS, A. BONETT y AMMARIOTTE Actas del 22º Simposio sobre Arqueometría, Universidad de Bradford, Bradford, Reino Unido Del 30 de marzo al 3 de abril de 1982. Páginas 205 - 212.

[21] Reducir conceptos básicos como la espiral, el tridente, las plumas, o las estrellas a pictogramas simbólicos es fácilmente asumible a partir de la observación atenta de la naturaleza, siendo factible representar la misma figura por diferentes personas sin haber estado en contacto. Pero para dibujar el petroglifo del laberinto de Nasca es necesario conocer unas pautas concretas que se deben seguir con un cierto orden. Para trazarlo, se inicia desde un patrón cruciforme, se unen los extremos más alejados mediante trazos circulares alternados y se va repitiendo el proceso hasta cerrar por completo la figura. Este formato de laberinto se ha encontrado en varios lugares del Viejo Mundo. Algunas de estas culturas pudieron ser influenciadas entre ellas, pero ¿cómo llegó el petroglifo laberíntico al desierto nasquense si se supone que no hubo contacto con América hasta la conquista española?

[22] “Los rituales laberínticos sobre los que se funda el ceremonial de iniciación (por ej. en Malekula) tienen precisamente por objeto enseñar al neófito, en el transcurso mismo de su vida, la manera de penetrar sin extraviarse en los territorios de la muerte… es una prueba en la que no todos están preparados para triunfar”. ELIADE, Mircea. Tratado de Historia de las Religiones.

 

[23] La traducción griega para Poseidón, Ποσειδν, es “el que da de beber”. Parece una alusión al dios Kon, que ofrece de beber al pueblo Nasca al traer las lluvias.

 

[24] Guillaume de Hevesy, tomó conciencia en 1932 de que un conjunto de símbolos provenientes de las antiguas ciudades de la India, descubiertos recientemente, eran similares a las de Pascua.Guillaume de Hevesy, Comparaison entre l’écriture de documents retrouvés dans l’île de Pâques et à Moenjodaro, dans la vallée de l’Indus, Bulletins de l’Académie des Inscriptions et Belles-Lettres.

 

[25] Fragmentos de los Textos de los Sarcófagos y del Libro de los Muertos describen la transfiguración en criatura emplumada.

 

[26] El investigador Oswaldo Granda Paz asegura que los chamanes de Nasca se adornaban con plumas para propiciar su vuelo mágico. En las Crónicas de Fray Martín Murua y P. José de Arriaga se afirma que los chamanes tenían la capacidad de transformarse en aves.

 

[27] “...Hay un motivo de hombre-colibrí que, en la mitología Kogui, pueblo descendiente de los Tairona, nos remite a la presencia del colibrí Sínduli, Padre de todas las aves que viajan con las constelaciones Pléyades y Orión cantando a las flores y a los árboles que le brindan el alimento. Vuelo mágico de Orión y los animales mitológicos”. Luz Myriam Gutiérrez Gracia, Manuel Alberto Torres Bombiela.

 

[28] “A través del ensueño conseguimos percibir otros mundos, los cuales podemos ciertamente describir, pero no alcanzamos a describir lo que nos hace percibirlos. Sin embargo, podemos sentir cómo el ensueño abre esos otros reinos”. El arte de ensoñar, Carlos Castaneda

“Los orígenes de la incubación de sueños, (…), son desconocidos. Es posible que se desarrollara por separado en Sumer y en Egipto. Apenas cabe duda de que la práctica del sueño en el templo se extendió más tarde a Babilonia y a Asiría, y que influyó más tarde en gran medida sobre prácticas similares en Grecia y en el Imperio Romano. Otras formas similares de incubación de sueños eran comunes entre muchas tribus indias americanas, entre los hawaianos anteriores al cristianismo, entre los aborígenes australianos, y por toda África. La incubación de sueños sigue siendo una práctica religiosa estructurada en el Japón de hoy. El sueño sagrado fue en su tiempo una práctica extendida por todo el mundo”. El sueño sagrado, Scott Cunningham

 

[29] “Es pues en la experiencia extática de la ascensión donde debe buscarse la situación existencial original, responsable de símbolos y de las imágenes relativas al “vuelo mágico”. Resultaría inútil identificar el origen de semejante complejo simbólico con un determinado ciclo cultural o con un determinado momento de la historia de la humanidad. Aunque específicos del chamanismo stricto sensu, el éxtásis y los rituales, las creencias y los simbolismos que les son solidarios, están plenamente atestiguados en todas las demás culturas arcaicas”. El vuelo mágico, Mircea Eliade

 

[30] Es la técnica del “retorno hacia atrás” la que busca alcanzar el instante paradójico anterior al cual el Tiempo no existía porque no se había manifestado nada. (…) Revivir las ideas pasadas es asimismo comprenderlas (…) Se llega al comienzo del Tiempo y se alcanza el no-Tiempo, el eterno presente que ha precedido la existencia temporal fundado por la primera existencia humana caída. (…) Esto implica trascender la condición humana. “Mito y realidad”, 1962. Mircea Eliade

 

[31] Según cuentan las leyendas, Naylamp era inmortal y decidió convertirse en ave y regresar a su lugar de procedencia.

 

[32] Estudios de interpretación iconográfica de la cerámica y de medición por carbono 14 del material orgánico encontrado ofrecen una datación oficial en la creación de las líneas de dos mil años, aunque los especialistas no se ponen de acuerdo. La comparación de los detalles de los dibujos de la cerámica Nasca coinciden con algunos geoglifos, aunque cabe la duda de si fueron los mismos artistas alfareros los que diseñaron las figuras en la arena, o más bien, se inspiraron en éstas. Además, el análisis de C14 de algunas de las líneas y estacas tampoco son concluyentes porque podrían registrarse otros más antiguos de los fechados si se extendiera el estudio en otras muestras. La fecha obtenida con el simulador astronómico nos ofrece un dato cronológico de arriesgada credibilidad. La imagen de Kon inscrita en suelo peruano, en concordancia con la posición celeste y con el ecuador antiguo, nos hace sospechar que se inscribió para evocar el acontecimiento más trágico de la protohistoria (el diluvio).

  

[33] Philip Freund, en su libro Myths of Creation, registra más de 500 leyendas diluvianas en más de 250 culturas. Para los mexicas, Aztlan era la isla hundida de donde provenían sus antepasados. La mitología de otros pueblos se refieren a estas tierras perdidas con otros nombres: Atlanticú para los totonaca del Tajín, Tollán para los mayas, Atland para los frisones, Aralu para los babilonios, la tierra de los primitivos (o Amenti) para los egipcios, Attala para los hindús, Hiva para los pascuenses, Hawaiki para los polinesios, Ynys Witrin para los celtas, Tir na n’Og para los celtas irlandeses, Asgard para los nórdicos...

 

[34] “Estudios realizados por la universidad de Heidelberg demuestran que este lugar tuvo vegetación tipo estepa hacia el 12000 aC., y que fue desapareciendo hasta que el terreno se volvió cada vez más árido”. “Importantes cambios culturales coincidieron con cambios significativos del paleoclima”. Cambio climático y patrones de asentamiento en la vertiente occidental de los Andes del sur del Perú. Markus Reindel y Johny Isla. Nº 41, 2013. Páginas 83-99 Diálogo Andino.

 

[35] Se han publicado diversas hipótesis de trabajo que afirman que ciertas civilizaciones dejaron un mensaje escrito en piedra, como recuerdo de un hecho catastrófico ocurrido en la misma fecha anunciada por Platón, unas con más rigor que otras, que han sido rechazadas por la arqueología académica por calificarlas de absurdas conjeturas. El ingeniero Robert Bauval afirma en su teoría de la correlación de Orión que las tres pirámides egipcias se alinean con las tres estrellas del cinturón y que se ajustan también con la posición del Nilo respecto a la Vía Láctea (figura 17). El año calculado para este evento es el 10,500 a.C., fecha que concuerda con la dirección de la esfinge cuando apuntaba hacia la constelación de Leo. Por otro lado, Graham Hancock asegura que el complejo de Angkor Wat está orientado hacia la constelación de Draco en un periodo similar a los anteriores, aunque un análisis minucioso determina que la precisión del encaje es insuficiente para valorarla positivamente como una alineación astronómicamente válida (figura 18). Según afirma Hancock, el mito Rig Veda describe los tres diluvios aceptados científicamente. Arthur Posnansky, tras 45 años de investigación en las ruinas de Tiwanaku, elaboró una polémica teoría basada en el marcador astronómico de la Puerta del Sol del templo de Kalasasaya, cuyas medidas determinan con exactitud los equinoccios y solsticios en la salida del sol. Llega a la conclusión de que el año de construcción de este calendario solar pétreo es mucho anterior a la datación oficial, apoyándose en la demostración de un desfase en la orientación de la puerta del sol del templo respecto al meridiano astronómico. El arquitecto e investigador Miquel Pérez Sánchez, en su tesis doctoral La Gran Pirámide, clau secreta del passat con calificación “cum laude” reconstruye informáticamente la Gran Pirámide de Keops obteniendo unas sorprendentes conclusiones. El estudio se basa en la medida de la altura del zócalo de la pirámide que equivale a un codo real egipcio. Según la investigación, el monumento se construyó para conmemorar el primer milenio del Diluvio Universal y demuestra que Osiris representa la personificación de los supervivientes de la Atlántida. Según el doctor, “la Gran Pirámide de Khufu contiene una sabiduría que parece heredada de una civilización científica anterior, una civilización antediluviana que sería la madre del Antiguo Egipto”."

 

[36] En todas las partes del mundo se practicaba la trepanación; en el Neolítico y el Mesolítico, hasta de 10.000 años de antigüedad, en Japón, la Península Ibérica, Alemania, Ucrania, Checoslovaquia, Hungría, Francia, Siria, Chile, México, Perú o Bolivia. En muchos de estos cráneos se ha encontrado hueso neoformado en los rebordes del orifico, que indica que los individuos operados sobrevivieron a la intervención. Cranial trepanation in The Egyptian S. Collado-Vázquez, J.M. Carrillo 2011

 

[37] Registrado en Paracas, en tribus de América del Norte, en Siberia, en las islas Malekula, Tahití y Hawai; practicado también por Mayas, Incas y aborígenes australianos. En Egipto algunos faraones son representados con las cabezas alargadas. “El primer registro conocido de la práctica [deformación craneal intencional] es de Irak y se remonta a 45.000 a.C. La costumbre, que se practicaba en muchas partes del mundo, continuó hasta bien entrado este siglo”. Intentional cranial deformation: a disappearing form of self-mutilation. Department of Neurological Surgery, University of Pittsburgh School of Medicine, Pennsylvania, USA. Gerszten P.C., Gerszten E. 1995.

 

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