ICI: Índice de Consumo Idiota
Me había propuesto no volver a hablar de la dichosa “Lustrosa”. Algunas personas de mi entorno me han comentado que me he obsesionado con el tema, y que por ello he perdido la objetividad y la neutralidad.
Pero hace unas semanas se produjeron dos hechos que me han hecho retomar el asunto. En primer lugar, una persona a la que conozco, muy relevante a nivel académico e intelectual (ha sido responsable del Arxiu Nacional de Catalunya durante años), me ha manifestado que ha puesto su casa a la venta, porque no soporta más vivir en esta ciudad. Me dijo que llegó aquí en 1988, y que en esa época se sentía muy a gusto, porque era una localidad con vida, atractiva, donde todos se conocían. Pero por lo visto, a su parecer, las cosas han cambiado. No hay vida cultural de ningún tipo, la Biblioteca ofrece un servicio pésimo (además de que sus fondos son escasos), y no hay ofertas interesantes para disfrutar de la ciudad. He de decir que dicha persona no sabía nada de mis artículos anteriores. Ni siquiera sabía que tenía una página web. Así pues, no soy el único que piensa que “algo huele a podrido en Lustrosa”.
Pero hay algo más. Hace unas semanas un cliente me informó de que, según un informe de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), Lustrosa es la ciudad más cara del Estado por lo que se refiere a la cesta de la compra. La cesta de la OCU recoge los precios de 241 productos (frescos, marcas y cesta económica), tanto de las marcas líderes como de las marcas blancas, y los compara entre diferentes establecimientos de 183 localidades de España.
Los resultados que nos interesan son los siguientes: Lustrosa es el municipio de España (entre la muestra de 183 localidades seleccionadas) con una “cesta de la compra” más cara. En segundo lugar encontramos a Castelldefels, con unas características sociales similares (predominio de la pequeña y mediana burguesía), que también se ubica en el entorno de la conurbación de Barcelona.
Nótese la tabla más abajo. Aquí he expuesto el precio de la cesta de la compra y la renta bruta por habitante de once localidades, y he establecido un índice, que llamo Índice del Consumo Idiota, en el que se contrasta la renta respecto al gasto en la cesta de la compra. En el caso de Lustrosa este índice es 8. En segundo lugar encontramos a Sabadell (con un índice 3) y en tercera posición a Santa Coloma de Gramanet (con un índice 2,75). En estas tres localidades el esfuerzo económico en los bienes de primera necesidad es desproporcionadamente alto en relación a su nivel de renta. Se supone que por debajo de 1 el gasto en consumo supone un esfuerzo económico mucho menor: ello sucede en las localidades con mayor nivel de renta (Boadilla del Monte, Pozuelo de Alarcón, Madrid y Sant Cugat del Vallès). Ciudades como Sant Boi y Barcelona se encuentran en una situación de equilibrio gasto-renta (1,25 y 1,2 respectivamente).
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Ciudad
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Cesta OCU (1) |
Posición Tabla (2) |
Renta Bruta 2023 (3) |
Posición Ranking Nacional (4) |
Posición Tabla (5) |
Índice ICi: (5/2) |
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Cerdanyola |
6652 |
1 |
39042 |
102 |
8 |
8 |
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Castelldefels |
6632 |
2 |
45548 |
41 |
4 |
2 |
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Sabadell |
6554 |
3 |
33377 |
314 |
9 |
3 |
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Sta Coloma Gr. |
6515 |
4 |
26499 |
1131 |
11 |
2,75 |
|
Barcelona |
6509 |
5 |
43055 |
58 |
6 |
1,2 |
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S. Cugat Vallès |
6496 |
6 |
66073 |
4 |
3 |
0,5 |
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Pozuelo Alarcón |
6476 |
7 |
88011 |
1 |
1 |
0,14 |
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Sant Boi Llob. |
6354 |
8 |
31552 |
463 |
10 |
1,25 |
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Esplugues Llob. |
6323 |
9 |
42032 |
67 |
7 |
0,78 |
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Boadilla Monte |
6284 |
10 |
70869 |
2 |
2 |
0,2 |
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Madrid |
6275 |
11 |
43646 |
50 |
5 |
0,45 |
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España |
6259 |
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Todo ello me hace pensar nuevamente en el caso de Lustrosa, que casi triplica el índice ICI del segundo de la lista (Sabadell). ¿A qué es debido? ¿Y en general, a qué se debe que las localidades de la corona metropolitana de Barcelona hagan un mayor esfuerzo en la cesta de la compra, en relación a localidades de mucho mayor nivel de renta?
A este respecto, el diario El Periódico propone los siguientes motivos: 1) ello sería así porque estas ciudades actúan como “ciudades dormitorio” para profesionales con rentas medias y altas que trabajan en Barcelona, lo que permite a las cadenas mantener márgenes más altos; 2) porque los alquileres en estas ciudades suponen unos costes fijos más elevados, que se trasladan al precio final de los productos; y 3) porque en dichos municipios hay una menor competencia “agresiva” entre los establecimientos comerciales, a diferencia de las grandes capitales o de las zonas de menor renta, donde se produce una guerra de precios feroz. Desde mi punto de vista estas consideraciones no son satisfactorias; porque si lo fueran, las ciudades del entorno metropolitano de Madrid tendrían unas cifras similares a las del área metropolitana de Barcelona. Y ello no sucede.
No sé hasta qué punto las cosas son así simplemente porque Cataluña es más cara. Pero nótese que incluso ciudades del entorno metropolitano de Barcelona, como Sant Cugat y Esplugues, tienen una cesta de la compra más económica en términos absolutos y relativos. Desde mi punto de vista, hemos de contemplar otras dos posibilidades: 1) El llamado “efecto de la rana escaldada”, que es como decir que cuando metes una rana en una olla que se está calentando, cuando decide saltar ya es demasiado tarde, pues ya se está cociendo; del mismo modo, en un entorno en el que –por una u otra razón- el comercio decide subir los precios, siempre que la población –por una serie de motivos que explico abajo- no reaccione, cuando lo haga ya será demasiado tarde (ello incluye no sólo el precio de los productos de la compra, sino también el de la vivienda); y 2) una determinada comunidad de clase media estará dispuesta a aceptar cualquier precio que se le pida, con tal de manifestar públicamente que forma parte de la clase “adinerada”, a la que trata de imitar. Esto último es lo que se llama “consumo ostensible”, o “consumo vicario”. De ello voy a hablar a continuación.
Thorstein Veblen, en su libro La teoría de la clase ociosa (Orbis, 1988, página 103), retrata a un subconjunto de la ciudadanía que marca las pautas del consumo, de las formas sociales, del pensamiento, y de la opinión pública de las clases “subalternas” (o subordinadas) de la población: “Nuestro patrón de decoro en materia de gastos, como en los demás aspectos donde interviene la emulación, lo establece el uso de quienes se encuentran inmediatamente por encima de nosotros en cuanto reputación”. En definitiva, la sociedad del consumo crea una cultura de representación, o de imitación. O según un término del mismo autor, de “consumo vicario”.
El concepto actual de bienestar tiene mucho que ver con la interiorización social e individual de una serie de necesidades creadas (en ocasiones impuestas y ficticias), difundidas por los mass media y los valores y modos de vida dominantes, que, lejos de satisfacer las genuinas necesidades humanas, en demasiadas ocasiones las perturban y tergiversan para obtener provecho comercial de instintos sedentarios, gregarios, de emulación, de poder y de destrucción. Esta reflexión no es en absoluto nueva; basta recordar los numerosos teóricos (Veblen, Galbraith, Marcuse) que la han adoptado. Pero más allá de esta constatación, hemos de reparar en la capacidad del sistema económico actual para, a través de modos de pensar y de vivir, programar nuestro pensamiento, nuestros deseos, y nuestros comportamientos, hasta convertirnos en seres dependientes, neuróticos y ansiosos.
La participación dependiente del individuo, más como consumidor que como productor, bajo esta lógica de las cosas, lo aparta de la realidad global (como ciudadano) para abocarlo a la lógica de una realidad egoísta y desvertebrada (como consumidor). Esta lógica, si tomamos en consideración los millones de unidades de consumo que la definen, determina un modo de vida muy evidentemente alejado del paradigma de sostenibilidad necesario en los tiempos que corren.
Lo que actualmente se denomina como “bienestar” puede adoptar numerosas fisonomías. Pero en la práctica emerge como la interiorización de una ilusión, desmentida por múltiples evidencias: stress, anomias, malestar social, ausencia de comunicación interpersonal, utilitarismo materialista, cinismo, insolidaridad… Entiendo el concepto “calidad de vida” como una interpretación alternativa a la actual noción de “bienestar” consumista. Esta última es la única compatible, desde el lado de la demanda, con el actual paradigma productivista. La concepción de “calidad de vida” estaría vinculada a un modelo social más sostenible y sano.
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Típica estampa de Lustrosa: Arriba, un Porsche; abajo, dos autocaravanas. Estos vehículos están aparcados delante de un bloque de pisos de “protección social”.
Véase las imágenes más arriba. Nótese que en una calle determinada de Lustrosa, en la que se edificaron pisos de “protección social”, podemos hallar vehículos de lujo, así como autocaravanas grandes como camiones (hasta cinco en un tramo de calle). Ello es un ejemplo del “consumo ostensible” (o “vicario”) del que habla Thorstein Veblen.
Desde mi punto de vista, en un área de clases medias, este planteamiento vital da pie a que los establecimientos comerciales inflen precios, ante lo cual los ciudadanos no reaccionan, porque consideran que dichos precios se ajustan a su “nivel –imaginario- de renta”, o a su –figurada- “posición social”. Ya he explicado, en el artículo Lustrosa, un modelo social fallido , que la causa principal de los problemas de esta localidad reside en la falta de atención al tejido social, lo que se expresa en una escasa preocupación por los problemas de los jóvenes (que no tienen dónde reunirse), y en general en la pobreza de equipamientos sociales comunitarios, o de interacción social (me refiero en concreto, a la práctica ausencia de centros cívicos multidisciplinarios, y locales o cafeterías anexos, que sean inclusivos y permitan el acceso de todas las categorías sociales). Ello tiene como resultado la creación de una sociedad “desclasada”, en la que los estratos más bajos de la sociedad pretenden imitar los estilos de vida de los estratos más altos. Una consecuencia es la inflación de precios; otra, la falta de cultura y la escasa demanda de productos culturales.
Lustrosa no es una “ciudad del conocimiento”, sino una “ciudad del tapeo”. Aquí se valoran más los “corretapas” o los “octoberfest” etílicos, que las actividades culturales. Las hay, pero son escasas, y llegan a poca gente (a un sector reducido de la población).
Un ejemplo muy claro del escaso interés de las autoridades locales por los problemas de la gente, es el lamentable servicio que ofrece la única biblioteca pública de la localidad. He expuesto abajo los horarios de la Biblioteca de “Lustrosa” y los de la Biblioteca Central de Sant Boi. La diferencia es patente, y dolorosa (para los que habitamos en Lustrosa). El escaso número de horas que está activa, en relación a la de Sant Boi, me hace pensar en lo que se dice de los bancos: "Te dan un paraguas para cuando hace sol, y te lo quitan cuando llueve". En el caso de Lustrosa sucede algo similar: la biblioteca cierra cuando la gente tiene tiempo libre, y abre cuando trabaja y está en la escuela o en la Universidad.
Ello permite adivinar por qué motivo Lustrosa es una de las pocas ciudades que tienen “superávit” presupuestario.
(Podría hablar de otros casos aún más flagrantes de desinterés por el bienestar ciudadano de la ciudad, pero no lo hago para no comprometer a algunos amigos.)
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HORARIOS DE LA BIBLIOTECA DE “LUSTROSA" Horarios regulares (Tardes: de 15:30 a 20:30) |
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20 |
21 |
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Lunes |
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Horario de Verano (25 de Junio a 9 de Septiembre. Tardes: de 15:30 a 20:30) |
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Sábado |
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Del 28 de Julio al 29 de Agosto la Biblioteca está cerrada |
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Horarios de la biblioteca de Lustrosa.
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HORARIOS DE LA BIBLIOTECA DE SANT BOI Horarios regulares |
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Lunes |
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Horario de Junio (A partir del día 10 de Junio. Cierre a las 14:30 y a las 20:30) |
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Horarios de Julio y Agosto (Cierre a las 14:30 y a las 20:30) |
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Horario de Septiembre (Hasta el 17. Cierre a las 14:30 y a las 20:30) |
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Horario de Navidad (19 Diciembre a 6 de Enero) |
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Horarios de la biblioteca central de Sant Boi de Llobregat.
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Izquierda, días festivos y puentes en la biblioteca de Lustrosa. Derecha, días festivos y puentes en la biblioteca de Sant Boi de Llobregat.
Esto no es demagogia, ni sensacionalismo. Sostengo que los problemas sociales de Lustrosa, que son muchos, y muy agudos, son producto de la desidia de sus autoridades, y de las élites locales, por lo que se refiere a la actuación social. Si a ello le añadimos el hecho de que socialmente predomina la clase media (la pequeña burguesía), se entiende que una mayoría de la población, desmoralizada y sin valores positivos, no se preocupe de su nivel “real” de vida, de la educación de sus gentes, o de la oferta social y cultural. La que hay está dirigida a determinados reductos de personas que no se relacionan con los demás.
El Índice de Consumo Idiota de Lustrosa, el más alto de España, refrenda lo dicho aquí.