La lengua de Colón. Artículo de Nito Verdera
Nito Verdera (Joan Verdera i Escandell, nacido en 1934), marino y periodista, ha escrito algunos libros sobre la teoría del Colón ibicenco. Un buen amigo me pasó el siguiente artículo, el cual expongo aquí por su alta calidad científica y expositiva. En él se demuestra que Cristóbal Colón nunca dominó la lengua italiana (al menos, la escrita), lo cual induce a pensar que su relación con Génova no fue tan intensa y prolongada como presume la tesis llamada “genovista”.
La lengua de Colón, ¿el italiano?
De sorprendente puede calificarse el hecho de que Cristoforo Colombo, nacido en la Liguria italiana en 1451, escribiera en castellano al Banco de San Giorgio de Génova, al igual que mantuviera una extensa correspondencia en esta misma lengua con Nicolás Oderigo, embajador genovés en Castilla, y con su gran amigo y protector, también italiano, fray Gaspar Gorricio. A sus hermanos Bartolomé y Diego, supuestamente genoveses, les escribía en castellano y hasta en caracteres desconocidos. ¿Cómo puede explicarse que Cristoforo Colombo, o el Colón ligur [expresión utilizada por Pietro Martire d'Anghiera], que hasta los 22 o 25 años residió casi permanentemente en Génova y Savona, ya utilizara el castellano en Portugal, tres años antes de llegar a Castilla?
Nadie puede negar que el Almirante tenía conocimientos de la lengua italiana, porque en un libro de su propiedad (Historia di Plinio, escrito en italiano y conservado en la Biblioteca Colombina de Sevilla), hallamos la siguiente nota marginal escrita por Colón:
Del ambra es çierto nascere in India soto tierra, he yo no ha fato caure in molti monti in la isola de Feyti uel de Ofir uel de Cipango, a la cuale habio posto nome Spagnola, y ne o trouato pieça grande como el capo, ma no tota chiara, saluo de chiaro y parda, y otra negra; y ve n'e asay.
Significado en castellano: “Es cierto que el ámbar nace en la India bajo tierra y yo hice excavar en muchos montes de la isla de Feyti (Haití) o el Ofir o el Cipango, a la cual había puesto el nombre de Española, y allí encontré una pieza grande como la cabeza, pero no toda clara, siendo entre clara y oscura y otra negra, y hay bastante”.
Palabras no italianas son:
del,
es cierto,
tierra,
yo,
pieça,
como,
el,
y,
pardo,
otra,
negra.
Esta redacción no puede atribuirse a una persona que tuviera el italiano como lengua materna. Salvador de Madariaga [Vida del Muy Magnífico Señor Don Cristóbal Colón, Buenos Aires, 1958, p. 73] califica el texto como “una jerga indescriptiblemente cómica en la que las palabras italianas o pseudoitalianas ni siquiera son mayoría en un contexto italiano-castellano-portugués”, para añadir que “es tan disparatado, que, de no ser apócrifo, sólo puede explicarse por un momento de aberración mental”.
Entre las numerosas notas y apostillas de Colón en sus libros de lectura, todas en castellano y latín, hay otra corta en italiano, en el Libro de Profecías [Biblioteca Colombina de Sevilla]:
Doppo el pecato delli primi parenti cadendo l´homo de male en pegio perdete la simigliança de Dio et, como dice el psalmista, prese similitudine de bestia.
En castellano traduciríamos: “Después del pecado de los primeros padres cayendo el hombre de mal en peor perdió la semejanza de Dios y, como dice el salmista, tomó la semejanza de bestia”. En este caso, el, en, como, de tampoco son palabras italianas. Así que este supuesto "genovés", Colón, solamente nos ha dejado dos notas escritas en "italiano". Nada en portugués ni, tampoco, que se sepa, en dialecto genovés. A excepción de los textos antes citados, el resto de su numerosa correspondencia, bien sean documentos autógrafos o de copistas, están escritos en castellano.
Pero ni siquiera en esta lengua escribía con soltura. A este respecto, fra Bartolomé de las Casas dice lo que sigue:
Todas estas son sus palabras formales, algunas dellas no de perfecto romance castellano, como no fuese su lengua materna del Almirante.
En este paso hace mención el Almirante de muchos puntos de tierra e islas e nombres que les había puesto, pero no parece cuando, y en esto y en otras cosas que hay en sus itinerarios, parece ser natural de otra lengua, porque no penetra del todo la significación de los vocablos de la lengua castellana, ni del modo de hablar dell.
Estas son sus palabras, y no muy polidas en nuestro romance, pero, cierto,no por eso dignas de desechar.
Todas estas son palabras del Almirante, con su humilde y falto de la propiedad de vocablos estilo, como quien en Castilla no había nacido.
Estas son sus palabras, puesto que defectuosas cuanto a nuestro lenguaje castellano, el cual no sabía bien, pero más insensiblemente dignas.
Hay otro testimonio importante relacionado con la lengua que hablaba Colón al llegar a La Rábida (Huelva). Es el de García Hernández, físico (médico) de Palos, que en ocasión de los pleitos colombinos declaró:
E que estando ally ende este testigo un frayle que se llamaba fray juan peres q'es ya defunto quiso hablar con el dho don crystobal colon e viendole des posysion de otra tierra e reyno ageno a su lengua le preguntó…
(Nito Verdera: Cristóbal Colón, catalanoparlante, Editorial Mediterrània, Ibiza, 1994.)
Léxico coloquial colombino
En Cristóbal Colón, catalanoparlante (pp. 97- 150) he analizado 63 palabras o expresiones usadas por el Almirante, no escogidas al azar, sino por sus singularidades. No estoy de acuerdo con la interpretación que de ellas se había dado por parte de historiadores y filólogos (especialmente Consuelo Varela, Juan Gil y Ramón Menéndez Pidal). Entiendo que solamente se explican desde la lengua catalana. El resultado es que 61 de ellas (el 96,8%) tienen presencia en catalán, 31 (42,9%) son únicamente catalanas, 22 (34,9%) son usuales en castellano y catalán, y 4 (6,4%) son comunes al catalán, castellano y portugués. Hay una palabra común al catalán y portugués, y otra en árabe; a otra la considero un híbrido del catalán, portugués e italiano; otra es también común al catalán, portugués e italiano; y hasta hay una no clasificada en ningún idioma. Hay un grupo de seis palabras al que denomino especial, que supone el 9,5% del total analizado. Son las siguientes:
Mozada (mordisco, bocado): común al catalán y al gallego-portugués.
Burcam (volcán): genuina del árabe.
Faxones/faxoes (judías): híbrido portugués, catalán e italiano.
Luxengero (adulador): es un préstamo del antiguo occitano al catalán, castellano, portugués e italiano.
Per forza (por fuerza): es común al catalán, portugués e italiano.
Porsimolum (¿perejil?, ¿hinojo?): es difícil de adscribir a una lengua determinada.
De los 31 vocablos genuinos de la lengua catalana destaco:
bil.la (significa rasgón, arrapiezo y venda, y se usa sólo en Ibiza),
abalumado (agobiado),
barjaca (bolsa),
almucadas (capuchas),
fexes (haces),
launes (láminas),
manadas (manojos),
manillas (aros, pulseras),
redusir a memoria (hacer recordar),
pusad (en el sentido de ser muy exigente),
quisto (recaudador),
setcentas islas de nombre (setecientas islas de número),
terrado (azotea),
cans (perros),
encomportable (insoportable),
ian face (hay delante),
el mundo es poco (el mundo es pequeño),
ençengir (rodear),
arreo (sin excepción, sucesivamente),
arriscada (atrevida),
çeçiones (acceso de fiebre),
aver o tener lengua (obtener información por vía secreta),
pardales (gorriones),
pellas (bandejas),
resurtir (retroceder, retirarse).
Léxico náutico y toponímico utilizado por Colón
De los 79 términos analizados, 69 (87,3%) son muy usuales en catalán, 37 (46,8%) son únicamente usados en catalán, 26 (32,9%) son castellanos, pero empleados en catalán, y hay algún que otro en gallego-portugués y francés. Solamente un vocablo es usual en italiano y genovés. 16 (20,2%) se encuentran en gallego-portugués y uno en gascón. Otra palabra es genuina del gallego-partugués, dos son italianas, tres francesas y el resto son normales en castellano y catalán.
Por otra parte, 11 (13,9%) términos estudiados son franceses, pero usuales en castellano y catalán y, de todos ellos, solamente uno es genuino del francés; otro es provenzal, veneciano y genovés, y otro usual en italiano. El resultado del análisis de 10 palabras señala que una es usual en dialectos suizos, del norte de Italia y de Baleares. Las restantes palabras son usuales en catalán, castellano, portugués y occitano. En consecuencia, de 79 vocablos náuticos analizados 10 no son de la lengua catalana, pero los encontramos en castellano, gallego-portugués y francés.
Las 37 palabras o expresiones genuinas del catalán son las siguientes:
ampolleta (reloj de arena),
angla (ensenada),
agrezuela (en forma de crisol),
basa (fondo marino arenoso),
bojar (navegar o medir el circuito de una isla),
boltejar (por voltear, navegar ciñendo dando bordos alternativos y sucesivos),
boneta (vela supletoria),
bruma (molusco acéfalo que se introduce en las maderas bañadas por las aguas de mar y las destruye),
camarí (variedad del tiburón y topónimo existente en la isla de Formentera),
estar o ponerse a la corda (disponer las velas de una embarcación de modo que ande poco o nada),
cheranero (socaire),
derrota (rumbo, camino),
jamás se desabarcan (jamás se alejan),
despalmar (limpiar, dar sebo y calafatear los fondos de una embarcación),
enfundió (echó a pique),
farallón (peñasco abrupto que sobresale en el mar),
tener farol o hacer farol (hacer señales),
fisga (arpón de varios dientes),
gabia (vela),
margalida (Margarita, isla de Venezuela e islote situado en la costa NW de Ibiza),
martinet (en castellano es martinete, el martín pescador, y topónimo situado ala entrada del puerto de Ibiza),
poner navío a monte (varar la embarcación en seco para carenarla o pintar sus fondos)
papahigo (vela mayor, sin bonetas),
portada (pacotilla),
reguardo (distancia prudencial que por precaución toma la nave para al pasar cerca de la costa o de un punto peligroso),
estar al reparo (navegar sin poner en peligro la embarcación),
retreta (refugio),
revesos (del catalán “revesa” -dura y díficil-: peces que en la barriga tienen una aspereza; si se despegan se hacen pedazos),
saona (de sazonar, y nombre de una cala de Formentera),
soldar (echar el escandallo al agua para averiguar la profundidad y la calidad del fondo),
sorgir (fondear),
sotil (pequeño),
surto (fondeado),
temporejar (mantenerse con poca vela, como haciendo tiempo),
será tant avant (habrá llegado),
terral (viento de tierra)
treo (vela mayor sin bonetas).
Otras 32 palabras son muy usuales catalán y prestadas a las otras lenguas hispánicas. De las 79 palabras analizadas, 69 de ellas (87,3%) se documentan en lengua catalana:
balcos (rachas de viento de poca intensidad),
sirga (maroma para tirar de una embarcación desde tierra),
batel (embarcación que llevaban los navíos),
blandear (aflojar, amainar),
encabalgar (montar, doblar),
gabia, pozo (fondeadero),
tonina (atún),
trabucar (volcar, zozobrar),
xarcia (aparejos y cabos de una nave),
bolina (ir de bolina es navegar ciñendo el viento, de modo que la línea de la quilla forme con el viento el menor ángulo posible),
resaca (movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla),
vento abal (viento que sopla entre el Este y el Sur),
nácaras (madreperlas),
jusente (bajamar),
cala (ensenada pequeña),
estar a la colla (esperar condiciones favorables para navegar),
conventos/comentos (unión de dos tablas),
cor<r>i (en el sentido de llegar por arribada forzosa),
naveta (nave pequeña),
resegundava (se repetía),
tramontana (Norte),
turbiada (turbión, turbonada),
amainar (arriar las velas de una embarcación),
ataraçana (arsenal de navíos),
ensolvia (diluía),
entena (verga inclinada de las velas latinas),
escombrado (desembarazado, limpio),
passada (paso),
puntero (viento que viene por la proa)
sotavento (costado opuesto a aquel de donde viene el viento).
Hasta 20 palabras de los textos de Colón se documentan por primera vez en castellano. Correspondientes a 1492 tenemos:
barlovento (la parte de donde viene el viento, no documentada anteriormente en ninguna lengua),
bojar,
estar a la corda,
hacer farol,
fisga,
poner navíos a monte,
naveta,
papahigo,
estar al reparo,
sorgir,
temporejar,
terral
treo.
Resaca. Entra al castellano en 1492. Es francesa y catalanismo.
Restinga. Aparece en 1492. Es gallego y portugués.
Términos posteriores:
Portada (pacotilla). Aparece en castellano en 1495. Se documenta en el Llibre del Consolat de Mar, del siglo XIV.
Puntero (viento que viene por la proa). Apareció en castellano en el cuarto viaje de 1503.
Despalmar (en 1502).
Estar a la relinga. En 1493. Procede del francés.
Barlovento (la parte de donde viene el viento) no es palabra catalana ni castellana; tampoco italiana ni portuguesa. En lengua catalana es sobrevent. Barlovent es considerado equivocadamente un barbarismo, un castellanismo. Contrariamente, este “extraño” vocablo deriva del catalán per lo vent, que también significa “la parte de donde viene el viento”. Con la arabización del término la "p" inicial se convierte en "b”. Este hecho es característico del catalán hablado en Ibiza.
Por lo que se refiere a la palabra cheranero (socaire), ésta no significa ni Carenero ni Quersoneso, como pretenden algunos historiadores, sino que se explica por el antiguo verbo catalán (siglo XIII) serenar, xerenar (calmar). Al xeraner (el que da socaire) lo castellaniza el Almirante en cheranero, en el apunte del día 6 de diciembre de 1492 (Haití). Es necesario destacar que en catalán no existe la "ch", pues su función es reservada a la "x". Además, el catalán hablado en Ibiza –así como en otros sitios- presenta una tendencia a la palatización inicial: xindria (sandía), xamarra (pelliza), xinglot (hipo), Xisco; en lugar de sindria, samarra, singlot, Sisco. Sin lugar a dudas, la filología explica el polémico cheranero de Colón, el cual proviene de su lengua materna: el catalán.
Colón y el alfabeto hebreo
La teoría de Salvador de Madariaga, según la cual los hermanos Colón podrían haber utilizado alguna forma cursiva y cifrada de la lengua hebrea, encaja perfectamente con las doce rúbricas utilizadas por el Almirante en otras tantas cartas autógrafas dirigidas a su hijo Diego, en las que en el ángulo superior izquierdo aparecen ligados los caracteres hebreos bet y hai, abreviaturas de Baruch Haschem (Alabado sea el Señor).
En mi obra Cristóbal Colón, originario de Ibiza y criptojudío [editado y publicado por el Consell Insular d'Eivissa i Formentera, 1999, pp. 137-179] expongo la investigación que he llevado a cabo sobre este signo, escrito de derecha a izquierda al modo semítico. Para ello he contado contado con la valiosa colaboración del Archivo General de Indias, expertos del Gabinete Central de Identificación de la Dirección General de Policía Judicial española, y del Instituto de Manuscritos Hebreos Microfilmados de Jerusalén. Todo ello me permite afirmar, de manera científica, que Colón conocía la lengua hebrea. Por añadidura, el filólogo alemán Fritz Streicher [Die Kolumbus Originale, Spanische Forschungen I, Görresgesellschaft, Munster i.W., 1928] afirma de manera categórica que la rúbrica está escrita por la mano de Colón, lo cual invalida las voces que se han alzado durante años, según las cuales el famoso lazo o rúbrica sería obra de algún archivero de la Casa de Veragua.
La lingua franca como coartada
Es evidente que cuando Colón no conocía las palabras adecuadas en castellano las escribía en catalán y, en contadas ocasiones, en portugués y francés. Mi admirada Consuelo Varela [Cristóbal Colón. Retrato de un hombre, Madrid, 1992, p. 68] dice que “el Almirante era un hombre de mar acostumbrado a chapurrear mil lenguas”, y que “con sus compañeros se entendía a las mil maravillas en la jerga que se llamaba entonces levantisca”, es decir, del Levante, del Mediterráneo en general, mientras que “la jerga marinera castellana apenas aparece en su léxico”. Colón -añade- “educado entre italianos y portugueses, pero viviendo en Castilla, habla una lengua desconcertante, con préstamos de todas ellas”.
Respecto a la forma de hablar de Colón quisiera puntualizar que hoy en día nadie puede saber la pronunciación que tenía. Su conocimiento permetiria señalar casi a ciencia cierta su nacionalidad. En cambio, sí conocemos su manera de escribir. Debe tenerse en cuenta, además, que Las Casas dice “que no penetraba del todo la significación de la lengua castellana”, hecho que excluye a los territorios de Castilla como cuna del Almirante, pero sin que nos dé pistas de dónde podía ser natural.
No pongo en duda que Colón conocía la jerga levantisca, la lingua franca, lo cual se viene utilizando como coartada para seguir apuntalando al genovés Cristoforo Colombo como descubridor del Nuevo Mundo. Sin embargo ésta no pudo influir en sus escritos. En realidad, la lingua franca (Nueva Enciclopedia Larousse, Barcelona, 1981, vol. 6, p. 5844) es una serie de voces latinas que designan un sabir, que comprende elementos diferentes de lenguas románicas, del árabe y del turco en uso hasta el siglo XIX en los puertos mediterráneos. La lingua franca sirvió, desde la época de las Cruzadas, de lengua comercial entre individuos de lengua turca o árabe, por una parte, y francos (cristianos) por otra. En Argel, donde era lengua de la chusma, fue empleada entre dueños y esclavos, y entre esclavos de lenguas diferentes. Alguna vez ha desempeñado el papel de lengua diplomática, sobre todo en Túnez.
Para mejor comprensión de este aspecto, puede añadirse que un sabir es una lengua de relación mezclada a sabiendas, voluntariamente rudimentaria en su vocabulario y en su estructura gramatical, usada con fines particulares entre individuos de lenguas diferentes. Es importante explicar que los sabires son lenguas especiales limitadas a ciertos dominios: comercial, relaciones con esclavos y comunicaciones de orden profesional; y son verdaderas lenguas mixtas, más o menos artificiales.
Ejemplos de sabir son el rusonorsk, la lengua de los pescadores rusos y noruegos; el chinook, la lengua híbrida de un pueblo amerindio que habitaba la costa del Pacífico en los actuales estados de Oregón y Washington; y los pidgin inglés de China, en vías de desaparición, así como el pidgin melanesio, conocido con el nombre de beach-la-mar, muy usado en la actualidad.
Cristóbal Colón no podía ser genovés
Las páginas anteriores revelan que Colón tenía muy pocos conocimientos del dialecto genovés y del toscano. A este hecho hemos de añadir el hecho probado por Las Casas y Ramón Menéndez Pidal de que ni el castellano ni el portugués eran su lengua materna. Lo cual nos permite presumir que debía ser catalanoparlante; es decir, natural de alguno de los territorios de la antigua Corona de Aragón.
Es bien cierto que el Almirante tenía asimismo grandes conocimientos de castellano, pero no los suficientes, según he comprobado en la investigación lingüística. Por poner un ejemplo, cuando desconoce el vocablo adecuado, emplea un equivalente catalán. Es más, en varias ocasiones ha de explicar su significado por suponer que los destinatarios de sus escritos (castellanos) no lo entenderán. Podemos, pues, calificar a Cristóbal Colón, hasta cierto punto, de “recreador de la lengua castellana”.
Cristóbal Colón convivió y navegó durante catorce años con portugueses y franceses, y por ello es normal que usara términos y expresiones derivadas de la lengua francesa y portuguesa. A la luz de todo ello, una pregunta se impone: ¿dónde está la pretendida influencia del dialecto genovés y del toscano, base del actual italiano, en sus escritos? La respuesta ineludible es que ésta no existe. En suma, gracias a una investigación que me ha llevado muchos años, creo poder aportar una prueba importante, quizá decisiva, para demostrar que el genovés Cristoforo Colombo no podía ser el Cristóbal Colón de los archivos españoles.
Para finalizar, una reflexión
¿Puede acabar con el enigma de Colón el hecho de que se haya identificado su lengua como catalanoparlante? No lo creo. Y soy pesimista aunque a los investigadores colombinos de Cataluña y a los de Mallorca, que tienen una lengua común (el catalán) les vaya muy bien mi investigación.
Seguiremos con el diálogo de sordos. Cada uno hará la guerra por su cuenta, y cabe recordar que en España los hay que quieren un Colón gallego, extremeño, asturiano, valenciano y toledano. Y lo más grave es que todos los investigadores que defienden a capa y espada tan diferentes teorías saben muy bien que Colón no tenía el castellano ni el gallego como lenguas maternas. Pero lo más preocupante es que una buana parte de los investigadores de Cataluña, socios como yo del Centre d'Estudis Colombins, sección de Òmium Cultural de Barcelona, pretenden que el navegante sea miembro de la rama más o menos noble de los Colom de Barcelona, y no acaban de aceptar la posibilidad de que el Almirante y sus hermanos fueran miembros de la poderosa familia judía conversa Colom de Ibiza.
Por añadidura, aquellos afirman que el hecho de que Cristóbal Colón utilizara muchos topónimos de las costas de Ibiza y Formentera para bautizar accidentes geográficos del Caribe no prueba la relación de Colón con Ibiza. La toponimia es una ciencia auxiliar de la historia. Sinceramente, si los investigadores colombinos del Principado de Cataluña o los de Mallorca pudieran aportar el dato de que en sus costas hay o hubo nombres de lugar trasladados al Caribe en el transcurso de sus viajes, el "Caso Colón", el Colongate, ya estaría cerrado.
Para más información: Nito Verdera. Cristóbal Colón, catalanoparlante, Editorial Mediterránea, Ibiza, 1994.