“A todos arreo”: confunde, que algo queda

Cuando una cultura y una nación tiene una posición dominante, su relato siempre es válido; cuando una cultura y una nación vive una situación de sometimiento, su relato siempre está a prueba, y ha de ser validado por dicha posición dominante, necesariamente. Algo así sucede, como es bien sabido, con el caso de Colón, personaje que ha sido suplantado por un genovés de apellido Colombo. Por arte de “birlibirloque” ha sido mantenido y refrendado por los poderes establecidos en Castilla y en Italia: todo lo que se salga de la versión oficial es considerado “especulativo”, cuando no simplemente “ridículo”. No importa que las supuestas pruebas “oficiales” no se sostengan; éstas son defendidas a capa y espada por la gente “rigurosa” y “formal”. El academicismo no se atreve a replicar la “sabiduría convencional”, por miedo a perder el “prestigio”, y por ende la poltrona y la posición social y económica.

Uno de los principales argumentos de la hipótesis catalana, que defiendo en mi libro Colón, su verdadera identidad al descubierto, enfrente de la hipótesis genovesa, es el uso continuo de palabras y expresiones de origen catalán. La “posición dominante”, que protege el statu quo de los genovesistas, es la de Menéndez Pidal, el cual afirma que Colón dominaba tres lenguas: la italiana (algo no probado), la portuguesa y la castellana. Y fundamenta esa asunción en el siguiente argumento (“La lengua de Cristóbal Colón”):  

El Colón Almirante que muere en Valladolid en 1506 es, según se des­prende de algunas de sus disposiciones testamentarias, el mismo Colom­bo, lanero de Génova, que figura en los documentos de 1470 a 1479, se­gún probó el académico Ángel Altolaguirre [Boletín de la Academia de la Historia, 1918 y 1923], y confirmó hasta la saciedad el profesor Giovanni Monleone [Città di Genova, Colombo, 1932]. 

Así pues, los errores sintácticos, gramaticales y semánticos de su expresión en castellano han de ser necesariamente “portuguesismos”. Sólo así se mantiene incólume la posición dominante del genovesismo que Menéndez Pidal tanto ensalza. A este respecto escribo: 

Quede claro que en ningún caso niego la presencia de portugue­sismos en el habla de Colón; simplemente quiero insistir en que muchos de esos supuestos portuguesismos podrían ser simplemente catalanismos aportuguesados, o castellanizados; o pura y simplemente catalanismos. Sólo quien vive en una comunidad bilingüe puede entender que tales cosas sucedan, especialmente entre las gentes no autóctonas, que están de paso, como es el caso de Colón, tanto en Portugal como en Castilla. Y más teniendo en cuenta que Colón (nuestro Joan Cristòfor Colom) era seguramente bilingüe, y que dominaría el catalán y el castellano. 

En definitiva, perteneciendo Menéndez Pidal al lado correcto de la Historia (es decir, a la “posición dominante”), a nadie se le ocurre dudar de su “reputación”; nadie cuestiona su competencia como lingüista, conocedor de las lenguas castellana y portuguesa. El problema es que su desconocimiento de la lengua catalana le impide reconocer que su hipótesis sobre la lengua de Colón es fácilmente refutable, si se aplica un análisis serio y riguroso haciendo uso de la filología comparada. Menéndez Pidal sabía mucho del galaico-portugués y del castellano, pero no parece dominar la lengua catalana, y de este modo es incapaz de ver que su análisis lingüístico puede tener una interpretación muy diferente. De todo ello hablo en mi obra; no me puedo extender más aquí. 

Catalanismos en la lengua de Colón 

Invito al lector a leer este artículo de Ariadna Duran: 

https://www.inh.cat/data/files/files/5e_ariadna_duran.pdf 

En él se identifica una serie de expresiones de los escritos de Colón que son, aparentemente, catalanismos: 

També trobem que en plena tempestat, Colom assegura que els vents eren tan forts que parecía que levantaban la caravela en los aires, i si bé pot ser que vulgui dir que l’alçaven “en els aires”, ens sembla més probable que originàriament hi digués que l’alçaven “enlaire”. Més endavant, Colom s’adona que les malalties que pateixen els cristians es deuen al canvi d’aigües i d’aires porque vemos que a todos arreo se estiende, que equival al “a tot arreu” català, i si bé el DRAE [Diccionario de la Real Academia Española] recull la forma “arreo” amb el significat de “sucesivamente”, accepta que prové del català “arreu”. Així mateix, suposem que és d’influència catalana el verb “anombrar” de la frase y anombraron (anomenaren) por su nombre más de ciento, ja que en castellà només hem trobat recollida la forma “nombrar”. 

La autora menciona un número importante de casos que aparentan ser préstamos del catalán. Sin embargo, como buena defensora del statu quo científico, ha de realizar una “declaración de fe” hacia el orden constituido, el cual exige un “exceso de celo” en caso de defender la hipótesis catalana; éste no se corresponde con la autoindulgencia y la serenidad de ánimo de aquellos que están en el “lado correcto de la Historia”: los defensores de la tesis genovesista. He aquí su “tributo al orden establecido” por el “rigor académico”: 

Tot i això, no podem afirmar a la lleugera que les expressions que ara sonen catalanes no fossin d’ús corrent en el castellà d’aquella època. Repetir sense fonament científic que aquestes expressions són catalanes no fa més que donar arguments als qui pretenen defensar la teoria tradicional. Així, doncs, creiem que si es vol que la llengua utilitzada en els suposats originals castellans sigui una demostració més que Colom era català, cal un estudi filològic profund, rigorós i científic que compari aquest text amb altres d’indubtablement castellans de l’època i que demostri que aquestes expressions que a primera vista semblen catalanes realment ho són. 

A todos arreo, como “piedra de toque” de la hipocresía académica 

Nos centraremos en esta expresión, expuesta por Colón en el Memorial para los Reyes Católicos, del año 1494. Ariadna Duran expresa con claridad que la frase “vemos que a todos arreo se estiende” sería equivalente al “a tot arreu” (en todas partes) catalán. Es bien cierto que en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española aparece el catalanismo “arreo”, con la acepción de “sucesivamente”; y se indica que deriva del catalán “arreu”. Ello sin embargo, una especialista en lingüística me ha asegurado que dicha expresión era empleada en Castilla en tiempos del llamado Siglo de Oro. Así, podemos leer el siguiente pasaje del Viaje del Parnaso de Cervantes, en el cual éste escribe: “Del licor que dicen que es Leteo / que mana de la fuente del olvido / los párpados bañó a todos arreo”. No sabría decir si aquí la acepción sería “en todas partes” o “uno tras otro”. Pero sí puedo afirmar dos cosas: 1) Dicha frase se escribió ciento veinte años después del Memorial de Colón a los Reyes, de 1494; y 2) parece puesta aquí “con calzador”, no expresando la idea original de “en todas partes” (propia del contexto catalán) sino otra cosa, que no sabría determinar.  

Podemos hallar la respuesta a este interrogante en mi artículo Roque Guinart, el Quijote, y el misterio de Cervantes: 

https://www.joseluisespejo.com/index.php/articulos-nuevos/471-roque-guinart-el-quijote-y-el-misterio-de-cervantes 

Aquí escribo lo siguiente: 

Cervantes pudo visitar la ciudad  [de Barcelona] en dos ocasiones: la primera tendría lugar antes de su embarque con destino a Roma, como consecuencia del affaire que tuvo lugar tras herir a Antonio Sigura (1569), por el cual se exilió y se convirtió en militar (y en héroe de Lepanto). Habría vuelto a la misma ciudad, de acuerdo con Martí de Riquer, en la segunda mitad del año 1610: “Necesitado Cervantes de encontrar una situación estable, al enterarse de que el conde de Lemos iba a Nápoles con el cargo de virrey, y con una lúcida corte de escritores, pretendió integrarse en ella; y así se encaminó a Barcelona, donde el nuevo virrey hizo escala, en su viaje a Nápoles, en junio de 1610. Pero nada consiguió… Cervantes residió en Barcelona, pues, probablemente de junio a setiembre de 1610”. 

En su Viaje del Parnaso Cervantes parece aludir a esta visita a la ciudad, cuando un fingido poetastro, llamado Pancracio Roncesvalles (P. R., las iniciales de Perot Rocaguinarda), dice así: “Cómo fui, fue por mar, y en una fragata que yo y otros diez poetas fletamos en Barcelona…”. (¿Aludiría aquí a la corte de poetas que acompañó al Conde de Lemos, en Barcelona, con destino a Nápoles, en Barcelona, en el año 1610?). En la ficticia carta anexa (escrita supuestamente por Apolo), datada el 22 de julio de 1614, se dice así: “Pero si se me da por disculpa que le llevó el deseo de ver a su mecenas el gran conde de Lemos, en las fiestas famosas de Nápoles, yo la acepto y le perdono”. Nuevamente, ello aludiría a la –frustrada- visita de Cervantes a Barcelona en 1610, con el fin de encontrarse con el conde de Lemos, su benefactor. Se trataría de su segundo viaje a Barcelona. 

¿Sería éste el que se enmarcaría en la trama del segundo volumen del Quijote? Nótese que Sancho envía una carta a su mujer, Teresa, en el capítulo XXXVI de la segunda parte del Quijote, fechada el 20 de julio de 1614. ¿Qué quiere decir esto? ¿Acaso que ambas obras (el Viaje del Parnaso y la segunda parte del Quijote) fueron escritas simultáneamente?  

(…) 

¿Podría haber realizado Cervantes su hipotético viaje a Cataluña (en este caso sería su tercer viaje a este país) en algún momento del año 1614, como así parece indicar tanto los eventos narrados en la segunda parte del Quijote, como en el Viaje del Parnaso (véase más arriba), como la misma inscripción, que indica -aparentemente- la fecha 1614? Si fuera así, el 25 de septiembre de este año estaría en Madrid, porque allí habría participado en unas justas poéticas. En esas mismas fechas aparece publicada en Tarragona, por la biblioteca de Felipe Robert, la versión del Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda. 

Este hecho nos permite fechar el capítulo 59 de la segunda parte del Quijote de Cervantes en octubre de 1614. Lo cual haría creíble, si no verosímil, que para “vengarse” del impostor (Avellaneda), Cervantes cambiara el rumbo previsto de la obra, desviando su curso desde Zaragoza (donde se encaminaba), hacia Barcelona. ¿Por qué no hacer uso de su memoria, para revivir los acontecimientos que habría experimentado en la ciudad, poco antes de la partida de Roque Guinart a Nápoles, en el año 1611? Por otro lado, ello le permitiría encartar en la obra una serie de mensajes críticos que dan pie a pensar que la segunda parte del Quijote tiene una naturaleza y un propósito muy diferentes a los de la primera (véase más abajo). 

En definitiva, Cervantes escribiría su Viaje del Parnaso en Barcelona hacia 1610, o quizás años después (en 1614), en recuerdo de su frustrado viaje a Nápoles, con la alegre compañía de los poetas fletados por el Conde de Lemos. Ello explicaría que en su poema incluyera un catalanismo tan evidente (“a todos arreo”), que por otro lado chirría en su perfecto uso del castellano. Tal vez como un “guiño” al lugar donde se hallaba. 

Desde mi punto de vista, el empleo aquí de tal expresión catalana castellanizada no se puede equiparar a los catalanismos que han sido integrados de forma habitual en la lengua castellana, como “capicúa”, “alioli” o “paella” (que en catalán significa “sartén”); ni tampoco a expresiones que son empleadas habitualmente por la población de origen castellano residente en Cataluña: plegar (acabar el trabajo), tochana (de “totxana”, ladrillo), rachola (“rajola”, baldosa), paleta (albañil), moncheta (“mongeta”, alubia), llesca (rebanada), enchegar (“engegar”, poner en marcha), cal-no cal (es o no es necesario)… Entre muchas otras. 

Conclusiones 

Son numerosos los lingüistas catalanes competentes que han analizado los catalanismos de Colón. Uno de ellos es Nito Verdera, de quien recomiendo la lectura del siguiente artículo: 

https://www.joseluisespejo.com/index.php/proyecto-colon/287-la-lengua-de-colon-articulo-de-nito-verdera 

Caius Parellada, en sus obras sobre el Almirante, le dedica un importante espacio a esta misma cuestión. 

Coincido con la necesidad, expresada por Ariadna Duran, de ser rigurosos en el análisis de la lengua de Colón, para evitar confundir palabras y expresiones empleadas en Castilla con otras usadas en Cataluña, las cuales son parecidas. Pero creo que el caso de “a todos arreo” (a tot arreu en catalán) es expresivo del exceso de celo de ciertas personas. Y más, como en el caso del Viaje del Parnaso de Cervantes, cuando dicha frase podría ser un catalanismo empleado por el escritor castellano en su segunda o tercera visita a Barcelona, las cuales durarían meses.  

Otro autor castellano, Félix Lope de Vega Carpio, secretario personal del Conde de Lemos, fue amigo de uno de los principales referentes de la literatura catalana del momento (Francesc Vicent Garcia, más conocido como “rector de Vallfogona”), y también, como Cervantes, del bandolero Perot Rocaguinarda (al cual plasmó en su obra Roque Dinarte, de 1618, hoy desaparecida). Lope de Vega muy bien podría haber empleado este mismo tipo de expresiones, que van más allá de los “préstamos lingüísticos” entre catalán y castellano.  

Y téngase en cuenta que ambos escritores del Siglo de Oro vivieron ciento veinte años después de Colón; tal vez ello explique la evolución de dicha frase, que según el Diccionario de la Real Academia Española acaba expresando algo así como “seguidamente”, “sin interrupción”, muy lejos del “en todas partes” catalán (que es la variante que emplea Colón). 

Así pues, si quieres demostrar que un ave con patas de pato (palmeadas), con pico de pato (plano) y que hace “cuac” es un pato, has de atenerte a las reglas de la “academia”. Si no es así, estás trabajando sin “rigor”. La gente “competente”, “seria” y “formal” de la “posición dominante” no aprobará nunca que puedas defender alguna idea, o concepto, que se escape de su control. Y si me equivoco, como se suele decir: "Prefiero pedir perdón antes que pedir permiso". 

 

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