El hombre de bizcocho
En una ocasión, una anciana preparó dos figuritas de bizcocho... Pero estos no eran dos pastelitos cualquiera... Porque tenían forma humana, y eran tan iguales que parecían hermanos gemelos...
Sin embargo, una de esas figuritas era especial: ¡porque estaba viva! Sí, nadie sabe cómo, podía ver, oír y pensar... Y por eso, cuando vio que una niña se había comido al primer bizcocho (su hermano gemelo), dijo para sí:
"Amigo viento, te lo pido: no dejes que esta niña me coma de un mordisco".
El viento le oyó, y con una poderosa ráfaga, se lo llevó en volandas...
Y el hombre de bizcocho siguió volando, hasta que cayó en la casa de un panadero. Éste dijo para sí: "¡Oh, qué bizcocho más curioso! Lo dejaré en la estantería por si alguien lo quiere comprar". Pero el hombre de bizcocho no quería que nadie le hincara el diente, y le dijo al viento:
"Amigo viento, por favor: no dejes que este panadero me ponga en el mostrador".
Y el viento volvió a soplar con furia, y arrancó al hombre de bizcocho de las manos del panadero...
El hombre de bizcocho siguió volando y volando, hasta que cayó en un camino... Allí un hombre iba andando, y ¡mira por donde!, se encontró un sabroso hombre de bizcocho delante suyo... Pero cuando iba a comérselo, ¿sabéis lo que pasó?
¡Claro! El hombre de bizcocho le pidió al viento que se lo llevara de allí, para evitar que se lo comiera ese hombre del camino... Y fue volando, hasta que cayó delante de una señora, que tomaba chocolate con sus amigas... ¿Y creéis que esta vez el viento se lo llevó?
¡Pues no! Esta vez no pudo, porque ya había pasado tanto tiempo desde que aquella anciana lo moldeó, que ahora ¡estaba duro como una piedra, y ya no podía volar!
La buena señora lo cogió, lo mojó en el chocolate, y ¡lo mordió! Pero entonces se oyó ¡crack! ¿Y qué creéis que sucedió?
En lugar de partirse el bizcocho, se le partió el diente. En fin, ¡que ya no había quién se comiera al hombre de bizcocho! Así que la dueña de la casa, en lugar de tirarlo a la basura, lo puso encima de la repisa de la cocina, para decorar un poco... Y el hombre de bizcocho le dijo al viento:
"Amigo viento, te lo agradezco. Gracias a ti he visto mundo y me he quedado tan fresco".
A partir de ese día el hombre de bizcocho le decía a cada barra de pan: "hermano, si no quieres que te coman, ponte duro como una roca".
Moraleja: Mientras hay vida hay esperanza.