La llave dorada
Hace mucho tiempo, en un lejano país, la gente era muy feliz con su rey, llamado Ricardo... El problema es que este rey tenía un hermano, Juan, que no tenía tan buenas intenciones. Éste pensaba:
"Al rey Ricardo quiero destronar, porque con todas sus riquezas me quiero quedar".
Eso es lo único que le interesaba a su hermano Juan: quedarse con el tesoro del reino... Y para ello, un día puso en marcha un malvado plan: envenenó a su hermano con un plato de setas, su comida favorita.
Ricardo perdió el sentido, y Juan se lo llevó a su cama, diciendo que el rey había tenido una indigestión. Por supuesto, Juan hizo todo lo posible para que su estado no mejorara, sino al contrario. Al cabo de un tiempo, anunció que Ricardo había muerto, y él era el nuevo rey....
Como todos los habitantes del reino querían mucho a su antiguo rey se pusieron a llorar... Pero Ricardo no había muerto. Juan lo encerró en la prisión de palacio... Y allí malvivió durante años y años... Solo y olvidado de todos...
¿Creéis que Juan fue tan buen rey como Ricardo?
¡Por supuesto que no! A diferencia de su hermano, sólo se preocupaba por acumular tesoros, y más tesoros... Un día, Juan estaba registrando la habitación de su hermano Ricardo, y mira por donde encontró una cajita con una llave dorada dentro... Y se dijo para sí...
"Mmm... Seguro que esta llave dorada es la que abre el tesoro real... ¿Pero dónde estará ese tesoro?".
Juan se lo preguntó a su hermano... Pero Ricardo le dijo que no había ningún tesoro real... Juan no le creyó y ordenó a la guardia que buscara la cerradura que encajaba con esa llave... Pensando que allí encontraría el tesoro real...
Entonces, la guardia de palacio empezó a revisar todas las cerraduras... Primero las de palacio, luego las de todas y cada una de las casas del reino... ¿Y creéis que alguna de ellas correspondía a la llave dorada?
¡No, ninguna! Juan estuvo pensando y pensando, y dijo para sí:
"Mmm... La única puerta que queda por abrir es la de la cárcel... ¿Será allí donde mi hermano escondió su tesoro?".
Y sin más dilación Juan bajó a las mazmorras e intentó abrirlas con la llave dorada... Efectivamente, se abrieron... Y en ese momento, los miembros de la guardia reconocieron a Ricardo, el legítimo rey.
¿Y sabéis lo que pasó? Los soldados se alegraron tanto de volver a ver a Ricardo, su antiguo rey, que le liberaron de la cárcel, y en su lugar metieron al codicioso Juan... Éste no se imaginaba que esa llave dorada abriría las puertas... De su propia ruina...
¿Y creéis que el reino volvió a ser feliz con el rey Ricardo?
¡Por supuesto que sí! Y con el tiempo Ricardo perdonó a su hermano Juan: éste marchó del reino, y nunca más se volvió a saber de él.
Moraleja: La codicia y la ambición suelen provocar la propia autodestrucción.