La sirena compasiva
Hace mucho tiempo, todas las islas del mar estaban pobladas por unos seres llamados "sirenas"...
Las sirenas eran bellísimas, y además tenían una voz muy melodiosa... ¡Y claro! Cuando los marinos pasaban cerca de esas islas, y veían a esas criaturas fantásticas, y oían esas melodías maravillosas, se emocionaban tanto que...
Se olvidaban de todo y sus barcos chocaban contra las rocas... Por eso las islas donde vivían las sirenas estaban rodeadas de naufragios... Por su culpa, cada año perdían la vida muchísimos marineros...
¿Creéis que las sirenas lo hacían con mala intención?
¡Claro que no! Ellas no pretendían perjudicar a nadie... Como se pasaban todo el día encerradas en sus islas, ¿qué otra cosa podían hacer si no cantar...?
Un día cerca de esa isla pasó un enorme velero... ¡Con cinco mástiles por lo menos! Y con unas velas muy grandes... Ese velero era tan inmenso, ¡que parecía imposible que alguna vez se pudiera hundir! O al menos eso pensaba su capitán...
Pero ese capitán se equivocaba... Porque él también se dejó seducir por los encantos de las sirenas... Se dejó llevar por su canto... Y se olvidó de girar el timón, de tal forma que... ¡El barco se dirigía sin remedio hasta la isla...! Hasta que... ¡Bum! Chocó contra las rocas y se hundió...
Pero en ese barco estaban de suerte, porque en aquella isla una de las sirenas sintió pena por la suerte de los marineros, y uno a uno, los llevó a salvo a la orilla... Y no sólo eso: esa sirena pensó para sí:
"Ya no puedo permitir, por culpa de nuestro canto, a los marinos ver morir".
Así que esa sirena compasiva se dirigió a las profundidades marinas, para hablar con el Rey del Mar...
Éste tenía una larga barba y un tridente muy grande, parecido a un tenedor... Cuando lo movía se formaban las olas en el mar... Entonces, la sirena le dijo...
"Majestad. Permítenos a las sirenas cantar, pero sin a los marinos molestar".
Y el Rey del Mar estuvo pensando un rato, y tuvo la siguiente idea: convertiría a las sirenas en delfines... Así podrían continuar cantando todo lo que quisieran, sin provocar tantas desgracias entre los marineros... Porque el oído humano no puede oír su canto...
De ese modo, las sirenas se convirtieron en delfines, esos animales tan bonitos y simpáticos que viven en el mar...
¿Sabéis que a los delfines les gusta seguir a los barcos mientras navegan? Eso pasa porque las sirenas estaban tan arrepentidas de todo el mal que habían hecho a los marineros, que decidieron acompañarlos en sus travesías para impedir que volvieran a chocar contra las rocas...
Moraleja: La libertad de uno acaba donde comienza la libertad de los demás.