La vasija y el odre
Una campesina iba cada día a buscar agua al pueblo: cargaba su burro con un gran odre de piel de cabra y con él iba hasta la fuente...
Después de llenar el odre, volvía a su casa, y echaba el agua en un gran cántaro de barro, para que se mantuviera siempre pura y fresca...
Un día, el cántaro le dijo al odre:
"Amigo odre... Desde que me hicieron, todavía no he visto cómo es el mundo que hay fuera de esta habitación... ¿Me dejarías ir mañana a la fuente, en tu lugar?"
El odre le contestó muy sabiamente:
"Amigo cántaro. Ir a la fuente es muy arriesgado, porque nuestra ama no nos trata con mucho cuidado"...
Lo que el odre le quería decir es que si iba a la fuente se exponía a que la campesina le rompiera... Porque, ¿sabéis de qué material están hechos los cántaros?
¡Claro! Y el barro se rompe muy fácilmente si cae al suelo...
Al final el cántaro consiguió convencer al odre para que al día siguiente le dejara ir a la fuente... Y el odre se dejó caer al suelo, escondiéndose detrás del cántaro.
Pero al odre no le pasó nada, porque como es de cuero, no se rompe aunque caiga al suelo...
Al día siguiente, la campesina, a la hora acostumbrada, fue a buscar el odre... Pero como no lo encontró (porque estaba escondido), cogió en su lugar el cántaro de barro... Y después lo cargó en las alforjas del burro...
La campesina se montó en el burro, y se dirigió a la fuente cantando esta bonita canción...
"Canta-cantarita... A la fuente voy yo solita..."
Al principio todo iba muy bien, y la vasija disfrutó mucho mirando desde el burro cómo era el pueblo... Pero al llegar a la fuente...
La campesina puso el cántaro sin prestar mucha atención debajo del agua y... Al tocar en el mármol de la fuente, ¡crash!, éste se rompió en mil pedazos...
¡Pobre cántaro! Si hubiese hecho caso al odre, esto no le habría pasado... ¿Qué sería de él, ahora que estaba completamente roto?
Afortunadamente, la campesina tenía un hermano a quien le gustaba mucho la jardinería... Así que recogió los pedazos, los pegó con cola de carpintero, y con el cántaro ya rehecho hizo un tiesto donde plantó laurel...
Y luego, este tiesto lo colocó en la entrada de la casa... Y cada vez que la campesina cargaba el odre del agua en el burro, el laurel del cántaro saludaba al odre inclinándose un poco, así...
Moraleja: Hay que ser consciente de las propias posibilidades.