Los Gigantes
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Gigantes: (1-1), (1-2), (1-3), (1-4), (2-1), (2-2), (2-3), (2-4), (2-5), (2-6), (3-1), (3-2), (3-3), (4-1), (4-2), (5-1), (5-2), (5-3), (5-4).
Gigantes y pigmeos: (1-1), (1-2), (1-4), (2-1), (2-2), (2-4), (3-2), (3-3), (4-1), (5-2), (5-4).
El Diluvio acabó con los gigantes: (1-2), (1-4), (2-1), (5-2), (5-3), (5-4).
Cíclopes: (1-1), (1-2), (2-6), (3-1).
Atlas: (1-1), (4-1), (5-4).
Análisis:
Los gigantes son seres del principio de los tiempos. En ciertos casos precedieron a los dioses, y a veces eran dioses por sí mismos, o fueron sus antepasados. Sus vidas duraban milenios, y estaban “enraizados en la Tierra” (la leyenda griega de Anteo así lo indica). A veces fueron los primeros seres de la creación, o bien agentes creadores del mundo, siendo desmembrados –o desmembrándose por sí mismos- para formar el Cielo, la Tierra y el Submundo (es el caso de Ymir o de Pan Gu). Esta acepción, según Juan Eduardo Cirlot (Diccionario de símbolos), fundamenta “los sacrificios humanos como rito para renovar el sacrificio inicial y revivificar las fuerzas cósmicas”. Y según Mircea Eliade (Tratado de Historia de las religiones, volumen II) constituye el modelo no sólo de los ritos de construcción (que requieren el sacrificio de un ser vivo en el momento de construir una casa, un puente o un santuario), sino “el modelo de toda creación en el sentido más amplio del vocablo”. Pero finalmente los gigantes fueron derrotados por los dioses (o los héroes, como Hércules), o murieron durante el Diluvio (que supuso un antes y un después en la evolución del mundo). Los gigantes, desterrados y desposeídos de su status principal, lucharon contra los dioses como consecuencia de ello, o bien para obtener el elixir de la inmortalidad, o simplemente porque no tenían muchas luces . A este respecto, Baruc escribe (Baruc 3, 26-28): . "Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia; ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez". El pueblo, con el tiempo, pasó a considerarlos autores de la orografía local (serían los que apilaron montañas, o variaron el curso de los ríos), o –en algunos casos-, los autores de las construcciones megalíticas y ciclópeas (así se dice de los recintos de Tirinto o Micenas). Algunas veces se les asocia a los terremotos, especialmente cuando su destino consiste en morar en el subsuelo por expreso deseo de la divinidad. Por lo general, son seres con malas pulgas; hay pocos gigantes “buenos”, aunque Juan Eduardo Cirlot, los gigantes no se caracterizan –por lo general- por ser buenos ni malos, sino por magnificar el resultado de sus acciones. Desde este punto de vista, las consecuencias de los actos de los gigantes, al estar acentuadas por su enorme tamaño, pueden ser malas aunque no pretendan hacer ningún daño: los titanes que están enterrados debajo del Etna pueden provocar un terremoto, no porque quieran hacer mal, sino simplemente porque pretenden cambiar de postura, o rascarse el cogote.
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