ANOMALÍAS HISTÓRICAS (2)

 

YAHVÉ: ¿UN DIOS UNIVERSAL?

 

            La Biblia no es un documento aislado en el corpus mitológico universal. Gran parte de sus mitos, sobre todo los más antiguos (es decir, los incluidos en el Génesis, y más concretamente, en sus primeros capítulos), los podemos encontrar en diferentes tradiciones culturales del mundo. Y no sólo eso: también parte de sus patrónimos y de sus topónimos. En este artículo pretendemos demostrar que buena parte de los nombres del Génesis forman parte de un sustrato mitológico universal.

            Comenzaremos con el topónimo "Edén". Éste significaría en hebreo algo así como "gozo, o placer". Recordemos que en el mito hebreo, el Jardín del Edén se caracteriza por la presencia de dos árboles que otorgan, respectivamente, la sabiduría y la inmortalidad. La historia es bien conocida: Adán y Eva comen del árbol del conocimiento del bien y del mal, y son expulsados por Yahvé para evitar que comieran a su vez del árbol de la vida; éstos tienen dos hijos, Caín y Abel; el primero mata al segundo (al parecer, por celos), y Caín es expulsado al país de Nod; finalmente, su último hijo, Set, establece el linaje a partir del cual proviene el pueblo hebreo.

            Set deriva de la raíz hebrea homónima, que significa "pecado" (de ahí el nombre "Satán"). Esta acepción se corresponde con la imagen más corriente del dios egipcio Set, que como el Satán hebreo (el "ángel caído"), personificaba lo oscuro y lo maligno.

            Según Flavio Josefo ("Antigüedades de los Judíos", libro I, # 2), la descendencia de Set creó esa especie de sabiduría relativa a los cuerpos celestes y a su orden, y para que sus invenciones no se perdieran ante el Diluvio que estaba por llegar, las grabaron en dos columnas, una de ladrillos, y otra de piedra, que en sus días se alzaban en la tierra de Siriad.

¿Existen otras tradiciones análogas con el mito hebreo del Edén? Sí, especialmente en el entorno indoeuropeo.

En la mitología germánica encontramos referencias a dioses civilizadores; y significativamente los emplaza en una llanura llamada Ida (recordemos que en lengua sumeria "eden" significa literalmente "llanura"):

 

"En la llanura Ida [¿Edén?] se reunieron los dioses poderosos;

y [allí] alzaron altares y templos,

fundaron forjas para labrar oro,

dieron forma a tenazas, y crearon utensilios"

(Voluspa: "La profecía de la visionaria")

 

En la mitología nórdica, griega e india existen palabras homófonas, aunque con un sentido un tanto diferente:

 

      1) En la mitología nórdica, Idún ("juventud") es la diosa de la primavera. Guarda el canasto de las manzanas de oro que otorga la inmortalidad a los que comen de ellas. Éste es el alimento que mantiene la juventud y el vigor eterno de los dioses del Asgard nórdico (reino de los dioses).

      2) En la mitología griega, el monte Ida es el emplazamiento donde la ninfa-cabra Amaltea amamantó con su leche al pequeño Zeus. Nótese que el cuerno de esta cabra es el llamado "Cuerno de la abundancia" (o Cornucopia), que ofrece en abundancia lo que se desee.

      3) En la mitología india Ida es, por así decirlo, la "camarera" de los dioses. Hija del héroe Manu (el Noé indio), su función consiste en servir a los dioses. Ida es representada como una vaca de la abundancia.

 

            El mismo papel de "camarera de los dioses" es el que ejerce Hebe (¿Eva?) en la mitología griega. Esta diosa de la juventud, como la Idún nórdica, otorga el don del eterno rejuvenecimiento (la vida). No en vano, proporciona la ambrosía y el néctar (es decir, la comida y la bebida de la inmortalidad) que consumen los dioses olímpicos, y les sirve en sus banquetes.

            Podemos concluir, a partir de lo dicho:

 

            1) Todos estos mitos, vigentes en ámbitos culturales indoeuropeos, hacen referencia a un concepto universal: la inmortalidad. Así como a la sustancia que la confiere: el llamado "elixir de la vida".

            2) En todos ellos, es una mujer la que se hace cargo de esta sustancia: ya sea Ida, Idún o Hebe, todas cumplen el mismo papel. Ello podría ser indicador de un residuo matriarcal que en el mito hebreo ha sido masculinizado en la figura predominante de Adán.

            3) Parece evidente que Idún e Ida son "homófonos" con el "Edén" bíblico, así como "Hebe" es homófona con "Eva" (que derivaría del hebreo "hawwa": vida). Ello parece indicar la existencia de una tradición remota que está en la base de todos estos mitos.

 

Una prueba de tal tradición remota la volvemos a encontrar en el patronímico "Eva". Entre los habitantes de numerosas islas de Oceanía (Samoa, Tahití, Nueva Zelanda) la primera mujer era llamada Eevee (Ivi), el nombre polinesio para la costilla (o para un hueso en general, en algunos casos). Y recordemos que Eva fue creada a partir de la costilla de Adán.

El patronímico Noé es asimismo universal: lo encontramos, ejerciendo el mismo papel de "único superviviente de un gran Diluvio", en Hawai (Nu'u), en China (Nu Wa) y en la India (MaNU).

            En definitiva, las "homofonías" mencionadas (Edén, Idún, Ida; Eva, Hebe, Ivi; Set; Noé, Nu'u, Nu Wa, Manu) no son fruto del azar. Todas parecen convergir en tres ideas principales: la Inmortalidad, el Diluvio y el Paraíso original. No en vano, Mircea Eliade ve en "el retorno al Paraíso" el motivo último de todas las simbologías.

            ¿Y qué decir del bíblico Yahvé? Al contrario de lo que se piensa, éste no era un dios exclusivo de los hebreos (su supuesto "pueblo elegido"), sino que lo encontramos, a veces oculto tras un velo de fábula o de leyenda (es el caso del Yao chino), en numerosos corpus mitológicos del mundo entero:

 

            Yahvé (o Adonai), entre los hebreos.

            Jove (más conocido como Júpiter), entre los romanos.

            Yao (entre los chinos), mítico emperador durante los tiempos del Diluvio.

            Yu Di (otro nombre del "emperador del Jade" chino).

            Io (entre los polinesios del Este, para referirse al Dios creador que dio origen al mundo).

            Yojo (dios supremo entre algunos polinesios).

 

            Nótese que Yahvé ha sido abreviado repetidamente en formas como Jah, Jao, Jaoth, Jaou, Jeuo o Ja, idénticas a su denominación china. En la mitología china Yu Huang (también llamado Yu Di [¿Deus, Theos?]) es el llamado "emperador del Jade". Se le puede considerar el gobernante supremo del Cielo [Tian, o T'ien], que en la forma de Tian Di personifica asimismo al Dios supremo.

Nuevamente, las distintas variantes de la raíz griega "THEOS" (Dios) vuelven a ser una constante en la mitología universal:

 

Griego                       Theos

Latín                           Deus

Germano                   Teiwa, o Tiwaz (antiguo nombre de Odín)

Sánscrito                   Dewan

Aymará                      Tia

Nahuatl                      Teotl

Dialecto orinoco       Theos

Chino                         Tien

Malayo                       Tuan

 

¿Y qué es YHVH [Yahvé]? Los teólogos no dudarían en contestar: YHVH es Dios, "El que es": en hebreo "YAH Hoveh" ("Yahvé es"). Su nombre es tan sagrado que habitualmente es sustituido por otro: ADNI, es decir, Adonai (el Señor).

Sin embargo, nada indica que YHVH (con las letras Yod, He, Vau y He) se pronuncie Yahvé, ni aun menos Jehová, como es costumbre hacerlo en el mundo occidental. De hecho, dado que en hebreo no se escriben las vocales (excepto por una serie de trazos y puntos), su pronunciación exacta es desconocida, como indica el salmo 91: "Ya que se ha hecho tan mío, lo salvaré / lo protegeré porque conoce mi nombre".

De acuerdo con Maimónides, el verdadero nombre de YHVH era tan secreto que sólo podía ser pronunciado por el sumo sacerdote, en el sancta sanctorum del templo de Jerusalén, una vez al año, y con la condición de que se encontrase completamente solo y hablase en voz baja.

Se han propuesto multitud de versiones del Tetragammaton:

 

YHVH YHWH Yahweh Yahveh Yaveh Yaweh Jehova Hehovah Jahova Jahovah Yahova Yahovah Jahowa Jahowah Yahavah Jahavah Yahowe Yahoweh Jahaveh Jahaweh Yahaveh Yahaweh Jahuweh Yahuweh Jahuwah Yahuwah Yahuah Yah Jah Yahu Yahoo Jahu Yahvah Jahvah Jahve Jahveh Yahve Yahwe Yawhu Iahu Iahou Iahoo Iahueh

 

¿Cuál de estas opciones sería la correcta? Evidentemente, esto es un punto sujeto a la especulación. Pero no es descartable que YHVH pudiera ser la expresión hebrea del topónimo JAVA (Yava): es decir: Yahvah, o Jahvah. Así tendríamos:

 

            Javán (entre los hebreos), o Ión (entre los griegos), para referirse al epónimo griego.

            Yavana (en sánscrito), para referirse a los griegos.

            Yevus (entre los cananeos), para referirse a Jerusalén antes de David. Nótese el siguiente párrafo bíblico (Baruc 4:30): "Buen ánimo, ¡oh Jerusalén!, pues te consuela aquel que te dio nombre" (es decir: Yahvé).

            Java (tal vez del sánscrito "mijo", o "cebada"), para referirse a la isla homónima de Indonesia (Javadvipa).

 

            Como podemos ver, "Yava" (o "Yahvah") podría estar detrás de un buen número de gentilicios y de topónimos de todo el mundo. Pero, ¿cuál podría ser el origen de este nombre?

Algunos estudiosos ligan el tretragammaton (YHVH) a un antiguo dios de los volcanes, Jahú, que hallaríamos en la expresión "Hallelujah" (alabemos a Jah), e incluso en el mismo nombre de Jesús: Yahu'shuah (también pronunciado Yehoshua, o Yeshua). Yahú fue venerado especialmente entre los judíos de la colonia hebrea de Elefantina (Egipto).

Según esta interpretación, Yahvé sería la deidad local de un volcán en el monte Sinaí que, en su día, pasó a ser el dios de Israel. Tal vez esta imagen del dios-volcán haya sobrevivido en la siguiente imagen de la Biblia:

 

"Partieron, pues, de Socot, y acamparon en Etam, que está en la extremidad del desierto. E iba el Señor delante para mostrarles el camino, de día en una columna de nube, y por la noche en una columna de fuego, sirviéndoles de guía en el viaje, día y noche" (Éxodo 17:20-21).

 

Entre los entendidos hay un enconado debate acerca de la localización del Monte Sinaí/Horeb: ¿se hallaba éste en la península del Sinaí, o bien en el noroeste de Arabia (en la tierra de Madián)? Su descripción como un volcán ha dejado perplejos a muchos especialistas. Sin embargo, esta poderosa imagen tectónica, alternativa al Dios tonante (atmosférico) generalmente aceptado, podría tener fácil explicación si consideramos que tiene un origen muy lejano en el tiempo y en el espacio: el Sudeste de Asia, hace al menos diez mil años.

No en vano, en la isla melanesia de Tanna (Vanuatu) encontramos la leyenda de Yasur (literalmente "Dios"). Yasur es un volcán, y al mismo tiempo una divinidad creadora, de una fabulosa antigüedad. ¿Podría representar este Yasur al dios de los volcanes de la tradición hebrea? Significativamente, tanto Tanna como Yasur son términos de uso común en Israel: "tana" significa "cantar, alabar" en lengua hebrea, y Yasur es un gentilicio muy usual en esa lengua (y un distrito de Gaza).

Y si estas evidencias no fueran suficientes, nótese el siguiente párrafo de la novela "Moby Dick", de Herman Melville (capítulo 16): "Queequeg [el amigo neozelandés del protagonista, Ismael] me dio a entender entonces que él había estado consultando con diligencia a Yojo, el nombre de su pequeño ídolo negro". ¿Sería este Yojo la denominación polinesia del Yahú hebreo, también llamado Ío?

Nuevamente comprobamos la asociación entre la montaña, la divinidad, y los volcanes.

La imagen de la "montaña sagrada", asociada a un volcán en erupción, podría haber pervivido en el folclore universal bajo el rito de la quema de una hoguera en días señalados (por ejemplo, en la víspera San Juan). En numerosos puntos de Europa se enciende una hoguera en la cima de una montaña, y se deja caer por la ladera una rueda de paja ardiendo (James Frazer, "The Golden Bough"). Este autor es de la opinión de que la caída de la rueda de paja simboliza el curso del Sol en el cielo, pero sería más fácil pensar que dicha costumbre alude a coladas de lava descendiendo por las laderas de un volcán en erupción.

¿Podría representar el Querubín con la espada llameante que defiende el Jardín del Edén un volcán en erupción? Según la Midrash "... La espada llameante [que guarda el Jardín del Edén], retorciéndose día y noche, nunca descansa y devora toda la hierba, y todo lo que se aproxima a una milla de su muro exterior [el del Jardín del Edén]" Es ocioso decir que dicha "espada llameante" se trataría en realidad de un volcán en erupción.

Nótese asimismo la descripción bíblica del monte Sinaí (Éxodo 19:16-18):

 

"Ya que era venido el día tercero y rayaba el alba, de repente principiaron a oírse truenos y a verse relámpagos, y cubríose el monte de una densísima nube, y el sonido de la bocina resonaba con grandísimo estruendo, y tembló todo el pueblo, que estaba en el campamento... Todo el monte Sinaí estaba humeando, por haber descendido a él el Señor entre llamas: subía el humo de él como de un horno, y todo el monte causaba espanto".

 

En el mundo antiguo era muy común la adoración de dioses relacionados con fenómenos atmosféricos, accidentes geográficos y objetos celestes. Éste era un fenómeno universal: por ejemplo, hay quien afirma que la raíz semita El (fenicio Eliun, hebreo El, arameo Eli) sería la misma que la del Helios (Sol) griego. Y recordemos la asociación del culto solar a la veneración del dios supremo (del tipo que sea: celeste, tonante, monoteísta, etc.) Significativamente, la palabra española "día" comparte la misma raíz del título "dios".

Este tipo de cultos daba una moción "étnica" o "nacional" a las religiones primitivas. Por este motivo no es nada sorprendente pensar que el culto de YHVH (el dios supremo judío) pudiera ser inicialmente el culto a la montaña sagrada.

El mismo nombre de Dios en la Biblia nos lleva a pensar que YHVH no es más que la montaña sagrada de los ancestros de los judíos. La tradición habla de Dios (YHVH) como del Altísimo (El elyon), así como del Todopoderoso. El origen de esta expresión es la traducción errónea de la denominación de Dios "El sadday". Esta expresión aramea procede del acadio "sadu" (monte) y sugiere que "El sadday" es una deidad de la montaña. Sin embargo, la traducción hebrea es "Todopoderoso", que no es más que una derivación de su acepción originaria.

(Un ejemplo gráfico de ello es el mismo símbolo del yahvismo hebreo: el ojo [el disco solar]  inscrito en el triángulo [la montaña].)

No olvidemos que el culto a la montaña sagrada, en el caso de los hebreos, se "intelectualiza" con el paso de los siglos, de manera que de ser un culto a un objeto físico, se convierte en el culto a un ente inmaterial.

La gran antigüedad del Dios YHVH la podemos deducir de otro de sus calificativos: "El olam". Esta expresión significa literalmente "Dios del tiempo antiguo" o "Dios de la eternidad". De lo cual podemos inferir que la existencia del culto a la montaña sagrada podría tener origen ancestral. ¿Cuál sería éste? Léase el siguiente párrafo (Habacuc 3:3):

 

"Dios vendrá de Temán, y el santo del monte Farán. Su gloria cubrió los cielos, y la tierra está llena de sus alabanzas".

 

(Isaías identifica en el párrafo 43, versículo 3, ambas figuras retóricas: "Porque yo soy el Señor Dios tuyo, el santo de Israel, tu Salvador".)

 

TEMÁN era un enclave del sur de Idumea (posiblemente Tawilan, en la antigua Edom), llamado "la tierra de los hijos del Este". Estaba dividida por los montes de PARÁN y por la llanura de Araba. ¿Es posible encontrar, en la actualidad, algún topónimo con dicha raíz?

Si observamos el Tesauro Getty de Nombres Geográficos (tal vez uno de los más completos del mundo), comprobaremos que en la actualidad sólo cabe encontrar cuatro emplazamientos con la raíz TEMAN. El primero se halla en Virginia (Estados Unidos), y lo podemos descartar por su asociación con los puritanos norteamericanos. Pero veamos los otros tres:

 

TEMANgan Baharu (Malasia Occidental).

TEMANgga (Borneo).

TEMANggung (Java).

 

(En indonesio "gunung" significa "montaña".)

 

Obviamente, todos ellos se localizan en el Sudeste Asiático. Y cerca de TEMANGUNG (JAVA) encontramos la isla de PARANG (¿el PARÁN bíblico?). ¿Estaría el topónimo JAVA detrás del nombre del dios de los hebreos, Yahvé? Y sobre todo, ¿existen otras referencias al posible lugar de origen de Yahvé: Temán?

Recordemos que el lugar de origen de los dioses aztecas era llamado Tamoanchán, el paraíso terrestre en el que los dioses decidieron poblar el mundo tras el Diluvio que puso fin al Cuarto Sol. ¿Tendría este Tamoanchán algo que ver con el Temán hebreo?. En los dos casos encontramos el origen ancestral del dios principal (o único) de sus respectivas mitologías (Quetzalcoatl y Yahvé, respectivamente). Temán y Tamoanchán; dos "lugares de emergencia" con un motivo común: un Éxodo.

Así pues, consideramos demostrado que no sólo el concepto de divinidad expresado por el dios hebreo Yahvé, sino incluso este mismo nombre, son un motivo generalizado en la mitología universal.

 

LA ANTÁRTIDA: ¿UN PUENTE DE TIERRA PARA EL POBLAMIENTO DE AMÉRICA?

 

            Uno de los mayores enigmas de la moderna arqueología es: ¿cómo fue poblada América? Es prácticamente un dogma afirmar que este continente fue colonizado por varias hordas de asiáticos que, en un tiempo indeterminado (¿hace 15.000, 30.000 o 45.000 años?), cruzaron el paso de Beringia (el actual estrecho de Bering).

            Sin embargo, los restos arqueológicos no parecen respaldar dicha hipótesis:

 

            1) Se han encontrado muy pocos restos materiales en Alaska y Yukon, y los que existen están datados entre el 15.000 aP. y el 12.000 aP. Existen pruebas de que esta tecnología tiene origen en Siberia hace 30.000 años.

            2) En el resto de Norteamérica los restos más antiguos varían entre el 12.000 aP. (Florida) y el 16.000 aP. (Pennsylvania).

            3) La cultura lítica más característicamente norteamericana es la llamada "cultura Clovis", datada hacia el 11.500 aC.

 

            ¿Cómo es posible, entonces, que los restos arqueológicos más antiguos de América no se encuentren en Norteamérica, sino en Sudamérica?:

 

            1) En Monte Verde (Patagonia chilena) se ha encontrado restos fósiles carbonizados, al lado de instrumentos líticos, con más de 33.000 años de antigüedad.

            2) En Pedra Furada (nordesde de Brasil) se ha encontrado otro hogar, rodeado de instrumentos de piedra y de pinturas rupestres, con más de 32.000 años de antigüedad.

 

            Esta discrepancia (que las dataciones en Sudamérica sean más antiguas que las efectuadas en Norteamérica) no se puede achacar a la mera "coindidencia": es decir, que se hayan encontrado "por casualidad" más yacimientos en Sudamérica que en Norteamérica, puesto que es esta última zona, y no la primera, la que ha sido más intensamente estudiada.

Por otro lado, para que los modernos amerindios hubiesen llegado a Brasil hace 32.000 años desde Beringia: 1) deberían haber atravesado toda Norteamérica sin dejar rastro de su paso, y 2) deberían haber partido de allí hace al menos 40 ó 45.000 años. Y se sabe que en esa época Siberia aún no estaba habitada.

Así pues, sólo queda una alternativa, por absurda que parezca: la población amerindia que colonizó Sudamérica hace tal vez 35.000 años provenía no del paso de Bering, sino probablemente del cabo de Hornos (en el cono sur sudamericano). Y existen pruebas que pueden respaldar esta hipótesis.

La primera de ellas se fundamenta en los estudios genéticos. La población amerindia del subcontinente sudamericano se caracteriza por compartir en su práctica totalidad (es decir, al 100%) el gen 0 del sistema AB0 de los grupos sanguíneos. Ello, según el ilustre genetista Luigi Cavalli-Sforza, podría deberse a que América fue colonizada por un número muy reducido de personas, que en su mayoría compartían este gen. A través del fenómeno denominado "deriva genética", y tal vez de la "selección natural" (el gen 0 protege al portador de contraer la sífilis), el gen 0 se habría impuesto sobre los genes A y B. En palabras de Cavalli-Sforza ("Genes, pueblos y lenguas", 1997):

 

"Mientras más pequeña sea la población más grande será la posibilidad de fluctuaciones casuales por parte de las frecuencias relativas de los genes contenidos en los espermatozoides y en los óvulos, que formarán la generación siguiente. Incluso si entre los primeros colonizadores [de América] había unos cuantos individuos A y B, su eliminación por efecto casual [de la deriva genética] se podría haber producido en una de las generaciones siguientes".

 

Cavalli-Sforza ha calculado que, en base a la distancia genética entre amerindios y asiáticos orientales, los primeros nativos americanos llegaron a América hace unos 32.000 años, lo cual se ajusta a los datos que aporta la arqueología. Pero, una vez aceptado que el poblamiento de este continente pudo suceder en unas fechas más tempranas de lo que se suponía, queda por averiguar: ¿por dónde llegaron estas gentes a América: por el Norte o por el Sur?

Si observamos un mapa de la distribución del gen 0 en el mundo (Cavalli-Sforza, pág. 120) comprobaremos que los mayores niveles de este gen (un 100% de la población) se concentran en dos áreas: 1) desde el sur de California y norte de México hasta Guatemala; y 2) desde el sur de Venezuela y Colombia hasta el Río de la Plata. (Nótese que en todo momento nos estamos refiriendo a la población nativa americana.) En el resto de América, los porcentajes de frecuencias de genes A y B se incrementan hasta niveles significativos, con un máximo en Alaska y el noroeste de Norteamérica (según la hipótesis más aceptada, las áreas donde arribaron los primeros colonizadores de América).

Por lo que se refiere al resto del mundo, significativamente, las áreas con mayor presencia del gen 0 (fuera de América) se localizan en el nordeste de Australia y en el este de Nueva Guinea (más del 80% de la población aborigen).

(Durante los períodos en los que el mar está más bajo -es decir, durante una glaciación-, la isla de Nueva Guinea está unida al continente australiano por una plataforma continental llamada Sahul. Ello explicaría que los niveles más elevados de población con gen 0 en dicha área se localicen tanto en Nueva Guinea como en el Noreste de Australia.)

Según Stephen Oppenheimer ("Eden in the East", 1998), el estudio de los cráneos prehistóricos demuestra que los primeros pobladores de América no provenían del Nordeste de Asia (de Siberia), sino del Sudeste Asiático y del Pacífico Sur. Ello reafirmaría lo que el estudio del marcador genético del gen RH parece indicar: su origen en el Sudeste de Asia y en Oceanía, con tal vez Australia como escala intermedia en tal largo y atrevido viaje.

La evidencia lingüística respalda el análisis genético: efectivamente, en América cabe encontrar tres familias lingüísticas: la amerindia (por toda Sudamérica y en el sur de Norteamérica), la na-dené (en el norte de Norteamérica y en las áreas habitadas por apaches y navajos), y la esquimal (en torno al Ártico y en Alaska). Estas tres familias lingüísticas corresponderían a tres grupos de población, tal como establece la genética y el análisis dental, así como la evidencia arqueológica. El orden de las tres migraciones sería el siguiente: primero los amerindios (¿hace 35.000 años, por el Antártico?), luego la población na-dené (¿hace 20.000 años, por Beringia?), y finalmente los esquimales (¿hace 5.000 años, por el Ártico?).

Esta serie de consideraciones permite establecer la siguiente hipótesis: después de la colonización de Australia una horda de población (diferente a la aborigen australiana) se dirigió por vía marítima más al sur (o hacia el este), con la intención de colonizar nuevas tierras (¿como era costumbre entre los polinesios?), o quizás por accidente. Ello no es del todo descabellado. Sólo hay que tener en cuenta que, incluso contando con un nivel del mar 120 metros inferior al actual, para llegar a Australia hay que atravesar al menos cinco o seis brazos de mar abierto (de hasta setenta kilómetros de anchura). Y estamos hablando de hace tal vez 50 ó 60.000 años.

Hace 35.000 años, tal vez una población que partió de esta zona pretendía dar un salto en mar abierto a otra isla. Tal vez la corriente marina que baña el este de Australia (que se dirige hacia el Sur) la condujera hasta latitudes tan meridionales como la isla de Tasmania (o quien sabe, quizás incluso hasta Nueva Zelanda). Tal vez, por alguna razón, esas gentes llegaron, de un modo u otro, al continente antártico, el cual recorrieron (por tierra o por mar) hasta alcanzar finalmente (con otro salto a través del mar) las costas del extremo sur de Sudamérica. O tal vez simplemente fueron arrastrados por la corriente del océano austral (del Oeste), que los depositó (se supone que tras una azarosa travesía) en las costas de la Patagonia chilena.

Estamos convencidos de que unas gentes que hace 60.000 años se las arreglaron para navegar desde las costas del Sudeste Asiático hasta Australia, hace 35.000 años podían haberse planteado aventuras incluso más ambiciosas. Y no hay que descartar que dicha población pudiera haber usado la Antártida como un puente de tierra para alcanzar América.

¿Es ello posible, teniendo en cuenta el carácter inhóspito del área antártica? No es descartable: en un período comprendido entre el 40.000 aP. y el 30.000 aP. se produjo un período de deshielo denominado por los expertos Plum Point Interstadial. En ese momento los glaciares polares entraron en retroceso y aumentó el nivel del mar. Tal vez entonces fuera posible atravesar el océano antártico (y quizás también el mismo continente austral) con unas condiciones atmosféricas menos rigurosas.

 

EL OSCURO ORIGEN DE LOS INDOEUROPEOS

 

El jurista inglés William Jones trabajaba en la década de los 1780 en la India como funcionario de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Para realizar su trabajo se vio obligado a estudiar sánscrito. Jones era conocedor de otras lenguas clásicas, como el griego y el latín.  Y empezó a darse cuenta de que había palabras de la lengua sánscrita que tenían evidentes similitudes con las lenguas europeas mencionadas.

A título de ejemplo, la palabra sánscrita "sarpa" (serpiente) es parecida a la "serpens" latina. Y la "pra" sánscrita significa lo mismo que las latina y griega "pro" (es decir, "por"). De la misma manera, pie es "ped" en sánscrito; en latín y griego "pes" y "pous", respectivamente. Las analogías mencionadas, y otras más, le indujeron a pensar que la lengua sánscrita debía de un modo u otro estar relacionada con el latín y el griego.

Más tarde otros estudiosos descubrieron que dichas analogías no se limitaban a la lengua latina y griega, sino que se extendían a otras lenguas euroasiáticas.

Con los conocimientos actuales, es un hecho probado que el sánscrito y varios cientos de lenguas asiáticas y europeas proceden de una lengua anterior que ha sido denominada protoindoeuropeo. Esta lengua era hablada hace más de 6.000 años; según se afirma, tal vez en algún punto de las estepas euroasiáticas.

Los pueblos indoeuropeos forman una familia lingüística, pero no racial. Según parece se trataban de etnias y culturas bien diferenciadas, aunque emparentadas a través de idiomas con una procedencia común: la lengua protoindoeuropea.

Los idiomas procedentes del antiguo protoindoeuropeo se extienden desde la actual Islandia hasta la India. Lenguas indias, iranias, célticas, germánicas, itálicas, eslavas y otras muchas son sus descendientes.

Se sabe muy poco acerca de los orígenes de la primitiva lengua protoindoeuropea. ¿Cómo se expandió? ¿Quién la difundió? ¿Dónde nació? ¿Qué pueblo la habló por primera vez? ¿Cuándo apareció? Las respuestas a todas y cada una de estas cuestiones no dejan de ser puras conjeturas. En este artículo pretendemos aportar una visión ciertamente singular y atrevida, pero no por ello insensata. Numerosos indicios hacen pensar que el primitivo pueblo protoindoeuropeo proviene originalmente, no de las estepas euroasiáticas (el área de los "kurganes", o túmulos mortuorios ucranianos), sino de -tal vez- más allá de las montañas del Altai.

El estudio de la mitología y de la lingüística comparada hacen pensar que la multitud de "coincidencias" que cabe encontrar entre las culturas indoeuropeas y polinesias no son obra del azar. La genética ha demostrado que el pueblo polinesio, con características caucasoides, habitó en el este de Indonesia hace más de 17.000 años. Y sin embargo, este pueblo y el primitivo pueblo indoeuropeo tendrían muchas cosas en común. ¿Qué quiere decir todo ello? Por más vueltas que se le dé al asunto, no cabe más que una explicación. Ambos están lejanamente emparentados.

No es descabellado pensar que en un pasado muy remoto (tal vez en algún momento de la última era glacial) una partida de población europea pudiera realizar un largo viaje al otro extremo del mundo, donde se instalaría, y daría origen a las culturas polinesia (con origen en Indonesia) y aino (en Japón).

En este artículo intentaremos aportar pruebas que evidenciarían que, efectivamente, entre los pueblos de ambas orillas del supercontinente euroasiático existiría una lejana relación de parentesco. Comenzaremos por la mitología; nótese las siguientes "coincidencias":

 

      a) El dios Hikule'o de Samoa tiene cola de reptil, que rodea el árbol del mundo, apretándolo de tal modo que sus hermanos le tienen que atar para que no lo rompa. En el mito nórdico la serpiente Nidhogg aprieta el árbol del mundo Yggdrasil, tratando de destruirlo, lo que es impedido por la ardilla Ratatosk.

      b) Los hawayanos hablan de un gigante helado en la cima del mundo. Éste se despertó y se deshizo, provocando el Diluvio. Este gigante sería el Ymir de la mitología nórdica: se deshizo y provocó un Diluvio, del que sólo se salvaron Belgemir y su mujer (el Noé nórdico).

      c) En Nueva Zelanda existe el mito de Maui (equivalente al Loki nórdico) pescando la isla de Nueva Zelanda (en forma de un gran pez). En los países nórdicos existe el mito de Thor pescando la serpiente Jormungand (serpiente monstruosa que rodea el mundo).

      d) Como en el mito griego de Urano, Rangi (el Cielo) tuvo que ser separado de su esposa Papa (la Tierra), siendo colocado por uno de sus hijos en el lugar en el que está emplazado (Nueva Zelanda).

      e) Los oráculos de la Polinesia eran muy similares a los celebrados en Grecia: el dios supuestamente entraba en el sacerdote, éste sufría unos espasmos, y posteriormente hablaba por su boca (James Frazer, "The Golden Bough").

      f) En las islas Fiji existe un mito similar al de Caronte (que transportaba el alma de los muertos): un barquero recoge el alma del muerto, y la transporta por el río (James Frazer).

      g) Como entre los distintos reinos europeos, en Tonga se creía que el contacto con la mano del rey podía curar las escrófulas (James Frazer).

      h) Al igual que los celtas irlandeses, los polinesios sacrificaban regularmente hasta dos tercios de sus hijos (de ahí puede provenir el mito bíblico de las distintas "matanzas de los inocentes").

      i) Como en la mitología griega, en el mito polinesio existen figuras tales como pigmeos, gigantes, ogros y hadas. También el árbol del mundo, el elixir de la vida y un paraíso subacuático (llamado Hawaiki).

 

Esta remota conexión entre Polinesia y Europa podría ser mucho más antigua de lo que se piensa, según parece indicar el estudio de la filología comparada. Y como hemos anticipado más arriba, podría existir también un ligamen entre Europa y el pueblo aino del Japón:

 

a) En Japón Amaterasu (literalmente "Gran Espíritu Augusto que Brilla en el Cielo") es una diosa solar, pero asimismo es una deidad de la fertilidad. De ahí que tenga connotaciones lunares, siendo llamada "Gran Mujer que Posee la Luna". En la mitología céltica y germánica, la diosa solar Sul (la Minerva nórdica) es hija del gigante Mundilfari, siendo su hermano el dios lunar Mani.

b) El pueblo aino se considera "descendiente del oso" [Kimun Kamui Sanikiri] (Frazer, "The Golden Bough"). En la antigua Grecia encontramos, al igual que en el Japón, el culto a la osa, asociado a ritos de paso: así tenemos el ritual de Artemis Brauronia.

c) El pueblo aino, como el céltico, considera el muérdago como una planta sagrada, a la que rinde veneración (Frazer).

d) Y sobre todo, Japón (del malayo Japung) significa literalmente "Oriente". ¿Oriente en relación a qué? Al Occidente, por supuesto (¿el lugar de origen de la población aino y polinesia?).

 

            Una de las mejores maneras de conocer la filiación de las lenguas es comparar sus numerales. En este sentido, el cotejar los numerales aino, polinesio (maorí) e indonesio con los de raíz indoeuropea es muy revelador:

 

 

ESPAÑOL     MAORÍ       AINO        INDONESIO   LATÍN       SÁNSCRITO   TOCARIO A

 

Uno         Kotahi      Shine       Satu        Unus        Ekas        Sas

 

Dos         Rua         Tu          Dua         Duo         Dvau        Wu

     

Tres        Toru        Tre         Tiga        Tres        Trayas      Tre

 

Cuatro      Wha         Ine         Empat       Quatuor     Katvaras    Stwar

 

            MacMillan Brown (autor asimismo de "Maori Polynesian", en 1907, y de "The Riddle of the Pacific", en 1927) fue una autoridad en el estudio de la cultura polinesia. Fue profesor de Historia y Economía Política en el Canterbury University College entre 1874 y 1895, y uno de los filólogos más señalados de su tiempo. En contraste con eruditos más tempranos, sostenía que "la verdadera clasificación de las afinidades lingüísticas depende no de su gramática, sino de su fonología". A partir de este razonamiento argumentó que, a pesar de sus evidentes similitudes, los diferentes dialectos polinesios difieren apreciablemente de las lenguas melanesia, indonesia y malaya.

            Tras cuarenta años de incesantes viajes por el Pacífico llegó a la conclusión de que el lenguaje polinesio es una combinación de varias lenguas protoindoeuropeas. Esta amalgama podría haber tenido origen tanto en Indonesia como en Japón (donde residen los "aino"). En lo que sigue presentaremos algunos materiales obtenidos a partir de la lectura de este infatigable investigador.

Según MacMillan (Opus Cit.), el pueblo aino se desgajaría de la familia protoindoeuropea cuando ésta sólo era capaz de contar hasta tres. Los números a partir del cuatro ("ine") son compuestos sin ninguna conexión con la lengua protoindoeuropea. En el momento de dicha división, más allá de tres sería "y todo lo demás".

En el caso de la lengua polinesia maorí (que sí tiene un cuatro de raíz indoeuropea: "wha"), su número cinco, "rima" (que asimismo significa "mano", pues como sabemos una mano tiene cinco dedos) es equivalente al griego "arithmos" (literalmente: "un número"). De este "rima", alusivo a "contar" (a través del griego "arithmos") podría derivar la palabra homónima en español, empleada en métrica (rima), y el término "ritmo" (del latín "rhythmus").

Nótese el caso de los numerales en lengua tocaria. El tocario A (lengua perteneciente a un antiguo pueblo caucasiano instalado en el Turquestán chino) parece conservar la raíz "sa" del número uno en indonesio (no tiene nada que ver con el "ekas" sánscrito, o el "unus" latino); y sus numerales dos y tres son muy similares a los de la lengua aino ("wu" y "tre", respectivamente).

Bastante más evolucionada es la lengua madre de todas las lenguas indoeuropeas (el protoindoeuropeo) en el momento de la división, hace más de 3.000 años, entre lenguas centum y satem (las primeras situadas básicamente al oeste del río Oder, y las segundas al este de dicho río, con la excepción del tocario, el griego, y algunas lenguas anatólicas). Entonces ya sería posible contar hasta cien, puesto que la mayoría de las lenguas indoeuropeas comparten una raíz parecida (en latín "centum", en tocario A "känt", en sánscrito "satam", en lituano "szimtas", etc.) Sin embargo, al llegar a mil la forma varía dependiendo de cada una de ellas.

Así pues, a medida que nos desplazamos de Este a Oeste la cultura (expresada por sus numerales) se va haciendo cada vez más diversa, más compleja, y más evolucionada; lo que daría fe de una migración desde un estado "primitivo" de desarrollo hasta otro más "avanzado". Y en términos geográficos: desde Indonesia (cuna del pueblo polinesio) y Japón (donde reside el pueblo aino) hasta las diferentes partes del mundo. Como es lógico, esta migración requeriría milenios para pasar de un estadio de desarrollo que a duras penas sabía contar hasta tres, a otro en el que ya era posible contar hasta cien.

            No nos resistimos a dar otros ejemplos de analogías entre términos polinesios e indoeuropeos:

 

POLINESIO                                INDOEUROPEO

 

Wa (escaso)                              Vanus (latín)

Ka (quemar)                              Calor (latín)

Rui (dispersar, sacudir...)              Ruina (latín)

Ruma (casa)                              Room (inglés)

Puaka (cerdo)                            Porcus (latín)

Ra (sol)                                 Radius (latín)

Sa (raíz enfatizadora)                   Su ("bueno, gran, muy" en céltico)

Andrianbahomanana (El Adán malgache)     Andrós (griego)

 

Y asimismo:

 

INDOEUROPEOPIE*        INDONESIO   MAORÍ       GRIEGO            LATÍN

 

Woman (ing)*gwena      wanita      wahine      gunaikos          femina

 

Chien(fr)  *kwon       anjing      kuri        kurós             canis

 

Fire (ing)  *pur        api         ahi, kapurapur               ignis [calor]

 

Rojo/morado*reudh      merah       kura        eruthros [kokino]ruber [morum]

 

Come (ing)  *gwem      kemari      haere mai   fthano            venio

 

Maduro      *pekw       matang      maoka       orimos            maturus

 

Puerco      *porko      babi        poaka       gourouni          porcus

 

Mar         *mori       gelombang   moana, tai  thalassa          mare

 

Water (ing)*wedor      tahanuji    wai         hudor             aqua

 

Room (ing)  *w(e)ik     rumah(casa)whare(casa)(w)oikos (casa)   domus(casa)

 

*PROTOINDOEUROPEO

 

NOTA: No hemos incluido términos (como el indonesio "roda": rueda; protoindoeuropeo: "*rota") que aparentan ser préstamos lingüísticos europeos. En cambio, parece más probable que "poaka" sea un término autóctono.

 

Creemos que estas similitudes demuestran que merece la pena investigar la posible conexión entre las lenguas malayopolinesias y las lenguas indoeuropeas. Tal vez con ello se podrá dilucidar el problema del oscuro origen de los indoeuropeos.

 

¿QUÉ EXPRESA EL PASAJE BÍBLICO DE CAÍN Y ABEL?

 

            La tradición afirma que los hebreos son un pueblo nómada semita que desciende de la "tribu de los Teraquitas", que encontramos tal vez a finales del III milenio aC. en la ciudad sumeria de Ur. En los primeros siglos del II milenio aC., Abram, hijo de Terac, emigró a Canaán, donde estableció una alianza con Elohim. Allí Abram adquirió el nombre por el que es más conocido: Abraham [Aber-hamon], es decir, "padre de multitudes" (o "padre de las naciones", según otros).

El relato bíblico se hace más detallado y prolijo a partir del nacimiento de Abraham (el "primer hebreo", según Génesis 14:13): sólo entonces el pueblo hebreo tiene plena consciencia de su singularidad histórica; y, a partir de Jacob/Israel, de su existencia como nación.

            A los hebreos se les ha identificado con los "reyes pastores", "reyes extranjeros" o "reyes beduinos" de origen asiático (más conocidos como Hicsos) que, según Manetón, ocuparon el bajo Egipto a fines del Imperio Medio. Su florecimiento en Egipto, y su posterior expulsión por el faraón Ahmosis (fundador de la dinastía XVIII y del Nuevo Imperio), podría estar detrás del relato bíblico del Éxodo (en otro artículo de esta serie entraremos a fondo en esta cuestión).

            Los hebreos serían asimismo los Khabiru de los que hablaban los mesopotámicos, o los Apiru que mencionan los egipcios. Los hebreos se instalaron en la tierra de Canaán en los últimos siglos del II milenio aC. En un principio (durante el período de los "Jueces") cada tribu luchó por separado contra cananeos y filisteos. Con su primer rey, Saúl (siglo XI aC.), el país se unificó para dar batalla con más energía a sus enemigos. En tiempos del rey David, coincidiendo con el debilitamiento de sus vecinos (hititas y egipcios), el reino unido de Judá-Israel vivió una época de esplendor que duró poco: sólo hasta la muerte de su hijo, el rey Salomón.

            Pero, ¿qué nos puede decir la Biblia sobre los orígenes de este pueblo? La Biblia es un conjunto de "libros sagrados" ("biblioi hierai" la llamaban los griegos). Existen básicamente tres maneras de enfrentarse a las Sagradas Escrituras:

 

            a) Considerar que se trata únicamente de un conjunto de mitos y leyendas sin valor histórico alguno.

            b) Considerar que se trata de un libro plenamente histórico, del que cabe hacer una lectura literal.

            c) Considerar que, si bien los hechos que exponen entran dentro del ámbito de lo legendario, de ellos se puede extraer una información valiosa si entendemos que detrás de la leyenda, y de sus símbolos, se ocultan tal vez eventos reales.

 

            Estamos convencidos de que la tercera opción es la correcta. Y por ello, entraremos de lleno en el tema que da título a este artículo con el siguiente enfoque: la Biblia es una obra de una inmensa complejidad, de la que cabe hacer una lectura entre líneas, puesto que detrás de ciertos pasajes podemos hallar un simbolismo no exento de connotaciones históricas.

            Léase este párrafo:

 

      "Yo lo veo, mas no ahora; lo contemplo, mas no de cerca. De Jacob nace una estrella, y brota de Israel una vara que herirá a los caudillos de Moab y destruirá todos los hijos de Set" (Números 24:17).

 

            Según el relato bíblico, la estirpe de Heber deriva de Set, el tercer hijo varón de Adán y Eva tras Caín y Abel:

 

      "Adán todavía conoció de nuevo a su mujer; la cual parió un hijo, a quien puso por nombre Set, diciendo: 'Dios me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín'" (Génesis 4:25).

 

Observemos que los compiladores bíblicos hacen partir de Adán y Eva dos linajes: el primero tendría inicio en CAÍN, y continuaría con Henoc, Irad, Mahujael, Matusael y Lamec (que a su vez tendría como hijos a Jabel, Jubal y Tubal, tres patriarcas civilizadores). El segundo linaje es el de SET, y estaría compuesto por los siguientes patriarcas: Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Henoc, Matusalén, Lamec y Noé (que tuvo a Sem, Cam y Jafet).

Veamos ambos linajes ordenados según sus analogías fonéticas (en negrita):

 

Linaje de Caín:                    Linaje de Set:

 

Caín                               Set

Henoc                             Enós

Irad                               Cainán

Mahujael                           Mahaleel

Matusael                           Jared

Lamec                             Henoc

                                   Matusalén

                                   Lamec

                                   Noé

 

Jabel*                             Sem*

Jubal*                             Cam*

Tubal*                             Jafet*

 

* Hijos de Lamec y de Noé, respectivamente.

 

Como parece evidente, ambos linajes tienen sospechosas analogías. La semejanza parece clara: Caín-Cainán, Henoc, Matusael-Matusalén, Lamec (nótese también: Irad-Jared, y Mahujael-Mahaleel). Según parece, la tradición yahvista y la sacerdotal establecieron dos linajes: desde Adán, por CAÍN, hasta los tres hijos de Lamec; y desde Adán, por SET, hasta los tres hijos de Noé (respectivamente). Pero un análisis cuidadoso de ambas líneas genealógicas indicaría que en realidad existió un solo linaje, que partiría de Set (recordemos que en éste encontramos a Cainán).

Al repasar la obra de Josefo, esta presunción parece incluso más evidente que en la Biblia. Aquél, en su obra "Antigüedades de los Judíos", establece una genealogía en todo idéntica a la de las Sagradas Escrituras, salvo algunas diferencias de detalle en los nombres de los patriarcas: Enós es Enoc, Cainán es Cainás, Maholaleel es Maruel (o Malael), Henoc (hijo de Jared) es Enoc, y Matusala es Matusalén.

     La línea genealógica, de acuerdo con Flavio Josefo, es como sigue: SET, Enoc, Cainás, Maruel (o Malael), Jared, Enoc, Matusalén, Lamec y Noé. Por lo que se refiere al linaje de Caín, es el siguiente (en paréntesis el equivalente bíblico): CAÍN, Enoc (Henoc), Jared (Irad), Maruel (Mahujael), Matusalén (Matusael) y Lamec. En definitiva, podemos observar que es igual que el anterior (desde Cainás hasta Lamec), salvo que Enoc ocupa el lugar de Maruel, y viceversa. Ello parece probar que, efectivamente, estamos hablando de un solo y único linaje que, si acaso, podría haberse dividido en dos ramas.

En definitiva, la Biblia nos dice:

 

a) Caín y Set formaron dos linajes diferentes, los cuales tuvieron aproximadamente los mismos patriarcas.

b) Sem, antepasado de los hebreos, deriva de la estirpe de Set.

c) Y (en Números 24:17) la Biblia desmarca a los hebreos de la estirpe de Set, que un poco más adelante confunde con la de Caín: "Dirigió asimismo su vista hacia el cainita, y pronunció este oráculo: 'Fuerte sin duda es tu morada; mas aunque pongas tu habitación sobre una roca, y seas escogido del linaje de Caín, ¿por cuánto tiempo podrás permanecer en ese estado? Porque has de ser presa del asirio'" (Números 24:21-22).

 

            ¿Qué quiere decir todo ello? ¿Se trata de una contradicción o, en su lugar, hemos de entender que el Génesis está expresando un mensaje simbólico?

            La Biblia es una obra cuajada de simbolismos, que podemos encontrar en la etimología del nombre de los patriarcas. Por ejemplo, Caín derivaría de "qûn", que en hebreo significa "forjar el hierro"; Nod (país donde se dirigió Caín tras ser expulsado del Edén) significa literalmente "deambular"; Abel significaría "lamentación-duelo"; y, lo que es más significativo, Set no sería otra cosa que "transgresión-pecado" (raíz de la que derivaría el nombre del "principe de las tinieblas": Satán). Esta connotación se ajusta a la lectura más bien negativa que los egipcios hacían del dios homónimo (Seth), archienemigo del "príncipe de la luz" (Osiris) y de su hijo Horus.

            En definitiva, el hecho de que los hebreos (así como el resto de las naciones) desciendan de Set expresaría que todos los seres humanos descienden del pecado: ¿comer del fruto que otorga la sabiduría? Entiéndase que eso es, en definitiva, lo que significa "Caín": las artes de la civilización (la sabiduría). Fue la civilización (el herrero, el agricultor) la que mató la vida simple que llevaban los "reyes pastores", antepasados de los hebreos (idea expresada por la ocupación de Abel, que era pastor). Josefo lo explica de la siguiente manera:

 

      "Dios se regocijó más con este último sacrificio [el de Abel, el pastor], porque era más honrado con lo que crecía espontáneamente en la naturaleza, que con lo que era producto de la invención de un hombre avaro [Caín, el agricultor y herrero]" (Antigüedades de los Judíos, capítulo II, # 1).

 

            La historia de Caín y Abel sería una explicación fabulada de la sustitución del modo de vida nómada de los primeros hebreos, en favor de hábitos más sedentarios y urbanos. Caín podría expresar las artes de la civilización (consideradas corruptas por los sacerdotes hebreos), que se imponen a la simplicidad de los pastores, más que los celos del hermano despechado, tal como nos daría a entender la mera interpretación literal de este pasaje.

            Todas las culturas que habitualmente han sido consideradas una "cuna de la civilización" (Egipto, Sumeria, China) entran en el saco bíblico de los hijos de Cam, y éste -como sabemos- fue maldecido por Noé. Si los egipcios otorgaban un tinte positivo al dios que introdujo la civilización en la Tierra (Osiris), el clero hebreo demoniza a Caín, el patriarca que aportó las artes (la metalurgia, la vida urbana, la música, pero también la guerra). ¿Explicaría ello el que los hebreos pretendieran distinguirse de la estirpe de Caín (homologable, como hemos visto, a la de Set)?

            Creemos que la Biblia es un "emblema" del pueblo hebreo, que pretende, fundamentalmente, mantener su cohesión y su espíritu combativo en un ambiente hostil (el territorio cananeo, rodeado de poderosos enemigos) y en unos tiempos turbulentos. El simbolismo de algunos de los capítulos del Génesis apunta a una idea muy sencilla: la vida en la Tierra era mejor cuando la gente vivía una vida simple, y todavía no se había instalado en poblados y en ciudades. Cuando la tierra no había sido repartida, y no existían ni leyes ni reyes. Cuando Elohim (literalmente "los dioses", porque es el plural de El, "dios") señoreaba sobre una sociedad no corrompida todavía por las artes de la civilización.

            En este esquema mental, está claro que cabe establecer dos linajes: el de Sem y el de Set. El primero está ligado al pasado incorrupto del pueblo hebreo (Sem significa "el nombre, la esencia, el honor de Dios"); el segundo al presente impío de la vida hebrea en Canaán (recordemos que Set significa "transgresión-pecado"). Por supuesto, los piadosos hebreos se alinean con los primeros, y los corruptos cananeos (los hijos de Caín) con los segundos.

            Cabe hacer otra lectura: los descendientes de Sem y de Set se tratarían en realidad de dos pueblos diferenciados (¿Eden y Nod?), tal vez expresados por los hebreos semitas y los cananeos camitas o, ¿por qué no?, por dos ramas de un mismo pueblo (¿los bíblicos Sem y Set?), en una de las cuales cabría integrar a los hebreos. En todo caso, ello no deja de ser una especulación. Retengamos, sin embargo, la idea de que el Génesis podría estar expresando, en sus primeros capítulos, el mensaje simbólico de la victoria de la civilización sobre el modo de vida nómada de los primeros hebreos.

 

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