INVENTOS - VESTIDO
El vestido, más que cualquier otra faceta del hombre o de la mujer actuales, ha experimentado un progresivo cambio de significado: comenzó siendo el recurso que el ser humano ha empleado para protegerse de los elementos atmosféricos (tanto el frío como el calor, el sol como la lluvia), y acabó transformándose en una "seña de identidad" que denota el estatus o categoría social de su portador (o incluso su "personalidad"). En este artículo conoceremos algunos de sus hitos históricos más relevantes.
Los primeros vestidos consistían en grandes hojas unidas para resguardarse de la lluvia (en climas cálidos), o bien en pieles cosidas con agujas de hueso e hilo fabricado a base de intestinos, fibras vegetales o tendones de animales (en climas fríos). Vestidos similares a los que emplean los esquimales (con el pelaje hacia dentro) se confeccionaban ya hace unos 20.000 años. (El pelaje no comenzó a colocarse fuera de la prenda hasta la Edad Media.) Como es evidente, las primeras pieles se descompondrían ante los primeros indicios de calor, y además serían de lo más incómodo de usar (dada su rigidez). Uno de los primeros inventos en este campo tuvo lugar hace también unos 20.000 años: el arte de tratar las pieles para convertirlas en cueros, con los que se hacían todo tipo de prendas: sombreros, camisas, pantalones y mocasines.
(El proceso para la confección de cueros era largo y complejo: primero se debía eliminar el pelaje; posteriormente se ablandaba la piel con grasas animales; seguidamente se retiraba la capa de grasa; y finalmente la capa interior era preservada empleando para ello sal, humeándola o curtiéndola.)
Con la aparición de la agricultura y la ganadería, se empezaron a reemplazar paulatinamente las pieles de animales salvajes por las de los animales domésticos, como cabras, ovejas, asnos y vacas. Los sumerios eran conocidos por sus prendas de piel de oveja. El curtido de pieles es un invento acreditado a los egipcios; con él la piel es mucho más suave y duradera.
El empleo de la lana de oveja para la confección de hilo comenzó posiblemente en la región del Zagros (Mesopotamia) hace unos 11.000 años. Sin embargo, se piensa que los egipcios emplearon el lino antes que la lana. Ello no es extraño, puesto que el lino es a la vez fuerte, fresco, y ligero. En Judea se han encontrado trozos de tejido confeccionado con este material con 8.500 años de antigüedad. La seda es un invento atribuido a Xi Lingshi, la mujer del mítico emperador chino Huang Ti (según la leyenda, hacia el 2640 aC.; pero la fecha más probable de su aparición es hacia el 3.000 aC.) Los chinos supieron mantener su secreto hasta que dos monjes introdujeron huevos de gusano de seda en el Imperio Bizantino el año 552 dC. El algodón era empleado en la Civilización del Indo hace casi 5.000 años.
Al principio el hilado se efectuaba directamente con las manos, pero hacia el 7.000 aC. se inventó el huso. (La rueda de hilar no llegaría a Europa hasta la Edad Media, desde su lugar de origen, en India.) El telar existe desde hace aproximadamente unos 7.000 años. Los más simples eran soportados por la cadera de la tejedora en un extremo, y por un árbol en el otro. Posteriormente se inventaron telares con estructura de madera. Hasta la invención del telar mecánico por Edmun Cartwright (en 1785) los telares eran movidos a mano.
Las primeras agujas de coser, hace más de 20.000 años, eran simples trozos de hueso bien afilados. Los egipcios empleaban agujas y alfileres de cobre hace unos 6.000 años. El imperdible fue inventado, también en Egipto, hace unos 4.500 años. Los romanos (que los llamaban "fibulae") los utilizaban para sujetar sus vestidos (las conocidas "togas"). Sin embargo, con la caída del Imperio Romano el imperdible desapareció de la escena, hasta volver a ser "reinventado" en 1849 por un norteamericano llamado Walter Hunt.
El primer calzado consistía en simples coberturas de piel de animal, que rodeaban el pie de su portador. Sin embargo, en el arte rupestre (con unos 15.000 años de antigüedad) se han encontrado representaciones de botas de piel. Las sandalias (de varios materiales: papiro, hojas de palma, o cuero) fueron el calzado más empleado por egipcios, griegos y romanos. Curiosamente, estos últimos fueron los primeros en confeccionar zapatos específicos para el pie izquierdo y el pie derecho.
Los gorros y sombreros provienen asimismo de la Antigüedad. Hacia el 2100 aC., las mujeres cretenses lucían sombreros (acabados en pico), e incluso turbantes. Las griegas se cubrían del sol con unos sombreros llamados "petasos". Los hombres griegos, por su parte, utilizaban unos gorros (llamados "pilos") que podrían ser los abuelos de los llamados "berets" franceses (o de las "txapelas" vascas). Desde la Antigua Roma hasta la Edad Media los hombres pasaron a emplear capuchas, que hacia el siglo XV se transformaron en los sombreros modernos.
Las medias (hechas a ganchillo) y los calcetines eran de uso común en el Egipto faraónico. En Roma los calcetines (que podían llegar a ser tan largos como las medias) eran usados fundamentalmente para evitar las rozaduras de las botas; emplearlos sin este propósito era considerado propio de hombres afeminados. El corsé, por su parte, puede remontarse a la Creta minoica (hace unos 4.000 años): una célebre figura de diosa acompañada de serpientes porta una especie de armazón con placas de cobre, con las que ajusta las faldas a la cadera. Aunque en general las mujeres, durante la Antigüedad, empleaban ropajes sueltos, en medios aristocráticos se realzaba su esbeltez mediante fajas (las "fascias" romanas) o corsés que ceñían sus caderas: en ellos, las mujeres guardaban sus secretos de amor (cartas, e incluso elixires, pociones o venenos destinados a sus amantes).
Los pantalones eran extraños al mundo clásico. Sin embargo, eran de uso común en China y entre los nómadas asiáticos. En Persia eran portados tanto por hombres como por mujeres. Es posible que fueran los persas los que difundieran su uso entre los celtas, hacia el 400 aC. Sin embargo, como he adelantado, los pantalones no llegaron a Europa Occidental (excepción hecha del mundo celta prerromano) hasta que los hunos los introdujeron (junto con el estribo) durante sus correrías por el Imperio Romano, hacia el 410 dC.
Durante el siglo XIV se popularizaron dos inventos que, aunque humildes, no tienen pequeña importancia en la historia del vestido: las tijeras y los botones. Si bien estos últimos ya existían durante la Antigüedad, por increíble que parezca, no iban acompañados por sus respectivas ranuras (como es común hoy día). Los primeros botones que se conocen han sido hallados en la Civilización del Indo (III milenio aC.), pero eran más decorativos que útiles. Los romanos los empleaban, pero eran abrochados con lazos cosidos en el borde de la prenda (como ocurre hoy día con algunos abrigos).
La camisa (con frontal bordado, cuello y puños) tiene origen en el siglo XVI. Las mangas plisadas y los escudetes de los cuellos datan del siglo XVIII. Las camisas abotonadas por delante empezaron a ser de uso común en el siglo XX. De este mismo siglo datan las primeras blusas para mujeres.
La corbata tiene antecedentes lejanos: los legionarios romanos se enrrollaban en el cuello una especie de bufanda que dejaban caer en forma de corbatín: era el llamado "focale". Pero la corbata que conocemos hoy día tiene origen en uno de los regimientos de Luis XIV de Francia: el regimiento croata (de ahí su nombre francés: "cravate"). En un principio era un simple pañuelo de color liado al cuello, pero con el tiempo su nudo se hizo tan complicado, que durante el siglo XIX llegaron a existir academias especializadas en ¡enseñar a hacer el nudo!
El siglo XIX nos aportó una serie de inventos que hizo más llevadero el mal trago de soportar un tiempo tempestuoso. El paraguas tiene origen en el "umbraculum" romano, que era en realidad un sencillo parasol (un pedazo de tela extendido sobre un soporte de madera). El paraguas pensado para protegernos de la lluvia tiene origen en China, donde en el año 1000 aC. ya existían paraguas de seda (si bien no eran muy efectivos: sus versiones verdaderamente impermeables, realizadas con papel tratado con aceites, datan del siglo V de nuestra era). Los paraguas plegables ya existían antes del siglo XIX, pero eran muy pesados. En 1848 Samuel Fox incorporó el armazón de acero, que era mucho más ligero. El impermeable se lo debemos al químico escocés Charles Macintosh, que hizo su primer "macintosh" en 1823 (sólo tenía un problema: emitía un desagradable olor a caucho que se olía a diez metros de distancia).
Los utensilios pensados para "abrochar y cerrar" recibieron un renovado impulso a partir del siglo XIX. En 1807 el danés Bertel Sanders inventa el botón de broche. La cremallera fue patentada por el norteamericano Whitcomb Judson en 1893, aunque inicialmente se empleó únicamente para abrochar botas. Sin embargo, tenía el inconveniente de que se atascaba con facilidad. En 1914 Gideon Sundback inventó la primera cremallera pensada para ser usada en prendas de vestir. El velcro fue inventado por el Suizo Georges de Mestral en 1956.
Los pantalones vaqueros, como es bien sabido, se los debemos a un sencillo sastre judío, residente en San Francisco, llamado Levi Strauss. Éste empezó a confeccionar pantalones de lona (pensada originalmente para fabricar tiendas de campaña y toldos), y de este modo (hacia 1850) equipó a los rudos vaqueros con una ropa cómoda y sumamente resistente. Así nacieron los "jeans". Aunque al contrario de lo que se piensa, este término no proviene del francés "jaune" (alusivo al azul índigo característico de estos pantalones), sino de un tejido de algodón proveniente de la ciudad italiana de Génova (la Genes de los franceses: de ahí "jeans").
La prenda de lencería femenina conocida como sujetador tiene también una historia singular. Fue patentado durante el primer año de la I Guerra Mundial (1914) por la neoyorquina Mary Phelps Jacob, que vaticinó que su invento traería mayores consecuencias para la Humanidad que aquella espantosa guerra. Y como sabemos, en esto no se equivocó: gracias a esta inventora, a partir de ese momento las mujeres se pudieron ahorrar la tortura del corsé (o de la faja).