Reflexiones en torno al posible origen de la familia Da Vinci
Este trabajo pretende fundamentar con evidencias empíricas mi hipótesis acerca del origen catalán de la familia de Leonardo da Vinci. De ahí que tenga un tono un tanto técnico. Los pasajes en negrita son enlaces con figuras que ilustran el contenido del artículo.
Leonardo da Vinci es un personaje tan misterioso que ha dado lugar a mil y una especulaciones acerca de su vida y su obra. Una de las más actuales es su origen familiar. Los Da Vinci parecen llegar a la Toscana en la primera mitad del siglo XIII (no hay ninguna referencia de ellos anterior al año 1254). ¿De dónde provienen? O más bien, ¿cuándo adquieren este apellido?
Por otro lado, algunos autores se niegan a aceptar que Leonardo, personaje polifacético y genio avant la lettre, fuera hijo ilegítimo de un oscuro notario de Florencia y de una campesina. Desde mi punto de vista, sus propios escritos (sus cuadernos de notas), las biografías de sus contemporáneos (Vasari, Anónimo Gaddiano, etc.), y los documentos que se han conservado, permiten afirmar con seguridad que el Leonardo real es aquel que nació un 15 de abril de 1452 en Anchiano, una aldea cercana a Vinci. Mario Bruschi, en La fede battesimale di Leonardo. Ricerche in corso e altri documenti: Vinci e Anciano (Biblioteca Leonardiana, Vinci, 1997) estudia en profundidad este tema.
Su abuelo paterno, Antonio, escribió (FIGURA 1): “Nació un nieto mío, hijo de ser Piero mi hijo el día 15 de abril en lunes [a las 20.30 horas] [...] Se llama Lionardo. Lo bautizó Piero di Bartolomeo da Vinci, en presencia de Papino di Nanni, Meo di Torino, Pier di Malvolto, Monna Lisa di Domenico di Brettone”. Años más tarde, en 1457, en el catastro de Vinci se dice que este mismo Antonio tenía 85 años y vivía en el pueblo de Santa Croce. Era marido de Lucía, de 64 años, y tenía dos hijos: Francesco y Piero. El segundo (Piero, padre de Leonardo), de 30 años, estaba casado con Albiera, de 29. Con ellos vivía “Lionardo hijo del dicho ser Piero, no legítimo, nacido de él y de Chataria [Caterina], actualmente casada con Achattabriga di Piero del Vacca da Vinci” (Gustavo Uzielli: Ricerche intorno a L. da Vinci, Firenze, 1872).
Asimismo se conserva el registro de Leonardo, en el año 1472, en el gremio de pintores de Florencia (Compagnia di San Luca) (FIGURA 2). Allí aparece con el nombre Lionardo di Ser Piero da Vinci. Su árbol genealógico (FIGURA 3), al menos hasta la quinta generación, es ampliamente aceptado por los expertos.
En definitiva, su padre se llamaba Piero y su madre biológica Caterina (“mujer modesta, pero de buena sangre”, según el Anónimo Gaddiano). Considero este aspecto un hecho probado. Otro tipo de consideraciones sobre su ascendencia son, desde mi punto de vista, meras especulaciones.
Y por lo que se refiere a su “origen noble”, o a su educación refinada, se contradice con la visión que Leonardo tenía de sí mismo (se consideraba un uomo senza lettere, es decir, un “hombre sin letras”, o autodidacta). Si de algo se sentía orgulloso, es de seguir los pasos de la experiencia, no del escolasticismo imperante en su tiempo, que se fundamenta en los escritos de los antiguos, y no en las lecciones que imparte la vida práctica. Sus limitaciones intelectuales (no sabía leer latín, y aún menos griego), y su conocimiento del arte de la música, no son incompatibles con la educación recibida en el taller de Verrocchio (su maestro), orientada a las artes mecánicas y artísticas. Leonardo, más que pintor, se veía a sí mismo como científico e ingeniero.
Fundamentos de mi teoría hasta la fecha
Quien conozca mis trabajos sobre Leonardo, es decir, quien haya leído mis libros El viaje secreto de Leonardo da Vinci, y Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci (publicados por Editorial Base), sabrá que detrás de ellos subyacen dos hipótesis fundamentales:
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Leonardo da Vinci puede provenir de una familia de origen catalán.
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Leonardo da Vinci estuvo en Cataluña al menos en dos ocasiones.
Por lo que se refiere a la primera hipótesis (el origen catalán de la familia Da Vinci), la fundamento en su blasón (FIGURA 4), idéntico al del reino de Mallorca, así como en el hecho de que la villa de Vinçà, tal vez el topónimo que dio pie a su apellido (Vincià en jerga popular, Vinciano en los archivos notariales), se halla en la comarca del Conflent, la cual formaba parte del reino de Mallorca. Por otro lado, Vinçà, como villa real (FIGURA 5), ostentaba el escudo del rey (el del reino de Mallorca es una de las variantes del escudo del reino de Aragón). Y por lo que respecta a la segunda hipótesis (la presencia de Leonardo en Cataluña), la justifico en las dos obras antes citadas, por lo que no me extenderé más en este aspecto.
Ambas teorías son independientes, y no son excluyentes entre sí. De hecho, no tengo pruebas evidentes del origen catalán de los Da Vinci, sino sólo una presunción, apoyada en algunas evidencias obtenidas en fuentes documentales italianas:
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La antigüedad del escudo de los Da Vinci, que ya aparece en el sepulcro del padre de Leonardo, datado en el año 1472: “S.S. Petri Antoniis, Petri de Vincio et svorum A. D. 1472” (“Il Sepolcro della famiglia Da Vinci nella chiesa di Badia in Via del Proconsolo”: Gustavo Uzielli, Ricordi in Firenze, a Leonardo da Vinci e a Paolo Toscanelli, 1895). A este respecto, no cabe duda de que éste es el stemma de la familia Da Vinci de la villa de Vinci (no es el caso de los Da Vinci de Florencia, que como veremos más abajo, son tal vez otro linaje, diferente del de Leonardo). Dicho autor, en este mismo artículo, especula con la posibilidad de que “L’arme attuale di Vinci fosse quella che questo borgo aveva in antico”.
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La consecuencia lógica de ello sería, tal como establece Gustavo Uzielli, que “Lo Stemma dei Da Vinci, inquartato con l’Arme del Comune [un castillo, alusivo al de los antiguos señores, los condes de Guidi], indicasse che quella famiglia fosse stata, in un tempo più o meno remoto, signora del paese”. Más adelante comprobaremos que esta última presunción (que los Da Vinci fueran los “señores de Vinci”) puede ser errónea.
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El caso es que la aparición de los Da Vinci en el borgho de Vinci tiene lugar en fechas algo tardías. Tal como indica Renzo Cianchi (Vinci Leonardo e la sua famiglia, Museo Nazionale della Scienza e della Tecnologia, Milán, 1953): “Un Ranerio Vinci, che potrebbe anche identificarsi con quel Ser Rinieri di Salvi da Vinci, notaio della Signoria nel 1296 (e forse tutt’uno con un Ser Ranieri Vinci che rogò un atto il 12 Aprile 1261) figura, fra altri, in maggior parte notai, come testimone al contratto che il Comune di Firenze stipulò il 12 Agosto 1254 con i Conti Guidi, per l’acquisto del Castello di Vinci e di altri del Valdarno inferiori”.
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El problema es que no conocemos el origen de dicha familia Da Vinci. Ésta es la cuestión a dilucidar. A este respecto Renzo Cianchi dice: “Difficile, quasi impossibile, allo stato attuale delle ricerche, orientarsi sulle origini vere di questa famiglia che alternava la sua residenza e la prevalenza dei suoi interessi fra la città e il contado. Non sarebbe fuori luogo pensare ad una schiatta molto numerosa di liberi od affrancati trasferitasi dal luogo di origine in città quando i Guidi incominciarono a perdere stato e prima ancora che i fiorintini acquistassero i loro possessioni del Valdarno inferiore”.
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Seguimos sin saber la patria originaria de los Da Vinci. Está claro que la primera mención de este linaje, tanto en Vinci como en Florencia, tiene lugar en el año 1254. ¿Por qué no tenemos noticia de ellos con anterioridad? Gustavo Uzielli dice a este respecto: “Ciò [la posibilidad de que los Da Vinci fueran señores del borgho de Vinci] che avrebbe poi potuto dar origine a qualche erudita dissertazione sull’origine feudale, ghibeline e infine germanica della famiglia di Leonardo”. Así pues, Uzielli menciona la posibilidad de que los Da Vinci tuvieran origen extranjero. Y especula con su raíz germánica. Me pregunto yo: teniendo en cuenta el escudo familiar, ¿por qué no catalana?
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La posibilidad de que los Da Vinci tuvieran vínculos con la tierra de Cataluña queda avalada por el hecho de que un Da Vinci, Giovanni da Vinci, notario de profesión (como la mayor parte de los miembros de esta familia) murió en Barcelona en el año 1406. A este respecto, Renzo Cianchi dice: “Il più antico atto che di lui si conosca è del 1359; il più recente del 1367, ambedue relativi allo Studio [Fiorentino]. Fra questi due estremi si inseriscono altri atti rogati nell’interesse di privati. Ser Giovanni morì, sembra, a Barcellona, prima del 1406. Aveva in moglie Lottiera di Francesco Beccanugi. Non se ne conoscono discendenti. In Vinci aveva dei possessi in terrani, forse ereditati dal padre Ser Guido”.
En definitiva, estos son los materiales con los que contaba hasta fechas recientes, a la hora de proponer una hipótesis que me parece razonable: el origen catalán de los Da Vinci, llegados a la Toscana en algún momento de la primera mitad del siglo XIII. En mis libros (antes citados) explico que esos fueron tiempos turbulentos para la Cataluña del Norte (en concreto, para el Conflent, territorio donde se sitúa la villa de Vinçà). La represión de la herejía cátara produjo un flujo de emigrantes de origen acomodado, e incluso noble, en dirección a Italia. Los De Covinçà, y los De Vinçà, nobles de la comarca del Berguedà y de la Cerdaña, respectivamente, tuvieron contacto, más o menos directo, con dicha herejía, como tendré ocasión de exponer al final de este artículo.
El supuesto origen catalán de la familia Da Vinci no presupone la catalanidad de Leonardo. Éste es un hijo de la Toscana de su tiempo. Su cultura, y sus antecedentes, son italianísimos. Su actitud ante la vida (su carácter de uomo universale, su virtù, su Humanismo) son característicos de la Florencia del quattrocento. Sin embargo, considero que el legado de sus antepasados, tal vez cátaros de origen catalán, pudo haber influido en su visión del mundo; y especialmente en sus creencias religiosas (que las tuvo: Leonardo tal vez fuera un hereje, pero de ningún modo podemos considerarlo un ateo). De todo ello hablo en mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci.
¿Quiénes eran los Da Vinci?
Hace escasas semanas (este artículo está escrito en el mes de enero del 2013) recibí una llamada de una persona de apellido Vinci, perteneciente a una familia de notables italianos instalados en Cataluña en el siglo XVIII. Dicho individuo asegura que dispone de un detallado árbol genealógico que se remonta a los primeros Vinci italianos: los de Fermo y los de Sicilia, los más numerosos (con diferencia). Ello me impulsó a investigar con mayor detenimiento este aspecto crucial en el tema que nos ocupa.
De acuerdo a la documentación de la que dispongo, existen al menos tres linajes que comparten el apellido Vinci. El primero es el de los Vinci de Fermo y Sicilia, que según la Enciclopedia Storico-Nobiliare italiana (de Vittorio Spreti e Collaboratori) es la más antigua de Fermo, pudiéndose remontar al siglo XII (tendria como capostipite un tal Agostino). Los Vinci de Fermo tienen como armas un vinco (árbol del mimbre) sobre cinco “cimas a la italiana”, en un campo truncado de azul y de plata, con tres estrellas de ocho rayos de oro. El de los Vinci de Sicilia, en un campo azul, con faja de oro, comparte las tres estrellas de oro (con cinco puntas) con un leopardo (arriba) y un sol (abajo). Todo indica que este linaje hace derivar su apellido de la planta conocida como vinco (mimbre), la cual aparece en el escudo del linaje de los Vinci de Fermo. En las proximidades de la ciudad de Pistoia existe un río Vincio, que debe su nombre a la abundancia en sus orillas de esta planta.
Algunos autores han hecho remontar el apellido de los Da Vinci a esta misma raíz (vinco). Posiblemente se equivocan. Significativamente, los Da Vinci no aparecen en la rúbrica Vinci de la Enciclopedia Storico-Nobiliare italiana de Vittorio Spreti.
Dicho sobrenombre deriva, o bien de un personaje (Vincius, o Vinicius), o bien de una localidad homónima. Renzo Cianchi dice a este respecto: “Occorrerà tener presente che mentre alcune famiglie hanno derivato il cognome ‘da Vinci’ dal luogo di origine [Vinci], altre possono averlo assunto dal patronimico ‘Vincius’ o ‘Vinci’ (frequente non solo nell’omonimo territorio, il che involgerebbe anche una questione di toponomastica, ma anche altrove) como possono far pensare que casi in cui non troviamo il cognome precedutto dalla particella ‘da’. Como vedesi non sarà facili sciogliersi l’intrincata questione genealogica”. Más adelante comprobaremos que Vinci (como Vinçà) puede ser empleado de ambas maneras: como nombre y como apellido. En los dos casos su origen sería el mismo: la localidad homónima (Vinci o Vinçà).
El primer Da Vinci conocido (Ser Rinieri di Salvi da Vinci) aparece en el borgho de Vinci (en el año 1254) cuando este lugar aún no se llamaba así, sino Castello Guidi. El resto de este linaje derivaría –presumiblemente- de él. En definitiva, es esta familia la que puso el nombre al borgho, y no al revés.
Prosigamos. Si los Da Vinci no tienen nada que ver –presumiblemente- con los Vinci de Fermo, que adquieren su apellido de la planta conocida como vinco, tal como apunta Gustavo Uzielli aquéllos debieron llegar del extranjero. Sin embargo, aquí nos encontramos con un problema. No hay uno, sino dos linajes Da Vinci: los Da Vinci de Vinci, y los Da Vinci de Florencia.
Los Da Vinci de Vinci tienen como escudo quattro pali d’oro e tre di rosso. Pero simultáneamente, en el Priorista Fiorentino de Florencia (año 1287), encontramos un Ser Rinieri di Ser Vinci (aquí Vinci aparece como “nombre”, no como “apellido”, pues Ser era empleado junto con el nombre de pila), con un escudo que Cianchi describe así: “Stemma palato d’oro e d’azzurro (quatro d’oro, tre d’azurro)”. En definitiva, esta última rama de los Da Vinci, residente en Florencia, parece tener en su blasón una brisura del stemma de los Da Vinci de Vinci. Ello indicaría que estos últimos serían la familia troncal.
En la enciclopedia La famiglie di Firenze (volume 3) se dice a este respecto de los Vinci de Florencia: “Famiglia guelfa e riconosciuta di Popolo, arrivò a Firenze dall’omonimo castello [Vinci] intorno alla fine del Duecento”. Esta información se ajusta a los datos de los que disponemos (expuestos más arriba). Su escudo difiere del de los Da Vinci de Vinci, y también del de los Vinci de Fermo y de Sicilia. Su descripción es la siguiente: “D’azzurro al palo d’oro accostato da due estelle a otto punte dello stesso”. En dicha enciclopedia se añade que un antepasado, Lippo di Vinci, fue gonfaloniere de Florencia en el año 1301. Éste podría tener relación con un tal Lapus Ticci D. Ormani de Vincio (un gibelino), que aparece en un documento del año 1268.
Renzo Cianchi asegura que la rama de Ser Rinieri di Ser Vinci, originaria tal vez de Vinci, pero afincada en Florencia a fines del siglo XIII (donde adquiriría un escudo nuevo), se contrapone a la de los antepasados de Leonardo: “Un Ser Rinieri di Ser Vinci figura nel Priorista Fiorentino, sotto l’anno 1287, con uno stemma palato d’oro e d’azzurro, cui si contrappone quello adottato dal ramo cui appartenne Leonardo, costituito da quattro pali d’oro e tre di rosso”. Y añade lo siguiente: “Tuttavia è certo che il ramo da cui uscí Leonardo ebbe le sue origini in Vinci”.
G.B. di Crollalanza, en el Dizionario Storico-Blasonico, confunde ambas ramas (la de Vinci y la de Florencia). En concreto, enlaza a los antepasados más remotos conocidos de Leonardo (Ser Michele y Ser Guido da Vinci) con el citado Lippo, del cual tenemos noticia en el año 1301. En cambio, en La famiglie di Firenze se pone en duda este parentesco: “Padre Mariani, storico e genealogista, ipotizza che Leonardo appartenesse a questa famiglia [derivada de Lippo Vinci], ma l’ipotesi rimane vaga e non suffragata da documenti probanti”.
Los Da Vinci de la rama de Vinci (antecesores de Leonardo) se habrían instalado en Florencia en la primera mitad del siglo XIV. De acuerdo a Renzo Cianchi, la primera mención de un antepasado directo de Leonardo tiene lugar en un contrato firmado en el año 1339 por Ser Guido di Ser Michele da Vinci, que aparece ya como “notario florentino”: “Secondo l’Uzielli questo contratto del 1339 sarebbe la più antica memoria rimastaci della famiglia ‘da Vinci’”. Ser Piero, bisabuelo de Leonardo, consiguió la ciudadanía florentina en el año 1384. El capostipite de dicha familia, de nombre Michele, sería –como casi todos los demás- un notario, con el título Ser.
En definitiva, desde mi punto de vista, a la luz de las pruebas que aporto, los antepasados de los Da Vinci de Vinci no tienen conexión alguna con los Vinci de Fermo, aunque sí pueden tenerla con los Da Vinci de Florencia. Los Da Vinci de Vinci (gibelinos) habrían llegado a esta localidad en algún momento de la primera mitad del siglo XIII. Los Da Vinci de Florencia (originalmente gibelinos, aunque posteriormente pasarían al partido guelfo) se habrían instalado en la capital de la Toscana a finales de la misma centuria. En todo caso, serían una rama colateral de los Da Vinci que, de acuerdo a relevantes expertos, no tendría relación directa de parentesco con Leonardo. Ello no obstante, presumiblemente, provenían del mismo país de origen que los Da Vinci de Vinci. ¿Tal vez del Reino de Aragón, y más en concreto, del Norte de Cataluña?
He he hacer constar un error por mi parte. En mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci establezco una relación remota entre los Da Vinci de Vinci y los Vinci de Fermo y Sicilia. Con los datos que he expuesto, considero este vínculo poco probable (por no decir imposible). Los Vinci de Fermo tienen raíces en Italia. Los Da Vinci de Vinci (y seguramente también los de Florencia) serían de origen extranjero, tal como insinúa Uzielli. Pero, ¿dónde hemos de buscar sus antepasados? Quizás en el Vinciano del Conflent, al pie del monte Canigó.
Vinciano, versus Vincia
Vinçà, en el Conflent (Catalunya Nord), deriva de Vinciano, que según el libro Toponymie Historique de Catalunya Nord (volumen 1, 1990), tendría su origen en el patronímico Vincius, o Vinicius. Vinçà era empleado, con asuididad, como nombre propio (Vinça Portall, Vinça Huguet, Vinça Preses - Vincianus Preses -, Vinça Clerà, Vinça Fuster, Vinça Salvetat, Vinça Rodès, Vinça Batlle, Vinça Pons, etc.) (FIGURA 6 y FIGURA 7), o como apellido (Pere Vinçà, Mateu Vinçà), tal como observamos en la transcripción de los archivos de Vinçà efectuada por Julien Bernard Alart (FIGURA 8). Esta práctica era común en tiempos medievales. Por ejemplo, es habitual el nombre de Perpinianus (Perpiñán) empleado como nombre propio: Perpinyà Fuster, Perpinyà Bach, Perpinianus Bruguera...
Como hemos visto, en Italia sucedía algo parecido: Vinci era usado como nombre o como apellido. Ya he mencionado el caso de Ser Rinieri di Ser Vinci. Este Ser Vinci expresa un nombre propio, no un apellido. Como hemos visto, dicha persona puede pertenecer a una rama colateral de los Da Vinci (su escudo, tres palos azules en campo amarillo, sería una “brisura” del stemma de los Da Vinci de Vinci).
He encontrado al menos dos casos más en los que Vinci es empleado como nombre, no como apellido, en la ciudad de Florencia. El primero de ellos está citado en la Croniche Fiorentine di Ser Naddo da Montecatini e del cavaliere Iacopo Salviati, editada en Florencia en 1784. Aquí se habla de un Ser Vinci di Ser Dino (della Cicogna) lor. Notaio Quart. detto. Este Ser Vinci, de en torno al 1400, es, por supuesto, un nombre, no un apellido. En el artículo “The Early Collection of Books of S. Croce in Florence” (Proceedings of the American Philosophical Society, vol. 107, núm. 5; octubre 15, 1963), Charles T. Davis menciona un Ser Vinci degli Uberti (en un documento datado el 12 de julio del 1300). De nuevo, este Ser Vinci se corresponde con un nombre, no con un apellido.
Vinçà es el nombre actual de un topónimo que en tiempos antiguos tenía dos formas: la culta y la popular. En los documentos oficiales era escrito como Vinciano (FIGURA 9). Sin embargo, a nivel popular dicha localidad era conocida bajo la forma de Vincià, o Vincia. En mi última visita al archivo de Perpiñán, con la inestimable colaboración de mi amiga Lucila Grau, he podido encontrar esta forma popular en un documento del año 1210. En él se dice: “Lo Rey, En Pere, de gloriosa memoria, Rey de Arago, ab son real privilegi, en deguda forma expedit, dat en Perpinya als 2 de Janer 1209, dona y concedi a la casa de Marcevol, y a Fra Guillem, prior de dit Monastir, tot aquel honor de Avincia (FIGURA 10) que Dona Vilana havia donat a dita Casa y Priorat. Consta mes llargament en dit privilegi. 2 Janvier 1210. Archives de l’hospice de Vinça”.
Así sabemos que en tiempos del rey Pedro II de Aragón, muerto en defensa de cátaros y Occitanos en la batalla de Muret (1213), la localidad de Vinçà era llamada popularmente Avincia. La A inicial no sería más, según me informa la latinista y filóloga Lucila Grau, que un “metaplasmo” (o figura de dicción), de nombre prótesis, que consiste en añadir letras (en este caso una a) al principio de una palabra (como asentarse, en lugar de sentarse). En la comarca del Conflent el municipio de Rià era conocido popularmente con el nombre de Arià. Lo mismo sucede con Avincia, en lugar de Vincia. En todo caso, queda claro que este nombre es la forma vulgar del topónimo Vinçà. Es posible que Vincia tuviera acento (abierto) en la “a” final, por lo que sería pronunciado como Vincià.
El uso popular de esta forma del topónimo Vinçà queda atestiguado por un nombre que he encontrado en los cuadernos de J.B. Alart. Aquí aparece un Vinsia Batlle (FIGURA 11), a fecha de 1375. Cabe recordar que Leonardo es llamado a veces, en su tiempo, Leonardo Vincia.
Giuseppe Bossi, en Del Cenacolo di Leonardo da Vinci (Milano, dalla Stamperia Reale, MDCCCX), transcribe un epitafio de Il Platino, datado en torno a 1507, donde se dice: “Leonardo Vincia [sic] Florentinus”. El sic. es del propio Bossi. No se trata de una errata de Il Platino, porque en otro verso encontramos “Sum Florentinus Leonardus Vincia proles”. Y ya hemos visto que en el sepulcro del padre de Leonardo, Piero, éste aparece bajo el nombre Petri de Vincio. En definitiva, originalmente el apellido de los Da vinci era Vinci... y algo más.
De este modo, si Vinçà (en el Conflent) es el lugar de origen de los Da Vinci, dichos datos confirmarían que es posible una evolución fonética desde el Vincia (o Vincià) original hasta el Vinci resultante, ya en la Toscana del siglo XIII. Pero es que el nombre original (Vinciano) ni siquiera se perdió, como veremos a continuación.
Vinchiano, ¿escala intermedia del paso de los Da Vinci por la Toscana?
En mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci hice constar un hecho harto curioso. En la Toscana existen tres topónimos con la raíz Vinc. La primera es Vinca, bajo la jurisdicción de una pequeña ciudad llamada Fivizzano (¿Fi-Vinzano?), en las proximidades de Carrara. La segunda es Vinchiana, en la orilla del río Serchio, no lejos de Lucca. Y la tercera es Vinci, cerca de Empoli, en el Valdarno. Si unimos las tres localidades obtenemos una línea casi recta.
Ahora analicemos estos nombres. Vinca y Vinchiana se asemejan mucho a dos antiguas formas del topónimo Vinçà (Vinsanum, o Vincanum, versus Vinciano, o Vincianum). En definitiva, ambos pueblos de la Toscana (Vinca y Vinchiana) se distinguen por una raíz que se corresponde con las derivaciones que Vinçà (en el Conflent catalanofrancés) tenía hacia el siglo XII: Vincano y Vinciano, respectivamente. Es como si un grupo familiar, con el sobrenombre de Vinciano (Vincià, en su expresión popular catalana), hubiera dejado a su paso por la tierra toscana una estela de topónimos inspirados en el nombre de su patria originaria. Es evidente que hasta que no tenga más datos, provenientes de los archivos de la Toscana, esta hipótesis no deja de ser una simple especulación. Pero hay un detalle que da una cierta verosimilitud a dicha teoría.
Fijémonos, en un buen mapa de la Toscana, en los alrededores de Vinchiana. Un poco más arriba, en la otra orilla de la villa de Borgo, hay una localidad llamada Anchiano. Es bien sabido que Leonardo nació en la aldea de Anchiano, a dos kilómetros de Vinci (ésta aparece reflejada en la llamada Carta dei Capitani di Parte, del año 1580). Vinchiana y Vinci tienen, pues, algo en común: su proximidad a un pequeño núcleo residencial con el nombre de Anchiano. ¿Es ello casualidad? Creo que no.
Anteriormente dije que Gustavo Uzielli se equivocó cuando sugería que los Da Vinci podrían haber sido los señores de Vinci. En realidad, sus auténticos señores, después de los condes de Guidi, fueron los Anchiano. De ellos dice Domenico Maria Manni, en su obra Osservazioni Istoriche (Sigillo VIII, Chomunis de Vinciis), del año 1733: “Il Sigillo presente ci dà agevole occasione di mettere in veduta alcune piccole sí, ma necessarie notizie del comune del Castello di Vinci nella Diocesi di Pistoia, la Divisa del quale, esso Sigillo porta seco; ed altresì di tocare alcuna cosa di una Famiglia, detta d’Anchiano, poco cognita, la quale esso Castello possedeva”.
El citado Domenico Maria Manni explica que el castillo de Vinci fue cedido al Conde Guidi por el emperador Federico en el año 1164; que posteriormente fue vendido a los florentinos en el año 1254 (eso es algo que ya sabemos; es entonces cuando aparece en escena Rinieri di Salvi da Vinci, el primer Da Vinci conocido); y que en 1315 “I Signori d’Anchiano rubellaronoil loro Castello di Vinci al Comune di Firenze”. Y añade: “Questi Signori di Anchiano, Padroni del Castello di Vinci, fossero gente numerosa”. Así pues, no eran los Da Vinci los feudatarios (o señores) del castillo de Vinci, sino los Anchiano. El título de Ser (de notarios) de los Da Vinci así lo hacía preveer.
No sé qué relación –o vínculo- podría existir entre ambas familias (los Da Vinci y los Anchiano). Posiblemente no estaban emparentadas, puesto que el escudo de los Anchiano, según Domenico Maria Manni, es una “colonna o lista per lo ritto azzurra in campo d’oro”. Sea como sea, los Da Vinci tenían posesiones en la aldea de Anchiano, cercana a Vinci. A este respecto dice Alessandro Vezzosi, en su libro Il sigillo dei Vinci (1989): “Sui colli di Anchiano i Da Vinci possedevano dal 1482 una ‘casa da lavatore’ (e poi una ‘da oste’)”.
Es un hecho evidente que la citada coincidencia (un Anchiano cerca de Vinchiana y otro en Vinci) puede dar fe del hecho de que los Da Vinci tal vez provenían, con anterioridad a su instalación en Vinci, del pequeño núcleo de Vinchiana (también llamado Vinchiano). Tal vez allí establecieron algún tipo de relación –del tipo que sea- con los Anchiano.
Además de la coincidencia en la similitud del nombre (Vinchiano-Vinciano) aún podemos encontrar otro argumento que nos hace pensar en el origen catalán de este topónimo. A escasos kilómetros de Vinchiana se alza la hermosa iglesia conocida como Pieve di Brancoli (FIGURA 12), situada en el término municipal de esta localidad. Pero es su campanile lo que llama más la atención.
Éste es extremadamente parecido a la torre de la iglesia de San Salvador de Arles (FIGURA 13), en el Vallespir (al pie, nuevamente, del monte Canigó, en la Catalunya Nord). De ésta nos dice la enciclopedia Catalunya Romànica (tomo XXV), en su referencia a la villa de Arles: “Per la seva composició i esveltesa aquesta torre campanar recorda exemples nord-italians (o alpins). Tant les característiques formals com el dit esquema compositiu suggereixen, evidentment, els models llombards, però sense la seva composició ornamental ; és a dir, prescindint totalment de la decoració arquitectònica pròpia dels esmentats models”.
Salta a la vista que la torre de Pieve di Brancoli, en Vinchiana, y la de Sant Salvador, en Arles del Vallespir, son extremadamente parecidas. La segunda, es verdad, es mucho más pobre a nivel ornamental. Pero los rasgos fundamentales (los ventanales, la esbeltez, las almenas que la coronan) son idénticos. ¿Es ello indicio de que un determinado núcleo de población, con origen en el Norte de Cataluña, mantuvo un vínculo con el otro lado del Mediterráneo Occidental en tiempos tan tempranos como el siglo XII (que es cuando está fechada la citada torre)? Es posible, no en vano cerca de Sant Salvador d’Arles encontramos un pueblo llamado Reiner.
Rinieri di Salvi da Vinci, el primer Da Vinci... ¿De la Toscana?
Hasta hace algunas semanas pensaba que el punto más débil de mi teoría es el propio nombre del primer Da Vinci: Ser Rinieri di Salvi da Vinci, aparentemente extraño a la cultura catalana. Eso fue así hasta que supe que no lejos de Vinçà, en el vecino Vallespir, existe una población llamada Reiners (tal vez del germánico Rainher: “consejo armado”). Esta localidad, muy próxima a la moderna Arles sur Tech (donde se encuentra la torre de la iglesia de San Salvador antes referida) era llamada Reinerio en el siglo XII (Toponymie historique de Catalunya Nord). En un texto de esta época (acta de la segunda consagración de Santa María de Arles, del 12-13 de octubre del 1157) aparece un Petro de Reineiro, que nos informa de la grafía antigua de este topónimo.
Sea como sea, el nombre vulgar de la localidad era, en la Edad Media, Reiner. Así aparece en un documento del año 1163: la consagración de la iglesia de Solsona (en el Solsonès existe hoy día una localidad con este nombre). Nótese la homología entre Reiner-Reineiro y Riniero (di Salvi da Vinci).
Es cierto que es muy posible que este nombre pueda provenir de otras áreas, como por ejemplo los Alpes Marítimos, donde es muy común. Pero como demuestra el estudio de los patronímicos del área de la Catalunya Nord (Répertoire-Atlas Patronymique des Pyrénées Orientales au XIX siècle, tomo I), el apellido Reiner era habitual en esta zona. Según Lucila Grau, es previsible que, al igual que sucede con otros topónimos (como Vinçà o Perpiñán), fuera empleado asimismo como nombre propio.
Ahora fijémonos en el nombre Salvi (de Ser Rinieri di Salvi da Vinci). Nuevamente, me pareció extraño al ámbito catalán; y asimismo estaba equivocado. Salvi no es una abreviatura de Salvador (excepto en algunos casos), sino el nombre de un santo de la ciudad de Albi que vivió en el siglo VI (su festividad se celebra el 10 de septiembre). Sus restos fueron enterrados en una iglesia de esta ciudad, que en adelante pasó a llamarse San Salvi. Encima se construyó un monasterio, donde se conservan sus reliquias, halladas –supuestamente- en el año 1194.
Su culto se extendió asimismo al territorio catalán, donde hallamos, en Santa Coloma de Farners (en la comarca de la Selva, cerca del Montseny), una capilla llamada Sant Salvi de Cladells, ya existente –con dicho nombre- en el año 1282. En el año 1690 los franciscanos fundaron un convento en este emplazamiento. No por casualidad dicha capilla pertenecía, según Montserrat Moli Frigola (Roma a Sant Salvi de Cladells), a la familia Perapertusa, de Clariana de Conflent (actualmente Clarà).
En torno a este santo (Sant Salvi), en la comarca de la Selva, se ha conservado una curiosa leyenda, titulada “la huella de Sant Salvi”. Dicha marca está en una roca, situada entre los términos de Arbucias y Sant Feliu de Buixalleu, y habría sido realizada por Sant Salvi cuando saltó –a través de las montañas- con su caballo para huir de unos perseguidores. Tras esta proeza (no pequeña), habría ido a parar al monasterio que lleva su nombre, en Santa Coloma de Farners.
He podido localizar numerosos Salvi en Cataluña, especialmente entre los siglos XVI y XVII. Así tenemos: Salvi Ros (Mallorca, 1575), Salvi Onofre (notario de Vic), Salvi Beuló (notario de Vic, en un documento del 1558), Salvi Guinart (1618), Salvi Huix, Salvi Duran, Salvi Garrofa (1611), Salvi Estrada y Salvi Cubrés (1606), Salvi Serra (1642), etc.
En el documento titulado Répertoire-Atlas Patronymique des Pyrénées Orientales au XIX siècle encontramos asimismo algunos Salvi (llamados Salvy en grafía francesa) en el territorio de la Catalunya Nord. Hallamos asimismo dos individuos con apellido Salvi en Arles sur Tech (Vallespir): Joseph Salvi (1689) y Rosa Salvi (1685). Recordemos que es allí donde se encuentra la iglesia de San Salvador antes referida (con su alta y esbelta torre, tan similar a la de Pieve di Brancoli, en la Toscana).
Es bien cierto que nada de esto prueba que el tal Ser Rinieri di Salvi da Vinci (antepasado de Leonardo) fuera de ascendencia catalana. Lo que pretendo demostrar es que, pura y simplemente, nada impide que pudiera ser de origen catalán. Ni siquiera la complejidad –y especificidad- de su nombre. En la Cataluña ;del siglo XIII no habría llamado especialmente la atención, puesto que ni Rinieri ni Salvi serían nombres extraños a este entorno cultural.
¿Y qué decir de las posibles causas de la huida de los Da Vinci desde Cataluña en dirección a la Toscana? En mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci expongo cómo hubo al menos dos personajes catalanes del siglo XIII, con apellido De Vinçà, que tuvieron contacto con cátaros notables, y con el catarismo en general.
Los De Vinçà catalanes, ¿adeptos cátaros?
Gracias a la colaboración de mi amiga Lucila Grau, de Perpiñán (capital del Rosellón), he sabido al menos de dos personajes catalanes con el sobrenombre De Vinçà (De Vinciano, en su grafía latina). El primero es Cabot de Vinciano, que aparece en un documento del año 1163 (colección Moreau de los Archivos Departamentales de los Pirineos Orientales, de Perpiñán). El otro es Ramon de Vinçà, el cual tiene para mí un especial interés.
Un documento del hospital de Puigcerdà (capital de la Cerdaña) indica que Ramon de Vinçà (FIGURA 14), de Cases, en Enveig (actualmente Mas Franco), vende en 1246 un esclavo sarraceno. Volvemos a saber de él en 1265, cuando cede a la villa de Puigcerdà los derechos de pastoreo de unas tierras. Y también en 1270, cuando ejerce de procurador del noble Ramon Guillem d’Enveig.
Este De Vinçà es un señor feudal, yerno del caballero Arnau de Sant Martí. Gracias de nuevo a Lucila Grau, sé que en Cataluña existía un linaje de apellido Sant Martí, que habitaba en el Rosellón (La Clusa, cerca de Fenollar). Rodrigue Treton, compilador del Diplomatari del Masdéu (editado por la Fundación Noguera), nos lo presenta en varios documentos, entre el año 1174 y el 1262. En uno de ellos, del 1221, encontramos a un Arnau de Sant Martí, que junto con Ramon de Sant Martí actúa de testigo en una venta de Berenguer de Ceret a la Casa del Temple del Masdéu, en el Rosellón.
Muy posiblemente, este Arnau de Sant Martí podría ser el suegro de Ramon de Vinçà (de Cases). Sea como sea, él y su familia tienen un vínculo muy especial con la Orden del Temple, como indican los documentos del Diplomatari del Masdéu. Y el Temple catalán, según afirma Pere Català i Roca (en Adroer i Tasis, Càtars i catarisme a Catalunya), hizo lo que pudo por ayudar a albigenses. Por ejemplo, en el Masdéu citado, los caballeros acogieron a los cátaros Pere de Seixac, Ponç de Vernet, Arnau de Mudagons y Bernat de Clairà. Como consecuencia, algunos templarios fueron acusados de catarismo: A. de Soler, Ponç Egidum y Dalmau de Creixell (el cual había comandado las tropas catalano-aragonesas en la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212).
Algunos Sant Martí, como otras familias occitanas (y cátaras), hubieron de abandonar su patria para buscar refugio en Cataluña o en Italia. Por lo que se refiere a los que se instalaron en el llamado Reino del Sur (Aragón), Jordi Ventura, en su serie de artículos “Le catharisme en Catalogne”, afirma lo siguiente: “La Catalogne, pays frère de l’Occitanie, s’était transformé en lieu de refuge pour tous ceux qui, persécutés à cause de leur religion, étaient obligés de s’exiler. Une enquête effectuée en Languedoc en 1237 met en évidence la grande quantité de nobles cathares réfugiés en Catalogne... La liste serait interminable”. Miles de occitanos encontraron la acogida generosa de este país y de su rey, Jaime I de Aragón.
Volvamos a Ramon de Vinçà, habitante de la Cerdaña. Éste no es el único De Vinçà del que tenemos noticia. En el Diplomatari de Santa Maria de Serrateix (siglos X-XV), publicado por la Fundació Noguera (a cargo de Jordi de Bolòs), consta la presencia de un Ramon de Covinçà (es decir, de Cal Vinçà), en Avià, no muy lejos de Berga. El 5 de abril de 1230 Arnau de Bretons, y su mujer Guillema, dan el dominio útil de la masía que tienen en la parroquia de Sant Martí d’Avià a Ramon de Covinçà. En 1243 éste compra a Arnau de Bretons el mas de Pallerols de Vilamarí, a cambio de entregar al monasterio de Serrateix los diezmos, las primicias y los censos. Volvemos a saber de Ramon de Covinçà en 1261, pues dona a su hijo Arnau la masía de Covinçà (Cal Vinçà), con sus bienes.
¿Y quién es Arnau de Bretons, tan ligado, como vemos, a Ramon de Covinçà? Aquél nos puede dar algunas pistas sobre la verdadera identidad de este último (y quizás también del Ramon de Vinçà que habita en Cerdaña, si es que están emparentados).
Michel Roquebert hace alusión a él en su Histoire des Cathares: “Tout comme le Catalan Arnaud de Bretos, que Bertrand Marty [obispo cátaro] avait ordonné a la fin de 1240 et qui fut arrêté au printemps 1244 alors qu’il partait pour la Lombardie... Des six parfaits qu’il entendit aussi, le Catalan Arnaud de Bretos avait été arrêté au pays d’Alion”.Ya sabemos algo de este personaje: que era un perfecto cátaro.
Gracias a Pere Català i Roca (en Adroer i Tasis, Càtars i catarisme a Catalunya) podemos averiguar algo más de él. En el año 1214 Arnau de Bretós, de Berga, envió a sus hermanos Ramon y Pere a Puivert (Aude), para obtener el servicio de perfectos cátaros, con el fin de administrarle el consolament a su madre, de nombre Guillelma. Ya sabemos otra cosa: Arnau de Bretós vivía en Berga, como el Arnau de Bretons que vende el dominio útil de un mas a Ramon de Covinçà en el año 1230; y la mujer de aquél, por cierto, recibe el nombre de Guillema.
Aquel “perfecto” catalán declaró haber asistido a otros actos de consolament. Uno en Castellbò, teniendo como testigos al vizconde de Castellbò (Arnau de Castellbò), así como al diácono Guillem Clergue, su socio Raimon, los caballeros Ramon y Galceran de Castellarnau, y Berenguer de Pi. Y también en el castillo de Josa, donde oficiaba el diácono Pere de Corona, con asistencia de Ramon de Josa i de Timbors, señor del castillo, y de Guillem de Solà, hermano de aquél. Arnau de Bretós (con el sobrenombre de Arnau català de Berga) recibió el consolament en el año 1240, en Montsegur, en la casa del obispo cátaro Bertran Martí (o Marty).
En este acto estuvieron presentes Ponç de Narbona (de Querol de Cathalaunia) y otros. Una vez caído el enclave (en el año 1244), fue apresado, junto con el también cátaro Pere Girberga, en su camino del exilio a Italia. El 19 de mayo fue sometido a juicio ante el inquisidor de Carcasona Ferrer, de origen catalán (era originario de Vilallonga, cerca de Perpinyà). Desgraciadamente, no conozco el destino final de este hereje cátaro.
En el año 1243 Arnau de Bretons vende el mas de Pallerols de Vilamarí a Ramon de Covinçà, porque es muy posible que estuviera planeando la huida a Italia. ¿Pero existe forma de saber si Arnau de Bretons es realmente Arnau de Bretós? Pere Català i Roca piensa que el apellido Bretós podría ser un apócope de Bretons (igual que Vinci o Vincia lo sería de Vinciano): “Quant al cognom Bretos o Bretós, no ens estranyaria que fos Bretons”. Lucila Grau opina que su forma acentuada es un error de copista (en los documentos antiguos la n forma una tilde; de ahí el “Bretós”, que habría de ser Bretons, o Brotons).
Y por lo que se refiere a Ramon de Covinçà, ¿podría estar contaminado de herejía? Creo que sí. En aquellos tiempos, todo el mundo sabía quién era quién. Los cátaros vestían, comían, saludaban y se relacionaban de una forma muy distintiva. La relación entre Ramon de Covinçà y Arnau de Bretons dura, como mínimo, trece años. Y todo el que se mezcla con heréticos corre el peligro de ser considerado herético. Sólo alguien que lo es está dispuesto a asumir el riesgo, incluso en una tierra tan tolerante como Cataluña. En definitiva, es muy probable que Ramon de Covinçà fuera cátaro.
Sólo he encontrado un topónimo con la forma Vinçà en la Cataluña al Sur de los Pirineos: Covinçà, cerca de Berga. De esta tierra dice Pere Català i Roca que era un “núcleo herético”. También lo fue la Cerdaña, donde se instaló Ramon de Vinçà. Ya hemos visto que Arnau de Bretons (o Bretós) intentó huir a Lombardía, en Italia.
En el Onomasticon Cataloniae de Joan Coromines se nos dice que en la Toscana hay un parónimo: Calbenzano. También hay un Calvenzano en la Lombardía. No creo que estos topónimos tengan relación con el patronímico Covinçà (es decir, Cal Vinçà, siendo Cal un diminutivo de Casa).
En definitiva, parece como si los dos Ramon de Vinçà (el de Berga y el de la Cerdaña), si no constituyen una sola y única persona (no en vano son coetáneos), hubiesen tenido algún trato con sospechosos de herejía. Con toda seguridad en el caso de Ramon de Covinçà (el cual frecuentó la compañía del perfecto Arnau de Bretós), y con alguna probabilidad en el caso de Ramon de Vinçà (afecto al noble Arnau de Sant Martí, amigo del Masdéu, encomienda templaria conocida por dar cobertura a los cátaros).
No tengo pruebas que pueda avalar el supuesto vínculo entre los De Vinçà catalanes y los Da Vinci toscanos, pero sí una fundada sospecha. Recordemos que Ramon de Vinçà fue procurador, en 1270, del noble Ramon Guillem d’Enveig. De acuerdo a Lucila Grau, esta responsabilidad equivale a ser “representante legal” de una persona, sin necesidad de ejercer como “doctor en leyes”. Sea como sea, es bien sabido que los Da Vinci de Italia tuvieron como ocupación principal, desde tiempos de Ser Rinieri di Salvi da Vinci (en el año 1254), la escribanía, el notariado, y el oficio de la abogacía.
Y por cierto, tal como me hace notar mi buena amiga Lucila, a partir de ese año 1270 los De Vinçà catalanes desaparecen del mapa. No se vuelve a saber de ellos. ¿Por qué? ¿Tal vez porque habían abandonado el país, con destino a la lejana Toscana? ¿Qui lo sá?
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