Pirámides aquí y allá
La pirámide es mucho más que una figura geométrica, o que un monumento con cuatro caras, acabado en punta (el piramidón). Es ante todo un símbolo universal: la “montaña sagrada”. Como otros símbolos heredados de la Tradición, rememora un pasado muy lejano, en el que los hombres vivían existencias largas y felices, en un mundo (el Paraíso primordial) que –según diversos mitos- fue borrado de la faz de la Tierra por una catástrofe cósmica.
Los “sabios de la academia” nos han querido hacer creer que la pirámide es un fenómeno local, característico de sólo unos pocos lugares sin contacto entre sí (Egipto y Nubia, Sumeria y Mesopotamia, algunos enclaves de Asia y Europa, y por supuesto América). Si existen pirámides –afirman- es porque éstas son relativamente fáciles de construir, porque son las estructuras artificiales más estables y sólidas, y porque pretenden decir cosas diferentes en cada contexto.
La doctrina ortodoxa argumenta que estas estructuras no tendrían siempre el mismo propósito: algunas de ellas servirían de tumbas (pirámides egipcias y túmulos en Europa y Asia), y otras de plataformas elevadas para erigir altares y templos (sería el caso de América y de Mesopotamia), o bien de “contenedor de reliquias sagradas” (como sucede con las eestupas budistas, en la India y en el Sudeste de Asia, o con las pagodas chinas).
Según afirma la “sabiduría convencional” no sería lo mismo un túmulo o una pirámide construidos con propósitos funerarios, que un templo elevado, al que se accede por medio de escaleras, o que un vistoso edificio (la estupa) cuya función es guardar reliquias para venerar un santo budista, o bien conmemorar un hecho reseñable de la Historia.
Esta categorización es empobrecedora y reduccionista. No se ha demostrado que el propósito de las pirámides egipcias de la IV dinastía fuera el de ser empleadas como recintos funerarios, puesto que no se ha rescatado ningún cuerpo dentro de ellas (ni siquiera en la de Micerinos, dentro de la cual se encontraron restos humanos cuya datación es muy posterior). En cambio, sorprende hallar un sepulcro con restos humanos bajo la pirámide de las inscripciones de Palenque (el del cacique maya Pacal), en un área donde –supuestamente- éstas se emplean como plataformas elevadas de los templos.
Por lo que se refiere al argumento de que las pirámides, excepto en algunas áreas culturales próximas, fueron construidas sin mediar ningún contacto entre si, cabe decir que algunas evidencias demuestran que debió existir una antigua relación entre culturas muy lejanas en el tiempo y en el espacio. Por poner un ejemplo, la presencia de símbolos (como el dragón), de reliquias (como el jade), o de detalles constructivos idénticos, demuestran que las pirámides de América y de Asia pueden tener mucho en común.
Si algo define al estado de la cuestión de la “piramidología” actual es la constatación de que su construcción no es sólo un fenómeno universal, arraigado en las cuatro esquinas del mundo, sino que –y esto es lo más importante- se fundamenta en idénticos presupuestos simbólicos y culturales.
Índice:
Un cambio de perspectiva
La pirámide: un fenómeno universal
Más pirámides
La pirámide, ¿una montaña sagrada?
Meru, modelo de la “montaña sagrada”
La pirámide, ¿indicativa de un culto solar?
¿Quién construyó las primeras pirámides?
El misterio de las primeras pirámides
CUADRO 1: KEOPS, PROTOTIPO DE LA PIRÁMIDE “PERFECTA"
CUADRO 2: PIRÁMIDES EN TODO EL MUNDO
CUADRO 3: ¿PIRÁMIDES ANTEDILUVIANAS?
¿SABÍAS QUÉ? El profesor Sam Osmanagich...
BIBLIOGRAFÍA
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Temas de Historia Oculta. Nuestro pasado robado.