El mensaje oculto de Gaudí
Gaudí siempre ha sido un enigma. Aunque reiteradamente se lo ha tratado de desvincular de cualquier tipo de "filiación masónica", los hechos demuestran que al menos en un momento inicial de su vida él fue un "iniciado".
Arriba, piedra filosofal y atanor en el Parc Güell. Abajo, pirámide escalonada, estelas y cruces en la parte alta del Parc Güell. Ambas obras son de Gaudí.
Sagrada Familia, de Gaudí.
Gaudí, como Ildefons Cerdà (aunque no está demostrado que éste fuera masón; sí lo fue en cambio su hija, Clotilde Cerdà), habría pertenecido a una larga cadena de la tradición que preservó buena parte del legado de los antiguos. En el caso de Cerdà, éste plasmó en la trama urbana de Barcelona el símbolo masónico de la doble A.
La doble A de Cerdà, en la trama del Ensanche barcelonés.
Una doble A idéntica a la de Cerdà en un petroglifo catalán.
La bisectriz que divide por la mitad la doble A de Cerdà atraviesa esta estatua (un toro que piensa, de Josep Granyer), situada en la confluencia entre la Rambla de Catalunya y la Gran Vía de Barcelona.
El vértice de la Doble A del Ensanche diseñado por Cerdà se ubica en el antiguo faro de Barcelona.
El antiguo faro de Barcelona es ahora una "torre del reloj".
La A, y en especial la doble A, tiene un simbolismo muy potente. La A deriva del fenicio Alpu, o del hebreo Aleph, que significa "toro" (la A es una cabeza de toro puesta del revés). De ahí el "toro pensante" en la Rambla de Catalunya, en la bisectriz de la doble A planificada por Cerdà. Por cierto, el vértice se sitúa en el antiguo faro, actualmente la "torre del reloj" del muelle de pescadores del puerto de Barcelona.
El simbolismo de la A fue preservado en el fuste de la estatua de Colón, erigida en 1888. Aquí vemos una A en un pentáculo, dentro de un círculo, con dos rosas (símbolo del secreto) en los extremos superior e inferior.
La A en el fuste de la estatua de Colón, de Gaietà Buïgas (1888).
Un año más tarde, en 1889, coincidiendo con el primer aniversario de la Revolución Francesa, en París se inauguró la gran A universal, que como en el puerto de Barcelona (cuyo faro era el vértice de la doble A dibujada por Cerdà en su trama urbana) es literalmente un "faro del mundo ilustrado".
La torre Eiffel de París (1889), entre las dos astas del toro que da nombre y sentido a la Alfa.
Por supuesto, esta coincidencia entre el monumento de Colón (1888) y el de Eiffel (1889), es decir, la A que les da sentido, no es meramente casual. El simbolismo del faro que ilumina el mundo es común en los ambientes esotéricos. Por ejemplo, Alan Kardec (El Génesis, capítulo II) dice de Dios que es el "faro cuyos rayos se extienden por el universo entero".
La torre Eiffel con su faro en un fotograma de la película El código Da Vinci.
Un faro, con un "delta luminoso" (triángulo con círculo) en primer plano, en la película El testamento de Orfeo, de Jean Coucteau.
Pero sigamos. La doble A es un símbolo universal que alude a la inteligencia, al saber, y a la civilización. Por eso la encontramos en una escena de la curiosa película titulada El hombre sin edad (de Francis Ford Coppola, a partir de un libro de Mircea Eliade).
Una doble A en la pizarra (entre dos signos de paréntesis), en este fotograma de El hombre sin edad, de Francis Ford Coppola. Nótese también la gran A a la derecha de la pizarra.
En Girona hay una doble A en la fachada del Museo del Cine (obra de Joan Brossa). La primera A está asociada a una columna, símbolo del "fundamento".
Los "grandes iniciados" han conocido y han plasmado la doble A en su obra. Lo hizo repetidamente Leonardo da Vinci.
Leonardo dibujó una doble A ligada a un círculo (es eso lo que expresa la doble A: un punto dado en el círculo, que representa el comienzo y el final de un ciclo).
Leonardo pudo ser influenciado por el sustrato cultural que se desarrollaba en Florencia en tiempos de Lorenzo de Medici. Un contemporáneo y amigo de Marsilio Ficino (tal vez maestro de Leonardo), Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), alude a la doble A en los siguientes (enigmáticos) términos: "Si la doble aleph que aparece en el texto No se le sacará del centro, etc., la unimos a la doble aleph que está en el texto Dios me poseyó al principio, y a la doble aleph que está en el texto La Tierra estaba vacía, entenderemos por vía de la Cábala que allí Jacob habló del verdadero Mesías que fue Jesús de Nazaret" (Conclusiones mágicas y cabalísticas, Ediciones Obelisco, página 91).
Posteriormente otro gran místico, Nostradamus (1503-1566), menciona, en una enigmática frase, a esta fantasmagórica sociedad secreta: "Secta obstinada deplorada temerá de dos heridos por Aleph y Aleph" (cuarteta XCVI, centuria X). Si nos fijamos bien en este asunto, tanto Pico della Mirandola como Nostradamus hacen coincidir el "milenio" (el fin del mundo) con el principio del año 2000. A este respecto Pico escribe: "Si existe alguna conjetura humana acerca de los tiempos últimos, podemos investigarla a través de la sacratísima vía de la Cábala, por la que sabemos que el fin de los tiempos será dentro de quinientos catorce años y veinticinco días" (lo que coincide aproximadamente con los albores del año 2000).
Nostradamus, a su vez, considera que El Esperado llegará en los albores del nuevo milenio (año 2000), lo que se verá acompañado de grandes convulsiones: "En la revuelta del gran número séptimo aparecerán en el tiempo juegos de Hecatombe. No alejados de la gran edad milenaria que los sepultados saldrán de sus tumbas" (cuarteta LXXIV, centuria X). Nótese que el "gran número séptimo" podría representar un área geográfica, con la forma del Oriente Próximo (si observamos en un mapa el perfil del territorio que se extiende entre Israel, Siria e Iraq, comprobaremos que constituye un gran número 7).
Esta tradición mesiánica perduró en el tiempo. Eliphas Lévi considera que el "mesianismo es el cristianismo consumado" (Curso de Filosofía oculta, página 58), y añade que el "fin de los tiempos" llegará hacia el año 2000: "¿Cuándo llegará ese juicio final? Después del año 2000, sin duda, y precederá al reino mesiánico anunciado por todos los profetas y, sobre todo, por el apóstol San Juan" (Curso de Filosofía oculta, página 163).
El milenarismo, y el mesianismo, es una característica propia de las corrientes rosacruces. Dante se hace eco de la rosa simbólica (que vemos en el fuste de la estatua de Colón, en Barcelona). De ella dice: "La rosa que encarnó el verbo divino aquí está, con los lirios que, fragantes, marcaron con su olor el buen camino... El nombre de la flor que siempre invoco [la rosa], mañana y tarde, a mi ánimo empujaba a la contemplación del mayor foco" (Divina Comedia, Cielo, VIII, canto XXIII). Nostradamos se hace eco de la filiación rosacruz, pues en la cuarteta XCVI, centuria V, identifica a El Esperado con un adepto de la Hermandad Rosacruz (que oficialmente aún no existía): "En el medio del gran mundo la rosa, por nuevos hechos sangre pública derramada: A decir verdad se tendrá boca cerrada [la rosa simboliza el secreto], cuando sea necesario llegará tarde el esperado".
Sin embargo, el milenarismo rosacruz, a diferencia del católico, no tiene un comienzo y un final únicos en el tiempo. Más bien, son el comienzo y el final de un ciclo en el tiempo, previo a un nuevo ciclo.
La doble A representa un ciclo: la A es el comienzo y el fin de un ciclo, la oposición a la concepción cristiana del proceso lineal de la historia, con un inicio (la Alfa) y un final (la Omega, o Fin de los Tiempos).
En una iglesia prerrománica de la Cataluña pirenaica encontramos representadas tanto la Alfa y Omega, como la doble A.
Habitualmente la noción cristiana de la Historia está asociada al Crismón, una Alfa y una Omega que acompañan una X y una P (Ro) intercaladas, las cuales aluden al nombre de Cristo.
Un típico Crismón cristiano, con una Alfa y una Omega, asociadas a la visión lineal de la Historia.
Es por ello muy extraño que la nueva cruz de la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia tenga a un lado y a otro del Crismón, no una Alfa y una Omega, sino sendas Omegas.
La fachada de la Pasión de la Sagrada Familia está culminada por un Crismón con ¡dos Omegas a un lado y otro!
Las dos omegas en el Crismón de la fachada de la Pasión. Nótese la presencia de sexifolias (la flor de la vida).
¿Qué sentido tiene ello? Para entenderlo, hemos de tener en cuenta el simbolismo que su diseñador, el escultor catalán Subirachs, impuso al conjunto de esta fachada.
La fachada de la Pasión de la Sagrada Familia, diseñada por Josep Maria Subirachs, tiene numerosos símbolos iniciáticos. De arriba abajo, el laberinto, el cuadrado mágico (33), la columna y un Alfa-Omega que preside el conjunto. Añádase a ellos el gallo, la serpiente, etc.
Así pues, ¿qué significado tiene una doble Omega en el vértice de la Fachada de la Pasión de la Sagrada Familia? Si tenemos en cuenta que la doble A alude al comienzo de un ciclo (A) y al comienzo del siguiente ciclo (A'), una doble Omega representa exactamente lo mismo, si bien -como en la paradoja de "qué fue primero, la gallina o el huevo"- se alude al final de dos ciclos consecutivos.
Ha de tenerse en cuenta que Alfa y Omega son como las dos caras de una puerta, o del dios romano Jano. Un punto en un círculo es siempre el final de un ciclo y el comienzo del siguiente. Es por ello que la Omega de un ciclo (su final) representa la Alfa (el comienzo) del ciclo siguiente. De este modo, dos Omegas son equivalentes a dos Alfas. Se las representa así como una forma de disimular el simbolismo de la doble A, del mismo modo que en las películas de Hollywood se menciona el número 555 para aludir al 666.
De este modo, los "amos del mundo", o del "conocimiento", han vuelto a dejar su sello en la ciudad de Barcelona para decir "aquí estamos nosotros".
Qué hay de soberbia, de impostura, de puerilidad, de advertencia o de amenaza, o bien de "alimara" (señal para los que buscan la luz; en Barcelona hay un hotel con este nombre asociado a unas astas de toro y a una doble A gigantesca, cerca del laberinto de Horta), es algo que dejo al libre criterio del lector.
Hotel Alimara, al lado del Laberinto de Horta y de la Doble A de Joan Brossa (Barcelona).
Doble A de Joan Brossa (Barcelona).
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