¿Existen las brujas?
El día 25 de Diciembre del 2019 decidí celebrar la Navidad de una manera diferente; por ello realicé una visita al bellísimo bosque de Òrrius, pequeña localidad situada en el macizo del Montnegre, a 6 kilómetros de la Roca del Vallès, y a menos de 30 kilómetros de Barcelona.
Este bosque, característico del paisaje mediterráneo litoral, está cuajado de singularidades, entre las cuales podemos destacar: curiosas formaciones de roca ígnea, pinturas prehistóricas, extraños petroglifos, esculturas de piedra y de madera, roca trabajada con formas caprichosas, megalitos y hermosas ermitas. Por no hablar de la propia foresta, que en ciertos sectores parece un bosque encantado (al estilo mediterráneo, eso sí), con hermosas vistas hacia las montañas de la cadena prelitoral catalana: entre ellas Montserrat, Sant Llorenç de Munt y Montseny.
En esta excursión tuve la ocasión de toparme con una pareja de jóvenes originarios de Polonia, que según me informaron habían venido a este lugar porque encontraron referencias atractivas en Internet. Ciertamente, si el lector busca en Google los términos “bosque encantado de Òrrius” hallará numerosísima información, y no pocas rutas practicables por senderistas y excursionistas (en este sentido, la página Wikiloc es de gran utilidad).
Pero lo que realmente me ha animado a realizar este largo y exhaustivo artículo es un corto pasaje de la conversación que tuve con estos simpáticos viajeros. Uno de ellos me preguntó “por qué este bosque es tan raro” (es decir, por qué hay tantas cosas raras en él). Yo le contesté, para sintetizar, que “en él se ha producido un culto brujeril muy intenso, desde la más lejana antigüedad”. El chico polaco no se tomó muy en serio muy respuesta, puesto que, “como sabe todo el mundo, las brujas no existen, ni han existido nunca; son sólo cosa de los cuentos”. Yo no le di muchas vueltas al asunto, porque se estaba haciendo de noche, y aún estaba lejos del pueblo; y no quería verme perdido en mitad del bosque cuando marchara la luz. Y es que, por cierto, en esta zona los jabalíes son enormes (vi uno que sin duda llegaría a los 150 kilos de peso). Afortunadamente estaba solo (el jabalí, no yo).
En fin, he estado dando vueltas al tema, y he decidido demostrar algo que a la mayor parte de la gente, ajena a la Historia Oculta que yo profeso, considera inadmisible: que las brujas sí han existido, y siguen existiendo. Y casi todo lo que se dice sobre ellas es verdad (es decir, tiene una base histórica).
Para ello haré alusiones dispersas –aquí y allá- a varias obras, propias y ajenas. Y especialmente a una entrevista que realicé a una bruja de las de verdad, hace ya bastantes años. He decidido preservar su intimidad, y por ello sólo aludo a su nombre de pila: Rosa, una “remeiera” (sanadora, o como gustan decir las brujas de ellas mismas, una “mujer sabia”) de un pueblecito de la provincia de Girona, en Cataluña. Ella nos permitirá entender qué signfica exactamente ser bruja en la actualidad (especialmente, cuando se es una “bruja buena”), y cuál es su –importante- papel en la sociedad de hoy en día. Pero éste es un tema que iremos desgranando poco a poco. A final del artículo expongo la entrevista entera (en la revista donde fue publicada sólo se colocó un extracto). Empecemos.
El bosque de Òrrius
Este “bosque encantado” es ciertamente notable. En él hallamos rocas trabajadas de una forma especial.
Dos conjuntos rocosos notables del bosque de Òrrius.
Algunas rocas han sido esculpidas, adoptando formas singulares.
Izquierda, roca esculpida, adoptando la forma de un elefante. A la derecha, perfil de figura humana.
Los visitantes dejan en ocasiones construcciones alusivas a aspectos determinados de sus creencias esotéricas.
Izquierda, red de cuerdas con trozos de tela. Derecha, en la playa de l’Estartit, construcción realizada con cañas, hilo y flores. Este tipo de construcciones son muy abundantes en los bosques catalanes. Hay quien las liga a las brujas.
Los hay que, incluso, emplean un dolmen para cobijar un Nacimiento (Belén, o Pesebre), con motivo de la Navidad, lo que es un claro ejemplo de síntesis entre la tradición católica y pagana.
Pesebre en el interior de un dolmen, en Òrrius.
Generalmente los lugares de culto –o funerarios- paganos están situados en lugares estratégicos, que sirven de mirador de montañas o enclaves sagrados. Por ejemplo, en Òrrius, el lejano perfil de Montserrat (como en Martorell, en el llamado “observatorio de la Gioconda”) tiene una importante protagonismo.
Un dolmen de Òrrius está situado en un mirador de la montaña sagrada de Montserrat.
La tradición católica, al ser incapaz de desarraigar las creencias paganas (de “pagus”, rural), no hizo más que colocar sus ermitas y sus cruces en los “lugares de poder” paganos, para así “desactivar” su influjo sobre el pueblo.
Ermita de San Bartolomé, en las proximidades del “bosque encantado de Òrrius”.
Los monumentos paganos (los megalitos) son marcados con cruces, para así rebajar su componente pagana. Es el caso, también de Òrrius.
Arriba, una cruz con Calvario superpuesto a una roca con inscripciones en Òrrius. Abajo izquierda, cruz en les Gavarres (Girona), en otro entorno megalítico. Centro derecha, cruz superpuesta a un menhir pirenaico. Abajo derecha, Montgai (Lleida).
La tradición pagana y las brujas
No hay duda de que la tradición pagana de Òrrius tiene orígenes muy remotos. Una de sus expresiones es el llamado “culto a las piedras”. De éste escribe René Guénon en su obra El rey del mundo:
Cuando se habla del culto de las piedras, que fue común a tantos pueblos antiguos, hay que comprender que este culto no se dirigía a las piedras, sino a la divinidad de la que ellas eran la residencia.
Por supuesto, dicho culto tiene orígenes antiquísimos. En uno de los bloques rocosos más grandes y extraños de la zona de Òrrius se pueden encontrar decenas de pinturas prehistóricas realizadas con almagre. Entre ellas, se puede observar un zigzag, elemento típico de la iconografía prehistórica.
Nótese (derecha) la presencia de un signo prehistórico: una línea en zigzag.
En ciertos conjuntos megalíticos es común hallar piedras talladas con formas especiales. Ello es un hecho repetido en Òrrius, pero no sólo aquí.
Canapost (Girona). La roca ha sido tallada de modo que el árbol parece ocupar un lugar reservado en su centro. Nótese las formas escalonadas, características de muchos conjuntos iniciáticos a lo largo y a lo ancho del mundo.
La roca no es únicamente un objeto amorfo, sino que tiene una significación esotérica. En un entorno apartado cerca de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona) nos topamos con un megalito en forma de menhir irregular, con dos caras. En una hay grabado un sol, y en la otra lo que parece una figura en espiral, similar a un dragón. Encima de esta última vemos cinco agujeros, donde encajan perfectamente los cinco dedos de una mano. Allí el hierofante entraría en contacto con la potencia telúrica de la roca.
Arriba izquierda, roca con petroglifos en Òrrius. Arriba derecha, y abajo, roca grabada en dos lados, cerca de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona). Nótese (abajo derecha) que los cinco agujeros que hallamos en el lado “lunar” de la roca encajan con los cinco dedos de una mano.
El “bosque encantado de Òrrius” no es ajeno a este tipo de detalles. Por ejemplo, en las afueras de Òrrius vemos una enorme roca, trabajada de tal forma que destaca sobremanera un ojo. Éste apela a algo importante que podemos encontrar encima de ella.
En las afueras de Òrrius hallamos este enorme bloque rocoso. En un lado, destaca un ojo que nos mira desde una profunda hendidura vertical.
Encima de este bloque rocoso hay un depósito de agua lustral (agua bendecida por la Luna), similar a otros que he hallado en otros puntos de Cataluña. Pero a diferencia de ellos, en esta zona tales depósitos son circulares, no cuadrados. Como indica Rosa (nuestra interlocutora), el Agua está cerca del Fuego, y era empleada en sus rituales:
“Ahora celebraremos el solsticio [de verano]. Encendemos fuego, pero tenemos el agua cerca. Agua, fuego, y también hay unos ciertos rituales que nosotros seguimos”.
Arriba (izquierda y derecha) dos depósitos de agua lustral en Òrrius. Abajo a la izquierda, en Martorell (mirador de la Gioconda), y a la derecha, en la encomienda templaria de Aiguaviva (Girona). Centro, Montgai (Lleida).
Rosa y sus colegas (brujos y brujas, o simplemente seguidores de la Vieja Religión) desarrollan unas actividades similares a las que realizaban sus antepasados, siglos atrás. Por ejemplo, celebran los equinoccios, siempre de día.
Celebración de los equinoccios.
Y especialmente los solsticios, siempre de noche. Es lo que en Cataluña se llama los “fuegos de Sant Joan”, puesto que se celebran tanto en verano como en Invierno (San Juan de Verano y San Juan de Invierno).
La “nit de Sant Joan” (Bautista). Celebración del Solsticio de Verano.
La fiesta o celebración era acompañada siempre por el baile circular. El baile en rotllana, o en corro, como expresa un capitel del claustro antiguo de Montserrat, se efectuaba desnudos y mirando hacia fuera, al contrario de la moderna sardana, que se baila vestidos (por supuesto) y mirando hacia adentro.
Arriba izquierda, ilustración del “baile de las brujas”. Arriba derecha, baile en rotllana (circular) en Montserrat; los danzantes están desnudos y miran hacia fuera. Abajo izquierda, la moderna sardana. Abajo derecha, plataforma donde se celebra el baile circular, en mitad de un bosque (en concreto, cerca del castillo de Montsoriu).
En mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci explico lo siguiente:
La sardana es quizás el mejor ejemplo de la danza en corro que se ha venido practicando durante siglos junto a los santuarios marianos. De ahí la importancia de su preservación. Josep Pella vincula el nacimiento de la sardana a la llamada «ronda de los astros», identificando las 24 horas del día con los 24 compases de la sardana corta (8 cortos y 16 largos); así como la división entre el día y la noche con las tiradas de pasos largos y cortos; o el canto del gallo con el contrapunto que hace el flabiol (un instrumento de viento). Este culto astral, o solar, se remonta muy atrás en el tiempo, siendo representado —como hemos visto— en imágenes de todo el ámbito mediterráneo (algunas con miles de años de antigüedad). Como sucede con otros elementos del folklore popular, nos queda su recuerdo en el juego de la oca, donde siete gnomos tocados con un gorro frigio bailan en corro en los tableros de diseño tradicional.
Nótese que en la ilustración de arriba, la danza en corro incluye entre sus participantes al “macho cabrío”. Éste es uno de los detalles que han sido contaminados por la influencia cristiana, que ha alterado la verdadera significación del simbolismo brujeril: el “macho cabrío” no es más que la expresión cristiana (o judaica) de un elemento pagano muy antiguo. En efecto, el “chivo expiatorio” del que habla la tradición hebrea se superpone a la propia tradición céltica, y más allá, prehistórica europea. Es así como el “gran dios cornudo” de la religión prehistórica se transforma en un “cabrón” con grandes cuernos, y con la líbido a flor de piel, al que supuestamente se plegan las brujas (y los brujos) con un ósculo en el trasero y con actos de lujuria. Pero nada más lejos de la realidad. En la Vieja Religión el “dios cornudo” es un símbolo de la fertilidad, de la fecundidad, y de la vitalidad. Es bien cierto que en el remoto pasado se le habrían sacrificado víctimas humanas, del mismo modo que se hacía en Canaán, en América, en el Sudeste de Asia y en otras regiones. Sin embargo, su función primordial (la fertilidad, la vitalidad, la energía creadora) fue recogida por la tradición grecolatina (es el Pan o el Fauno griego y romano, respectivamente), y no menos por la de los tiempos medievales. En numerosas iglesias su función la encarna el llamado “viejo del bosque” (u “hombre verde”).
Leonardo da Vinci representa el “hombre verde”, el creador de la vida, el “fecundador”, en el centro exacto de su obra La Magdalena Leggente de Barcelona. Louis Cattiaux, esoterista cristiano, lo plasma en uno de sus dibujos simbólicos.
Arriba izquierda, el macho cabrío de la tradición esotérica occidental. Arriba centro, el “gran dios cornudo” prehistórico. Abajo izquierda, un dios Pan en una plaza de la ciudad de Barcelona. Abajo en el centro, un "hombre verde" en Porqueres (Girona). Derecha, el “hombre verde” de Leonardo oculto en la Magdalena Leggente de Barcelona. A su lado, el “hombre verde” dibujado por Luis Cattiaux, esoterista cristiano.
El “dios cornudo”, un elemento principal de la Vieja Religión, tiene como consorte la diosa, asociada a la Luna, como podemos comprobar en la siguiente ilustración. Nótese que este culto ha persistido hasta la actualidad, al menos en territorio catalán.
Arriba izquierda, dos diosas (o Venus) paleolíticas. Arriba centro, sacerdotisa ibérica, con un cucurucho similar al que según la tradición empleaban las brujas. Abajo, izquierda, una diosa madre neolítica del Mediterráneo Oriental. Abajo centro, una figura femenina medieval asociada a la Luna (catedral de la Seu d’Urgell, Lleida). Derecha, una moderna Ártemis, coronada con la Luna, en un centro donde se profesa la Vieja Religión, en la provincia de Barcelona.
En muchas localidades de Cataluña la bruja forma parte de la propia identidad territorial, hasta el punto de que la encontramos en forma de estatuilla, dibujo o efigie en numerosos establecimientos comerciales, restaurantes, bares, o colgada de los balcones. A este respecto, Juan García Atienza escribe lo siguiente en su célebre Guía de las brujas de España:
«Hace tiempo tuve la idea de fichar aquellos pueblos catalanes que, de alguna manera, poseían tradición brujeril. La lista llegó a ser casi tan total como el diccionario de Madoz. Tenía la sensación —que aún no he perdido— de que Cataluña entera era, vista desde esa óptica, un solo enclave brujeril». Tanto es así que, como afirma este mismo autor, «para el catalán de pro, la brujería forma parte de su identidad». Y continúa: «La brujería, en tanto que protesta activa, surge exactamente por los mismos enclaves en los que se concentra en su momento el sentimiento nacionalista tradicional» (José Luis Espejo: El viaje secreto de Leonardo da Vinci).
Juan García Atienza no se aleja de la verdad. Pero, ¿qué es una bruja? En mi libro Temas de Historia Oculta II (las doctrinas prohibidas) escribo lo siguiente:
Las brujas no son necesariamente hechiceras. Desde mi punto de vista, las habríamos de considerar como “sacerdotisas” de un antiguo culto matriarcal, como sanadoras (o “remeieres”, en su acepción catalana), y como conservadoras de la tradición pagana. Sin embargo, no podemos dejar de analizar este arquetipo “clásico”, adoptado por el mito, la fábula y hasta por la literatura (nótese las descripciones de Shakespeare, o de los hermanos Grimm). La visión que se tiene de ellas está unida a la de otros seres fantásticos de la tradición popular (como los cocos y los ogros), los cuales son, asimismo, “comedores de niños” y “matadores de cristianos”. Es muy posible que esta serie de figuras mitológicas constituyan el recuerdo de antiguos sacrificios humanos en el mundo rural.
Parte del folclore, en relación a este tema, tiene fundamentos reales. En la entrevista realizada a Rosa, una “remeiera” (o “bruja”) catalana, alude al uso que éstas realizan, a nivel simbólico, de la varita de avellano (la varita mágica); o bien a la significación de la escoba en los vuelos “psicoactivos” de las brujas (que son producto del frotamiento “en sus partes” con sustancias alucinógenas).
Sí, las brujas emplean la “varita mágica”.
En definitiva, las brujas son uno de los últimos “rescoldos” de la tradición popular; y éstas atesoran una serie de conocimientos, que guardan en el más absoluto secreto (transmitidos de forma oral, de maestra a discípula), no obstante su naturaleza asociativa (que se expresa en las ceremonias colectivas, generalmente vinculadas al calendario). A este respecto, léase el capítulo “Brujas y agotes, los últimos rescoldos”, en Temas de Historia Oculta II (las doctrinas prohibidas).
Pero como decía, si afirmo que Juan García Atienza no se equivoca cuando asegura que las brujas catalanas (así como las meigas gallegas o las lamiak vascas) forman parte del “carácter nacional” del país, es porque realmente las brujas catalanas, gallegas o vascas asumen un importante protagonismo en la conservación de la Tradición popular, una parte no poco importante de la Tradición primordial (empleando este término acuñado por el sabio esoterista René Guénon).
Figuras de brujas en entornos domésticos y comerciales, en Cataluña.
Por poner un ejemplo, y creo que no es peregrino, el gato (especialmente si es negro) está asociado a las brujas; y en no poca medida también a la tradición catalana. No en vano, el nombre de este país podría derivar de este felino. Así, en El viaje secreto de Leonardo da Vinci, escribo lo siguiente:
El autor del cronicón Il·lustracions dels comtats de Rosselló, Cerdanya y Conflent, Francesc Comte, es de los que se inclinan por buscar en los brumosos bosques nórdicos el origen de la estirpe catalana. Según la Crónica de Aquitania de Joan Bonquet, que él cita, los catos —supuestos ancestros del pueblo catalán— llegarían al nordeste de la península Ibérica en tiempos de Pipino el Breve (715-768), hijo de Carlos Martel. Los lideraba Auger Gotland (más conocido como Otger Cataló), príncipe de los catos, en cabeza de los «nueve barones de la fama», «los quals donaren lo nom de catalans a la nostra nació catalana».
Otro animal asociado a la Tradición, y por tanto a las brujas, es la oca, de la que escribo en El viaje secreto de Leonardo da Vinci lo siguiente:
Languedoc alude a la «lengua de la oca» (langue d’Oc), es decir, al país donde se habla el argot, el lenguaje secreto de los iniciados. Ello, por supuesto, no es más que una exageración: el occitano es lo que es; es decir, una lengua románica emparentada con el catalán. Pero hay más. La lengua de la oca acabó por influir al mundo occidental, no sólo a través del trobar clus de los trovadores, sino también de los «cuentos de la madre oca», narraciones en las que el esoterismo se mezcla con el decorado maravilloso, mágico y legendario del Paraíso Perdido. Esta tradición hermética tuvo continuidad en el llamado juego de la oca, y en las aucas (o aleluyas) del entorno catalán (historias edificantes dibujadas en cerámica o en papel, precursoras del moderno cómic). Así pues, si Occitania es el «país de las ocas», Catalonia es el «país de los gatos». Tan sencillo como eso.
Se puede estar o no de acuerdo con esta teoría, pero es un hecho que Leonardo profesó un especial interés por ambos animales. A él le hemos de atribuir una serie de dibujos preparatorios de una Virgen del gato, pero asimismo un cuadro (no confirmado) con este mismo tema. Y es asimismo autor de varias versiones del tema “Leda y el cisne”, con un motivo similar al expresado por el simbolismo de la oca.
Arriba izquierda, esbozo preliminar de Virgen del gato de Leonardo. Arriba centro, supuesto cuadro con el mismo título de Leonardo (desaparecido). Arriba derecha, la gata Bastet, en representación de la diosa egipcia. Abajo derecha, las Ocas de Santa Eulalia, en la catedral de Barcelona. Abajo izquierda, Leda y el cisne, de Leonardo.
Antes he hecho alusión a la figura del “hombre verde” como representación de la Naturaleza. Lo mismo podemos decir de la “diosa”. Es por ello que la tradición brujeril está asociada a la de otras figuras de la Naturaleza, como los duendes o las dríades. De estas últimas Rosa, la “remeiera” que he entrevistado, dice lo siguiente:
Los árboles no tendrían por qué ser cortados, pero si alguna vez hay que cortar uno, por lo que sea, primero se le pide a la hada, o a la dríada, que se vaya. Entonces se irá a otro árbol.
Y añade:
Sencillamente, pido que se respete mucho a la Madre Naturaleza. Antes de romper una rama, hay que pedir permiso al árbol, y sólo si se necesita.
Los follets (duendes), las hadas, las dríadas, y toda la imaginería del bosque, nos hablan de un saber oculto que se ha preservado en el folclore. Izquierda, escultura en madera del bosque de Òrrius.
Este amor a la Naturaleza, asociado a la tradición catalana, que no se resigna a ser subyugada, es lo que ha permitido conservar tesoros paisajísticos y ambientales como el bosque de Òrrius (entre muchos otros). Cataluña es hoy día un territorio que ha preservado buena parte de su patrimonio natural. Ello es algo de lo que los catalanes nos hemos de sentir orgullosos (desgraciadamente, también en esto hay puntos oscuros; sólo hay que ver lo sucedido en la Costa Brava, y más modernamente en la Cerdaña). Estoy convencido de que el papel de las brujas no ha sido desdeñable en este sentido.
Las brujas, en Cataluña, como en otros sitios, pagaron un precio muy alto, en forma de incomprensión y de persecución salvaje. Es por ello que las hemos de recordar con agradecimiento, y con respeto. Puesto que sí, las brujas han existido. Y siguen existiendo.
Miles de brujas fueron torturadas, quemadas y colgadas en Europa. En la entrada del antiguo Hospital de la Santa Creu de Barcelona (hoy Biblioteca de Catalunya) podemos encontrar signos en alusión a la persecución de las brujas catalanas, con distintos símbolos esotéricos claramente identificables. Se estima que fueron grabados en el siglo XVII.
Entrevista a Rosa, una “bruja buena”
Las brujas han existido, existen, y existirán siempre, dice Rosa, una “remeiera” catalana (su equivalencia más próxima en castellano sería “sanadora”). Ella se define, más que como bruja, como “mujer sabia”. Sus conocimientos se remontan a la infancia, cuando su abuela le empezó a explicar los secretos de las plantas medicinales. Ha trabajado toda su vida como enfermera; sólo recientemente se ha decidido por explicar todo lo que sabe en la Escuela de la Naturaleza que regenta.
Su carácter afable y risueño, y su sabiduría inmensa –y para nada afectada-, la convierten en un magnífico interlocutor, en una agradable y amena fuente de conocimiento ancestral. Ama la Naturaleza –y la vida- con todo su corazón, y es por ello que abre con ilusión su magnífico jardín –que dispone de una higuera milenaria, amén de más de 200 variedades de plantas medicinales- a las escuelas de la zona, con el fin de concienciar a los niños y niñas de la importancia de cuidar y respetar el entorno, del cual se pueden obtener grandes beneficios: no sólo los frutos que nos alimentan, sino también los remedios que curan nuestras enfermedades.
He aquí las reflexiones y los conocimientos de esta “bruja buena”.
¿Qué es una bruja?
Una mujer sabia. Las brujas han estado, están y estarán. Porque es toda aquella persona que ama la Naturaleza, vive con la Naturaleza, recoge los frutos de la Naturaleza, y respeta la Naturaleza.
¿Eres una bruja?
Si una bruja es una mujer sabia, soy una bruja. Una bruja blanca, porque hay brujas buenas y brujas malas; como las hadas: hay hadas buenas y hadas malas. Dicen “haz todo el bien que puedas, no hagas daño a nadie, e intenta vivir en libertad”. Éste es el lema de las mujeres sabias.
¿Y siguen habiendo brujas malas?
Yo creo que alguna habrá.
¿Hay brujos también?
Sí, claro que sí.
¿Y hay relación entre brujos y brujas?
Los brujos y las brujas van juntos, van unidos. Son personas sabias, sencillamente. Pero las brujas siempre han abundado más, porque la mujer es la que va al campo, la que recoge las flores. Las mujeres fueron las que encendieron el fuego, porque los hombres iban de cacería. Las mujeres eran las que se quedaban en casa, y ellas empezaron a pensar en cocinar, en aromatizar (cómo ponerle aromas a aquello que estaban comiendo), a probar qué era venenoso, curativo, o simplemente comestible. Algunas veces acertaron, pero cuántas veces habrán errado (y habrán muerto por ello).
¿Son más sabias las brujas que los brujos?
Antes lo eran más las brujas, pero ha llegado un momento en que, es como los alumnos que tengo, que tengo tanto chicos como chicas. Antes sólo venían chicas, a preparar ungüentos; ahora vienen chicas y chicos. Y eso es muy importante para mí, porque la madre Naturaleza se ha abierto a todo el mundo.
¿Por qué crees que la bruja tiene tan mala imagen?
Ha sido la iglesia la que ha promocionado esto, diciendo “eres una bruja”: ya te han catalogado. Quizás por eso mucha gente se enfada cuando se lo dicen. Pero si dicen “eres una bruja buena”, como me han dicho muchas veces, no me enfado. Hay gente que me dice “eres una bruja buena”, y otra gente que me dice “eres una hada”; no sabría qué escoger.
¿Qué concepto tienes de la trascendencia, del más allá?
Yo creo que después hay otra vida, que hay una reencarnación, que cada cual se reencarnará según se haya portado en esta vida, que a lo mejor ya venimos de otra. Es mi idea, y la idea de mucha gente que yo conozco. Yo tengo mi fe. Yo soy bruja y tengo mucha fe. Creo en Dios. Creo que hay un Ser Superior, ponle el nombre que quieras, pero hay un Ser Superior que es el Creador del Universo. Yo voy a misa. Pero no es que vaya mucho, ¿eh? Yo conozco muchas brujas cristianas. Pero claro; a mí no me hables, por ejemplo, del Vaticano. Esto está completamente fuera de mi punto de mira.
Entonces, ¿por qué crees que la Iglesia hizo tanto daño a las brujas?
Porque eran mujeres sabias, y tenían sus recetas, sus pócimas, y sus cosas, que casi superaban el saber de los monjes. He aquí la cuestión.
¿La creencia en la reencarnación es tuya, o general entre las mujeres sabias, de tradición?
Yo creo que todas esas mujeres han creído que ha valido la pena la lucha sólo porque hay un más allá. La mujer, a medida que ha ido aprendiendo, conociendo cosas, se ha ido haciendo más sabia. Entonces ha creído en esto. Porque si no creemos en todo esto ¿de qué sirve la lucha cotidiana que tenemos? Intentamos ser buena gente para que luego tengamos una vida buena.
¿Qué visión tienes de la Naturaleza en relación al ser humano?
El ser humano es parte e la Naturaleza, y si fuéramos más conscientes de que hemos de respetar a la Madre Naturaleza, porque es nuestra madre (que nos da la comida, que nos da todo), entonces quizás no pasarían las cosas que están pasando (estos cambios climáticos). Porque la Pacha Mama ya se ha hartado de ser madre y de que no la queramos. Las madres también se cansan de que sus hijos no las quieran. Tenemos que ser muy conscientes de que cada planta es un ser vivo; cada árbol. Antes decían los celtas que una dríada vivía en ellos. Yo me abrazo a un árbol y me gusta sentir cómo se juntan sus latidos con los míos. Yo he ido a congresos, en el País Vasco, y en Galicia (por ejemplo, uno titulado “Nuestra madre la Tierra”) donde se hablaba mucho del respeto que le debemos a la Naturaleza. Asistía gente corriente, que amábamos a la tierra, y que vivíamos con ella, por ella, o en ella.
¿Las brujas deben algo a los celtas?
Sí. Las brujas, a los celtas, les deben el amor a la tierra. Ellos decían “cuidado con cortar mucha hierba porque es la cabellera de la tierra”. Esta creencia, muchas de las mujeres sabias, la han hecho suya. Las dríadas, los druidas, todos esos seres que formaron parte de la mitología celta, de su vida, los hemos hecho nuestros.
¿La tradición brujeril deriva de los druidas?
Sí, seguro. Estoy convencida.
¿Eres consciente de que formas parte de una antigua tradición?
Sí. Yo sé que mis raíces son muy antiguas. No recuerdo el nombre del filósofo que dijo: “Los árboles son seres vivos que tienen alma”. Nacen, crecen, viven, mueren, tienen sus enfermedades, “entonces tienen alma”, dijo él. Y yo creo esto.
¿Cómo te iniciaste en esta tradición?
Yo entré porque yo me crié con mi abuela. Yo estaba siempre enfermita, y con tres añitos mi abuela me cogió y me dijo: “Te vas a venir a vivir conmigo”. Y entré en su casa, y en esta huerta, y en aquel carro... Aquello formó parte de mi vida. Mi abuela era una mujer muy sabia. Mi madre era de aquella generación “de la aspirina”, como decíamos, que no creía en según qué cosas... Hay una generación que ha dejado de creer en esto. Y ahora nosotros estamos intentando recuperarlo, y que la juventud también entre en este círculo nuestro. Si quieren, es opcional, ¿no? Y si les gusta, por ejemplo la celebración de los solsticios, es una manera de reafirmar que venimos de otras civilizaciones, con otros conocimientos. Porque claro, la Humanidad es muy antigua, y siempre ha tenido necesidad de creer. Unos han creído, como los egipcios, en el dios Ra, otros en la diosa Luna, otros en la diosa Tierra, otros en el Agua, otros en el Fuego. El ser humano debe tener una creencia. Sin fe no hay camino. La fe es el camino.
¿Has oído hablar de un concepto llamado La Vieja Religión?
Sí, son varias. No es sólo una religión, son varias religiones. Les llaman sectas: la masonería, todas esas creencias. Esta gente [los masones] entran en su orden porque buscan la perfección: los masones son gente que buscaban la perfección en la arquitectura, en la albañilería. Su anagrama era un compás y una escuadra. Es una lástima que el anagrama de las brujas sea una escoba.
¿En aquella Vieja Religión, de carácter lunar, lo femenino tiene una importancia particular?
Las mujeres tenemos nuestros ciclos, igual que la Luna. Siete por cuatro veintiocho; el número de días que tarda en llegar la menstruación. El número siete es un número mágico.
¿Qué tipos de actos celebras con las otras mujeres sabias con las que te reúnes?
Ahora celebraremos el solsticio [de verano]. Encendemos fuego, pero tenemos el agua cerca. Agua, fuego, y también hay unos ciertos rituales que nosotros seguimos, como por ejemplo echar en el fuego todo aquello malo que nos ha ocurrido desde el solsticio pasado hasta ahora. Lo escribimos en un papel y lo tiramos en el fuego. Y esperamos que no vuelva a suceder (como por ejemplo una operación, una separación, muchas cosas). Cada cual tiene sus problemas. Y luego escribimos, en otro papel, que suele ser verde (el color de la esperanza), aquello que esperamos del próximo año. Y esto lo guardamos en el libro; yo por ejemplo lo guardo en un libro que yo tengo en la mesita de noche: la Biblia. Yo tengo la Biblia en mi mesita de noche. No suelo mirarlo; recuerdo lo que he pedido. Pero cuando llega el próximo solsticio miramos si nos ha ocurrido aquello que hemos pedido. Son rituales: es como pisar el agua, o saltar sobre el fuego. Cruzar el fuego lo hacen más los chicos, para buscar una pareja. Algunos pisan, y otros saltan, pero normalmente saltan. Pero bueno, yo no lo he hecho nunca.
¿Qué otras celebraciones hacéis a lo largo del año?
Seguimos los solsticios y los equinoccios. Nos reunimos por esos tiempos. Los solsticios los celebramos de noche, y los equinoccios de día. También celebramos el 2 de febrero, que es la Fiesta de la Luz, el día en que la gente del campo empezaba a salir. Pero claro, ya nos han puesto la Virgen de la Candelaria. Es aquello que decíamos: el calendario de los celtas era diferente al romano, por el que nos regimos: cuando el sol se alargaba un poquito, la gente salía al campo. Ese día encendemos un fuego para calentar el Sol, porque hay mucha relación entre el Sol y el fuego, como entre la Luna y el Agua. Los solsticios se suelen celebrar por la noche. Entonces bailamos cogidos de la mano dando vueltas alrededor del fuego, y cantamos canciones que sabemos todos, como La nit de Sant Joan (de Jaume Sisa); cada cual trae una canción. Hay unos chicos del País Vasco que bueno, no te enteras mucho. Me lo escribieron, pero no me acuerdo. Cuando vienen ellos cantan su canción. Eso sí, sin música. Alguna vez vino alguien con guitarra, pero le dijimos, “lo siento, sólo vamos a cantar, no hay música”.
¿Y no importa en qué fase está la Luna?
Cuando hay Luna llena es fabuloso, que suele ser muy a menudo, pero la Luna sigue sus ciclos. En Luna Nueva, dicen algunos (yo no lo creo así) que no se cumple todo aquello que tú pides. Porque la Luna es más favorable en cuarto creciente o en Luna Llena. La Luna Llena es el “no va más”. Es como las plantas: hay que plantarlas en cuarto creciente o en Luna Llena.
¿Crees en la magia, o en los hechizos?
Creo en la magia, porque hay magia en todo: hay magia en la tierra, hay magia en los árboles. Hay magia. Los hechizos los hacen las brujas malas, que sí te pueden echar un hechizo. Pero sí tú eres una persona que estás protegida, que eres buena persona, no debes temer nada, ni a un mal de ojo.
¿Una bruja mala puede hacer daño a una persona con un mal de ojo?
A una que no está protegida sí. Y más si esta persona es vulnerable. Para protegerte contra un hechizo debes tener mucha fuerza de voluntad, y mucha fe. Es como ponerse un escudo: como tú sabes que no has hecho ningún daño, que intentas ser buena persona, si llevas tu escudo protector, que es la bondad, no hay peligro. Yo creo que la magia nos la hacemos nosotros mismos. Las cosas las creamos nosotros mismos, con nuestros deseos. Yo no puedo hacer que seas más bueno, si tú no lo quieres ser; o que seas más sabio, si tú no intentas serlo.
¿Crees que existen criaturas invisibles en el bosque, como la hadas?
Yo creo en las hadas. Hadas o seres mágicos; llámalos como quieras. Yo siempre he pensado en las dríadas; pueden ser hadas, también; o espíritus buenos. Incluso pueden ser gente que te han querido mucho, te han dejado, y te están protegiendo. Yo siento a veces en esta huerta, cuando estoy triste o me pasa alguna cosa, cómo una mano me toca la cara. En el rincón que yo llamo “de la armonía”, en la huerta, yo he sentido la presencia del doctor Armando, que me enseñó el camino que tenía que seguir; y llegó un momento, cuando yo lloraba mucho su muerte, que llegué a verle. Te levantas y piensas que quizás es una ilusión; o quizás sí que estuvo allí, para decirte “no sufras, estoy bien”, porque lo vi todo resplandeciente y una sonrisa en los ojos. Entonces pensé: ¿por qué vas a llorar, si te hace compañía y te ayuda?
Me dijiste que las hadas habitan los árboles, ¿es así?
Eso ya lo pensaban los celtas, en la antigüedad. Los árboles no tendrían por qué ser cortados, pero si alguna vez hay que cortar uno, por lo que sea, primero se le pide a la hada, o a la dríada, que se vaya. Entonces se irá a otro árbol.
¿Las hadas son inmortales?
Sí, lo son. Yo creo que nacieron con la Creación. Serían equivalentes a los ángeles custodios del cristianismo. Puedes tener a un ángel custodio, para que proteja, o a una hada. Yo creo que todos, cuando nacemos, tenemos un ángel.
Las hadas tienen varita, ¿las brujas también?
La vara sale del árbol, y pongamos que si es un avellano, los zahoríes van con vara de avellano. Las hadas buenas tienen varita de avellano. Yo cada año pongo una varita nueva de avellano en mi casa. Pero no son varitas para hacer magia: son símbolos.
¿Crees en la adivinación? ¿Se puede adivinar el futuro a través del Tarot, o por otros métodos?
Yo he aprendido el Tarot, porque si tú quieres hablar con otra persona tienes que saber de lo que hablas. También he estudiado las cartas celtas, que a mí me encantan. Hay gente que echa las cartas celtas, otras que echan las del Tarot; yo lo respeto, pero no lo hago, porque mi mundo es otro. Yo conozco a algunas adivinadoras, y curiosamente, yo que conozco cada carta del Tarot, cuando las echan, veo que ellas, algunas, lo interpretan a su manera, no a la manera que se tiene que interpretar. Por ejemplo, para no asustar a una persona que está enferma. Hay otra gente que lo hace muy bien. Hay que tener una base: no puedes juzgar una cosa si no la conoces. Quizás sí que lo adivinan, pero no me he dedicado a eso. Yo soy muy de tierra. Yo soy una plantita más de este mundo mágico de las plantas. E intento vivir con ellas; no me gusta subir muy arriba. Me centro en ellas: en las plantas, en sus propiedades. Por ello no quiero tener ninguna varita mágica, para hacer ningún encantamiento. No lo necesito. Lo que quiero es curar a la gente que pueda curar. Dar los pasos a esta juventud que viene, para enseñarles cómo respetar a la Madre Naturaleza, que cada planta tiene sus propiedades, y que no hay ninguna planta mala; todo depende del uso que hacemos nosotros.
¿Para ser bruja no hay que ser adivinadora?
No, tienes que ser buena persona, y más bien sanadora.
Entonces, la actividad de sanadora (“remeiera” en catalán), ¿es la principal de las mujeres sabias?
Sí, es buscar los remedios para curar las enfermedades a través de las plantas. Al conocer tanto las plantas, los monjes dijeron “aquí hay competencia”, y entonces, ¿qué hicieron?, nos echaron la Santa Inquisición, que encima se llama Santa. Y quemaron a mucha gente, y las colgaron. Eso sucedió en la Edad Media, pero también hubo gente muy sabia, como Hildegarda von Bingen, que era una abadesa alemana que dijo: “no puede ser, las recetas latinas tienen que ser traducidas en alemán”. Del alemán pasaron al francés, y así se fueron conociendo las recetas de los monjes. Y ha habido un intercambio entre lo que sabían los monjes y lo que saben las mujeres sabias. Ahora lo que intentamos es evitar el enfrentamiento; al contrario, queremos la unión de médicos, farmacéuticos, mujeres sabias (o “remeieres”, llámalo como quieras). Lo estamos intentando, pero no hemos conseguido que se nos unan las multinacionales. Éste es el Diablo.
NOTA: Nuestra "mujer sabia" está en lo cierto a este respecto: "Tomas Szasz, en The Witch as Healer, cita 'The English Witchcraft Act' del año 1542, en la cual se describe a la bruja como curandera, como experta en medicina y otras habilidades, pero 'sin licencia', y por lo tanto, objeto de persecución por actividades prohibidas por la ley" (Carlos Frigola: Los ángeles caídos. Kairós, 1989. Página 26).
¿Cuántas mujeres sabias son curanderas?
Yo creo que las mujeres sabias, más que nada, se dedican a buscar los remedios, y a dártelos. Curanderas, sí, habrá algunas. Hay curanderas que son mujeres sabias, pero yo no me dedico al curanderismo. Simplemente, voy conociendo más plantas, por sus propiedades, con las que las puedo juntar, con las que pueden adherirse, con las que se pueden potenciar... Esa es mi lucha diaria. Yo hago mis recetas, pero no las tengo para mí. Yo no quiero hacer un ungüento y quedármelo para mí. Yo enseño a la gente a hacer mis recetas, y entonces ellos lo aprenden y lo hacen. [Yo y mis compañeros] estamos haciendo un libro desde hace diez años.
¿Qué actividades haces con los niños y las niñas?
Vienen escuelas y dependiendo de la edad tenemos unas fichas. A los niños pequeños les explicamos que las plantas tienen un nombre, una familia y unas propiedades. Ellos pegan en la ficha aquella flor y escriben su nombre, como por ejemplo “caléndula”. Cuando son más mayores ya les decimos que son de la familia de las compuestas, o de las labiadas, o lo que sea; tienen esas propiedades, y sirven para curar esas enfermedades. Y así, a medida que van viniendo los chicos y chicas que acaban el bachillerato a hacer un trabajo de investigación, para poder subir la puntuación, ellos escogen un tema. Aquí se puede entrar si quieres hacer ciencias o cosas así, como farmacia, porque casi todas las plantas de este huerto están en la farmacia. Porque la Madre Naturaleza es la más grande farmacia.
¿Cuáles son las plantas curativas más relevantes, o las que más gracia te hacen?
Las imprescindibles, para mí, serían el tomillo, que es un antibiótico, el romero, que es un estimulante (dicen “para hablar del romero hace falta un libro entero”), y luego llegaríamos a las plantas hormonales (que tienen fitohormonas). Para mí, la primera es el tomillo; es una planta que puede curar tantas cosas... Y luego hay una planta que es maravillosa. La madre de mi marido tenía un ungüento ancestral que quise recuperar (yo he recuperado muchas cosas hablando con gente mayor) para curar las quemaduras. Estaba hecho de “herba del traidor”; una planta maravillosa, porque es cicatrizante. No sé por qué se llama así; en el País Vasco me decían: “no preguntes estas cosas; son milenarias, ancestrales”. Yo estoy más por buscar recetas que por buscar respuestas.
Las brujas en la antigüedad se ponían un ungüento para volar. ¿Conoces la receta?
Ellas decían que volaban, pero no es así. Se trataba de plantas alucinógenas. Yo tengo la receta; no te la daré, pero te voy a decir algunos componentes: por ejemplo, las adelfas, que aquí llamamos el “baladre”, la ruda, por eso siempre han dicho que la ruda es una hierba bruja (mi abuela decía “qui té ruda Déu l’ajuda”). Juntaban las adelfas, con la ruda, con la brionia, y alguna hierba más, y hacían una pasta. Esta pasta la untaban a la escoba, y se la ponían entre piernas (suponemos que no llevaban bragas). Yo creo que es más mitología o leyenda que realidad, pero bueno, ellas decían que habían volado. Lo que había pasado es que había entrado en su cuerpo un alucinógeno, y ellas se iban. Sí que se iban, pero mentalmente. Porque además aterrizaban en el mismo sitio. No se habían movido ni un paso. Se dice que el esposo de una bruja trató de seguirla, y como vio que su mujer no se movió del sitio, las brujas la castigaron con una joroba. Porque claro, las brujas cuando hacían sus círculos, eran ellas y no querían a nadie más. Pero eso es mitología, es tan antiguo...
¿Cómo conociste este ungüento para volar?
Me llegó por una amiga mía. Me preguntó “¿lo quieres probar?”, y yo le dije, “¡no, gracias, tenerlo lo tendré, pero nada...!” Es que tampoco tengo escoba, ¿eh?
Tengo entendido que las autoridades te han puesto alguna objeción.
Sí, no podemos hablar de según qué plantas. A mí han empezado a decirme que por qué tengo la adormidera, que por qué tenía una planta de “maría”. A ver, yo la tenía porque antes la gente mayor tenía esas plantas sin saber para qué se utilizaban. Ellos hacían unas tiritas y con eso ataban las tomateras o las judías (como con el esparto), y además se hacían alpargatas con esta planta. Me hicieron sacar la “maría” y ya está. Yo necesito las hojas de la adormidera. Los pétalos son simplemente calmantes; los ponemos en aceite; es un tranquilizante, pero no tiene nada de droga. En realidad la droga está en la cápsula tierna y cortada: se hace un látex, etcétera. Las semillas de la adormidera se pueden poner en pan y en las “cocas”; no pasa nada. Los pétalos de la amapola se pueden dar a un bebé; son familia, pero muy lejana (de la adormidera).
Creo que gente de tu entorno han tenido problemas con las multinacionales.
Eso sucede con la estevia; es una planta que sierve para evitar el azúcar; además, tomándola seguida puedes curar una diabetes incipiente (las que te pinchas ya es mucho más complicado). Pero ¿qué pasa? Las multinacionales dicen, ¡ah!, eso es nuestro, lo hemos patentado y lo hemos hecho sintético. Y entonces lo venden como estevia; pero todas las propiedades que tiene la estevia están en la planta. Una persona que sea diabético y vaya tomando estevia se le va el azúcar y el colesterol. Entonces, ¡claro! ¿Entonces qué harán con los medicamentos? Es por ello que es imposible cultivarla y comercializarla. Si lo haces te queman la cosecha, o te puede pasar algo peor.
¿Qué tipus de compuestos y preparados elaboras, y para qué sirven?
Yo, o nosotras, porque somos una asociación, lo que más preparamos son ungüentos, como éste que tiene la “herba del traïdor”. Te dicen, ¿cómo es posible que un ungüento te desinflame, cicatrice y desinfecte? Sencillamente, porque hay un antibiótico, un antiinflamatorio (la “herba del traïdor” regenera los tejidos). En un sólo ungüento fíjate las propiedades que hay. Ahora ponemos además caléndula, porque a las recetas les vamos añadiendo plantas de las que conocemos ahora sus propiedades, que en principio antes no se conocían. O sí se conocían: por ejemplo, la caléndula mi abuela recuerdo que se la ponía en los pies cuando tenía grietas, y luego se ponía un calcetín, o una media y se iba a dormir con aquello. Y entonces ya sabíamos que la caléncula era cicatrizante. Por tanto, nosotros la hemos añadido a este ungüento. Hay críos que el Vicks Vapor Up no lo soportan, y les hemos hecho uno natural; los críos respiran aquello y ya no es lo mismo que respirar uno sintético.
¿Qué relación tenéis con los médicos?
Nosotros somos sanadoras, o “remeieres”, y por eso (eso quiero dejarlo claro) cuando tienes un problema de salud, primero el médico. Con algunos médicos tenemos una relación muy buena, fabulosa; entre los más mayores, alguno también. Pero claro, son médicos naturalistas. Ahora se han añadido al grupo unos médicos jóvenes. Normalmente son médicos jóvenes que les interesan las plantas, que las conocen. Por ejemplo, yo cuando trabajaba en el campo sanitario, no tenía ningún enfermo llagado. Y decían, “¡es que tú eres un poquito bruja!”. Yo le ponía ungüentos para prevención, y cuando te los traían llagados, entonces lavarlos bien lavados, con tomillo, “herba del traïdor”, y manzanilla, que son los tres ingredientes, porque es un antiinflamatorio, un antibiótico y un cicatrizante. También les ponía una hoja de plantago en lugar de gasa, y un poco de este ungüento encima, después de lavar la herida. El ungüento es cicatrizante, y además regenera los tejidos. Cristina, que es nuestra alquimista, me dice “oye, ¿y por qué no añadimos esto?”. Así vamos cambiando la receta para hacerla más eficaz. Así, antes eran siete plantas, y ahora son quince.
¿Cómo haces los ungüentos?
Yo lo hago todo muy natural. Tengo una especie de alambique, que es una olla a presión donde hay una cesta dentro y una espiral. Es que es un alambique inventado por nosotras, porque aún no teníamos dinero para comprarlo. Los hago generalmente al baño María. Las pomadas de antes no se hacían al baño María: se ponía el agua en el fuego, con aceite, y grasa animal. Cuando nosotros hicimos la asociación, la Escuela de Naturaleza, decidimos, juntas, que nunca utilizaríamos productos animales ni derivados del petróleo. Y esto lo estamos cumpliendo a rajatabla. En lugar de grasa usamos cera.
¿Vosotras vendéis productos en herboristerías?
Nosotras simplemente los enseñamos a hacer. En la Escuela de Naturaleza yo soy la mayor, y siempre he tenido bastante claro que ahora, en estos momentos, estoy haciendo lo que a mí me gusta. Curar enfermos era una cosa que me satisfacía mucho; ver cómo se iban curando, y sobre todo si se iban curando con mis productos. A veces tenía oposición médica, a veces tenía consentimiento. Pero yo creo que los antibióticos tienen que usarse para cuando tienes fiebre, para cuando tienes algo importante. Si se puede solucionar los problemas de manera natural, qué ganas de tomar antibióticos, que cuando te hagan falta no te harán ningún efecto. Aquí hay un exceso de medicamentos, mientras que en el Tercer Mundo hay falta de ellos. Y pienso, “Santo Dios, el mundo no sólo está mal repartido en alimentación”.
¿Algo más que añadir?
Sencillamente, pido que se respete mucho a la Madre Naturaleza. Antes de romper una roma, hay que pedir permiso al árbol, y sólo si se necesita. Yo vi el otro día a un chico atizando a un árbol y le dije: “¿Te gustaría que te hicieran esto a ti? Pues este árbol está sufriendo igual; lo que mejor puedes hacer es pedirle perdón”. Reaccionó mirándome como si estuviera loca, pero luego el chico, no sé si cachondeándose, pidió perdón. Y se fue. Y yo también me fui (risas).
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