El camino de los cátaros
El catarismo constituía una secta herética medieval, oficialmente exterminada en tierra de Occitania tras la caída del enclave de Montségur, en el año 1244. Tras la Cruzada contra los cátaros un enjambre de refugiados occitanos se dirigió al Sur, es decir, a la vecina Cataluña; otros muchos a Italia. En tiempos recientes se ha constituido en las tierras de Cerdaña, Berguedà, Alt Urgell y Solsonès un Camino de los Cátaros (Camí dels Bons Homes, en catalán), con dos rutas principales, que partiendo de Montségur y Foix (en Occitania) conducen a Solsona y a Berga (en Cataluña). Dicho camino permitió a los refugiados occitanos dirigirse a distintos lugares de Cataluña y Norte de Valencia, en los que se instalaron.
Más abajo incluyo un extracto de mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci , donde se expone lo más esencial de este trasvase de población entre Occitania y Cataluña, que tuvo lugar a través de las dos rutas antes citadas. Como resulta evidente, los vínculos entre ambos territorios eran estrechos. De ello hablaré más abajo (en el citado artículo). En otro artículo ( Leonardo y el catarismo ) expongo los principales indicios que ligan a Leonardo con esta herejía medieval. Éste es uno de los pilares de mi teoría sobre el citado genio florentino.
La ruta de los cátaros
En Cataluña existe escasa conciencia de lo que este país le debe a los cátaros. No en vano, los refugiados albigenses provenientes del Norte permitieron que la población se doblara en el siglo XIII, que se instalara una potente industria lanera (importada), y dieron un fuerte impulso (a través de los nobles desafectos y de los faidits occitanos) a la conquista, por parte de Jaime I el Conquistador, de Mallorca y de Valencia (lo que supuso su perdón y su arraigo en estos países del Sur).
Placa explicativa de quiénes eran los cátaros en el Camí dels bons homes
Los cátaros estaban bien asentados en lugares como Bagà, Gósol, Josa del Cadí, o Castellbò. Poblaciones como La Seu d’Urgell, Tuixén y Sant Llorenç de Morunys los vieron pasar en su trayecto hacia el Sur.
Ruta de los cátaros (bons homes)
Bagà
Gósol
Josa del Cadí
Castellbò
La Seu d’Urgell
Tuixén
Sant Llorenç de Morunys
El territorio en el que discurre este camino es de media montaña, y está señoreado por la Serra del Cadí y el Pedraforca.
Mapa general de la zona
Los bosques son tupidos y los caminos umbrosos. Algunos detalles nos hacen pensar que la tradición cátara, aunque sea de forma superficial, se ha mantenido hasta el día de hoy. Por ejemplo, en un pueblo de la zona, separados entre sí por unos escasos cien metros, podemos ver los siguientes rótulos: Ca la Rosa, Ca la Joaneta y Ca la Llum. La rosa, el evangelio gnóstico de Juan y la Luz son las tres principales señas de identidad del catarismo y de la gnosis (que dieron lugar a una secta posterior: el rosacrucianismo). A este respecto, véase el artículo Leonardo, el primer rosacruz . Por otro lado, no es casual que estos tres nombres utilicen el género femenino: el catarismo era una religión casi feminista, en la que las mujeres jugaban un importante papel (como asimismo sucedía en los cultos gnósticos).
La zona está poblada de bellos bosques
Tres detalles sospechosamente cátaros (o gnósticos) en un pueblo de la región
Brujas y trementinaires
Esta región era conocida por la abundancia de brujas. En El viaje secreto de Leonardo da Vinci escribo lo siguiente:
Las brujas, tal como las conocemos hoy en día, son un producto medieval. En Cataluña-Aragón se las menciona por vez primera con este nombre (bruixot o bruixa) en un documento del siglo XIII, y posteriormente en las Ordinaciones y Paramentos de Barbastro. La primera noticia de la detención de una bruja en España tiene lugar en Castellbò (1313); es decir, en el epicentro del catarismo catalán. Entre 1330 y 1340 comienzan a aparecer procesos inquisitoriales dirigidos contra brujas y sabbats en Carcasona, centro cátaro de Occitania.
En esta área la práctica de recolectar plantas medicinales, y convertirlas en remedios contra las enfermedades, persistió hasta casi a finales del XX. Las trementinaires constituyeron un oficio, característico de la zona, que distribuía por territorio catalán el fruto de su esfuerzo, ya sea en forma de hierbas secas o de remedios ya elaborados.
Una antigua foto con dos trementinaires (Museu de les Trementinaires, Tuixén)
Localidades donde se practicaba el oficio de trementinaire (Museu de les Trementinaires, Tuixén)
Museu de les Trementinaires, en Tuixén
En Tuixén existe una ruta donde se exponen las principales especies de plantas recogidas por las trementinaires. Además de unas vistas espectaculares, podemos encontrar varias especies ciertamente notables de la flora catalana, como el muérdago y la “oreja de oso” (Ramonda myconi), la cual fue plasmada por Leonardo en su obra La virgen de las rocas. Véase a este respecto: La botánica pintoresca de Leonardo da Vinci .
Ruta de las plantas medicinales (Tuixén)
Arboretum (Tuixén)
Esta área está literalmente infestada de “muérdago”, planta célebre por el uso que de ella hacían los druidas celtas
Un árbol al que se le está extrayendo la resina (probablemente para un uso medicinal)
En esta zona se puede encontrar la Ramonda myconi, empleada antiguamente por las brujas
Martirio y exilio de los cátaros (extraído de El viaje secreto de Leonardo da Vinci)
La doctrina oficial establece que el catarismo catalán es heredero de la Iglesia hermana de Occitania. Hasta cierto punto ello es así: la población catalana se dobló en pocos años tras la huida masiva de los cátaros del Languedoc (Pere Català i Roca, en Adroer i Tasis, página 79).
René Nelli, en su libro —clásico donde los haya— Les Cathares NOTA 1, afirma que el catarismo es una doctrina proveniente de Bulgaria que desde Lombardía se instaló en Occitania a mediados del siglo XII. Allí prosperó y se fortaleció, convirtiéndose en poco tiempo en un fenómeno de masas. Eso es algo que sin duda, Leonardo, ya sabrás [nótese que esta obra está escrita con estilo epistolar, dirigido a un supuesto Leonardo lector]; puesto que esta herejía fue en tu patria un fenómeno tan arraigado como en el mediodía francés. En 1250 existían, en la península Itálica, los siguientes obispados cátaros: el de Desenzano, el de Concorezzo, el de Bagnolo, el de Vicenza, el de Florencia y el del valle de Spoleto. Hay incluso quien opina que la poesía de Dante y de los Fedeli d’Amore puede ser un rescoldo aún vivo de catarismo NOTA 2.
Esta sociedad secreta, a la que supuestamente perteneció Dante, derivaría de la noción del Amor trovadoresco de la sociedad occitana de su tiempo:
Tostemps vieu per amor, / ab ioy et ab honor, / qu’el ne sap tot can n’es / ni can Dieus n’a trames NOTA 3.
Pero dejemos de lado el Amor, y centrémonos en nuestra historia, estimado Leonardo. Porque ahora se trata de bucear en tus orígenes; y éstos, mucho me temo, están muy lejos de la Toscana. A mil millas de distancia.
El catarismo tiene una larga trayectoria en tierras catalanas. Diversos autores (Martí de Riquer, Jordi Ventura, Pere Català Roca) hacen notar que el texto fundacional del catalán literario, las Homilies d’Organyà (datadas hacia finales del siglo XII o comienzos del XIII), una mezcla de latín vulgar y lengua romance, podría tener una cierta influencia cátara.
Martí de Riquer dice: «Parece admitido que [en] estas homilías catalanas, que pueden estar en relación con textos similares piamonteses o provenzales [...] Algunos temas [...] coinciden con lugares comunes de los herejes cátaros, sin que ello permita fijar estas Homilías en estas corrientes heterodoxas» NOTA 4. Jordi Ventura advierte que algunas de estas similitudes pueden estar relacionadas con afinidades del lenguaje compartidas por los ambientes cultos de esos días.
Entre las citadas afinidades citamos las siguientes: «Et així com los apostols pregaven per la f(emna) tot exament pregan los preveres per tots crestians que deus los aport a la bona fi » (Homilies d’Organyà). Compara con esta fórmula del Consolamentum cátaro: el creyente se arrodilla ante el perfecto —equivalente al prevere—, y tras pedirle su bendición le dice «Senyor, prega Déu per aquest pecaire que Déus m’aport a bona fi », a lo que el perfecto responde «Déus vos benedicat, e us fassa bon crestià, e us aport a bona fi ». Encontramos otra homología en la siguiente sentencia: «Nos clamem mercè e mercia a n. s. i. xi. qe a forza dels nostres pensamentz e dels desigs carnals qe el nos faza venir enam memoria et enan sanitat a vera penitència et a vera confessió» (Homilies). Las expresiones vera penitencia y vera confessió eran peculiares de los cátaros, que distinguían entre las penitencias y confesiones que hacían los católicos (falsas) y las que hacían ellos (verdaderas) NOTA 5.
Un pergamino conservado en los archivos capitulares de La Seu d’Urgell, que se remonta al siglo XIII, habla de una expedición de castigo del filocátaro Arnau de Castellbò a Cerdaña, en la que se destruyeron numerosas iglesias, se robaron ornamentos religiosos y se secuestró a clérigos NOTA 6. Este hecho tuvo lugar en verano de 1198, y es una muestra evidente de la ebullición herética de la zona.
Tradicionalmente a Cataluña se la ha considerado un mero apéndice de la Iglesia cátara occitana: dependía estrechamente de Toulouse, tanto en su organización jerárquica como en las tareas apostólicas. Es por ello que nunca hubo obispos cátaros al sur de los Pirineos; sí en cambio diáconos NOTA 7. El diácono catalán por antonomasia, o al menos el más conocido, es Pere de Corona (1226), quizás de origen occitano, aunque existe constancia de otro posterior: Guillem Clergue, asentado en el centro del catarismo catalán, Castellbò (1244) NOTA 8. Conocemos el nombre de un obispo aranés: Ramon de Casals, mencionado en las actas del concilio cátaro de Caraman (1167) NOTA 9. También nos constan algunos perfectos cátaros en tierras catalanas: los hermanos Aymeric y Raymond Arquier (1242), Arnau de Bretós (ordenado por Bernard Marty), o Pere de Berga (1300).
Es por ello que, si la importancia del núcleo cátaro catalán es tan residual como se suele afirmar, llama la atención el encarnizamiento que los creyentes catalanes demostraron hacia los inquisidores y, en general, los perseguidores de los bons homes y las bones dones asentados en su tierra. Es en Cataluña, y no en Occitania, donde podemos encontrar un mayor número de víctimas entre los servidores de la Iglesia. Son bien conocidos los dos eventos que provocaron la sangrienta intervención de Roma y Francia en los asuntos occitanos: el asesinato de Pierre de Castelnau (1208), legado pontificio de Inocencio III, el cual desembocó en la primera Cruzada contra los albigenses; y la cruenta masacre de inquisidores en Avignonet (1242), en la que participaron catalanes (entre los agresores encontramos a Jean Catala, Raymond de Corbères y un tal Balaguer) NOTA 10; este suceso tuvo como colofón el ataque al reducto cátaro de Montségur. Sin embargo, poco sabemos de las penalidades que ciertos inquisidores hubieron de padecer en tierras catalanas.
El primer mártir de la Iglesia catalana fue fra Pons de Planedis, envenenado en 1242 en Castellbò (su asesinato quedó impune; no se persiguió a los asesinos) NOTA 11. El segundo es fra Bernat de Travesseres, muerto en 1260 a cuchilladas en La Seu d’Urgell. El tercero es Pere de la Cadireta, lapidado en 1279 en Castellbò NOTA 12. La oposición a la Iglesia era tal que cuando el inquisidor Pere de Temes y el obispo de Urgell pretendieron arrestar a heréticos en Josa, Berga y Puigcerdà, en 1296, tuvieron que reclutar un ejército nutrido y numeroso. Sólo a través de la fuerza bruta consiguieron sus propósitos; y a pesar de ello, el obispo de Urgell salió escaldado: fue destituido por el Papa a raíz de las acusaciones formuladas contra él por el capítulo de La Seu d’Urgell NOTA 13. Según Carles Gascón NOTA 14 los condes de Foix impidieron la persecución inquisitorial contra los herejes, promovida por los obispos de La Seu d’Urgell, con la edificación de una fortificación sobre el Camí Vell d’Andorra (en las proximidades del pueblo de La Farga de Moles). Su función: evitar el paso de los agentes episcopales que acudían a capturar adeptos cátaros.
El Rosellón, y el norte de Cataluña en general, fue un área muy contaminada por la herejía albigense. En palabras de Jordi Ventura, «Le catharisme connut une diffusion importante en Catalogne, moindre toutefois chez les seigneurs, possesseurs des terres pyréneénnes. Cette diffusion conditionna l’attitude politique de Pierre le Catholique comme celle de Jaime I qui, dès les premières annés de son règne jusqu’au traité de Corbeil, se vit obligé de temporiser avec le pape et la maison de France» NOTA 15.
Joaquín Miret y Sans, en su monografía El vizcondado de Castellbò NOTA 16, advierte de la extraordinaria extensión de los «novadores del orden religioso», entre los que podemos citar a los albigenses y —no hay que olvidarlo— también los valdenses NOTA 17. De acuerdo con el citado autor, encontramos ambas confesiones en prácticamente todo el territorio catalán. Generalmente se ha resaltado la implantación herética en tierras de los Castellbò y de los Josa (de los que hablaré en su momento); pero las crónicas —y los documentos— los sitúan en muy distintos lugares; algunos bien alejados de la cordillera pirenaica.
Hay cátaros (entre ellos, no pocos «perfectos») en el vizcondado de Castellbò, en el Alt Berguedà (Gósol), y en las proximidades de Josa del Cadí. Pero también en el Alt Urgell, en Berga (con el perfecto Arnau Català de Berga), en Puigcerdà (y toda la Cerdaña), en Andorra, en el Pallars Sobirà, y por supuesto en Perpiñán y el Rosellón (lugar de refugio de los faidits, o huidos occitanos) NOTA 18. A este respecto, Jordi Ventura afirma: «Perpignan était remplie d’héretiques autochtones qui assuraient à leurs frères de religion des terres occitanes une aide spirituelle importante» NOTA 19. Más adelante los encontramos en Lleida, en el Priorato, en Tarragona, en Prades, en Siurana, en el Montsant, etcétera. Su peso en el sur fue incrementándose, hasta la llegada de los grandes procesos inquisitoriales, que los exterminó o los mantuvo a raya (o en la clandestinidad).
Eso por lo que se refiere a los cátaros autóctonos (naturales de Cataluña). Pero cuando, ahogado en sangre, el catarismo occitano fue duramente golpeado por la Cruzada o las piras inquisitoriales, muchos adeptos y perfectos del Midi se trasladaron a dos territorios alejados entre sí: por un lado, a la Corona de Aragón, y por otro, a las comunas itálicas.
Allí se llevaron su maestría en las artes manufactureras (especialmente en la industria textil), y posiblemente también los últimos brotes de su fe NOTA 20. Como afirma Pere Català Roca NOTA 21: «La tendencia era buscar refugio en Lombardía». Así por ejemplo, Arnau de Berga —que recibió el consolamentum en Montségur— y Pere Girberga se dirigían a esta región del norte de Italia cuando fueron interceptados por los inquisidores NOTA 22.
Jean Duvernoy, en Inquisition à Pamiers, asegura asimismo: «Les ariégeois ou les catalans les plus compromis ont pris comme les autres le chemin de Lombardia» NOTA 23. Jordi Ventura, en Els heretges catalans, señala cómo los pasos de los cátaros del vizcondado de Castellbò se dirigen a «lugares tan alejados como Apulia, en Italia, donde los encontramos en el segundo tercio del siglo XIII» NOTA 24.
Provenientes de Occitania o Catalunya, podemos mencionar bastantes nombres de cátaros relevantes huidos a Italia: el diácono catalán Philippe Cathala (en Pavía en 1234), Bernat Olive (último obispo de Tolosa, en Italia en 1278), Philippe d’Alairac (noble letrado, ordenado en 1302 en Sicilia), Guillaume Pierre (en Italia hacia 1270), Raymond Mercier (llegado en 1250 a Lombardía), Guillaume Fournier (en 1252 en Pavía), además de otros nombres como Peytavi Laurent, Pierre Sabatier, Raymond du Mas, Pierre de Bélesta, Fornier Catala (conocido como «el catalán»), etc. NOTA 25.
Los cátaros occitanos más comprometidos eligieron el exilio en la lejana Lombardía con preferencia a Cataluña, pensando que allí —lejos de su país natal— encontrarían más seguridad. Pero se equivocaron. A la vista de la marea «hereje» que provenía del Midi, la Inquisición italiana actuó con presteza. Ya en 1244 (el mismo año en que cayó Montségur), los «cátaros de Florencia fueron enviados a las llamas del Tártaro», en palabras de René Nelli. Pero es en la década de los sesenta del siglo XIII cuando los procesos se aceleran: Viterbo (1265), Orvieto (1268), Nápoles (1269), etc. NOTA 26. El soberano de Apulia, Manfredo, hace arrestar a los heréticos refugiados en su jurisdicción NOTA 27. En Piacenza veintiocho carretas de cátaros italianos fueron llevadas al verdugo; ni la propia dama de honor de la marquesa de Este se salvó de morir quemada como hereje. En 1276 el castillo cátaro de Sirmione es expugnado, y ciento sesenta y seis cátaros son quemados un año después en la Arena de Verona NOTA 28.
Es por ello que, ante el empuje inquisitorial en el norte de Italia, no pocos cátaros volvieron a tomar rumbo al exilio y se trasladaron al sur de la bota itálica. A finales del siglo XIII Sicilia era dominio de los Hohenstaufen, dinastía ilustrada y no poco liberal. Allí fue a residir una numerosa comunidad cátara, procedente de Occitania, del Rosellón y de Cataluña.
Y allí se encontraba en 1277 el más alto dignatario cátaro conocido a fines del siglo XIII, Bernard Olieu. Este hecho puede ser relevante en el estudio de tu linaje, amigo Leonardo, como veremos más adelante.
(…)
En 1244 tuvo lugar la caída de Montségur, donde fallecería entre las llamas Esclarmonda de Foix (según la tradición «convertida en una paloma») NOTA 29. Ese mismo año, a pesar de la presión inquisitorial al sur del Pirineo, multitud de fugitivos del Ariège francés buscarían refugio en las tierras de los Castellbò. En 1258 el «perfecto» Bernat de Alió murió quemado vivo en la hoguera en la ciudad de Perpiñán. Ésta es, en resumen, la crónica de los hechos que, desde mi punto de vista, provocarían la huida de cátaros catalanes (del norte y del sur del Pirineo) a tierras itálicas.
La historia comienza con el enlace entre Ermessenda de Castellbò (hija del Arnau antes citado, el mismo que devastó las propiedades de la Iglesia en la Cerdaña, el año 1198) y Roger Bernat II de Foix NOTA 30. La esposa aportó al matrimonio su dote del vizcondado de Castellbò, y el marido importantes territorios del Ariège. De este modo el conde de Foix se convertiría en un barón de Cataluña, feudatario de los reyes catalanoaragoneses. Y sus tierras pasarían a ser un área de asilo de los refugiados cátaros provenientes del norte del Pirineo.
Pero los vínculos entre Cataluña y el Ariège cátaro no acaban aquí. En 1236 la hermana de Roger Bernat, Esclarmonda de Foix, casó con Bernat III de Llo (o Alió). Esta «perfecta» cátara, la misma que se transformaría en paloma en la hoguera del Camp dels Cremats, tenía en feudo el castillo de Montségur NOTA 31. Por su parte, los Llo-Alió —según Alart y Giralt— eran una noble familia catalana, con tierras y castillo en la cabecera del río Segre.
El Segre conecta entre sí los valles de la Cerdaña y del Alt Urgell. Esos territorios, junto con Andorra y las tierras de Berga, serían —como hemos visto más arriba— el núcleo de máxima afectación cátara en la vertiente meridional del Pirineo NOTA 32. La familia Castellbò y los Alió serían los principales exponentes de la «contaminación herética» en la zona. Como botón de muestra, según Pere Català Roca NOTA 33, el 27 de mayo de 1237 la comisión inquisidora hace constar en acta que sólo en Castellbò (a unos cuantos kilómetros al oeste de La Seu d’Urgell) habían sido detenidos 45 herejes NOTA 34.
Algunos bons homes de Cataluña, vinculados a las familias de Bernat III de Alió (casado con Esclarmonda de Foix), o de Ramon de Canet (expoliado de sus bienes por hereje el año 1227), podrían haber emigrado a Italia, donde es posible encontrar ambos apellidos: Allione (o Alio) y Canet, respectivamente.
(…)
El listado de linajes catalanes que podrían haber tenido relación con la herejía no se reduce a los Castellbò, los Alió, los Josa, los Erill, los Melció [nótese la figura de Francesco Melzi d’Eril, discípulo de Leonardo] o los Cardona. Jordi Ventura hace mención de varios más. Los Pinós, según Jean Claude Soulassol, dieron lugar a una larga línea de «héroes de la Reconquista» NOTA 35. Uno de ellos, Galcerà de Pinós [los barones de Pinós tenían su residencia en Bagà], «uno de los nueve barones de Cataluña» NOTA 36, jefe de la casa de Pins, en Languedoc, se señaló contra Simón de Montfort, comandante en jefe de la cruzada antioccitana. Galcerà de Pinós, en 1256, intercedió, ante el arzobispo de Tarragona, por los «homines meos de Gosol quos vos tenetis captos super factum heresis» NOTA 37.
Otra gran familia de notables catalanes, los Montcada, se distinguieron inequívocamente por su defensa de los heréticos. Según Jordi Ventura NOTA 38 en 1251 encontramos un Guillem Ramon de Montcada inculpado por la Inquisición de Carcasona NOTA 39. Michel Roquebert NOTA 40 sitúa a un Montcada (también de nombre Guillem Ramon) en Toulouse (1209), en los primeros embates de la guerra occitana NOTA 41.
Por no hablar de los Josa, vasallos de los barones de Pinós y aliados naturales de los Castellbò. Berenguera de Cornellà i de Timbors, esposa de Ramon de Josa, había sido denunciada como cátara en 1248 NOTA 42. San Ramon de Penyafort (1180-1275), gran inquisidor catalán —y no de los más duros— se interesó por la suerte de Ramon de Josa, «pro negocio fidei». Éste fue reiteradamente «reconciliado» y de la misma manera vuelto a condenar por sus devaneos heréticos. Finalmente, en una asamblea reunida en Tarragona, en presencia del rey Jaime I, se dice de él: «Fuit credens hereticorum, receptor, ocultator, fautor atque defensor, et in hiis pluries ante mortis et in mortis articulo relapsus» NOTA 43.
El pueblo de Josa del Cadí era un refugio de albigenses huidos del otro lado del Pirineo. Los Josa fueron sistemáticamente perseguidos por la Inquisición; por ejemplo, Ramon de Josa fue condenado por el inquisidor Pere de Cadireta en 1257.
Acabaré este repaso con dos familias de la Catalunya Nord: los Niort y los Castell Rosselló. Guillem de Niort era miembro de una familia occitana emparentada con los Castellbò; llegó a ser veguer de la Cerdaña en tiempos de Nuño Sancho NOTA 44, conde del Rosellón, pero fue condenado a prisión perpetua como cátaro. Robert de Castell Rosselló fue, según Jordi Ventura, «el más afortunado y valiente de todos los cátaros del Rosellón» NOTA 45. Preso en dos ocasiones por los inquisidores, las dos veces se escapó. Finalmente «lavó su rebeldía», como tantos otros cátaros, yendo a luchar tres años, contra los sarracenos, en Valencia. Y podemos preguntarnos legítimamente, como hace Pere Català Roca, si el mismo conde del Rosellón, Nuño Sancho (o Nunó Sanç, en su grafía catalana), era filocátaro, a juzgar por las malas compañías de las que se rodeaba. Pero éste es un debate que no viene al caso ahora.
(…)
Los cátaros del norte aportaron a estas regiones buena parte de las técnicas de la industria lanera que harían prosperar sus ciudades. En esta operación masiva de «huida hacia el sur» no estaban solos: los templarios, haciendo valer su papel de «servidores del peregrino», hicieron todo lo que estaba en sus manos para ayudarles: dándoles refugio en sus encomiendas NOTA 46, u ofreciéndoles apoyo logístico en el trayecto desde el castillo de Montségur hasta Berga, por el sendero llamado comúnmente Camí dels Bons Homes.
(…)
Acabaré este extracto con la siguiente cita de Otto Rahn, en su obra Cruzada contra el Grial (página 217): «Los últimos cátaros huyeron [...] a las montañas, desde donde existía la posibilidad de emigrar a tierras más hospitalarias, donde el sol brillaba más puro, al no ser oscurecido por el humo de ninguna hoguera, y donde las estrellas, a las que aspiraban, se encontraban más cercanas».
NOTAS
1. Pág. 65.
2. Eliphas Lévi (Historia de la Magia, pág. 216) describe a Dante como «juanista y gnóstico», y rosacruz pionero (escribió su Divina Comedia, epopeya rosacruz donde las haya, en el año 1307, antes de que Clopinel acabara el Roman de la Rose que Guillermo de Lorris dejó inacabado, pues murió en 1260). Según Lévi (pág. 217) «se descubrirá con cierto asombro que el Romance de la Rosa y la Divina Comedia son dos formas opuestas de una sola obra: iniciación mediante la independencia del espíritu, sátira sobre todas las instituciones contemporáneas, y fórmula alegórica de los grandes secretos de la Hermandad Rosacruz». Frances Yates alude, por su parte, a una Familia del Amor, sociedad secreta similar a la masonería existente en la segunda mitad del siglo XVI en los Países Bajos (El Iluminismo rosacruz, pág. 97).
3. Arnaut Guilhem de Marsan, Ensenhament del cavaller. Citado por Anton M. Espadaler, pág. 49.
4. Història de la literatura…, I, pág. 203. Citado por Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 103.
5. Jordi Ventura, Els heretges catalans, pág. 111.
6. Se saquearon las iglesias de Boborriu de Talló, Bor, Pedra, Sant Grau del Puig d’Urús, Sant Climent d’Urús, Santa Cecília de Beders, Beltarga, Sansor, Prats, Vencilles, Sanavastre, Mosoll, Estoll, Soriguera, Queixans, Vilallobent, Age, Talló, además de masías de Dorres, Palau, Osseja, Ix, Naüja, Santa Llocaia, Er, Sant Hilari del Puig y Sallagosa (Catalunya romànica, vol. VII). No sólo en Cerdaña se observan estas destrucciones, saqueos, maltratos a religiosos, etc. Tambíén son afectadas las tierras de Galceran de Pinós, el Urgellet y La Seu d’Urgell (otras iglesias no fueron atacadas, pero hubieron de pagar rescate). Dichos hechos volvieron a repetirse, según Joaquín Miret y Sans (pág. 208), en 1239, cuando Roger Bernat de Foix saquea la ciudad de La Seu d’Urgell; así como poco después de la condena por herejía de Arnau y Ermessenda de Castellbò (1269). Se producen, como respuesta, expoliaciones de iglesias, profanaciones de reliquias, torturas y asesinatos de sacerdotes en las tierras de los Castellbò y los Foix, familias que, como veremos en su momento, estaban fuertamente implicadas en el movimiento cátaro, incluso en fechas tan avanzadas como los años 1270 y 1280. Cebrià Baraut, pág. 500.
7. Dentro de la Iglesia cátara, los diáconos eran los encargados de asegurar la gestión directa y el buen funcionamiento de un conjunto de casas de perfectos establecidas en un territorio concreto. Aunque este cargo no gozaba de ningún privilegio material respecto a otros perfectos, gozaba de un alto prestigio. Presidía las prédicas, las ceremonias y los ritos en la vida de la comunidad local (Carles Gascón, pág. 108).
8. Aquí las fuentes difieren: Jordi Ventura lo sitúa en Castellbò en 1244; Carles Gascón en 1224.
9. Según Jordi Ventura (Els heretges catalans, pág. 46), fue elegido por los homines Aranenses, del concilium ecclesiae aranensis.
10. Jordi Ventura, «Hérétiques du Roussillon et de Cerdagne au temps de Jaime I», Cahier d’Études Cathares, año XVI, primavera 1965, serie II, núm. 25, pág. 8.
11. Existe un Pons d’Espira, envenenado, según las crónicas, en parecidas circunstancias; éste podría ser el mismo Pons de Planedis del que he hablado más arriba.
12. De infausta memoria, según Ventura, en 1262 exterminó un extenso núcleo de cátaros en Prades y Siurana. Su leyenda ha quedado imborrable en el imaginario catalán: se dice que fue atado en una silla y se le tiró piedras hasta que murió. De ahí su nombre.
13. Jordi Ventura, «Le catharisme en Catalogne», Cahier d’Études Cathares, año XIV, otoño 1963, serie II, núm. 19, pág. 24.
14. Pág. 111.
15. Jordi Ventura, «Le catharisme en Catalogne», Cahier d’Études Cathares, año XIV, otoño 1963, serie II, núm. 19, pág. 3. Esta necesidad de «contemporizar» con el Papa y con el Reino de Francia explicaría la solicitud de prisión de cátaros catalanes que hizo Jaime I a Manfredo de Apulia, vista algo más abajo. Hemos de tener en cuenta, como veremos en el siguiente capítulo, que Cataluña fue siempre un área en la que el catarismo fue reprimido con mucho menor rigor; y si se quemó a alguien (es el caso de Bernat de Alió y de Bernat de Sautó, en 1258) fue por motivos políticos (firma del Tratado de Corbéil). Sobre la presión ejercida por el Papado a los obispos catalanes, y al rey Jaime I, hablaré más adelante.
16. Pág. 167.
17. «Avie en son temps [1233] cundit molt en Catalunya la heretgia dels valdenses, vinguda de Fransa, y en esta diòcesi hi havia moltas personas contaminades d’ellas» (canonge Blanch, siglo XVII). Citado por Josep Blanch (Arxiepiscopologi, I, Tarragona, 1985). Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 63.
18. En Perpiñán fueron perseguidos por la Inquisición Guillem de Niort, Robert de Castell-Rosselló, los esposos Malloles, la familia Vernet, etc. Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 83. Según este mismo autor, buen número de señores de la Corte de Nunó (Nuño), conde del Rosellón, eran adeptos del catarismo. Y por descontado, la mayor parte de familias rosellonesas estaban emparentadas con familias occitanas (pág. 58).
19. Jordi Ventura, «Hérétiques du Roussillon et de Cerdagne au temps de Jaime I», Cahier d’Études Cathares, año XVI, primavera 1965, serie II, núm. 25, pág. 54.
20. Jordi Ventura, en su artículo «Le catharisme en Catalogne», publicado por Cahier d’Éstudes Cathares (año XIV, otoño 1963, serie II, núm. 19), destaca cómo desde el siglo XII las primeras industrias de la lana provenientes de tierras occitanas se empezarían a instalar en territorio catalán. Primero en la Catalunya Nord (Perpinyà, Vilafranca del Conflent, Banyuls, Prats de Molló), luego más al Sur (Puigcerdà, La Bisbal, Olot, Ripoll, Sant Joan de les Abadesses, Berga, Moià, Granollers, Sabadell, Terrassa, Tortosa, Valls y Girona). Esta inmigración de laneros del Midi francés coincidiría con la introducción del catarismo en tierras catalanas (págs. 12 y 13).
21. En Adroer i Tasis, Càtars i catarisme a Catalunya, pág. 71.
22. Ibid., pág. 70.
23. Pág. 9. Citado por Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 71. Michel Roquebert añade: «Dès que l’Inquisition commencera à sevir en Occident, à partir des années 1230, l’Italie sera par excellence la terre de l’exil pour les croyants et les parfaits fuyant la France et le Languedoc» (pág. 62).
24. Pág. 56.
25. Pere Català, en Adroer i Tasis (pág. 96), dice que, tras el exilio, en Lombardía subsistía (en palabras de Paul Labal) una «Occitania triste».
26. Ibid, pág. 96.
27. Jordi Ventura, en el artículo «Hérétiques du Roussillon et de Cerdagne au temps de Jaime I» (Cahier d’Études Cathares, año XVI, 1965, serie II, núm. 25), explica que Manfredo, en su disputa con el Papa (el partido güelfo), recibió algunas cartas del Inquisidor y del rey de Aragón en las que éstos le pedían la prisión de los heréticos catalanes. Finalmente Manfredo moriría en 1265, víctima de una conjura güelfa. De nada le habría servido su predisposición a ganarse el favor del Papa.
28. Michel Roquebert, págs. 450-452.
29. Esto no es más que una leyenda. En realidad sólo se conocen dos documentos que la mencionan: uno de ellos es el de su boda con Bernat de Alió, en 1236, y el otro es del 1266. No sabemos cuándo ni cómo se produjo su muerte.
30. Pere Català, en Adroer i Tasis, pág. 67.
31. Ibid., pág. 76. Sobre el personaje de Esclarmonda se han elaborado multitud de conjeturas. Más arriba hemos visto que no se conoce ni la fecha ni las circunstancias de su muerte. De hecho, ni siquiera sabemos de qué Esclarmonda estamos hablando. Prosper Estieu, en La Question d’Esclarmonde (facsímil, Lacour, pág. 13), hace referencia a tres Esclarmonda. La primera sería la Esclarmonda de Foix histórica, hija de Raimon Roger de Foix, y hermana de Roger Bernat (el mismo que casó con Ermessenda de Castellbò en 1202). Según J. M. Vidal (Esclarmonde de Foix dans l’histoire et le roman, facsímil, Lacour, pág. 3) esta Esclarmonda contrajo núpcias con Jordan II de l’Isle, señor de Isle-Jourdan, y en 1215 fue acusada por Folquet de Marsella, obispo de Toulouse, de «conyuguicidio» («Avia faict mourir son marit de mala mort a causa dels dits heretges», pág. 4). La segunda sería Esclarmonda de Péreille, efectivamente quemada en Montségur en 1244, y que según M. A. de la Marnière (Histoire des Comtes de Foix, facsímil, Lacour, pág. 83), era hija del señor de Péreille. La tercera sería «Esclarmonda la grande», en palabras de Fréderic Mistral, quien en su Tresor dou Felibrige (T.I., pág. 993, c. 2) dice: «La Grande Esclarmondo, fille de Raimond Roger, soeur de Roger Bernard, comte de Foix, épouse du Comte Bernard d’Alion (1236), héroine qui soutint la cause albigeoise dans le château de Montségur» (citado por Prosper Estieu, pág. 14). Esta Esclarmonde d’Alion sería la misma Esclarmonda de Foix de la que he hablado más arriba, pero las fuentes no se ponen de acuerdo sobre dicha cuestión (¿se casaría, 21 años después del supuesto asesinato de su primer marido Jordan de l’Isle, con Bernat d’Alió? Parece poco probable). Sea como sea, Esclarmonda de Foix (o de Alion) era dueña del castillo de Montségur. De acuerdo con Prosper Estieu (pág. 41): «A la mort de son père Roger Bernard, Esclarmonde de Foix devint donc “dame et signereusse” du château de Pérelhe, du château de Montségur, et de tout le pays d’Olmes». El señor de Péreille —su vasallo— fortificó Montségur con la autorización de Esclarmonda de Foix (pág. 42).
32. El Valle de Arán, situado en la vertiente norte, forma parte de la moderna Cataluña. Es posible que tuviera una fuerte presencia cátara, como demostraría el hecho de que constituyera un obispado en el concilio cátaro celebrado el año 1167 en San Félix de Caraman. En él se hace referencia a un tal «Ramon de Casals, homines aranenses, concilium ecclesiae aranensis». Jesús Mestre i Godes, Els càtars, la vida i la mort dels bons homes, pág. 53.
33. Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 68.
34. 15 habían huido. También se quemaron los cadáveres de 18 difuntos y se derribaron dos casas.
35. «Les origines de la famille d’Alion de Son», pág. 105.
36. M. Le Chevalier de Courcelles, «Notice sur la maison de Pins».
37. Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 82.
38. «Hérétiques du Roussillon et de Cerdagne au temps de Jaime I», pág. 4.
39. Éste pertenecería a la rama bearnesa de los Montcada.
40. Op. cit., pág. 217.
41. Senescal de Cataluña, representaba a su rey, Pedro II de Aragón.
42. Jordi Ventura, «Le catharisme en Catalogne», pág. 17.
43. Cebrià Baraut, «La presència i la repressió del catarisme al bisbat d’Urgell (segles XII-XIII)», en Urgellia, XII (1994-1995), pág. 416.
44. Sancha, hermana de Nuño Sancho, casó con Gerard de Niort.
45. Citado por Pere Català Roca, en Adroer i Tasis, pág. 57.
46. En el Masdéu acogieron a Pere de Seixac, Ponç de Vernet, Arnau de Mudagons y Bernat de Clairà. Ibid., pág. 78. En Sant Llorenç de les Arenes enterraron cristianamente a unos cátaros que habían muerto ayudando al conde de Ampurias en la guerra que sostuvo contra el obispo de Girona. Tres caballeros templarios fueron acusados de catarismo como consecuencia de estos hechos: A. de Soler, Ponç Egidum y Dalmau de Creixell (el cual había comandado las tropas catalano-aragonesas en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212). Como estaban muertos y enterrados, sus cadáveres fueron exhumados de los cementerios templarios. Adroer i Tasis, págs. 78 y 108.