La Santa Cena de Solsona, ¿modelo para la Última Cena de Leonardo?

En mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci expongo al público una teoría que en un buen principio puede parecer descabellada: Leonardo se inspiró en una oscura obra del gótico catalán rural para concebir La Última Cena de Santa Maria delle Grazie, en Milán (hacia 1495).

En este artículo pretendo demostrar que Leonardo debió tomar notas de la Santa Cena de Pere Teixidor (hacia 1430), hoy en día en el Museo Diocesano de Solsona, pero hasta principios del siglo XX en una capilla de Santa Constança de Linya, cerca de Navès. ¿Cómo es posible que pudiera haber contemplado este ejemplo de arte rural catalán, situado en un lugar apartado de la Cataluña central? Más abajo expongo una hipótesis que convierte en verosímil esta posibilidad.

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Comparativa entre la Santa Cena de Solsona (1430) y La Última Cena de Leonardo (1495).

Similitudes iconográficas

En Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci desarrollo este tema con detalle. Entre otras cosas digo:

Se trata de una predela, a la que le falta un trozo rectangular en la parte central. En esta imagen se mezclan dos escenas diferentes de los Evangelios. Por un lado la celebración de la Santa Cena, en Pascua, y por otro, el lavatorio por parte de María Magdalena de los pies de Cristo; hecho que habría tenido lugar en la casa de Simón, según Lucas 7:36-50.

Continuemos. Judas, con aspecto judaizante, le reprocha su actitud a María Magdalena. Juan (con una apariencia y una postura muy similar a la de la Magdalena) está recostado delante de Cristo, el cual mantiene una pose de Pantocrátor (o Cosmocrátor, puesto que sujeta con su mano izquierda un globo terrestre, y con la derecha está en actitud de bendecir). Los halos (aureolas) sólo son visibles en los casos de Magdalena, san Juan y Cristo. Éstos están alineados, a unas distancias casi equidistantes. El resto de los apóstoles tienen unas aureolas imperceptibles.

Cristo está sentado en un sitial; pero, cosa extraña, éste dispone de dos ventanas (una a cada lado). La mesa es alargada, y está sostenida por dos caballetes. El mantel (blanco) tiene cenefas en los extremos. La vajilla está esmaltada con mensajes de contenido mariano (según parece, pertenecería a la serie del Ave María dentro de los grupos de cerámica de Manises). Los apóstoles se alinean en el fondo de la mesa, excepto Judas (que está de pie). Debajo de la mesa vemos dos gatos y un perro.

La Santa Cena de Solsona no es diferente de otros cenáculos, que podemos hallar tanto dentro como fuera de Cataluña. Según el catálogo oficial del Museo Diocesano y Comarcal de Solsona, encontramos a la Magdalena en La Última Cena de la iglesia de San Juan de Daroca, en el tímpano de Neully en Dojon, o en el Manuscrito de las Horas de Turín (folio 58), del Maestro del Bautista.

Lo que tiene de especial esta predela es que, ¡se parece demasiado a La Última Cena de Leonardo! Observemos la comparativa: 1) como en la Santa Cena de Solsona, al Cenáculo de Leonardo le falta un trozo rectangular, con el mismo tamaño relativo y en la misma posición; 2) la mesa es alargada y se sostiene asimismo sobre dos caballetes; 3) el mantel tiene unas grecas prácticamente idénticas (líneas y dameros); 4) la Magdalena aparece en el Cenáculo de Leonardo, pero confundida con san Juan Evangelista; 5) la vajilla es muy parecida (es aún más evidente en el plato grande que hay delante de Jesús); 6) en torno a Cristo hay dos ventanucos (y otro detrás), como en el sitial de la Santa Cena de Solsona; 7) los dos Judas son oscuros y judaizantes; 8) en los dos casos, vemos sendos apóstoles que dan la espalda a Cristo, en la penúltima posición a la derecha; y 9) como en La Última Cena de Leonardo, la figura de Jesús forma un triángulo, aunque en la de Solsona tiene como base el trozo arrancado de la predela, como lado izquierdo los personajes de María Magdalena y Juan, y como lado derecho a Judas (agradezco esta observación al escritor Jesús Ávila Granados).

Se me dirá que, a diferencia de la de Solsona, en La Última Cena de Leonardo Judas está en el mismo lado de la mesa que el resto de los apóstoles, y que Juan no está recostado. A ello respondo que en un estudio previo de su Cenáculo, Judas estaba en el lado opuesto de la mesa, y Juan dormía (debo esta observación a Francesc Manzanera, licenciado en Historia del Arte).

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Comparativa entre la Santa Cena de Solsona (1430) y La Última Cena de Leonardo (1495). Detalle.

Sin comparamos el pantocrátor de la Santa Cena de Solsona con una obra de taller de Leonardo, su Salvator Mundi, hallaremos aún más coincidencias:

Si comparamos el Jesús-Pantocrátor de la Santa Cena de Solsona con el Salvator Mundi atribuido a Leonardo, encontraremos unas semejanzas ciertamente llamativas. En primer lugar, los gestos: el Salvator Mundi de Leonardo sostiene una esfera cristalina con la mano izquierda y bendice con la derecha. Pero fijémonos sobre todo en su barba: como la de la Santa Cena de Solsona, es doble. Éste es un detalle característico del gótico catalán: tanto en los temas profanos, como en los evangélicos, los hombres lucen barba partida. Y es que además la mirada inexpresiva, y sobre todo el rictus de la boca del Salvator Mundi, son muy parecidos a los del Jesús de la Santa Cena de Solsona. Si todas estas similitudes fueran producto de la coincidencia, la situación sería muy desconcertante.

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Comparativa del pantocrátor de Santa Constança de Linya i del Salvator Mundi del taller de Leonardo.

Un detalle de la Santa Cena de Solsona llama especialmente la atención. Debajo de la mesa vemos dos gatos y un perro. Desde mi punto de vista, estos animales dejan entrever un mensaje oculto que explico con más detalle en mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci. Aquí me limitaré a señalar que, desde mi punto de vista, este ardid iconográfico esconde una alusión a la persecución de los dominicos (domini cani, el perro) sobre los cátaros (los dos gatos). El resto de la lectura iconográfica y simbólica del cuadro de Solsona refuerza esta tesis, pero ahora no estoy en disposición de profundizar en este tema. Excepto en un aspecto:

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Gato de la derecha, acosado por un perro. Parece roer una costilla.

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Gato de la izquierda. Parece roer una cuerda.

Nótese que el gato de la izquierda tiene en su boca lo que parece una cuerda (el de la derecha parece roer una costilla, aunque en la mesa no hay restos de carne). ¿Qué significado puede tener una cuerdecilla en un contexto cátaro? Ramón Hervás, en su obra Historia secreta del Grial (página 278), lo deja claro: “En los procesos de la Inquisición se puso de manifiesto que los puros llevaban colgado al cuello o de la cintura un cordel de cáñamo, el conocido camelot [porque originalmente estaba fabricado con piel de camello], y, pese a que su finalidad jamás quedó clara para los inquisidores, para los fieles, sin embargo, este pedazo de cordel que ‘ataba’ al cátaro era el que impedía que su luminosidad le rebasara y deslumbrara a los demás”.

Silvano Vinceti, presidente del Comité Nacional para la Valorización del Patrimonio Histórico italiano, en una de sus investigaciones, opina que en La Virgen de las Rocas (en torno al año 1485) Leonardo ha incluido, en un área frondosa, lo que parece un perro, con una correa. ¿Acaso el perro supone, aquí, el concepto de Inquisición, como hemos visto más arriba? ¿Y la correa la idea de "ligamen con el mundo", equivalente a la cuerdecilla (llamada "camelot") que empleaban los cátaros? Si es así podría haberse inspirado en La Santa Cena de Solsona (véase más arriba).

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El investigador italiano Silvano Vinceti ha visto un perro, con una correa, en un área frondosa de La Virgen de las Rocas.

Mi propio examen al área del cuadro indicado por el investigador italiano me ha permitido encontrar, no sólo el perro, sino también la sombra de un gato. Nótese que ello parece estar en consonancia con el mensaje de La Santa Cena de Solsona (véase más arriba). El perro aludiría a los Domini Cani (los dominicos, la Inquisición), y el gato a los cátaros o herejes.

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Detalle ampliado de La Virgen de las Rocas. Debajo del perro (que simbolizaría la Inquisición) hay una silueta de un gato, tal vez indicando a los herejes (o cátaros).

El periodista Javier Sierra destaca la presencia del perro y del gato en este retablo, con el sentido que le he dado más arriba, en una programa de radio emitido en la mañana del sábado 11 de marzo del 2017:

http://www.javiersierra.com/w/cope-fin-de-semana-el-mensaje-oculto-de-leonardo-da-vinci/

Desde mi punto de vista. tales criptogramas abren interesantes interrogantes acerca de la autoría de Leonardo por lo que se refiere a la obra conocida como Magdalena Leggente de Barcelona, la cual se caracteriza por la abundante presencia de figuras y mensajes ocultos en el pequeño espacio que ocupa (se trata de una pintura sobre cobre de 15 por 12,5 cm). Véase a este respecto el siguiente artículo de Silvia Colomé en La Vanguardia digital:

http://www.lavanguardia.com/cultura/20110505/54149303319/un-leonardo-da-vinci-en-barcelona.html 

Ésta es una cuestión a la que aludí en mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci. He aquí una cita textual de este apartado:

Un gato y una cuerda

Tal vez la clave la encontremos en dos detalles casi imperceptibles de la predela del Museo Diocesano de Solsona. Aquí vemos dos gatos y un perro. Este último parece desfilar; tal vez por ello los gatos se esconden. No puedo dejar de pensar que el perro simbolizaría a los Domini Cani (los perros de Cristo, inquisidores de la orden Dominicana), y los gatos a los indefensos cátaros, que se apartan de su presencia. Fijémonos en un detalle: el gato de la izquierda parece estar royendo una costilla (no hay carne en la mesa). ¿O se trata de una cuerda?

En el Comentario del Padre Nuestro, documento cátaro fechado en torno al siglo xiv (con origen en Florencia), encontramos el siguiente párrafo: «Se ha de saber que también las visitaciones extranjeras son llamadas cuerdecillas y vínculos, como dice el Salmista: Y me tendieron las cuerdas como un lazo”. Y dice además: Las cuerdas de los pecadores me ataron”... Este mismo Profeta, dando gracias a su Dios porque había roto las cuerdas antedichas, exclama: “Señor, tú rompiste mis cadenas; te ofreceré un sacrificio de alabanzas”». Más adelante añade: «También has de saber que el espíritu es cuerda de la vida, que atrae la vida y la ata... Pero la vida es también cuerdecilla del alma que, ayudada por la visitación, la atrae y la une a sí».

¿Podría representar la imagen del gato que roe la cuerda una alusión a estos textos cátaros tardíos (del siglo xiv)? ¿Podría expresar la presencia de la Magdalena en ambos cenáculos un sentimiento de rechazo a la Iglesia oficial? Hemos de recordar que en la Santa Cena de Solsona sólo la Magdalena, Juan y Cristo ostentan un halo, con lo cual se indica que éstos son los tres actores principales del drama eucarístico representado en la tabla.

Francisco Manzanera, ya citado, me hizo el siguiente comentario: «Se podría pensar que Leonardo hubiese visto el cuadro de Ferrer [la Santa Cena de Solsona] e incluso lo tuviese presente a la hora de pintar su Cenáculo». Y Javier Sierra, buen conocedor de la figura de Leonardo, me dijo esto: «Confieso que en un primer momento no vi mucho las semejanzas, pero prestando atención hay cosas curiosas, como Judas metiendo la mano en el mismo plato que Jesús, o el discípulo que le da la espalda en el extremo derecho de la mesa. Ambos detalles se suman a la gran semejanza del mantel, con las mismas grecas, o los caballetes. Pero entiendo que una obra así, de esa factura, no impresionaría demasiado a Leonardo. ¿Por qué crees [porque supongo que piensas en eso] que Leonardo se fijó en ella? ¿Qué le llamó la atención tanto como para [especulemos] copiar algunos detalles?».

Aquí está mi respuesta. Creo que Leonardo visitó la zona donde estaba el original de la Santa Cena de Solsona (Santa Constança de Linya, cerca de Navès, en la comarca del Solsonès). La presencia de Leonardo en este remoto lugar del centro de Cataluña, no lejos de los primeros contrafuertes pirenaicos, tiene sentido si tenemos en cuenta que el florentino podría haber seguido la ruta del Llobregat al menos hasta Navàs. Desde allí habría llegado al paraje donde Benedictus de Solivella (presbítero de Montserrat) le presentaría quizá— a su familia (¿Mas l’Olivella, cerca de Navès?); o al enclave donde tal vez sus primos lejanos, los Vinçà (o Covinçà) de Cataluña, residirían, en pleno núcleo herético de Berga. Quién sabe.

Sea como fuere, el detalle del gato de la Santa Cena de Solsona (que está royendo una cuerdecilla), o bien la iconografía religiosa ciertamente heterodoxa (presencia de la Magdalena; primacía de ésta y de Juan sobre el resto de los apóstoles), da pie a pensar en un contexto influido por el catarismo. Así pues, respondiendo a la pregunta: ¿Qué habría llamado la atención de Leonardo en relación con la Santa Cena de Solsona? Desde mi punto de vista, su contenido herético. Tal vez no viera belleza en el Cenáculo de Solsona, pero sí un mensaje que él consideraba verdadero. Un mensaje que a toda costa quería proclamar.

En definitiva, El pintor de la Santa Cena de Solsona quiso dejar constancia, dos siglos después de la supuesta desaparición de esta herejía, que los cátaros seguían presentes en territorio catalán –estrechamente vigilados por la Inquisición, simbolizada aquí por los Domini Cani, los perros-. Ésta es una evidencia suplementaria a favor de la tesis de que dicha predela esconde un mensaje herético, que Leonardo recuperaría en su Última Cena de Milán.

Detalles del ajuar

Es desde luego posible que Leonardo hubiese tenido acceso a obras inspiradas en el gótico catalán semejantes a la Santa Cena de Solsona, o al Salvator Mundi de Pere Teixidor. O bien al contrario, a obras italianas del siglo XIV que inspirasen a los citados artistas catalanes. Pero por más que las he buscado, no las he encontrado. Detalles como la forma de la mesa, los caballetes, el mantel y el trozo de tabla que falta en el Cenáculo de Solsona lo convierten en un caso único. 

El artículo de Rosa Carretero Peña, Elisenda Casanova i Querol, y Maribel González i Llobet, titulado "El parament de la taula a la pintura gòtica de retaules" (editado en Primer Col.loqui d'Història de l'Alimentació a la Corona d'Aragó), nos puede dar una idea del nivel de equivalencias del fresco de Leonardo, en comparación con la predela del Museo Diocesano de Solsona.

Empecemos por la mesa. Ésta es alargada, y está sostenida por caballetes. En la pintura gótica catalana las mesas alargadas suponen el 76 por ciento de los casos estudiados. Los caballetes (llamados "borriquetas") son abundantísimos. Los encontramos en el 64 por ciento de las representaciones, y son independientes de la mesa. Por lo que se refiere al mantel, en la pintura catalana éste es decorado, en prácticamente la totalidad de los casos, por cenefas de diferentes motivos, como así sucede en el mural de Leonardo, así como en la pintura de Solsona. En ambos casos podemos ver que estas decoraciones se hallan en ambos extremos de la mesa, siguiendo líneas paralelas.

Otros aspectos significativos son el gran plato central y los vasos. El primero recibe un nombre muy característico en la pintura gótica catalana. Se llama servidora, o tàbach. La encontramos en un 53 por cientos de los casos. Solía estar muy decorada, y se empleaba para servir alimentos cocinados o dulces. En la Última Cena de Leonardo y en la Santa Cena de Solsona se hallan colocados en el mismo lugar. Otro aspecto que llama la atención es la ausencia de copas en la obra de Leonardo. En la pintura gótica catalana se pueden encontrar pocos ejemplos en los que la bebida se sirva en vasos de vidrio (un 10 por ciento de los casos). Sin embargo, en la Santa Cena de Solsona el vino es servido en copas. Éste es un detalle diferencial importante.

María Magdalena versus Juan Evangelista

Uno de los aspectos que han generado más polémica en la Última Cena de Leonardo es la confusión -desde mi punto de vista deliberada- de San Juan Evangelista con la Magdalena. Aquél, desde cualquier punto de vista, tiene la figura, y hasta el contorno, de una mujer. Muy probablemente, como expuse más arriba, pretenda representar a María Magdalena, que aquí asume un papel protagonista: el de primer apóstol de Cristo, autora de su propio Evangelio (el Evangelio de María Magdalena).

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Detalle de La Última Cena. María Magdalena en lugar de San Juan Evangelista.

He aquí lo que a este respecto escribo en Leonardo y el misterio de María Magdalena:

           Existe una prueba muy convincente de que Leonardo pintó a una mujer en el lugar ocupado por "Juan Evangelista". Véase la siguiente imagen, extraída de la página Leo-E Desk:

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Códice Forster II, folio 3 Recto. A la derecha podemos leer Cristo; Giovan Conte, quello del Cardinale del Mortaro; Giovannina, viso fantástico, sta a Santa Caterina all'ospedale.

          Dado que, según Jean Paul Richter, el Conde Giovanni estaría entre los rostros escogidos por Leonardo para retratar la fisonomía de Cristo (pasaje 667 de los Notebooks of Leonardo da Vinci), puesto que la cita a la tal Giovannina está inmediatamente después (J.P. Richter, pasaje 1404), y alude asimismo a su rostro, ésta podría representar a la única mujer que hay en este fresco, que no puede ser otra que María Magdalena, personificando a Juan "el virginal", como hemos visto más arriba. Esta constatación pondría fin a la larga polémica acerca de este particular.

Esta escena llama la atención por dos motivos. En primer lugar, porque la Magdalena usurpa la función del "discípulo amado de Jesús", Juan Evangelista. Es notorio el hecho de que en la iconografía catalana María Magdalena es representada en numerosas ocasiones leyendo su propio Evangelio. Como sucede en esta pintura de la catedral de Girona:

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Magdalena Leggente en Girona. Está leyendo su propio Evangelio.

El Evangelio gnóstico de María Magdalena era empleado habitualmente por beguinos y por cátaros catalanes y occitanos. Pero otro hecho nos llama la atención. En la pintura de Leonardo, Pedro está amenazando a María Magdalena, otro motivo gnóstico (y cátaro), que podemos hallar en el Evangelio de Tomás, en el de María Magdalena, o en la Pistis Sophia:

"[Pedro:] Que se aleje María [Magdalena] de nosotros, pues las mujeres no son dignas de la Vida" (Evangelio de Tomás).

"Pedro dice: «Pero es que, preguntado el Señor por estas cuestiones, ¿iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que todos (la) escucháramos? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que nosotros?»" (Evangelio de María Magdalena).

"Mi Señor, mi mente está siempre dispuesta a atender, y en todo momento a adelantarse a dar la solución de las palabras que has pronunciado; pero tengo temor de Pedro porque él me amenazó y odia nuestro sexo" (Pistis Sophia).

En la Pistis Sophia Juan es segundo en las preferencias de Jesús. Éste dice: "Juan, el puro, que reinarás en el Reino de la luz". Sobre Juan y la Magdalena, Jesús afirma en un momento dado: "Donde yo esté, allí estarán también mis doce ministros, pero María Magdalena y Juan el virginal sobresaldrán sobre todos mis discípulos y sobre todos los que reciban los misterios en el Inefable. Y estarán a mi derecha y a mi izquierda. Y yo soy ellos, y ellos son yo". Recordemos que en La Última Cena Juan y Magdalena están confundidos, y se sitúan a la derecha de Jesús.

En la iconografía catalana hay numerosos ejemplos en los que Juan Evangelista y María Magdalena son prácticamente confundidos (si no identificados). Aquí presento dos:

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Santes Creus, Tarragona.

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Santa Anna, Barcelona.

En ciertos casos, la figura de la Magdalena aparece embarazada del que sería el hijo (o la hija, de nombre Sara) de Jesucristo:

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Santes Creus, Tarragona.

Según la tradición en Cataluña y Occitania, la animadversión -cuando no el simple odio- de Pedro hacia María Magdalena, expresada por Leonardo en La Última Cena en la amenaza que aquél le hace, le obligó a exiliarse al Sur de Francia. Existen tres lugares que se precian de haberla recibido: Saintes Maries de la Mer, Leucate (cerca de Perpiñán) o bien Marsella. En el siguiente retablo, de Pere Mas (1526), en la catedral de Girona, se ve la llegada de María Magdalena, embarazada, al puerto de Marsella. Esta tradición sería heredada por el movimiento cátaro del lugar (recordemos el detalle de los gatos en la Santa Cena de Solsona).

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María Magdalena llega al puerto de Marsella. Retablo de Pere Mas (1526). Catedral de Girona.

¿Cómo pudo conocer Leonardo la Santa Cena de Solsona?

En mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci desarrollo una hipótesis que explicaría cómo Leonardo podría haber llegado a este remoto punto de la geografía catalana.

En resumen, podríamos explicarlo de la siguiente manera. Si nos fijamos en su célebre Alegoría de la Navegación, Leonaro nos presenta un pictograma con un mensaje oculto. Aquí lo que parece -según se mire- un toro o un lobo, se dirige en un barco de una orilla (¿Italia?) a otra (¿la costa catalana?). Pero me llama la atención un detalle concreto. El mástil de la nave es un olivo arrancado. Allí cuelga la vela. Si unimos ambas palabras tenemos Olivo más Vela; es decir, Olivela. Los Olivella son una antigua familia catalana que tienen como blasón, precisamente, un olivo arrancado. En ocasiones aparecen con el nombre Solivella (siendo la "s" una forma antigua del artículo "el-la"; así tendríamos "la Olivella").

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La Alegoría de la Navegación de Leonardo.

Se da la circunstancia de que en el monasterio de Montserrat, en el año 1484 (según los Anales de Montserrat de Benet Ribas i Calaf), había un monje llamado Benedictus Solivella.

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Benedictus Solivella en los Anales de Montserrat (año 1484).

Tuve la ocasión de investigar sobre este antiguo apellido, y se da la circunstancia de que existe un linaje catalán que habita una casa con el nombre "mas Olivella" en un lugar no muy lejano de la ciudad de Solsona. A escasa distancia de dicha masía encontramos la capilla gótica de Santa Constança de Linya, donde estaba expuesta la Santa Cena de Solsona.

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Santa Constança de Linya. Aún se conservan las marcas de la presencia de la Santa Cena en este lugar.

En la residencia de los Olivella, masía que data al menos del siglo X, vemos unos ventanales, en el antiguo comedor, que son extremadamente similares a los de la Última Cena de Leonardo:

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Ventanales en mas Olivella, similares a los de la Última Cena de Leonardo.

En definitiva, en su primer viaje a Montserrat, Leonardo da Vinci habría trabado amistad con Benedictus Solivella, quien le habría invitado a conocer a su familia en las proximidades de Solsona. Allí habría dado con un ejemplar característico del arte gótico catalán. Con una carga simbólica e iconográfica heterodoxa (por no decir herética) dicha predela habría sido recluida en una pequeña capilla alejada de los núcleos de población. Para Leonardo, la Santa Cena de Solsona habría sido todo un descubrimiento, que habría influido en su vida y en su obra.

En definitiva, Leonardo podría haber accedido en Cataluña a un conocimiento secreto que daría pie a algunas de sus especificidades, como la androginia, que plasmó una y otra vez en sus cuadros. La identificación Juan/Magdalena es un ejemplo. El embarazo de la Magdalena, un tema típico en Cataluña y en el Sur de Francia, podría inspirar la iconografía de su obra de referencia: la Gioconda, alusiva a la fertilidad de la Gran Madre (la Diosa), y por ende, también, de la Naturaleza. Véase a este respecto mi obra Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci.

El triángulo

Uno de los aspectos más definitorios de la Última Cena de Leonardo es el triángulo que compone la figura de Jesucristo. Desde mi punto de vista, éste podría haber sido inspirado por una de las principales atracciones de la montaña de Montserrat: la Roca Foradada:

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Roca Foradada, en Montserrat. Nótese su perfecta forma triangular.

Su valor icónico en la obra de Leonardo es de todos sabido. Es menos conocido, sin embargo, el valor simbólico que tiene y ha tenido entre los monjes de Montserrat. Encontramos un ejemplo de lo dicho en el artículo "Un ambiciós projecte d'Història eclesiàstica i natural de Montserrat" (Xavier Altés i Aguiló, Francesc Galobart i Soler). En un determinado pasaje se nos dice sobre la recopilación de informaciones de Francisco de Zamora:

"En su afán de completar el trabajo, incluía de todo: desde noticas banales de observaciones sobre el paso del sol por el ojo de la Roca Foradada, hasta la bibliografía montserratina".

El sol en medio del triángulo -vacío- de la Roca Foradada: el Delta Luminoso de los masones. Otro ejemplo de la relevancia de la Roca Foradada para los monjes y los seglares en el entorno de este monasterio es el interés de Antoni Gaudí de colgar una campana en este sitio, tal como explico en El viaje secreto de Leonardo da Vinci:

"Antoni Gaudí pretendía colocar en la Foradada de Montserrat una campana monumental, hecha por suscripción popular, para tocar el Angelus tres veces al día. En el Cavall Bernat, del que hablaré más adelante, iba a rematar la inmensa mole con una enorme corona, sobre la que alzaría una estrella monumental (en alusión a la Virgen). Esta corona sería accesible y haría la función de mirador".

En definitiva, el detalle de la Roca Foradada es uno más de los que podría haber supuesto para Leonardo un elemento de inspiración, de cara a conformar su peculiar doctrina iconográfica, por la cual es tan conocido.

Apéndice: "Un gato y una cuerda" (Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci).

Tal vez la clave la encontremos en dos detalles casi imperceptibles de la predela del Museo Diocesano de Solsona. Aquí vemos dos gatos y un perro. Este último parece desfilar; tal vez por ello los gatos se esconden. No puedo dejar de pensar que el perro simbolizaría a los Domini Cani (los perros de Cristo, inquisidores de la orden Dominicana), y los gatos a los indefensos cátaros, que se apartan de su presencia. Fijémonos en un detalle: el gato de la izquierda parece estar royendo una costilla (no hay carne en la mesa). ¿O se trata de una cuerda?

En el Comentario del Padre Nuestro, documento cátaro fechado en torno al siglo xiv (con origen en Florencia), encontramos el siguiente párrafo: «Se ha de saber que también las visitaciones extranjeras son llamadas cuerdecillas y vínculos, como dice el Salmista: Y me tendieron las cuerdas como un lazo”. Y dice además: Las cuerdas de los pecadores me ataron”... Este mismo Profeta, dando gracias a su Dios porque había roto las cuerdas antedichas, exclama: “Señor, tú rompiste mis cadenas; te ofreceré un sacrificio de alabanzas”». Más adelante añade: «También has de saber que el espíritu es cuerda de la vida, que atrae la vida y la ata... Pero la vida es también cuerdecilla del alma que, ayudada por la visitación, la atrae y la une a sí».

¿Podría representar la imagen del gato que roe la cuerda una alusión a estos textos cátaros tardíos (del siglo xiv)? ¿Podría expresar la presencia de la Magdalena en ambos cenáculos un sentimiento de rechazo a la Iglesia oficial? Hemos de recordar que en la Santa Cena de Solsona sólo la Magdalena, Juan y Cristo ostentan un halo, con lo cual se indica que éstos son los tres actores principales del drama eucarístico representado en la tabla.

Francisco Manzanera, ya citado, me hizo el siguiente comentario: «Se podría pensar que Leonardo hubiese visto el cuadro de Ferrer [la Santa Cena de Solsona] e incluso lo tuviese presente a la hora de pintar su Cenáculo». Y Javier Sierra, buen conocedor de la figura de Leonardo, me dijo esto: «Confieso que en un primer momento no vi mucho las semejanzas, pero prestando atención hay cosas curiosas, como Judas metiendo la mano en el mismo plato que Jesús, o el discípulo que le da la espalda en el extremo derecho de la mesa. Ambos detalles se suman a la gran semejanza del mantel, con las mismas grecas, o los caballetes. Pero entiendo que una obra así, de esa factura, no impresionaría demasiado a Leonardo. ¿Por qué crees [porque supongo que piensas en eso] que Leonardo se fijó en ella? ¿Qué le llamó la atención tanto como para [especulemos] copiar algunos detalles?».

Aquí está mi respuesta. Creo que Leonardo visitó la zona donde estaba el original de la Santa Cena de Solsona (Santa Constança de Linya, cerca de Navès, en la comarca del Solsonès). La presencia de Leonardo en este remoto lugar del centro de Cataluña, no lejos de los primeros contrafuertes pirenaicos, tiene sentido si tenemos en cuenta que el florentino podría haber seguido la ruta del Llobregat al menos hasta Navàs. Desde allí habría llegado al paraje donde Benedictus de Solivella (presbítero de Montserrat) le presentaría quizá— a su familia (¿Mas l’Olivella, cerca de Navès?); o al enclave donde tal vez sus primos lejanos, los Vinçà (o Covinçà) de Cataluña, residirían, en pleno núcleo herético de Berga. Quién sabe.

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