Blog "El Buen Periodismo" - Entrevista de Javier Arriaga Climent
Sábado, 27 de julio de 2013
José Luis Espejo es licenciado en Geografía e Historia y experto en Historia Oculta. Tras años investigando, ha publicado numerosos artículos y libros, entre ellos, Leonardo, los años perdidos, El Conocimiento secreto, Los Hijos del Edén, El viaje secreto de Leonardo da Vinci y Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci. De todos sus libros y de todos aquellos temas que la Historia Oficial ignora hablamos con él en esta entrevista. Además, podéis encontrar más información en http://www.joseluisespejo.com/.
José Luis Espejo |
Usted es Licenciado en Geografía e Historia y lleva gran parte de su vida investigando acerca de lo que la historia oficial no nos cuenta. ¿Qué le hizo tomar este camino?
Ya desde que hacía la carrera, me di cuenta de que los manuales incluían continuas repeticiones; que siempre acababan diciendo lo mismo. Y que las explicaciones sobre algunas cuestiones se habían enquistado en una serie de tópicos. Cuando abrí mi página web Res Gestae, a comienzos del año 2000, con mi hermano y con un amigo programador de Internet, escribí algunos artículos sobre temas comunes más o menos polémicos en la Historia (entre ellos, la verdadera identidad de Cristo). Uno de los temas que me propuse desarrollar, el de la Atlántida, lo enfoqué inicialmente desde el más absoluto escepticismo. Sólo pasear por Internet basta para darse cuenta que hay mucho freak en el tema. Pero cuando me metí plenamente en el tema, me di cuenta que había demasiadas coincidencias en la mitología comparada como para considerar que puede ser fruto de la casualidad. Llevo casi 30 años estudiando las religiones, pero es en el mito donde te das cuenta que los más importantes corpus míticos se parecen. Y eso me hizo pensar en una fuente común. Ciertamente no la Atlántida (porque si hubo una cultura primordial, que creo que la hubo, no tendría este nombre), pero sí una civilización desconocida, situada en un lugar no suficientemente explorado por los arqueólogos. Quizás porque está sumergida bajo las aguas. ¿Por qué no el Sudeste de Asia? A la vista de las homologías semánticas entre los nombres de lugar en Indonesia (los topónimos) creí que valía la pena investigar allí. Y es cuando me di cuenta que en sus alrededores se ha encontrado la cerámica más antigua, la agricultura más antigua, el bronce más antiguo, y las construcciones -hoy sumergidas- más antiguas. Estoy hablando de Yonaguni, de la cultura Jomon, y de algunos restos arqueológicos que hoy empiezan a ser conocidos a nivel internacional.
Cuando uno lee sobre algunos temas o se hace determinadas preguntas, da la sensación de que hay cosas que no concuerdan, que no tienen explicación o que la ciencia y la historia no pueden explicar. ¿Por qué la ciencia oficial ignora y no tiene en cuenta lo que se sale de la teoría oficial y ve con malos ojos a todo aquel que no sigue esa teoría oficial?
Los historiadores son unos individuos que ante todo pretenden defender su estatus y su estabilidad laboral, así como su bienestar personal. Si les dices que buena parte de sus referentes están equivocados, existe el peligro de iniciar lo que Thomas S. Kuhn llamó una “revolución científica”, que pondría en peligro su estabilidad laboral, por no hablar de su prestigio. Kuhn explica que sólo los jóvenes sin cargas o los viejos que están de vuelta de todo se atreven a objetar la “ciencia oficial”. Y yo añado, también los que -como yo- nos encontramos al margen del sistema. Pero también añado, la gente como yo necesitamos el respaldo y el apoyo de la sociedad. Eso quiere decir, si escribimos un libro, comprarlo y no piratearlo. Hay gente que piensa que la cultura es libre; libre sí, porque no la crean. Y crear, e investigar, supone un gran esfuerzo. Aquellos que compartan conmigo el amor a la verdad, por favor, no torpedeen mi labor socavando las bases de mi trabajo. Esta gente son tan obstáculo al progreso como aquellos que se suben a su torre de marfil y nos tratan como niños, a los que no “hay que contarles la verdad” porque no están preparados.
Uno de los personajes que siguen envueltos a día de hoy en un halo de misterio es Leonardo Da Vinci. Usted ha investigado un periodo de su vida del que se desconoce todo y habla en uno de sus libros de las raíces cátaras de su linaje y demuestra su vinculación con el monasterio de Montserrat, su montaña y la Virgen Negra. ¿Qué nos puede decir acerca de esto?
Es el mismo Leonardo quien lo dice todo con sus cuadros. Sólo se conserva la mitad de sus escritos. Pero aún así dudo mucho que alguna vez lo hubiera mencionado por escrito, porque -creo- iba de incógnito, tal vez como espía, en una época muy convulsa (de guerras en Italia, con la intervención de Aragón). Pero sí se conservan planos de Montserrat e incluso un esquema muy fiel del castillo de Salses, cerca de Perpiñán (en territorio hoy francés que pertenece a Cataluña). Estos documentos se encuentran en el Códice Madrid II. Por no hablar de diversos dibujos muy fieles al paisaje de Montserrat, en los códices Atlántico o Windsor, o sus mismas pinturas.
¿Hay una vinculación de Da Vinci con Barcelona en muchos momentos de su vida?
Sí, ese vínculo se ve en un cuadro: la Anunciación, que aunque lo pintó hacia el 1475, antes de su primer viaje a Barcelona (en 1481), según mis cálculos, fue posteriormente retocado. Allí vemos unas torres octogonales y truncadas, típicas de Barcelona e inusuales en Italia (excepto en Sicilia, zona ocupada por Aragón). También vemos el contorno del puerto y el muelle de Barcelona, con su dique en construcción, con un faro en una isla (tal vez la antigua isla de Maians), con una montaña que parece el Tibidabo, y atrás la montaña de Montserrat, con una cueva. Ésta se puede ver, efectivamente, desde el mar, llegando -por ejemplo- desde Mallorca hacia el puerto de Barcelona. Y por último se distinguen dos torres idénticas y paralelas, que pueden ser las de Santa María del Mar, colocadas en la posición dondre realmente se encuentran (enfrente del dique).
De Leonardo Da Vinci hay muchas cosas que se desconocen...Explíquenos algunas.
Por ejemplo, aunque él mismo lo niegue públicamente, era alquimista. Hizo listados de productos alquímicos, dibujó dos alambiques, y sus principales amigos eran alquimistas (por ejemplo, Tommaso Massini de Peretola, más conocido como Zoroastro de Peretola). Intentó “tocar todos los palos” en el conocimiento porque quería abrir una academia del saber, al estilo de la de Marsilio Ficino, llamada Academia Leonardo da Vinci. De ahí que escribiera sus cuadernos de notas. Por último, aunque se le atribuyen un gran número de disecciones con cuerpos humanos, lo más seguro es que no las hiciera, sino que acompañara meramente a su maestro Marco Antonio dalla Torre, que era realmente un anatomista. Leonardo se habría limitado a hacer sus excelentes dibujos al lado de su maestro, sin mancharse las manos con sangre o grasa humana.
La obra de Da Vinci está llena de simbolismo y de mensajes ocultos. Esos códigos secretos los plasmaba en sus cuadros. ¿Por qué esos símbolos y mensajes ocultos y a quién iban dirigidos?
Esos símbolos sólo los podían interpretar los conocedores del simbolismo como clave hermética. Es decir, los iniciados. Leonardo, por supuesto, lo era. Para mí su obra es una especie de clave del saber oculto, donde expone alguno de sus arcanos, y también el lugar donde habría adquirido esa sabiduría: Montserrat, y por extensión Cataluña. No olvidemos que en esta región nació la cábala y la alquimia modernas, en la Europa Occidental.
Uno de sus cuadros es la Gioconda. ¿Qué código oculto se esconde tras esta obra?
Desde mi punto de vista, todo se limita a una pregunta: Qué es -o qué representa-. Lo de menos es quién es la Gioconda. Desde mi punto de vista, la Gioconda es una representación de Isis, y por ende de la Virgen Negra (de la Virgen de Montserrat), como queda plasmado por el paisaje que aparece en el fondo, con la montaña de Montserrat. A la izquierda del cuadro hay un manchón, como una sombra, encima de unas rocas. Aquí hallamos una C, además de una figura sedente. Desde mi punto de vista la virgen de Montserrat. A ello hemos de añadir algunos criptogramas ocultos: el número 72 debajo del puente (que es el de Monistrol de Montserrat), una L y una S en los ojos... De todo ello hablo en mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci.
Hablando de secretos... Usted escribió el libro El Conocimiento Secreto donde habla de sociedades secretas al margen del poder. ¿Cuáles son esas sociedades, quiénes las forman y qué pretenden?
Creo que Leonardo perteneció a una sociedad llamada Arcadia, que Nostradamus menciona en sus cuartetas como la doble Alef (o doble A). Ésta es la sociedad que puso nombre a todos los continentes (todos comienzan y acaban por A: Asia, Aeuropa, África, América, Australia, Antártida, Atlántida). El mismo Herodoto se pregunta por qué todos los continentes tienen nombre de mujer. Esta sociedad no sólo puso nombre a los continentes, sino también a las eras, coincidiendo con grandes cambios religiosos: la era de Tauro coincide con el culto al toro, la del carnero con el culto a Amón, la del pez con el cristianismo, etc. Esta sociedad es antiquísima, y a ella habrían pertenecido los personajes más notables de la Historia. Por ello Cristóbal Colón firmaba con una A entre tres S, y puso nombre Alfa a la parte oriental de Cuba (cabo Alfa).
¿Estaría dentro de estas sociedades el Club Bilderberg que tan de actualidad ha estado recientemente?
No. El club Bilderberg no es un club de sabios, sino de súper ricos y súper canallas.
En su libro Los hijos del Edén habla sobre la Atlántida. ¿Existió esta civilización o es todo un mito?
Los Hijos del Edén habla de la civilización primordial que dio pie a la homología en los mitos universales. De ahí, como dije más arriba, provendría las distintas civilizaciones. Éstas se habrían desarrollado a su manera a partir de una semilla común. Es por ello que todos somos “hijos del Edén”, que es una forma de decir que “todas las culturas son hermanas” (o al menos “primo hermanas”).
Usted dice que la Atlántida existió, que no se había contado toda la verdad y que del legado que dejaron se han “alimentado” las civilizaciones futuras.
La Atlántida existió, pero no con ese nombre. Creo que los nombres que debió tener serían algo así como Temán y Tula. Ambos están muy extendidos en los corpus míticos universales. Una cosa es que distintas culturas descubran por separado la agricultura, la metalurgia, o la astronomía (aunque es curioso que la agricultura empiece en todas partes más o menos al mismo tiempo), y otra es que compartan los mismos símbolos y referentes culturales, como por ejemplo el laberinto, la esvástica, o ciertos mitos universales, como el de San Jorge y el Dragón. Es prácticamente imposible que hubiesen sido ideados por separado. Todo ello es indicio de una cultura madre, de una cultura común.
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Por todo el mundo hay una serie de símbolos que comparten pueblos y culturas a lo largo de la historia. Usted habla de símbolos universales como el dragón, la cruz, la espiral, la esvástica, los círculos concéntricos... ¿Fue el legado de la Atlántida?
Éste es uno de los legados de la Atlántida (que, vuelvo a insistir, no se llamaba así). Creo que estos símbolos son un mensaje escondido que sólo pueden desentrañar los iniciados, los transmisores del saber oculto, los conservadores de la tradición. Los símbolos, los mitos, y algunos referentes (como las mismas cartas del tarot) son criptogramas para desencriptar un conocimiento secreto, un saber oculto. Está a la vista de todo el mundo; todos lo pueden leer, con la condición de que tengan la clave: el significado de los símbolos.
Otro de los misterios de la historia es el de las pirámides de Egipto. En su opinión, ¿quiénes las construyeron y de qué forma?
No lo sé, pero me parece muy dudoso que lo hicieran unos egipcios de hace 4.500 años que a duras penas conocían un metal blando como el cobre y que no empleaban la rueda. Eran demasiado primitivos para haberlas construido. El famoso arqueólogo Flinders Petrie, que las estudió a fondo, propone que fue una casta de sabios los que las levantaron. Estos sabios tendrían un conocimiento superior para su época. Eso si no las construyeron los que hicieron la esfinge. Para ello tenemos que saber qué credibilidad hay que dar a los cartuchos escritos encontrados en las cámaras de descarga de la cámara del rey. Es curioso que quien dio nombre al monumento más grande, la pirámide de Keops, tenga una estatua que no supera un palmo. Y además, muy tosca y fea.
Sobre la construcción de las pirámides, hay muchas cosas que la historia oficial rechaza al igual que también ignoran todos los hechos que se cuentan en libros antiguos, mitologías y donde aparecen unos conocimientos y unos relatos muy parecidos. Además, hay por todo el mundo construcciones antiguas muy parecidas que parecen indicar que todas esas culturas de hace miles de años “bebían de una misma fuente” de conocimiento. ¿Cuál es su opinión sobre esto?
Todas las pirámides evocan una misma idea: la montaña sagrada universal, el monte Meru. Curiosamente montaña es “merom” en hebreo, y las pirámides eran llamadas “mer” por los egipcios. Lo dicho, la montaña sagrada universal.
Me gustaría terminar con una frase que usted dice que es “antes de rechazar, intentad comprender”. ¿Falta más de esto hoy en día?
Lo digo porque en Internet veo mucha incomprensión. Hay muchos provocadores que ante todo pretenden descalificar, sin ni siquiera tomarse la molestia en documentarse, en conocer al otro. Rechazan pura y simplemente porque lo ignoran todo del otro. Esa es la madre de todas las guerras y de todos los conflictos.
Para conocer más acerca de la trayectoria de José Luis Espejo, sus libros y sus artículos: http://www.joseluisespejo.com/.