La Vanguardia - La Gioconda de Madrid puede esconder imágenes y mensajes ocultos
Nueva investigación
La Gioconda de Madrid puede esconder imágenes y mensajes ocultos
12/04/2018 00:05 | Actualizado a 12/04/2018 11:27
Uno de los cuadros más misteriosos y fascinantes de la historia del arte, la Gioconda, no deja de acaparar sorpresas. Esta vez, no obstante, la protagonista no es la Mona Lisa del Louvre de París, sino la que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
La pinacoteca española descubrió hace escasos años, mediante una reflectografía infrarroja y una radiografía, que la que se suponía era una copia de la famosa obra de Leonardo da Vinci, pero sobre fondo negro, en realidad, tenía el mismo paisaje que la del Louvre.
Además, los estudios dictaminaron que ambas fueron pintadas en el mismo momento e incluso pudieron salir de la misma tabla de nogal. De hecho, el Prado señala como presunto autor del retrato a alguno de sus discípulos más cercanos, como Salai o Francesco Melzi.
Una cuidada restauración redescubrió en 2012 el fondo original que había permanecido oculto, presumiblemente añadido “después de 1750”, según el museo español. Es en este paisaje recuperado que ha saltado la sorpresa.
El conocido historiador italiano Silvano Vinceti, presidente del Comité Nacional para la Valorización de Bienes Históricos, Culturales y Ambientales, acaba de dar a conocer el resultado de una investigación que pone de manifiesto la existencia de imágenes y mensajes ocultos en esta obra, tal y como también desveló que ocurre en La Gioconda del Louvre hace ocho años.
En 2010, cuando la copia madrileña todavía estaba cubierta de negro, Vinceti sorprendió al mundo entero revelando que la famosa imagen de Leonardo da Vinci oculta una letra ‘S’ en su ojo izquierdo y una ‘L’ en el derecho (que podría hacer referencia a la inicial del genio florentino y de Lisa Gherardini, la modelo, y a la de la familia Sforza, gobernantes de Milán en esa época y mecenas del pintor). También se puso de manifiesto la existencia del número 72 bajo el puente del paisaje.
Ahora que ha recuperado todo su esplendor, Vinceti y su equipo han estudiado en profundidad la Mona Lisa madrileña valiéndose del mismo sistema que el de la parisina. “Una observación visual cuidadosa puede vislumbrar algunos signos ocultos”, afirma el investigador, antes de detallar que han utilizado sobre todo “una lupa, un medio usado siglos antes de Cristo”, seguramente el mismo sistema que permitió realizar tales detalles casi “invisibles”, según Vinceti.
Además, el equipo también se ha valido de fotografías en alta resolución y programas informáticos para “sacar a la luz los arcanos escondidos en las pinturas”, señala el investigador italiano.
En el paisaje, a la izquierda de la nariz de la Gioconda, aparece, según Vinceti, un rostro humano que representaría un personaje musulmán. Una teoría que sin duda será controvertida, tal y como sucedió con la de la Mona Lisa parisina, y que también secunda el historiador José Luis Espejo. “Tiene todas las características de un morisco hispánico”, indica. “Lleva un gorro magrebí, sus labios son gruesos y carnosos, a la manera semita, y su barba es típicamente musulmana”. Para el investigador, no hay “la menor duda de que se trata de un ‘moro’ español, de los que había centenares de miles en ese tiempo en España”.
Además de otros elementos que estarían ocultos en la obra, como un castillo octogonal “típico de construcciones catalanas y también de la orden de los templarios” o un puente y una iglesia, el cuadro presenta, según la investigación, unas inscripciones en el mismo lugar donde en la Gioconda de Leonardo aparece la palabra ‘che’ (qué).
En esta ocasión, se trata de un par de criptogramas escritos en castellano: ‘O fe tenéis’ y ‘Casta non c’tnía (casta non cristiana tenía). Para Espejo, estas manifestaciones aludirían al “carácter no cristiano del personaje barbudo, que parece que tenga un ojo golpeado”. Según el investigador, este detalle “puede esconder una crítica o protesta a la España de ese tiempo, que se distinguía por la persecución o la discriminación de los que no eran cristianos viejos”.
Silvano Vinceti recuerda que “en el período del Renacimiento, particularmente en la tradición toscana y florentina, el pensamiento iconográfico era un medio de comunicar las ideas filosóficas, religiosas e incluso políticas”. De hecho, “en ese momento el tribunal de la Inquisición estaba en pleno auge y si un artista quería expresar una crítica, lo mejor era hacerlo con un lenguaje simbólico”.
Para el investigador italiano, todos estos elementos que vinculan la Gioconda del Prado con España solo pueden conducir a una conclusión: “El autor de este cuadro es español”. Y más concretamente, se trataría de otro discípulo de Leonardo, Fernando Yáñez de la Almedina. “Vivió en Florencia y asimiló esa cultura y práctica artística del pensamiento traducida en signos y símbolos que constituye una concepción del arte renacentista como medio para combinar la belleza y pensamiento”, analiza.
Espejo también coincide con Vinceti. “Estoy convencido que el autor de la Gioconda de Madrid solo puede ser español”. Y apunta otro minúsculo detalle. Una de las pupilas de la Mona Lisa española también oculta una letra, en este caso una ‘M’ sobre dos rayas que para el investigador puede aludir a María Magdalena. “Leonardo dejó criptogramas alusivos a sus creencias gnósticas y cátaras”, recuerda, algo que sus discípulos habrían aprendido bien.
El autor de la Gioconda del Prado es español