LA COMPAÑÍA: UNA OBRA DE FICCIÓN (O CASI) - TERCERA PARTE

 

 

LA COMPAÑÍA

 

(Tercera  parte)

 

José Luis Espejo (1998) 

  

                En la pantalla aparece el interior de una nave, con un piloto y un copiloto comandándola. Se ve, a través del cristal del puente de mando, un espeso manto de bosque (con algunas manchas de nieve) situado a no mucha distancia (la nave está volando a baja altura). El copiloto está mirando una pantalla donde aparecen señales fosforescentes en un fondo negro, todo ello cuadriculado por unas coordenadas de posición.

                PILOTO: “Es extraño, ya hemos inspeccionado un área de 2500 km cuadrados y aún no tenemos ningún rastro de los fugitivos. ¿Estás seguro de que la nave estaba completamente vacía?” COPILOTO: “Seguro, hemos revisado a fondo el lugar y allí no aparece ningún indicio de restos humanos”. PILOTO: “¿Central?. Aquí Alfa-1. Inspección sin novedad. Repito: sin novedad. ¿Continuamos la búsqueda?” CENTRAL: “Alfa-1, aquí Central. Continuad rastreando. En algún momento han de aparecer esos condenados, a no ser que se los haya llevado el diablo”. PILOTO: “Entendido”. COPILOTO: “Espera, aquí se ve algo” (visión de detalle de la pantalla, con tres puntos luminosos). PILOTO: “Enfoca el visor ocular. Coordenadas 60º78’-34º67’”. El visor enfoca una osa con dos oseznos. COPILOTO: “Es extraño. Es febrero y esos bichos deberían estar hivernando. ¿No será que los fugitivos han ocupado su madriguera?” PILOTO: “Aún estando en su madriguera los localizaríamos con nuestros sensores. No lo entiendo: es como si se los hubiese tragado la tierra...”

 

                ROSEANNE acaba de despertar. Está en una pequeña habitación con techo bajo e inclinado, con paredes de piedra y con estructura de madera. En el suelo hay un lecho de paja con pieles, y un pequeño cojín también de pieles. El suelo es de tierra apisonada. La habitación está pálidamente iluminada con candiles de grasa de reno. A derecha e izquierda se ven pieles de animales colgadas en las paredes (de pantera y de oso, principalmente). En una habitación adyacente se escuchan los ronquidos de RICHARD, que está con LAURA.

                ROSEANNE sale al hall de la residencia, completamente circular, con un poste en medio, del que cuelgan algunos candiles. En un extremo hay una chimenea con unos cacharros hirviendo. Algunas mujeres están cosiendo con agujas de hueso. En el suelo se extienden algunas pieles acabadas de curtir. ROSEANNE nota un olor rancio, nauseabundo, que le produce, involuntariamente, una mueca de asco. Alrededor del hall se alinean varias habitaciones idénticas a aquélla de donde acaba de salir ROSEANNE. MUJER cosiendo: “Ah, veo que ya ha despertado. ¿Quiere hablar con mi marido. Está en aquella habitación, cuidando a su amigo herido (la señala). ¿Le gustaría tomar una taza de sopa, o alguna otra cosa?” ROSEANNE: “Después, gracias. Por cierto, qué hora es?” MUJER: “La luna ya hace tiempo que brilla”. ROSEANNE: “Ah, gracias”.

Entonces se dirige a la habitación de CHARLES. Allí encuentra a un viejo indio, con cabello blanco y una cinta en el pelo. ROSEANNE: “¿Cómo está?” (CHARLES está echado en un lecho, con una gasa en la cabeza, y con unas espadillas de madera que inmovilizan la pierna izquierda). El VIEJO dice: “Shh, dejémosle dormir”. Salen al hall, y la MUJER le da un cuenco de sopa a ROSEANNE. VIEJO: “¿Cómo está su pie?”. ROSEANNE: “Mejor, mejor. Cojeo un poco pero ya pasará. Gracias por todo. Si no fuese por ustedes ya nos habrían encontrado, y eso si no nos devoraba un oso antes”. VIEJO: “Nunca se sabe, desde que no hivernan, no saben qué hacer para saciar su hambre. Nosotros nunca nos sentimos tranquilos mientras no estamos en casa. Aquí no hay peligro...” ROSEANNE: “Mi nombre es Roseanne” (le extiende la mano). VIEJO: “Encantado. Yo soy TECUMPAH, jefe del poblado. Mi mujer se llama LILIH”. ROSEANNE sonríe: “Encantada de conocerla (dirigiéndose a LILIH). Por cierto, esta sopa está deliciosa”. LILIH: “Gracias, señora. Es una receta especial: algunas hierbas con grasa de reno. Muy buena para el estreñimiento”. TECUMPAH: “Su amigo necesita reposo. Seguramente algunas semanas. No está grave pero está débil: ha perdido mucha sangre. Además, hay que evitar que gangrene su herida de la pierna”. ROSEANNE: “No quisiéramos causarles molestias...” TECUMPAH: “Descuide. Todos los guerreros han ido de caza al Norte. Estarán fuera por lo menos un mes. Y como ve, no falta sitio”. ROSEANNE: “Procuraremos buscarnos nuestra propia comida”. TECUMPAH: “Por supuesto, eso ayudará”.

 

En ese momento sale RITA de su habitación, con cara soñolienta. Se dirige a TECUMPAH. RITA: “¿Cómo está Charles?” TECUMPAH: “Bien, débil, pero sobrevivirá”. RITA: “¿Puedo entrar?”. TECUMPAH: “Por supuesto, pero procure no despertarle”. RITA entra a la habitación de CHARLES, que duerme plácidamente. Le pone la mano derecha en su frente, y luego le acaricia el pelo (enrosca un dedo en sus rizos). Luego, furtivamente, le da un beso en la frente.

Cuando vuelve al hall LILIH le da otro tazón de caldo. RITA: “Cómo se agradece algo caliente. Y para variar, esto parece natural. Al menos sabe a algo”. TECUMPAH: “Me alegro de que le guste. Por cierto, hemos metido a su prisionero en un calabozo. ¿Le parece bien?” RITA: “¿A ese perro en celo? Por supuesto; mis hombres están cansados, y sus mujeres necesitan protección. Además, hasta que no cese nuestra búsqueda, puede ser muy peligroso. Por cierto, ¿continúan sobrevolando el territorio?” TECUMPAH: “Sí, pero no se preocupe. Mientras que estemos aquí, en el kiva, nunca nos localizarán: este refugio es demasiado profundo, y tiene una capa impermeable de tierra y piedra que lo hace prácticamente indetectable desde arriba, e invisible desde la superficie”. RITA: “No sabe cuánto me alegro. Por nuestra seguridad, y por la suya”. En ese momento se incorporan RICHARD y LAURA, con cara sonriente. RITA: “Charles está bien, no os preocupéis”. LAURA: “¿Está inconsciente?” TECUMPAH: “No, sólo duerme. Pronto despertará”. RICHARD: “Bueno, ¿y ahora qué hacemos?”. RITA: “Esperar. ¿Qué otra cosa podemos hacer?”

 

Al día siguiente, por la mañana, TECUMPAH, RICHARD, LAURA, y dos SOLDADOS, salen a cazar. Se ve el exterior del kiva: es un montículo de tierra herbácea con canales de piedra (dispersos aleatoriamente), que desembocan en un reguero que circunda el kiva, el cual se dirige a un depósito situado unos metros más abajo. Se distingue una abertura (la entrada) que conduce a la profundidad del kiva, y un orificio, horadado en un tronco seco, como chimenea. Es prácticamente indetectable a simple vista, si no se fija la atención en él. TECUMPAH: “Vayamos por aquí. Hace unos días vi una manada de alces... Quizá aún no hayan marchado”. Los demás le siguen en silencio. TECUMPAH rastrea el suelo con sumo cuidado, fijándose en las huellas, en los excrementos, en las ramas rotas, o en los mechones de pelo de alce, enganchados en la maleza. Después de un rato, TECUMPAH ha cazado algunos conejos con certeros disparos de flecha. Paran a descansar en un claro del bosque.

RICHARD (dirigiéndose a TECUMPAH): “Yo pensaba que esta forma de vida... ya había desaparecido. ¿No se sienten solos, en esta espesura, rodeados de fieras salvajes, y expuestos a la Naturaleza, sin compañía de... otra gente?” TECUMPAH: “Civilizada, supongo que quiere decir”. RICHARD: “No, no quería decir exactamente eso...” TECUMPAH: “Sí, supongo que sí quería decir eso. Pero no se preocupe, no me ofenderé. De todos modos, no tengo un buen concepto de lo que usted entiende por civilización”. RICHARD: “Créame, no es que a mí me guste la forma de vida... civilizada, si usted quiere llamarla así. Pero pienso que es innecesario aislarse de, al menos, algunas de sus ventajas...” TECUMPAH: “Mire, amigo. Si usted estira un poquito una hebra de lana, en un jersey, puede pensar que no se notará... Pero si continúa estirando, ese jersey se irá descomponiendo hasta quedar reducido a... nada. En nuestro caso, si usáramos esas flamantes armas (refiriéndose a la que porta RICHARD), necesitaríamos munición, y a su vez tendríamos que cazar para conseguir esa munición... Cuando nuestra munición está esparcida por todo este bosque... Y no necesitamos cazar más de la cuenta para conseguirla. Además, aislados de la civilización podemos mantener nuestra vida en un tranquilo anonimato. No, no queremos saber nada de su civilización; no la necesitamos”. RICHARD: “Pero ustedes no pueden renunciar a sus aspectos positivos: la medicina, por ejemplo”. TECUMPAH: “En este bosque encontramos todo lo que podemos necesitar. Y de él no extraemos sino lo necesario. Y si el Gran Espíritu decide que alguno de nosotros muera, sabemos que de sus cenizas brotará nueva vida. Nuestra existencia está ligada a la de la tierra en la que habitamos; sin ella, nuestra vida sería estéril y sin sentido”. RICHARD: “¿Por eso viven en esos refugios subterráneos?” TECUMPAH: “Ellos son nuestro hogar, pero también son nuestros santuarios. En ellos nacemos y en ellos somos enterrados. En todo momento vivimos en el vientre de nuestra madre tierra”. RICHARD: “¿Y sus hijos están de acuerdo con este tipo de vida?” TECUMPAH: “Lo están, porque no conocen otro”. RICHARD: “Entonces, ¿cómo es que ustedes hablan nuestra lengua?” TECUMPAH: “Nosotros también vivimos en su civilización, hace más de doscientos años, hasta que decidimos recuperar nuestras raíces: la forma de vida de nuestros antepasados. Hemos perdido su lengua, pero no su espíritu”. RICHARD: “Entiendo...”

LAURA: “Señor TECUMPAH. En cierto modo les admiro, porque están al margen de un montón de cosas supérfluas, porque tienen una vida sencilla y plena... Pero, vivir no es sólo eso. ¿Acaso no encuentra a faltar otros alicientes: belleza, arte, cultura, ciencia...?” TECUMPAH: “Ninguna de sus obras de arte puede igualar la sutileza de una flor; ninguno de sus ingenios diabólicos puede igualar la destreza de uno de nuestros cazadores; ninguna de sus películas puede igualar la elocuencia de nuestros recitadores de historias... Nada de eso nos hace falta, porque estamos sobrados de todo... En cambio, ustedes, que poseen tantas cosas, nunca tienen lo suficiente.” RICHARD: “Y también tienen unas mujeres muy bonitas”. LAURA le da un codazo: “¡Descarado!”. Todos ríen.

 

En el kiva. RITA está en la habitación de CHARLES. Le sostiene una mano mientras éste duerme. ELLA está respaldada en una pared, sentada en cuclillas. ROSEANNE está con LILIH, que está haciendo la comida en una gran cacerola de barro cocido, ligeramente esmaltada. LILIH: “Qué tierna escena: una mujer cuidando a su amado, mientras éste está convaleciente... Ah, qué dulces recuerdos de juventud, cuando TECUMPAH volvía de sus jornadas de caza, herido. Entonces, dejaba de ser un poderoso cazador y, en cambio, parecía una dulce gacela indefensa...” ROSEANNE: “Lo que son las cosas. Ésta no es la mujer que conocí hace escasos días... Tan arrogante y desafiante...” LILIH: “El amor hace milagros”. ROSEANNE: “Pero son personas tan diferentes... Ella parece una amazona (es decir, esas guerreras de la Antigüedad, implacables en la batalla). Lo lógico es que alguien de su temperamento necesite a alguien con su mismo carácter... un Hércules, por ejemplo. En cambio, Charles...” LILIH: “Usted no ha estado casada, ¿verdad?” ROSEANNE: “No, ¿por qué?” LILIH: “Mire, si usted pone dos perros dominantes en un mismo redil, se despellejarán; en cambio, uno manso y otro dominante pueden llevarse muy bien si ambos se complementan. Lo mismo pasa con las personas”. ROSEANNE: “¿Quiere decir que Charles y Rita pueden hacer buena pareja?” RITA: “Eso nunca se puede saber con certeza. Pero si hay amor, todo es más fácil”. ROSEANNE (con cara melancólica): “Tal vez tenga razón”.

 

Unos días después, CHARLES está despierto. RITA le está dando de comer con un cucharón de palo. CHARLES está recostado y RITA en cuclillas. RITA: “Así, muy bien... Ahora otra cucharadita...” CHARLES: “Rita, te agradezco mucho tus cuidados. Pero pienso que esto es excesivo... !Qué pensarán los demás!” RITA: “Los demás que se vayan al infierno. Ahora lo importante es que comas y que recuperes fuerzas”. CHARLES: “¿Cómo está la pierna?” RITA: “Bien, bien, mucho mejor. En unas cuantas semanas podrás volver a andar”. CHARLES: “¡Cómo! ¿Unas semanas? ¡En absoluto! Tenemos prisa, no hay tiempo que perder”. RITA: “Tranquilo, cariño (hace mueca de azoramiento), perdón... Charles. Nos conviene que pase una temporada hasta que todo esté más tranquilo”. CHARLES: “Pero piensa en lo que puede estar pasando fuera... Tal vez sea demasiado tarde para evitar la tiranía... Ellos...” RITA: “Calma, Charles, todo a su tiempo, todo a su tiempo. Ahora cómete esta sopita... Otra cucharadita...”

 

LIONEL está en una celda, vigilado en todo momento por dos SOLDADOS. Está echado en el lecho. En ese momento entra LAURA. LAURA: “LIONEL, ya hace bastantes días que estamos aquí, y ya han dejado de buscarnos. Por eso te vamos a dejar libre. Podrás moverte por el poblado y nos puedes ayudar a cazar. Te advierto que estamos a miles de kilómetros de distancia de cualquier sitio habitado: si trataras de escapar no llegarías muy lejos”. LIONEL: “Muy amable, encanto. Pero no garantizo mi entera lealtad... a tu sucia Resistencia”. LAURA: “Menos mal. Con aliados como tú quién necesita enemigos... Pero procura no hacer tonterías: te pueden salir muy caras. Ah, y no te acerques a las chicas del poblado (entonces le enseña una navaja). Esto está muy afilado...”

 

Han pasado algunos días. RITA sostiene a CHARLES, mientras Él da pequeños paseos por el hall del kiva. Poco a poco vuelve a adquirir agilidad en sus piernas. TECUMPAH: “Creo que dentro de unos días ya podrá caminar solo. Pero aún necesita al menos dos semanas para estar completamente recuperado”. RICHARD: “Mientras tanto podemos preparar nuestra partida”. LAURA: “¿Qué sugieres?” RICHARD: “Charles y yo volveremos a Londres; tú te quedarás en Ottawa, con Roseanne, y Rita y los soldados marcharán a la base en Siberia”. LAURA: “¿Y Lionel?” RICHARD: “No lo sé; aún no lo he pensado”. TECUMPAH: “Si me permiten, sugiero que se quede aqui” LAURA: “No se lo recomiendo...” TECUMPAH: “Nunca nos irá mal tener buenos cazadores; al menos hasta que ustedes lo vengan a buscar...” Hay un embarazoso silencio.

 

Han pasado varios días. LIONEL está en el bosque, cortejando a la hija de TECUMPAH, CANDI (de unos 15 años). LIONEL: “Tienes un pelo fino, y sedoso (lo huele). Y huele tan bien...” CANDI: “¿Te gusta?, me lo lavo cada día, en el río”. LIONEL: “De ti me gusta todo; incluso esa naricita respingona...” Se la toca. Ella ríe coquetamente. LIONEL: “¿Quieres que nos bañemos juntos en el río?” CANDI (firme): “Por supuesto que no, no estaría bien”. LIONEL: “No seas tan remilgada, preciosa; ¿quién nos va a ver?” CANDI: “Que no. Pero podríamos dar un paseo”. LIONEL: “Buena idea, encanto”. ÉL la coge de una mano y comienzan a caminar. Después de un rato escuchan un ruido raro: unas matas se mueven. CANDI se asusta, y se abraza a él. Entonces aparece un enorme alce, que empieza a escarbar la tierra amenazadoramente. LIONEL empieza a dar marcha atrás, con CANDI abrazada. LIONEL: “Tranquila, Candi, no pasa nada”. Al final el alce desaparece por donde ha llegado. CANDI trata de separarse de LIONEL pero éste no la deja. LIONEL trata de besarla pero ella le rehúye. CANDI: “Déjame, déjame marchar”. LIONEL le tapa la boca. ELLA se resiste y le muerde la mano. Entonces él se pone furioso, frenético. Trata de desvertirla. ELLA marcha corriendo, llorando y gitando. LIONEL: “¡Candi, vuelve, era sólo una broma, vuelve aquí!” Cuando CANDI está lejos, decide escapar. Se le ve desaparecer entre la maleza.

 

Es de noche. LIONEL está en mitad del bosque. Se oyen ruidos amenazadores. Está muerto de miedo y de frío. Además, está hambriento. LIONEL está en la orilla de un río. Entonces ve un resplandor en la lejanía. Se aproxima cautelosamente, para evitar ser descubierto. Detrás de unas matas ve una partida de cuatro cazadores y tramperos. Están charlando animadamente alrededor de un fuego, mientras se comen varios conejos asados. LIONEL se aproxima. UN CAZADOR se pone en guardia: “Ey, ¿hay alguien ahí?” En el fondo se ve la silueta de LIONEL. El CAZADOR le apunta. OTRO CAZADOR: “Pero si es un muerto de hambre, ¡y es blanco!” OTRO CAZADOR: “Qué agradable sorpresa: quizá tenga oro en los bolsillos. Eh, ¿eres un buscador de oro, o algo así?” LIONEL: “No, no lo soy, pero si me lleváis a Ottawa vais a tener tanto oro que no os va a caber en vuestros morrales”. PRIMER CAZADOR: “Anda ya, muerto de hambre”. LIONEL pone expresión de súplica, señalando a la comida. SEGUNDO CAZADOR: “¿Habéis visto?, si no tiene ni dónde caerse muerto. Anda, come ya, que me da grima verte”. Los cuatro cazadores se parten el pecho de risa.

 

Al día siguiente el poblado indio está alterado. Ha llegado una partida en busca de LIONEL. TECUMPAH: “No creo que haya llegado muy lejos. Quizá esté muerto ya: el frío o alguna fiera salvaje habrá acabado con él”. RICHARD: “Es posible, pero habrá que tomar precauciones. Nosotros partiremos mañana; Charles ya puede moverse por sí solo. Les aconsejo que ustedes busquen otro sitio de acampada”. TECUMPAH: “Imposible, primero tenemos que esperar a nuestros guerreros. No podemos marchar sin ellos. Además, aquí están los huesos de nuestros padres y amigos. No podemos abandonarlos así como así”. RICHARD: “Está bien; esperen a su gente, pero marchen después. Hay que evitar cualquier riesgo. Nunca se sabe; quizá Lionel haya encontrado tramperos, o cazadores, o buscadores de oro”. TECUMPAH: “Sea como sea, el Gran Espíritu nos protegerá”. RICHARD: “Oiga...” LAURA le interrumpe: “Richard, no insistas. Venga, ayúdame a empaquetar las cosas. Hay mucho trabajo que hacer”. TECUMPAH se queda solo, reflexionando...

 

Es de noche. Todos están dentro del kiva. CHARLES y RITA, así como RICHARD y LAURA, están en sendos extremos del hall, charlando solos. ROSEANNE está con TECUMPAH y LILI, al lado de la chimenea. El ambiente es triste y melancólico. Se siente una atmósfera de adioses y amargas (pero esperanzadas) despedidas.

LILIH: “No me gustaría estar en sus pieles. No hay nada más doloroso que la separación de dos amantes que, tal vez, no vuelvan a encontrarse nunca más”. ROSEANNE: “El amor también tiene su cara amarga”. TECUMPAH: “Pero a pesar de todo vale la pena vivirlo...” ROSEANNE mira a RITA y CHARLES; se están besando. También lo hacen LAURA y RICHARD. ROSEANNE: “Discúlpenme”. Entonces se dirige a su habitación.

 

Es de día. Todo está preparado para marchar. Nuestros amigos están al lado de tres kayaks de grandes dimensiones. Se están despidiendo de TECUMPAH y LILIH. TECUMPAH: “A dos lunas de aquí encontrarán, río abajo, un campamento de contrabandistas de pieles. Allí han de preguntar por ‘El Capitán’. Le darán estas pieles (señala tres montones de pieles curtidas cargadas en los kayaks) como presente mío. Él les ayudará a encontrar transporte (clandestino) para cualquier lugar donde vayan. Si tienen suficiente dinero, por supuesto”. RITA: “Lo tenemos”. TECUMPAH: “Entonces no habrá problema. ‘El Capitán’ no hace preguntas. Por cierto, tengan cuidado: esa gente no ve mujeres durante meses...” RITA: “No se preocupe. Nos sabemos cuidar solas”. CHARLES: “Perdone mi curiosidad; pero, ¿de qué los conoce?”. TECUMPAH: “No nos gustan, pero tenemos que contar con ellos. De vez en cuando les damos pieles, y ellos protegen nuestro anonimato; también les ofrecemos ayuda, en casos especiales”. CHARLES: “¿Qué tipo de ayuda?” TECUMPAH: “Escondemos a sus fugitivos. No es que sean mala gente, pero sus negocios no son del todo legales. Por eso les ayudarán, siempre que les puedan ofrecer suficiente dinero”. RICHARD: “Vale, ya está bien de cháchara. Tenga esto (le ofrece un intercomunicador como el de la primera parte). Apriete este botón cuando su poblado esté en una situación de verdadero peligro. En ese caso intentaremos socorrerles. Pero sólo en ese caso. Y sobre todo procure que no llegue a las manos de los agentes del Gobierno”. ¿Entendido?” Entonces todos se abrazan emocionados y parten.

 

Nuestros amigos están remando en el río, corriente abajo. En un kayak van RICHARD, LAURA y ROSEANNE; en el otro RITA y CHARLES; y en el último los SOLDADOS. RITA y CHARLES están hablando, mientras reman. CHARLES: “Nunca olvidaré lo que has hecho por mí...” RITA: “Descuida, en una guerra todos tenemos que ayudarnos, si queremos sobrevivir”. CHARLES: “Creo que no es sólo eso. Tu atención fue tan... maternal”. RITA: “Charles, yo soy un soldado...” CHARLES: “Y también una mujer. Pero Rita, yo no soy tu hijo. Soy un hombre...” RITA: “En ningún momento pensé que te estaba tratando como a un hijo...” CHARLES: “Tal vez lo hagas de forma inconsciente... Pero, ¿por qué?” RITA: “No lo sé. Te lo juro, Charles”. CHARLES: “Por favor, explícame algo de tu niñez”. RITA: “No hay mucho que contar... Me quedé huérfana a los siete años. Estuve en un orfanato. En los años difíciles, no pude contar con el apoyo de unos padres. Tal vez por eso soy como soy”. CHARLES: “¿Cómo eres?” RITA: “Tan brusca, y a la vez tan maternal. Supongo...” CHARLES: “Es curioso: yo también estuve en un internado; y respecto a mis padres, es como si no los hubiera tenido”. RITA: “Sí que es curioso. ¿Tal vez por eso me gustas?” CHARLES (azorado): “Rita, algún día me tendrás que explicar cómo acabaste de soldado”. RITA (sonriendo): “Es una larga historia...”

 

En el otro kayak. RICHARD: “Laura, cuando llegues a Ottawa, procura averiguar cuándo y dónde se reunen los miembros de La Sociedad. Para acabar con este régimen primero tendremos que neutralizar a esa gente”. LAURA: “Pero, ¿cómo? Sabes que ya no tengo acceso a esta información”. RICHARD: “¿No conoces a nadie de confianza?” LAURA: “Espera, tal vez...” ROSEANNE: “¿Y dónde nos alojaremos mientras tanto?” RICHARD: “No hay problema, yo os daré una dirección. Cuando tengáis la información, enviadla a la Montaña Sagrada. Ellos nos la harán llegar a nosotros”. LAURA: “¿Y vosotros, qué haréis?” RICHARD: “Intentaremos organizar la rebelión entre soldados, agentes desafectos y trabajadores. Tengo unos cuantos contactos que pienso que no me fallarán. En el momento oportuno tendremos el apoyo de las fuerzas en Siberia. Dejadlo de mi cuenta.” LAURA: “Id con cuidado”. RICHARD: “Vosotras también”.

 

Es de noche. Nuestros amigos han organizado un campamento. Están comiendo carne seca (pemmikan indio) que les ha facilitado TECUMPAH. Los mosquitos los acosan desde todas partes. ROSEANNE (haciendo aspavientos): “Malditos mosquitos...” RITA (divertida): “Y estos no sólo pican, también te arrancan la piel”. ROSEANNE: “Condenado bosque; o los osos o los mosquitos van a acabar con nosotros...”

 

Es de noche. Nuestros amigos están durmiendo en el campamento, enfundados en unas pieles. De repente, de la espesura, se ve salir un oso (grizzly). Empieza a merodear por el campamento. RICHARD se despierta (comprueba que su arma está lejos), y luego vuelve a hacerse el dormido, con un ojo entreabierto. El oso va a los morrales de la comida. Los huele y los coge con el hocico. Luego se va. RICHARD respira aliviado.

 

A la mañana siguiente, RICHARD explica a sus compañeros lo que ha pasado. RICHARD: “Lo siento amigos, nos hemos quedado sin provisiones. A partir de ahora comeremos lo que podamos cazar”. LAURA: “Y aún hemos tenido suerte: sin esa comida, tal vez hubiésemos sido nosotros su alimento”. ROSEANNE: “Visto así, también es un consuelo...”

 

Nuestros amigos están en otro campamento. LAURA y RITA están en mitad del río, con un palo puntiagudo en la mano, intentando pescar salmones. LAURA: “Espera, creo que aquí tengo uno...” Lo intenta pinchar, pero con tan mala fortuna que pierde el equilibrio y cae al agua. Sale completamente mojada, pero con el salmón en la mano. LAURA: “¡Eh, amigos, hoy tenemos cena!”

 

Se está haciendo de noche. Están comiéndose los salmones asados. LAURA está enfundada en una piel, esperando que su ropa se seque. RICHARD: “Bueno, mañana llegamos a nuestro destino. Allí nos separaremos, quién sabe durante cuánto tiempo”. Coge un cuenco de madera y un odre. RICHARD: “Brindo por el futuro”. Los demás se sirven un brebaje, que puede ser savia de arce. TODOS: “Por el futuro”. Todos beben. CHARLES: “Y yo brindo por nosotros”. TODOS (muy alto): “¡Por nosotros!”. Cuando han acabado, TODOS hacen una risa amarga. ROSEANNE: “Todo irá bien; ya sabéis lo que dijo el Abad: ‘Tened fe, porque al final la verdad triunfará’”. TODOS: “¡Por el triunfo!”.

 

Están en los kayaks. Acaban de llegar al campamento de contrabandistas. Se ven unos cuantos barracones y una enorme plataforma de aterrizaje de naves de cargamento. Nuestros amigos se introducen en lo que parece la cantina de la base. Cuando entran, un montón de hombres curtidos y barbudos les observan impúdicamente, sobre todo a las mujeres. Después de pedir su consumición, se sientan en una mesa (y los SOLDADOS en otra). RICHARD (a un hombre de la mesa de al lado): “Oiga, ¿podría decirme dónde puedo encontrar al Capitán?” El hombre se hace el sueco. HOMBRE: “No sé a quién se refiere”. RICHARD le da dos billetes. HOMBRE: “Lo encontrará en el segundo barracón a la derecha”. RICHARD: “Por cierto, ¿ha visto llegar a alguien más, con apariencia extraña, estos dos últimos días?” Le da otros dos billetes. HOMBRE: “Como no sea aquel panoli que vino ayer...” RICHARD: “¿Cómo era?, descríbamelo”. HOMBRE: “Ah, ahora creo recordar. Era de esos con cara guapa que apestan a poli”. RICHARD: “¿Qué ha sido de él?” Le da otros dos billetes. HOMBRE: “Creo que fue a hablar con El Capitán”. RICHARD: “Muchas gracias por su amable... colaboración”. HOMBRE: “No se deben”. Luego voltea los billetes mientras los sopla. HOMBRE: “Oiga, esas hembras, ¿también están en venta?” RICHARD le hace una cara de perros. HOMBRE: “Calma, hombre. Sólo era una broma”.

 

Nuestros amigos están en la calle. RICHARD: “Ya lo habéis oído. El Capitán está sobre aviso. ¿Qué hacemos?” ROSEANNE: “Creo que nos la tenemos que jugar. De todos modos, él ya debe saber que estamos aquí". RITA: "Habrá que comprobar qué lealtad es más fuerte: a Tecumpah, o al Gobierno”. RICHARD: “Creo que a ninguno de los dos. Ese tipo de gente sólo es amiga de una cosa (le enseña un fajo de billetes): de esto”.

 

Entran en el barracón de EL CAPITÁN. ÉL está sentado en una butaca de madera, con los pies encima de un escritorio también de madera. Los ve entrar. CAPITÁN: “Vaya, ya han llegado. Les estaba esperando”. RICHARD: “¿Sabe quiénes somos?” CAPITÁN: “Sí, no es necesario que se presenten. Sé perfectamente quiénes son”. Tiene un palillo en la boca, que está moviendo mientras habla. Pone una sonrisa estúpida y se echa los brazos detrás de la cabeza. CAPITÁN: “¿Y bien?” RICHARD: “Le traemos un presente de Tecumpah”. CAPITÁN: “Diré que lo dejen en el depósito. ¿Alguna cosa más?” RICHARD: “Necesitamos transporte... clandestino”. CAPITÁN: “Eso ya me gusta más. ¿Cuánto pueden pagar?” RICHARD: “Cincuenta mil para tres destinos diferentes. Lo toma o lo deja”. CAPITÁN: “Me temo, amigos, que no están en posición de negociar... Cien mil o les entrego a las autoridades”. RICHARD (hace glup con el gaznate): “Está bien. Pero no quiero trucos”. CAPITÁN: “Le doy mi palabra de contrabandista”. RICHARD: “¿Cuánto vale su palabra?” CAPITÁN: “Lo que me quiera pagar el mejor postor. Ustedes han tenido la fortuna de llegar con el bolsillo lleno. El guaperas que les ha precedido sólo me ha dado un pagaré (se lo enseña). Entienda que este negocio también tiene sus riesgos...” RICHARD: “¿Y a las autoridades, qué les dirá?” CAPITÁN: “Yo nunca los he visto”. RICHARD: “Eso está mejor”. CAPITÁN: “De todos modos, no tienen de qué preocuparse: me temo que ustedes llegarán antes que él a su destino” (hace una mueca burlona).

 

Se ve una imagen en la que aparece LIONEL, en el río, intentando poner en marcha una motora que no arranca. Cuando se ha cansado, coge unos remos y se pone a remar. LIONEL: “Maldito bribón. Me las pagará...”

 

EL CAPITÁN y nuestros amigos están tomando unas copas en una cabaña, después de comer. ROSEANNE: “¿Qué novedades hay. Hace un mes que no sabemos nada del mundo”. EL CAPITÁN: “Nada bueno. Después del golpe de fuerza de los rebeldes, han puesto un gobierno militar títere. Han endurecido la represión, y hay estado de sitio. Está prohibido andar en grupo (ni siquiera tres personas). Hay policía secreta por todas partes. Por eso nadie abre la boca”. LAURA: “¿Se sabe algo de la Resistencia?” CAPITÁN: “Creo que el Gobierno ha encontrado su escondrijo en Terranova. No sé nada más... Por cierto; ¿ustedes participaron en la acción? Eso estuvo muy bien; de verdad, amigos, muy bien”. Nadie dice nada. CAPITÁN: “Vale, amigos, yo no he dicho nada. Si les parece, hablemos del ‘servicio’. Ustedes dos (refiriéndose a LAURA y ROSEANNE) van a Ottawa, ¿no es así?. Bien, esta misma tarde cogerán un transporte a la capital. Les dejará en el aeródromo civil. Allí se montarán en una furgoneta que les llevará al centro...” LAURA: “¿Habrá controles?” CAPITÁN: “Por supuesto que los habrá; pero no se preocupen: los de inspección son viejos amigos nuestros”. Ahora se refiere a RICHARD y CHARLES. CAPITÁN: “Ustedes se dirigen a Londres, ¿verdad? Por la noche saldrá un vuelo a esa ciudad. Está todo programado... Bueno (dirigiéndose a RITA), sólo falta usted y sus soldados. Aquí está la parte delicada del asunto. Nosotros no tenemos ningún vuelo a Siberia (son nuestros competidores). Podríamos despertar sospechas. Pero tengo buenos amigos en Alaska. Partirán mañana por la mañana. Los dejaremos en el aeródromo del Yukón. Allí les pasará a recoger un amigo, que les transportará a donde deseen”. RITA: “¿Cómo lo reconoceré?” CAPITÁN: “Les estará esperando. Es fácil de reconocer: es esquimal. Bien, amigos: ahora bebamos a nuestra salud”. Todos beben.

 

LAURA y ROSEANNE están en la escalerilla de su nave de carga. LAURA besa apasionadamente a RICHARD. ROSEANNE está en un discreto segundo plano. Al final se introducen en la nave. RICHARD (emocionado): “¡Suerte!”. La nave despega.

 

Es de noche. RITA despide a RICHARD y CHARLES. La nave acaba de despegar. ELLA se dirige a la cantina (sola). Allí pide una bebida, y se queda en la barra. Se le acerca el HOMBRE de antes (que les dio la información). HOMBRE: “Eh, moza, ¿necesitas una cama calentita? Te ofrezco cama y lo que quieras, todo gratis”. Se pone a reír (le faltan unos cuantos dientes). RITA: “No gracias”. HOMBRE: “Venga, moza. Hoy no estoy de humor”. Entonces le da una palmadita en el trasero. Ella desenfunda y le pone el cañón en el gaznate. RITA: “No vuelvas a hacer eso, baboso”. HOMBRE: “Vale, vale. Lo he entendido. ¿Ves?, me voy ya” Marcha de espaldas hacia la entrada. Entonces, cuando RITA vuelve a darse la vuelta, él desenfunda su pistola. El CAPITÁN, que estaba en la cantina, ve que está a punto de apretar el gatillo y lo mata de un disparo. Luego se dirige al cuerpo y comprueba que está muerto. CAPITÁN: “Sólo nos faltaba esto. Creo que habrá que acelerar su partida”. RITA: “¿Qué hacemos con el cadáver?” CAPITÁN: “No se preocupe: yo me encargo de él”.

 

RITA y los SOLDADOS se meten en una nave. Ésta despega. RITA ve el campamento desde arriba. En ese preciso momento llega una nave oficial. RITA (para sí): “Espero que al Capitán le haya dado tiempo de deshacerse del cuerpo”. Luego se recuesta. Ya al amanecer, llegan al aeródromo del Yukón. Allí se les ve salir de la nave. Encuentran otra nave aparcada, que les espera. RITA le da la mano a un hombre. Posteriormente se introducen en esa nave. Ésta arranca. Se la ve desaparecer en un cielo rojizo, presidido por un sol que acaba de salir por el horizonte.

 

En la sede del Gobierno. KANATA OTOMO (el POTENTADO JEFE de la segunda parte) está hablando con HARRY FONTANA, Presidente del Gobierno (vestido de general). KANATA: “¿Saben algo de los líderes rebeldes?”. HARRY: “Les estamos siguiendo la pista; mi instinto me dice que más pronto que tarde les atraparemos...” KANATA: “¡Basta de excusas!: ¿saben dónde están o no?” HARRY: “Por el momento no, señor. No tenemos ni la más remota idea”. KANATA: “Es preciso que los encontremos, que descabecemos el movimiento de Resistencia. Hasta que llegue ese momento, tendremos que endurecer aún más las medidas de excepción”. HARRY: “¿Aún más?; es imposible señor”. KANATA: “¡No me replique; limítese a obedecer mis órdenes! A partir de hoy queda abolida la libertad de expresión en cualquier centro laboral, recinto público o medio de transporte; no se permitirán conversaciones de ningún tipo, bajo pena de arresto. Se intervendrán aleatoriamente las llamadas telefónicas. Se vigilará con cámaras las vías públicas. Hay que extirpar cualquier posibilidad de subversión o de difusión de mensajes revolucionarios. Ah, y detengan a cualquiera que intente alterar el orden en las empresas. Todo elemento subversivo será confinado en campos de trabajos forzados. ¿Entendido?”. HARRY: “Sí, señor”. KANATA: “Ocúpese de que estas directrices lleguen a toda la población”. HARRY: “Como ordene, señor”.

 

En el campamento de contrabandistas. Es por la mañana temprano. Un grupo de agentes del Gobierno está inspeccionando la base y las naves. CAPITÁN (hablando a LIONEL): “¿Que se le ha parado el motor de la barca? No sabe cuánto lo siento. Tendré que hacer algo con ese mecánico. Es intolerable. ¡Si hace sólo unos días que lo revisó!” Pone cara enfurruñada. LIONEL: “Si no me llega a encontrar esta nave aún estaría remando. Mire, mire cómo tengo las manos”. Le enseña unas manos llenas de ampollas. CAPITÁN: “Qué barbaridad, nunca había visto unas manos tan estropeadas. ¿Ahora cómo va a acariciar... las delicadas pieles de sus conquistas?” (le guiña un ojo). LIONEL: “Es verdad, no lo había pensado...” Pone un semblante de preocupación. CAPITÁN: “En un hombre atractivo sólo hay algo peor que tener unas manos arrugadas...” El COMANDANTE de la nave oficial: “Tener el pito arrugado”. El CAPITÁN, el COMANDANTE y la TRIPULACIÓN se ponen a reír a costa de LIONEL.

LIONEL: “Bueno, ya está bien de broma. Ahora díganos: ¿ha visto a los rebeldes?” CAPITÁN: “No, no sé nada de ellos. Y ya me gustaría echarles en guante: ¡atreverse a irrumpir en mis dominios! No puedo consentir que me espanten la caza...” COMANDANTE: “Vamos a comprobar eso que dice”. CAPITÁN: “¿Ponen en duda mi palabra?” COMANDANTE: “No, no, por supuesto. Es pura rutina”. Los tres se dirigen a la cantina. En la puerta de entrada el CAPITÁN pregunta a los cazadores que están en su interior: “Eh, muchachos, ¿sabéis algo de unos forasteros?” Todo el mundo dice que no. CAZADOR: “Yo no he visto a nadie, ¿y tú, Bill?” BILL: “Yo tampoco”. Todo el mundo dice lo mismo. CAPITÁN: “¿Lo ve? Aparte de este hombre (refiriéndose a LIONEL), no hemos visto a ningún extraño en los últimos días”. COMANDANTE: “Está bien. Le creo. Vámonos”. Cuando están marchando ven una gran mancha de sangre en el suelo. COMANDANTE: “¿Qué es esto?” CAPITÁN (azorado): “Nada, nada, una simple pelea sin importancia”. COMANDANTE: “¿Qué pasó?” CAPITÁN: “Un borracho amenazó a otro; le iba a disparar por la espalda... y yo le maté. Está ahí, enterrado en las afueras... ¿Verdad muchachos?” Todos asienten. COMANDANTE: “Enséñeme su tumba”. Salen fuera y se dirigen a un cementerio. Le enseña una tumba consistente en un simple montón de tierra con una cruz de madera mal hecha. CAPITÁN: “Está aquí... Si quiere lo desenterramos”. COMANDANTE: “No es necesario: lo que pase aquí no es de mi incumbencia”. CAPITÁN: “Entiéndalo, señor. Estamos a muchas millas de distancia de la civilización. Los chicos no tienen mujeres. Están muy alterables. Alguien tiene que imponer orden... Y aquí quien manda soy yo”. COMANDANTE: “Bien, bien. Ya es suficiente”. Dirigiéndose a LIONEL. COMANDANTE: “Usted vaya al poblado, con algunos hombres. El Capitán y yo tenemos que hablar de asuntos importantes”. LIONEL: “Como desee, mi comandante”. LIONEL marcha a la nave. Un momento después se la ve partir.

 

CHARLES y RICHARD están en Londres. Han cogido el metro. En él comprueban que todo el mundo está en silencio, con caras largas, de preocupación. Salen a la calle y lo mismo. Entran a un bar y se dirigen a la barra. RICHARD (al barman): “Dos cafés y pastas, por favor”. Comprueban que en el bar nadie habla tampoco. Ellos se miran sorprendidos.

Vuelven a estar en la calle. Se dirigen a un bloque de apartamentos. Van al piso cincuenta (es el mismo lugar de refugio de la primera parte, donde estuvo THOMAS). Una vez que están dentro, los dos suspiran profundamente. CHARLES: “Menos mal que ya estamos aquí, qué agobio ahí fuera”. RICHARD: “Lo que he visto supera mis peores pesadillas. Es espantoso. Nunca había visto tanto miedo en la cara de la gente”. CHARLES: “¿Dónde estamos?”. RICHARD: “Es un lugar de refugio de la antigua Hermandad. Leonard lo usaba a veces para ocultar agentes. No creo que se les ocurra buscarnos aquí: sólo él y algunos agentes de su confianza lo conocían; y ahora él está muerto”. CHARLES: “¿Y los otros agentes?” RICHARD: “Somos yo y Laura; los encargados de vigilar a Thomas...” CHARLES: “Entonces estamos seguros”. RICHARD: “Totalmente”.

En ese momento suena el timbre de la puerta. RICHARD: “Qué extraño”. Desenfunda la pistola y se dirige a la puerta. Hace señal a CHARLES de que abra, mientras que él está escondido en el hueco entre la puerta y la pared. CHARLES abre. Encuentra a un hombre pequeñito y medio calvo, con bigote. HOMBRE: ¿Puedo entrar, señor?”. CHARLES cierra la puerta. RICHARD le apunta con su pistola. HOMBRE (con las manos en alto): “Tranquilo, tranquilo. Estoy desarmado...” CHARLES le cachea. Hace señal a RICHARD de que no tiene armas. RICHARD: “¿Qué quiere usted?”. HOMBRE: “Mi nombre es JOSEPH, Joseph Smith. Soy un vecino de este rellano. Les he visto entrar, y me he decidido a hablar con ustedes...” RICHARD: “¿De qué?” JOSEPH: “Miren. Hace aproximadamente dos años y medio, un hombre (creo que fue el antiguo presidente del Gobierno, Thomas Cavite), estuvo residiendo aquí durante unos días. Lo sé, porque lo vi llegar con una mujer (creo que era su esposa; Bárbara se llamaba, ¿no es así?). A eso de unos doce o trece días después, vino a mi casa y me dio este sobre. Me dijo que se lo entregase a la primera persona que viese llegar a este apartamento. Y esto es lo que he hecho”. Les da una carta. (En el sobre está escrito: “Para Bárbara”.)

RICHARD: “Le estamos muy agradecidos por ello. Por favor, ¿podría esperar un momento, hasta que leamos la carta? Quisiéramos hablar con usted”. CHARLES abre el sobre. En él hay una carta que dice:

 

“Querida Bárbara. No sé si lo que estoy haciendo es una locura. Pero las circunstancias me obligan. No puedo esperar más, y tengo la intuición de que algo ha ido mal. Voy a intentar encontrarte. En caso de que no lo consiga huiré fuera del país, hasta que todo esté más tranquilo. Pero incluso en ese caso te buscaré. Haré todo lo que esté en mi mano para que volvamos a estar juntos. Un hombre que te quiere. Thomas”.

 

                CHARLES se emociona. RICHARD la lee después. JOSEPH: “Si me permiten... Me parece percibir alguna familiaridad en la cara de este señor... Me recuerda a alguien”. CHARLES: “Yo era hermano de Thomas, quizá por eso le suene mi cara”. JOSEPH: “Lo siento mucho por su hermano. De verdad; el pueblo le quería. Había depositado muchas esperanzas en él. Pero al final la realidad se ha impuesto... Nunca volveremos a recuperar la libertad... Ya no hay remedio”. RICHARD: “No, ¡se equivoca! Aún queda una esperanza...” JOSEPH: “¿Son ustedes de la Resistencia?” RICHARD: “Sí, lo somos. ¿Quiere unirse a nosotros?” JOSEPH: “Por supuesto que sí. Daría mi vida por luchar por la libertad...” CHARLES: “Y por la justicia también”. JOSEPH: “Sí, también por la justicia”. RICHARD: “Escúcheme bien...”

 

                El COMANDANTE de la nave y el CAPITÁN están en el despacho de este último. COMANDANTE: “Oiga, viejo zorro. Sé que me está mintiendo. Sé que su campamento es un nido de contrabandistas y de bribones. Sé que esos rebeldes han estado aquí...” CAPITÁN: “¿Sí? Demuéstrelo”. COMANDANTE: “Venga conmigo”. El CAPITÁN le sigue. Llegan al depósito de pieles. COMANDANTE: “Estas pieles están curtidas al estilo indio. Huélalas”. El CAPITÁN las huele. COMANDANTE: “Huelen que apesta. Son recientes. ¿Quiénes sino los rebeldes las han podido traer?” CAPITÁN: “Se equivoca. Los indios nos traen pieles de vez en cuando para que no les molestemos. Es un simple asunto de cortesía”. COMANDANTE: “¿En esta época del año? No, Capitán. Usted sabe muy bien que sus cazadores están en el Norte, muy lejos del campamento. No han sido ellos los que han traído las pieles”. CAPITÁN: “¿Lo sabe alguien más?” COMANDANTE: “No, no se lo he dicho a nadie. ¡Al cuerno con los rebeldes! Sé que este Gobierno no puede durar. Simplemente, prefiero anticipar lo inevitable. Y para ello, nada mejor que asegurar mi futuro... financiero”. CAPITÁN: “¿Sabe, comandante? Usted me gusta. Creo que hablamos el mismo lenguaje. Ahora, hablemos de negocios. Le doy 25.000 y asunto arreglado”. COMANDANTE: “100.000”. CAPITÁN: “35.000”. COMANDANTE: “50.000”. CAPITÁN: “Hecho”. Los dos hombres se dan la mano, sonrientes.

 

                LAURA y ROSEANNE están en la casa del contacto de RICHARD en Ottawa. WINSTON (véase segunda parte): “Díganme lo que tengo que hacer. Como le dije a su amigo, estoy encantado de ser útil a la Resistencia”. ROSEANNE: “Usted no tiene que hacer nada. Haga su vida normal. Nosotros trataremos de importunarle lo menos que podamos”. LAURA: “En ningún momento vamos a comprometer su intimidad; vamos a mantenerle en un absoluto anonimato. Recuerde: mi nombre en clave es VICKY y ella es ROSA”. WINSTON: “Vicky y Rosa, entendido”.

 

                ROSEANNE y WISTON están hablando en el sofá mientras que LAURA está a unos metros, mirando la televisión. ROSEANNE: “Entonces, usted... ¿Es soltero?” WINSTON: “Para ser preciso, estoy divorciado. Pero tengo tres hijos; ya crecidos, por supuesto. Viven fuera, en Inglaterra”. ROSEANNE: “¿Cómo ha contactado con la Resistencia?” WINSTON: “Perdone, prefiero ser reservado. Digamos que encontré a la persona oportuna en el momento oportuno”. ROSEANNE: “Discúlpeme usted; he sido una estúpida”. WINSTON: “No, no lo es... Bueno, tal vez lo seamos los dos... A nuestra edad... puede que este asunto nos desborde un poco...” ROSEANNE: “¿A nuestra edad...? ¡Pero si usted está como una rosa!” WINSTON: “Mentira, mujer. Usted sí que está joven. Yo ya hace tiempo que chocheo...”

                LAURA los interrumpe. LAURA: “¡Callad un momento, esto es importante!” El Presidente del Gobierno está emitiendo un mensaje por televisión. HARRY FONTANA: “Queridos conciudadanos. Como sabéis, estamos viviendo una dura etapa de ajustes tras la muerte de nuestro amado antecesor: Thomas Cavite. Este Gobierno tuvo que hacer frente a la felonía y a la iniquidad de un hombre sin escrúpulos, Henry Solomon, usurpador y asesino. Pero ahora nos vemos en la dolorosa obligación de extirpar de raíz la subversión y el desorden que representa la Resistencia. Por ello debemos implantar unas medidas de excepción que, deseamos, serán temporales. Así, decreto: 1) Quedan abolidos todos los derechos laborales (los trabajadores se atendrán a las órdenes de las Compañías; cualquier resistencia será considerada un acto de insubordinación y castigada en consecuencia); 2) Quedan prohibidas, temporalmente, las conversaciones dentro de centros de trabajo, centros públicos, la vía pública o los transportes públicos, salvo causas justificadas; 3) Quedan suspendidos los derechos de privacidad de las comunicaciones y de la correspondencia; 4) Es obligatoria la participación de todos los ciudadanos en cuantos trabajos o responsabilidades de interés público se precisen, sin derecho a compensación. Quien no colabore con el Gobierno será considerado subversivo, y se le aplicarán rigurosas medidas de castigo. El Gobierno desea que estas medidas sean sólo transitorias. Que sea así, depende de vuestra colaboración. Gracias por vuestra atención”.

                ROSEANNE: “Esto es horrible. Mañana mismo empezaremos a movernos. Hay que acabar con ellos, ¡pronto!”

 

                RITA ha llegado a su punto de destino, en Siberia. El GENERAL de las fuerzas rebeldes (negro y de edad avanzada) le espera al pie de la escalerilla. GENERAL (refiriéndose al ESQUIMAL que ha traído a RITA): “¿Es de confianza este hombre?” RITA: “Descuide, es un fuera de la ley”. GENERAL: “Curiosos tiempos, en que los bandidos son nuestros más fieles aliados”. RITA: “Lo que confirma que los verdaderos bandidos son los que nos gobiernan”. El GENERAL hace un rictus de aprobación. Le conduce a la sala de operaciones. Allí encuentran a la plana mayor de las fuerzas rebeldes. GENERAL: “En nombre de todos nosotros, quisiéramos felicitarles (a usted y a la gente que ha colaborado con usted), por el desarrollo de la espléndida operación llevada a cabo en la sede central de la televisión”. Todo el mundo aplaude a RITA. Ella saluda emocionada. GENERAL: “Bien, ahora la situación está madura para poner en marcha la revolución. Las masas nos apoyarán siempre que actuemos, con contundencia, en el momento preciso”. RITA: “Tenemos dos agentes en Ottawa. Ellos intentarán averiguar la sede de la Sociedad, y cuándo se producirá su próxima reunión. Otros agentes, en Londres, están preparando la insurrección popular”. GENERAL: “Si conseguimos apresarlos en ese preciso momento, estoy seguro de que buena parte del ejército y de la Seguridad se nos unirá. Hay mucho descontento entre las propias filas del poder”.

 

                Campamento de contrabadistas. Es de día. Los agentes del Gobierno ya han marchado (se dirigen al poblado indio). CAPITÁN (dirigiéndose a un subordinado): “Pete, quédate a cargo de la base. Yo me voy por unos días”. PETE: “¿Se puede saber a dónde, Capitán?” CAPITÁN: “A buscar a esos elementos de la Resistencia. Para lo que sea estaré en Londres (le da una dirección). No pararé hasta que me devuelvan esos 50.000 que he perdido...” PETE: “Pero Capitán, Londres es muy grande...” CAPITÁN: “No importa, de todos modos los encontraré... Aunque para ello tenga que remover cielo y tierra”.

 

                En el poblado indio. El COMANDANTE de la nave acaba de llegar. Allí encuentra confusión y desolación. LIONEL está dando órdenes y gritando como un energúmeno. Los niños, las mujeres y los viejos están arremolinados, en el suelo, con las manos atadas. Los SOLDADOS les vigilan. Se escuchan lloros y exclamaciones de terror de los niños. Los pocos indios varones que no son viejos han sido encadenados. La escena es dantesca (los kivas están ardiendo). COMANDANTE (a LIONEL): “¿Se puede saber qué está haciendo?” LIONEL: “Comandante. Estoy cumpliendo órdenes. Toda esta gente ha dado refugio a unos rebeldes, y por tanto son también rebeldes. Merecen ser llevados a campos de trabajo, y sus cabecillas han de ser colgados...” COMANDANTE: “Aquí quien da órdenes soy yo. ¡Y no se va a colgar a nadie, si no es a usted, por las pelotas! ¡¡Fuera de mi vista!!” LIONEL marcha. Un SOLDADO se acerca a ÉL. SOLDADO: “Señor, mire lo que hemos encontrado”. Le entrega el intercomunicador que RICHARD dio a TECUMPAH. LIONEL se dirige al COMANDANTE. LIONEL: “Comandante, con su permiso...”

 

                TECUMPAH está recitando una extraña salmodia en una lengua indígena. LILIH está a su lado. LILIH: “No has actuado correctamente. Deberías haber hecho caso a aquel hombre blanco”. TECUMPAH: “Mi corazón me dice que he actuado bien. El Gran Espíritu nos asistirá. Nuestros hombres nos rescatarán. Simplemente, ten paciencia”. En ese momento llega LIONEL, con varios SOLDADOS. CANDI, la hija de TECUMPAH, se abraza a Él y se pone a llorar. CANDI: “Papá, papá, tengo miedo”. LIONEL: “Tranquilo, encanto; si te portas bien seré bueno contigo”. TECUMPAH le escupe. LIONEL da una orden y un SOLDADO le da un culatazo. TECUMPAH cae al suelo inconsciente. Le sangra la cabeza. LILIH y CANDI lloran. LILIH: “Tenga piedad: él es un viejo, y mi hija es tan pequeña...” LIONEL ríe de una forma siniestra. LIONEL: “Vamos, vamos, todos a las naves”. Los SOLDADOS empujan a los indios como ganado, y los introducen en unas naves. Éstas despegan. LIONEL se queda en el campamento con un retén de soldados.

 

                Es de noche. LIONEL (para sí): “Éste es mi momento... de gloria. Yo, yo solo, atraparé a esos sucios rebeldes. Je-je”. Aprieta el intercomunicador. LIONEL: “¡Muchachos, estad preparados. Escondéos entre la maleza. Pronto tendremos acción!”.

 

                En la base rebelde, en Siberia. GENERAL: “Nuestras fuerzas están preparadas para la acción. Nuestro contacto en la Montaña Sagrada está alerta. Sólo nos falta la información precisa...” En ese momento suena un bip-bip insistente. RITA: “¡Oh, no!. El poblado. Algo horrible debe haber pasado...” GENERAL: “¿Cómo, les ha dejado un intercomunicador? ¡Eso es una irresponsabilidad!” RITA: “General. Esa pobre gente nos ha recogido, cuidado y alimentado durante un mes. Es gente pacífica, que caza con arcos y flechas. No quieren saber nada de nuestros asuntos. ¡Y nosotros les hemos comprometido en una lucha que no significa nada para ellos! Me siento responsable de su suerte...” GENERAL: “Oficial... Rita Howard. No debe poner en peligro nuestro plan. No ahora. Espere a que las operaciones hayan acabado”. RITA: “No, no puedo esperar. Si en ese campamento está quien me imagino, espero lo peor de esa pobre gente... Créame. No comprometeré la operación. No me dejaré coger”. GENERAL: “Piense que puede ser una trampa”. RITA: “A pesar de todo, iré. No los dejaré en la estacada. Déme dos naves y cincuenta hombres. Con eso tendré suficiente, espero”. GENERAL: “¿Va a poner en peligro la vida de cincuenta hombres...?” RITA: “¿Por unos simples indios que no importan a nadie? General, con todo respeto, a mí me importan. De no ser por ellos, yo no estaría aquí, y la operación habría sido abortada. Ellos han asumido un riesgo por salvar mi vida. Estoy en deuda con ellos...” GENERAL: “Está bien. Autorizo la operación... (ella se emociona) con una condición. Si se trata de una trampa, o si sus fuerzas son superiores a las nuestras, abandonarán la zona inmediatamente”. RITA: “De acuerdo”. GENERAL: “Suerte”. RITA: “Gracias”. Da un taconazo, saluda, y marcha.

 

                En el poblado indio, de madrugada. Se ve a LIONEL apostado en la maleza, preparado, con sus tropas, para atacar a los rebeldes. Se escuchan ruidos típicos del bosque (búhos, pájaros, etc.) El cielo está rojizo. De repente se escucha un rumor y después las ramas de los árboles tiemblan. Aterrizan dos naves en un claro del bosque. En una de ellas baja una rampa, de la cual sale RITA con dos SOLDADOS más. ELLA se aproxima al campamento. Lo ve vacío, y completamente devastado. Se pone las manos en la cara. RITA: “¡Oh, Dios mío!”. LIONEL ve a RITA a unos veinticinco metros. Cuando ELLA comprueba que es demasiado tarde decide volver a la nave. RITA y los SOLDADOS caminan hacia atrás. Entonces LIONEL dice: “¡Ahora!”. Una nube de disparos acaban con los dos SOLDADOS. Las naves rebeldes abandonan el lugar, e infinidad de disparos intentan derribarlas: no lo consiguen. RITA arroja el fusil, coge un frasco e intenta tragarse una pastilla de cianuro. No le da tiempo: LIONEL se abalanza sobre ella y arroja con un manotazo el frasco al suelo. ELLA saca una daga y arremete contra LIONEL. Un SOLDADO, por la espalda, la golpea. Cae inconsciente. LIONEL: “Ahora eres mía, bruja”. Hace una risa siniestra.

 

                Es pleno día. Acaban de llegar al campo de trabajos forzados. RITA se despierta mientras dos SOLDADOS la arrastran de mala manera aguantándola por las axilas. LIONEL va detrás, silbando alegremente. Se ve a niños y viejos picando piedras en una cantera. Los hombres jóvenes bajan las piedras, con unos capazos, por una colina. En ese momento, uno de los cargadores cae exhausto, y se pone a rodar por la pendiente. Una piedra le golpea la cabeza y lo mata. El resto de los hombres se alteran, y los vigilantes les obligan a trabajar a palos. Las mujeres están aullando de rabia y de dolor.

                RITA, ya andando por sí sola, ha visto toda la escena. Unas esposas le inmovilizan las manos. Dirige una mirada a LIONEL, de profundo odio. LIONEL (sarcástico): “Así me gusta... Estás más bonita cuando me odias. Pero ahora hay una diferencia... Ahora soy yo quien manda”. Le da un tortazo en la cara. RITA le mira inconmovible. LIONEL: “Ahora qué, ¿no dices nada? Antes eras más parlanchina”. Le da otro tortazo (a RITA le sangra el labio). LIONEL: “Ya verás qué pronto vas a hablar”. Hace otra risa siniestra.

 

                Base rebelde en Siberia. El GENERAL está hablando con uno de los SOLDADOS de la fallida expedición al poblado indio. SOLDADO: “La cogieron viva”. GENERAL: “Humm. Habrá que pensar algo”. Se dirige a un oficial. GENERAL: “¿Qué opina, habrá que evacuar?” OFICIAL: “Si me disculpa, no creo que sea una medida prudente. Si abandonamos la base es fácil que nos delatemos. Si esperamos, cabe la posibilidad de que Rita no hable... O de que escape. En todo caso, si nos atacan, nos defenderemos...” GENERAL: “Veo que tenemos pocas opciones”. Da unos cuantos pasos, pensativo. Al final se decide. GENERAL: “Esperaremos”.

 

                En la sede del Gobierno. Es de día. HARRY FONTANA, Presidente del Gobierno, está hablando con KANATA OTOMO, jefe de la Sociedad. HARRY: “Buenas noticias. Ya tenemos a uno de los cabecillas de la Resistencia. Se trata de Rita Howard, uno de los lugartenientes de su aparato militar. Ella nos puede conducir a la base principal”. KANATA: “Bien. Ordene que un equipo de interrogación, con métodos modernos, se dirija a ese lugar. Repito: interrogación, no tortura. No permita que nadie más la toque. ¿Está claro?”. GENERAL: “Sí señor, ese equipo partirá con la mayor brevedad”. KANATA: “Ah, prepare un dispositivo especial para el próximo sábado a las cinco, como siempre”. GENERAL: “Así se hará”. KANATA lo despide con un gesto y un gruñido.

 

                Campo de trabajos forzados. RITA está en un calabozo, esposada y amordazada. Entra LIONEL. LIONEL: “Buenos días Rita. Tienes suerte: va a venir un equipo ‘profesional’ a interrogarte, lo que significa... lo que significa... Que no lo voy a hacer yo. Por lo visto ellos tienen métodos... más modernos. Tal vez menos dolorosos, pero más efectivos. Fiabilidad 100%”. RITA le sigue con la mirada, mientras LIONEL se mueve como un lobo merodeando a un corderito. LIONEL: “Ahora que lo pienso; ¿a qué me recuerda esta escena? Tú en el catre, yo de pie. Ay, aún me duelen mis partes”. Él le pega una patada en la entrepierna. Ella se duele. LIONEL: “Y esto es sólo el principio...” Sale riendo del calabozo, con su típica risa siniestra.

 

                JOSEPH está trabajando en la fábrica, en una inmensa nave de montaje, llena de robots y brazos mecánicos (se trata de una factoría automovilistica). Todo el mundo trabaja en silencio, como autómatas. Es la hora de comer. Los trabajadores se dirigen en orden al comedor, y allí comen en silencio. JOSEPH da un golpecito en la pierna al trabajador que tiene al lado, y le pasa por debajo de la mesa un papelito. Su compañero lo coge y lo lee disimuladamente. El papelito dice lo siguiente: “Mi teléfono es el 422-34-56. Difunde este mensaje, y tu teléfono, a tres colegas”. El COMPAÑERO le guiña un ojo. Luego saca un billete de un dólar de su cartera, y un bolígrafo, y pasa el mensaje al colega de al lado. Al cabo de un rato, se ve cómo todo el mundo se está pasando este mismo mensaje. Vuelven al trabajo. Trabajan normalmente. Luego van a las duchas. Un hombre se ducha, y escribe el mensaje en un papel mojado. Se lo pasa a su compañero y éste lo mira (el mensaje es casi ilegible). Luego se lo mete en la boca. Otro está en el lavabo. Cuando pasa un compañero le pega una patada en la espinilla. Éste grita y mira por debajo de la puerta del lavabo. El del lavabo le pasa el mensaje. El de afuera lo recoge y le pega otra patada aún más fuerte. Así sigue la cadena.

 

                Es de noche. JOSEPH vuelve a casa. Pero primero va al apartamento de RICHARD y CHARLES. Pica a la puerta. Le abre CHARLES, después de mirar por la mirilla. JOSEPH entra. RICHARD: “¿Qué, cómo ha ido?” Muy bien, creo que muy bien. Ahora todo el mundo en la fábrica debe tener el teléfono de los demás”. RICHARD: “¿Está seguro de que su gente es de confianza?” JOSEPH: “Y tanto. Si usted supiera lo que es trabajar en esas condiciones lo entendería. Ya ni siquiera nos quedan derechos laborales...” RICHARD: “Bien, bien. Vaya a casa, si no quiere que su mujer comience a sospechar”.

 

                JOSEPH entra en su casa. Su MUJER le espera. MUJER DE JOSEPH: “¿Joseph?, ya era hora. Desde las seis y media de la tarde, el teléfono no ha parado de sonar: han llamado al menos 15 ó 20 personas distintas, y por lo visto todos se habían equivocado. Es extraño, ¿no?” JOSEPH: “Sí, es muy extraño. Será que hay una avería”. MUJER DE JOSEPH: “Por cierto, cariño. ¿No has notado que hay gente viviendo en el apartamento de al lado? Es curioso, nunca hay nadie, y ahora de repente... Hoy precisamente lo he comentado con la vecina del 32-C, que me ha dicho que la carnicera...” JOSEPH (poniéndose las manos en la cabeza): “¡Oh, no!”

 

                CHARLES y RICHARD están hablando. CHARLES: “Richard. Pienso que ya es hora de que los miembros de la antigua Hermandad tomen parte activa en esta revolución”. RICHARD: “Pero Charles. Eso es muy peligroso. Ya sabes que dentro de la Hermandad hay mucha gente de La Sociedad. Además, te lo digo por experiencia: estaba completamente controlada por la Inteligencia”. CHARLES: “Pero estoy seguro de que muchos de ellos actuaban de buena fe. Quién sabe. Tal vez ellos nos permitan llegar a más gente, de otros continentes incluso. Ya sabes que su estructura estaba muy difundida en el planeta entero”. RICHARD: “Quizá tengas razón. Podrías hablar con PERRY ANDERSON. Él es un buen tipo. Tiene buenas credenciales, y es de total confianza. Tal vez aún conserve los contactos con otras células de la Hermandad...”

 

                Al día siguiente. CHARLES entra a una librería. Empieza a mirar libros. En el fondo hay un hombre con unas lentes, que está inspeccionando unos libros antiguos. CHARLES se aproxima a ÉL, con un libro raro en la mano. CHARLES: “¿Cuánto vale este libro?” PERRY lo revisa: “Ah, buena elección. Es una primera edición del año 1991. Un clásico. Es de los primeros libros que advertían en serio sobre los peligros del cambio climático...” CHARLES: “¿Me podría enseñar el catálogo?” PERRY: “Cómo no, está ahí dentro, en la trastienda”. CHARLES: “Bien, vamos allá”. Le coge del brazo y se dirigen a la trastienda. PERRY le mira con cara de miedo. Al llegar allí CHARLES le pregunta. CHARLES: “¿Podemos hablar seguros?” PERRY: “Sí, sí, por supuesto. ¿De qué se trata?” CHARLES: “Necesitamos su colaboración”. PERRY: “¿Es usted de la Resistencia? Mire, yo... hace tiempo que estoy lejos de todo eso. Hago una vida pacífica, no me meto en problemas... Mi negocio es lo primero...” CHARLES: “Está bien, veo que estaba equivocado respecto a la Hermandad...” Se dirige a la salida. De repente, PERRY le dice: “Espere, ¿de qué se trata?” CHARLES: “Usted tiene contactos. Los necesitamos. La Hermandad aún está a tiempo de lavar su imagen... ante la Historia... que ustedes trataron de recuperar a toda costa”. PERRY: “Sí, lo reconozco: una cosa es recuperar la Historia, y otra es protagonizarla... Ahí es donde fallamos. Pero aún queda gente sana en la Hermandad. Ellos les ayudarán en lo que puedan. Ahora, dígame lo que tengo que hacer...”

 

                El CAPITÁN está en Londres. Entra en el Sindicato, la organización gremial de los malhechores y bribones de Londres. Le recibe su amigo TELLY, compañero de fechorías. TELLY (abrazándole, con voz gangosa): “¡Hola amigo! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué, tienes alguna cicatriz más?”. El CAPITÁN se baja los pantalones y le enseña el trasero. CAPITÁN: “Mira, mira aquí”. TELLY ve una enorme cicatriz producida por el zarpazo de un oso. TELLY: “Increíble. Te superas, Capitán”. CAPITÁN: “Por algo me llaman Capitán. Los jefes indios tienen más plumas en la cabeza, porque han matado más enemigos que nadie. Yo tengo más cicatrices en el culo, porque he matado más osos que nadie”. Los dos ríen socarronamente. CAPITÁN: “Pero Telly, tengo otra cicatriz que me duele más...” TELLY: “No me digas... ¿Una mujer, tú, a tu edad?” Ríe socarronamente. TELLY: “Eso se cura pronto. Si quieres llamo a una de mis chicas. Invita la casa...” CAPITÁN: “No, Telly, tengo una cicatriz aquí (señala el bolsillo). Y sólo tú me puedes ayudar a curarla” TELLY: “¿Yo, cómo?” CAPITÁN: “Recuperando los 50.000 dólares que me han robado”. TELLY silba. CAPITÁN: “Telly, aparte de la policía, nadie tiene más ojos que tú en esta ciudad. Si me ayudas a recuperar mi dinero te doy 10.000 dólares”. TELLY: “Con mucho gusto. Dime, ¿quién es el desgraciado que lo hizo...?”

 

                ROSEANNE y LAURA están en los alrededores de la Seguridad, inspeccionando la zona. Después se alejan de allí y se dirigen al centro. De repente, a ROSEANNE le llama la atención una galería de arte. Entran en ella. La GALERISTA le reconoce. Hay unos clientes observando los cuadros. Cuando marchan, la GALERISTA cierra la tienda e invita a las dos a entrar en su despacho. GALERISTA: “¡Rosi, qué sorpresa! No esperaba encontrate aquí, ¿no vivías en Londres?”. ROSEANNE: “Vanessa, te presento a una amiga. Estamos aquí, por una razón especial...”

 

                LAURA está, sola, dentro de un coche, en las proximidades de la Seguridad. Ve salir a la gente del edificio. De repente encuentra a quien busca. Esa persona está andando por la calle. ELLA le sigue con el coche, a marcha lenta. Cuando ÉL se apercibe, mira a su interior y la reconoce. ÉL se introduce en el coche. AGENTE de la Seguridad: “Laura, no esperaba verte más. Estás archibuscada en todo el mundo. ¿No estás arriesgando demasiado?”. LAURA: “Escucha, MICHAEL. Ahora soy de la Resistencia. Sé que puedo confiar en ti, así que pon atención a lo que te digo. Necesito saber dónde y cuándo se va a celebrar la próxima reunión de la Sociedad”. MICHAEL: “Pero Laura, eso es imposible. Ya sabes que sus reuniones son irregulares y secretas. Nadie sabe dónde se celebran, ni siquiera la Seguridad”. LAURA: “Te equivocas. ¿Continúas siendo de personal?” MICHAEL: “Sí”. LAURA: “Revisa el orden de destinos de la guardia presidencial. Cuando veas algo raro, que se salga de la rutina habitual, me avisas, ¿vale?” MICHAEL: “Pero Laura, ¡son miles!” LAURA: “Lo sé, pero lo conseguirás, ¿a que sí, cariño?” Le da un beso en la boca. MICHAEL queda aturdido por un instante. MICHAEL: “Lo intentaré... Espera, ¿cómo me pongo en contacto contigo?” LAURA: “Cuando tengas la información envía un ramo de flores a esta dirección, que ponga en su dedicatoria precisamente esto”. Le pasa un papel. LAURA: “Y ahora vete. Hay que evitar que nos vean juntos”. MICHAEL: “¿Nos veremos de nuevo?” LAURA: “Seguro que sí”. Para en seco y MICHAEL baja del coche. Éste arranca a toda velocidad.

 

                Campo de trabajos forzados. Es de noche. El COMANDANTE entra en el calabozo donde está encerrada RITA. Tiene un paquete en la mano. De repente le quita las esposas y la mordaza. RITA respira entrecortadamente y mueve las muñecas para facilitar la circulación de la sangre. Comprueba la llaga en sus muñecas. COMANDANTE: “Póngase esto. Rápido”. RITA se pone un uniforme militar del bando gubernamental. RITA: “Oiga...” COMANDANTE: “Shhh... Tenemos que escapar esta noche. Mañana será demasiado tarde...” El COMANDANTE abre la puerta. Comprueba que no hay nadie cerca, y salen los dos, cerrando la puerta con cuidado. Andan con paso firme, y RITA se tapa el rostro con el gorro. Encuentran a un OFICIAL, que se cuadra ante el COMANDANTE. Éste le saluda. Al final llegan a una nave. Suben en ella y despegan.

                Dentro de la nave. RITA: “¿Por qué hace esto?” COMANDANTE: “Después, después, ahora tenemos que encontrar a esa gente”. RITA: “¿A quién?” COMANDANTE: “A esos indios... Los que habían ido de caza. No deben estar lejos del campamento, si es que no han llegado ya...” El COMANDANTE pone en marcha el sensor que detecta formas superiores de vida (escena primera de esta tercera parte). RITA está en silencio, mientras que el COMANDANTE está concentrado en el rastreo. COMANDANTE: “Hay que encontrarlos antes de que en el campamento se den cuenta de nuestra desaparición... Sólo disponemos de esos indios para rescatar a esa pobre gente, antes de que lleguen los refuerzos, mañana por la mañana”. Están cerca del poblado indio. En efecto, los encuentran allí. Descienden con la nave.

 

                Es noche cerrada. Los guerreros indios están pintados con pinturas de guerra y danzan, en torno a un fuego, lo que parece una danza guerrera. Son unos 150, y cuando los ven llegar empiezan a lanzarles piedras y flechas, que rebotan en el casco. RITA coge el micrófono y les habla con megafonía. RITA: “Amigos. Os habla Rita Howard. Venimos a ayudaros. Conozco a vuestro jefe, Tecumpah, y a su esposa, Lilih. Con vuestra ayuda podemos rescatarlos. Pero ha de ser esta misma noche. Ahora voy a salir, desarmada, con los brazos en alto...” Los indios están expectantes. Ven salir a RITA, y ella se acerca al grupo. RITA: “¿Quién es el jefe aquí?” Un indio, de más rango (tenía más plumas y más tatuajes que nadie), se acerca a ELLA. RITA: “Miren, mi amigo y yo les vamos a trasladar, en grupos de cincuenta, a las proximidades del sitio donde está su gente”. Los indios se alborotan. JEFE INDIO: “¿Cómo sabemos que no nos va a traicionar?” ELLA le pide que se acerque a la nave. Una vez en ella el JEFE INDIO ve un auténtico arsenal de armas. RITA le dice: “Coja cualquiera de ellas y compruebe si está cargada”. El INDIO lo hace. ÉSTE le coge el brazo en señal de amistad. JEFE INDIO: “Ahora sé que dice verdad”. Sale afuera. JEFE INDIO: “Compañeros, distribuíos en tres grupos”.

 

                En Londres, es de noche. RICHARD llega al club de alterne de la calle Southampton (ver primera parte). Las chicas le saludan y le besan al verle entrar. CHICA: “Richi, cariño. ¿Dónde has estado durante tanto tiempo?” RICHARD (pavoneándose): “Pues... Tenía trabajo que hacer” Una CHICA le dice: “Ven conmigo, guapo”. OTRA CHICA: “¡No, él se queda conmigo!. ¿Verdad que sí, monín?” Se forma un revuelo en la sala. La MADAME sale de su despacho y ve a RICHARD. Seguidamente vuelve al despacho y llama a TELLY por teléfono. MADAME: “Telly, creo que tengo al hombre que buscas”.

 

                Han pasado unas tres horas. RICHARD sale de un excusado, agarrado del brazo de una CHICA, completamente borracho. En el salón principal le espera el CAPITÁN, que se está fumando un puro. Cuando RICHARD se dirige a la calle, el CAPITÁN le dice: “No tan rápido, amigo”. RICHARD se da la vuelta y ve al CAPITÁN. Entonces trata de huir, pero lo único que consigue es tropezar y caerse. Luego queda completamente dormido. El CAPITÁN y la MADAME lo recogen del suelo y lo colocan encima de un sofá. El CAPITÁN dormita en otro sillón, a su lado.

 

                En las proximidades del campo de trabajos forzados. Son las dos de la madrugada. Todos los indios están agrupados, preparados para luchar. COMANDANTE: “Aquí tenéis vuestras armas. ¿Sabéis usarlas?” JEFE INDIO: “Nosotros no necesitamos sus armas. Las nuestras son mejores”. COMANDANTE: “¿Sí, por qué?” JEFE INDIO: “Tienen medicina”. COMANDANTE: “¿Qué?” RITA: “Se refiere a que están consagradas por sus conjuros mágicos; ya sabe..., sus danzas y encantamientos”. COMANDANTE: “Como quieran. Pero ésta es la única oportunidad de rescatar a sus seres queridos. No la malgasten”. JEFE INDIO: “No lo haremos”.

 

                Los indios se aproximan sigilosamente al campamento. RITA y el COMANDANTE están con ellos. Se dispersan y rodean el campamento. A una señal (el silbido de un búho) la vanguardia se abalanza sobre los centinelas y los degüellan con sus cuchillos de hueso. Después se desparraman por el campamento. Todo el mundo está dormido. Los barracones están tranquilos. A otra señal se abalanzan dentro de los barracones y cosen a flechazos a sus ocupantes, sin darles opción para defenderse. LIONEL se salva, porque queda debajo de un cadáver, y se hace el muerto. Luego los guerreros se dirigen a las celdas donde están los prisioneros y los liberan. Mientras tanto, RITA y el COMANDANTE se dirigen al puesto de comunicaciones y lo destruyen. Cuando los prisioneros están a salvo, todo el mundo se abraza y llora de alegría. RITA y el COMANDANTE intentan poner orden. Cuando todos se han calmado, se dirigen a las naves. Trasladan todas las armas que pueden conseguir y se distribuyen en dos de ellas. El resto de las naves son destruidas. COMANDANTE (dirigiéndose a RITA): “Usted vaya en una, y yo iré en la otra”. RITA: “No, los dos iremos en la misma nave” COMANDANTE: “¿Cómo dice?” RITA le encañona: “Tire sus armas al suelo, y no haga ningún movimiento brusco, si no quiere que le mate”. El COMANDANTE obedece. TECUMPAH y el JEFE INDIO la miran extrañados. RITA: “Ahora póngase estas esposas”. El COMANDANTE lo hace. RITA (dirigiéndose al JEFE INDIO): “No le quite la vista de encima”. Los indios se distribuyen entre las dos naves. RITA pilota una personalmente y la segunda la dirige con control remoto (escena en la que se ve a los indios de la segunda nave asustados mientras que la nave se desplaza y los mandos se mueven solos). El COMANDANTE la mira con cara de desconcierto, pero en silencio. RITA (al JEFE INDIO): “Y ahora, dígame dónde está su campamento de invierno”. La nave se dirige allí a toda velocidad. En el campo de trabajos forzados, LIONEL está llorando, desesperado. LIONEL: “Me vengaré, juro que me vengaré”.

 

                Por la mañana temprano. Lugar de refugio en Londres. Llaman a la puerta y CHARLES abre. CHARLES: “Richard, ya era hora, me tenías preocupado...” Entran el CAPITÁN y RICHARD (el CAPITÁN lo agarra de un brazo; RICHARD no se sostiene solo). CHARLES (al CAPITÁN): “¿Qué hace usted aquí?”. CAPITÁN: “Venía a recuperar lo que me deben”. CHARLES: “Nosotros no le debemos nada”. CAPITÁN: “Se equivoca. Para sobornar al ejército he tenido que pagar 50.000 dólares. Y mi tarifa son 100.000 dólares, recuerde...” CHARLES: “Pídaselos al ejército, si quiere”. El CAPITÁN agarra a CHARLES del cuello: “Amigo, no admito bromas. O me dáis mi dinero, o lo vais a pagar caro”. RICHARD, que aún sufre los efectos de la mona, se levanta como puede. RICHARD: “Descuide, Capitán, le daremos su dinero. Pero ahora no puede ser...” CAPITÁN: “¿Por qué?”. RICHARD: “Primero tenemos que acabar con este Gobierno. Cuando lo hayamos hecho tendrá su dinero”. CAPITÁN: “Imposible. Lo quiero ahora”. CHARLES: “Oiga, ¿no sabe que este gobierno ha dictado una ley contra la vagancia y el bandidaje?” CAPITÁN: “¿Qué quiere decir?” CHARLES: “Que de poco le servirá su dinero cuando el Gobierno le meta en un campo de trabajos forzados por no tener una ocupación laboral estable...” CAPITÁN: “Espere, espere. Yo tengo mi negocio...” CHARLES: “Para este Gobierno su negocio no existe. Ellos lo quieren controlar todo. Todo, ¿me oye?” CAPITÁN: “Pero eso es horrible”. RICHARD: “Capitán, únase a nosotros si no quiere trabajar el resto de su vida...” CAPITÁN: “¿Trabajar yo...? ¡Es intolerable!” RICHARD: “Piénselo: el mundo del crimen está en peligro en este planeta...” CAPITÁN: “¡No puede ser, hay que hacer algo!” CHARLES: “Únase a nosotros”. RICHARD: “Capitán. Movilice a su gente. Son millones en todo el mundo. Todos debemos colaborar para acabar con este régimen malvado”. CAPITÁN: “Tiene razón. Mi gente (el mundo del hampa) será pervertida, ociosa, pendenciera, codiciosa, lujuriosa, pero malvada... ¡nunca! Para ser malvado hay que ser, además...” RICHARD: “Estúpido”. CAPITÁN: “Usted lo ha dicho: estúpido. Bien, amigos, les ayudaremos. Pero cuando todo esto acabe, usted me pagará lo que me debe”. RICHARD: “Entonces ya hablaremos...”

 

                Por la mañana. Sede del Gobierno, en Ottawa. TANAKA: “¡Estúpidos, ¿cómo podéis permitir que una pandilla de salvajes destruyan todo un campamento? ¡Sois unos completos inútiles!” HARRY: “Señor. No lo pudieron hacer solos. Tuvieron ayuda de la Resistencia, sin duda”. TANAKA: “¡La Resistencia, la Resistencia...! Siempre la misma excusa. ¡Vosotros sois la verdadera Resistencia...! ¡Es vuestra incompetencia, y no la Resistencia, la que nos va a llevar a la ruina!” HARRY: “Señor. Hay un superviviente. Dice que los fugitivos pueden estar en el Norte, en la zona de caza de los renos. ¿Enviamos un escuadrón?” TANAKA: “¡Rastrear la zona! ¡No quiero un solo fugitivo vivo. Y encontrad a esa... Rita! ¡Y esta vez no me falléis!”

 

                Por la mañana. Sede de la Seguridad, en Ottawa. MICHAEL está en su trabajo, aparentando trabajar con normalidad. Pero en realidad está cruzando datos del listado de personal para conocer los destinos de los agentes de la guardia presidencial. En efecto, estos son miles. Así que intenta relacionar los destinos con sedes del Gobierno, residencias oficiales, etc. Con todo ello hace mapas computarizados (cada agente es un punto). Comprueba que casi todos los destinos se ocupan de proteger sedes del Gobierno. Otros cuantos están dispersos por la ciudad, y sin duda son actividades de escolta. Pero hay un aspecto que le intriga. Al menos 50 agentes están destinados en una residencia privada de la parte alta de la ciudad. Después de revisar todos esos destinos, observa una coincidencia: su fecha (sábado a las cuatro). MICHAEL: “Ya lo tengo. Aquí se celebrará la reunión. Debo añadir una hora más aproximadamente... Total, sábado a las cinco”. Memoriza la dirección y luego sigue con su trabajo normal.

 

                Ottawa. Galería de arte de VANESSA (la amiga de ROSEANNE). Ha recibido un ramo de flores. Mira la dedicatoria, que pone: “Queridísima Vanessa. Me han encantado tus cuadros. ¿Querrías cenar conmigo? Te espero, el próximo sábado, a las cinco de la tarde. Mi dirección es Belgravia Road, 47. Muchos besos. Un rendido admirador”. VANESSA descuelga el teléfono.

 

                Montaña Sagrada, sala de transmisiones. El ABAD está allí. ABAD: “Ya lo tenemos. Sabía que lo conseguirían. Ahora llega el momento de la verdad... ¡Comunicad con Londres y con la base en Siberia, rápido!”

 

                Al mediodía. Lugar de refugio, en Londres. CHARLES recibe el mensaje. El CAPITÁN y RICHARD están durmiendo. CHARLES los despierta. CHARLES: “Capitán: Belgravia Road, 47. El sábado a las 5 de la tarde. Pasa el mensaje a tu gente. Yo hablaré con el librero. Richard, tú intenta localizar a Joseph”. RICHARD: “No puede ser, es demasiado precipitado... Ahora está trabajando”. CHARLES: “Vamos, vamos, no hay tiempo que perder. Sólo disponemos de 24 horas”. RICHARD: “¿Y cómo quieres que entre en su fábrica?” CHARLES: “¡Y yo qué sé! ¿Acaso no eres un agente secreto?”.

 

                Base rebelde, en Siberia. GENERAL: “Compañeros. Ya tenemos objetivo. Será el sábado a las cinco de la tarde. Tenedlo todo preparado”. OFICIAL: “¿Y Rita? ¿Qué piensa que le habrá pasado?” GENERAL: “No sé por qué, pero algo me hace pensar que, una vez más, su buena estrella la ha salvado”.

 

                RICHARD está delante de la factoría donde trabaja JOSEPH. Enseña su carnet de la Seguridad, de forma fugaz (para que no comprueben su identidad). RICHARD: “Soy de la Seguridad. Estoy buscando a un sospechoso”. VIGILANTE: “¿Cuál es su nombre?”. RICHARD: “Joseph... (no se acuerda de su apellido; el VIGILANTE pone cara de extrañeza). Ah, sí, vive en la calle Mumford, 25, piso 50”. El VIGILANTE lo comprueba. VIGILANTE: “Vaya a la sección de laminados, módulo C”. RICHARD se dirige allí. Cuando lo ve, JOSEPH se altera. RICHARD: “Tranquilo. Todo está bien. Dile a tus colegas que el banquete es el sábado a las cinco”. JOSEPH se lo dice a su compañero de al lado. Entonces RICHARD le pone unas esposas y se lo lleva detenido. Pasa delante del VIGILANTE. RICHARD: “Ya lo tengo. Esta tarde lo interrogaremos. Mañana tendrán noticias nuestras”. Cuando se van observan que el VIGILANTE desconfía (llama por teléfono). Entonces, van corriendo al coche y parten disparados al lugar de refugio. RICHARD: “¡Vamos, no hay un minuto que perder!” JOSEPH: “¿Dónde me lleva?” RICHARD: “A su casa. Intentemos llegar antes que la policía” JOSEPH: “¿La policía. ¡Ay, Dios mío!”

 

                Llegan a casa de JOSEPH. ÉSTE recoge a su familia (su mujer está con los rulos) y RICHARD recoge a CHARLES. Después, todos (RICHARD, CHARLES, JOSEPH, la MUJER de Joseph y DOS HIJOS de Joseph) se meten en el coche y salen disparados. En ese preciso momento llegan varios coches de policía, que se introducen en el bloque de apartamentos. Un rato más tarde nuestros amigos llegan al club de alterne de la calle Southampton. Allí la MADAME los recibe extrañada. RICHARD: “Me temo que nos tendrá que alojar aquí al menos hasta el domingo”. Las chicas del club están alborotadas (una de ellas está acariciando el pelo de uno de los hijos de JOSEPH). La MUJER de Joseph está escandalizada. MADAME: “¿Ustedes aquí? ¡Imposible!”. De repente, de una habitación sale TELLY (jefe del sindicato del crimen). TELLY (con voz gangosa): “¿Quién ha dicho ‘imposible’. Acaso no vas a ser hospitalaria con mis invitados?” TELLY rodea la espalda de RICHARD con su brazo. TELLY: “Venid conmigo, amigos. Os enseñaré vuestras habitaciones”.

 

                RITA, el COMANDANTE y la tribu india llegan en ese momento al campamento indio de invierno. Las dos naves se posan en tierra. En ese campamento hay unos kivas parecidos a los del poblado indio original. Pero a diferencia de allí, el bosque es menos espeso. Una vez todo el mundo fuera de la nave RITA dice: “Ahora escondéos en vuestros refugios durante unos días. Una vez que todo haya acabado os vendremos a recoger. Pero sobre todo no salgáis al exterior: con toda seguridad, los soldados del Gobierno os están buscando en este momento”. TECUMPAH: “Rita, nunca olvidaremos lo que habéis hecho por nuestro pueblo” (señalando también al COMANDANTE, que continúa esposado). ÉL los abraza (a RITA y al COMANDANTE). Después lo hacen LILIH y algunos indios más.

                El JEFE INDIO (guerrero) llega en ese momento con cincuenta de sus hombres. JEFE INDIO: “Gran mujer guerrera. Vosotros habéis ayudado a liberar a nuestro pueblo, y por eso los guerreros más valientes hemos decidido ayudar a liberar al vuestro”. RITA (emocionada): “Gracias, muchas gracias. Pero nosotros usamos otras tácticas de lucha. Creo que vuestros arcos y flechas no servirán de nada en la batalla que se avecina...” JEFE INDIO: “Nuestros arcos y flechas tienen medicina poderosa. Además, en este campamento hay poca comida. Si nos quedamos nuestra gente pasará hambre”. RITA: “Está bien. Pero con una condición. A partir de ahora mandaré yo, y vosotros tendréis que obedecer mis órdenes y las de mis superiores. Lucharéis en equipo con el resto de los soldados”. JEFE INDIO: “Has dicho bien”. En eso momento los cincuenta guerreros marchan a los kivas. Se despiden de su gente, y recogen arcos, flechas y lanzas. Después, RITA, el COMANDANTE y los GUERREROS INDIOS suben a las naves. Éstas despegan. Los indios las ven marchar desde la superficie.

 

                Ya es tarde avanzada. Los trabajadores ya han vuelto a sus casas. Uno de ellos llama: “Eh, John. ¿Vienes a la fiesta? Es el sábado a las cinco. Te esperamos”. Otro: “Vicky. Te invitamos a venir el sábado a casa a ver el partido, a eso de las cinco. Prepararé palomitas”. Otro: “Ei ¿Vienes al cine el sábado a las cinco? Hacen una película de acción...” Otro: “Lo siento, no puedo, tengo que ir al dentista el sábado a las cinco”. Otro: “¿Vienes a patinar? Te espero el sábado a las cinco”. Otro: “Voy a la iglesia a rezar el rosario, el sábado a las cinco...”

 

                Central de la Información (ver primera parte), Londres. Están interviniendo aleatoriamente las llamadas de teléfono de los ciudadanos. AGENTE (al COMISARIO): “Comisario, no lo entiendo. Estamos interceptando miles de llamadas que dicen lo mismo. Escuche...” El COMISARIO se pone un auricular: “¿vienes a la piscina el sábado a las cinco?”; otro: “¿quieres venir a cenar el sábado a las cinco?”, etc. COMISARIO: “Esto no es normal. Se está cociendo algo a nuestras espaldas. Tráiganme a esa gente”. AGENTE: “¿A qué gente?” COMISARIO: “¡A todos!” AGENTE: “Comisario... Son miles”. AGENTE: “No importa, ¡tráiganmelos!”

 

                En la pantalla se ve una flotilla de naves del Gobierno, encima del bosque boreal. En ella está LIONEL. LIONEL: “Hemos de rastrear toda esta zona palmo a palmo. Dispersad las naves. Quiero que un área de al menos un millón de kilómetros cuadrados sea inspeccionada a conciencia... Ésa gente viven como conejos, debajo del suelo. Así que tendréis que estar pendiente del menor indicio: humo, individuos aislados, secaderos de pieles, todo...” OFICIAL DE A BORDO: “De acuerdo. Haremos lo que podamos (cogiendo un micrófono). A todas las naves, dispersáos. Rastread la zona a conciencia...”

 

                En el club de alterne, en Londres. Está lleno de hampones vestidos a lo Al Capone, con metralletas a lo Chicago años veinte (metralleta de tambor). RICHARD: “No me imaginé tanto entusiasmo en vuestra gente...” CAPITÁN: “Es un momento sublime, una oportunidad única... para el mundo del crimen. Por primera vez (emocionado) vamos a enfrentarnos con la ley... siendo los buenos”. TELLY: “Va muy bien para mejorar nuestra reputación...” RICHARD: “Está bien. Id a Ottawa, dispersáos, y uníos a las fuerzas de la Resistencia cuando comience el fregado...” CAPITÁN: “¿Le podemos pedir un favor?” RICHARD: “Diga”. CAPITÁN: “Preferiríamos asaltar la sede del Gobierno”. RICHARD: “¿Por qué?” TELLY: “Le tenemos ganas...” RICHARD: “¿A este Gobierno?” TELLY: “No, ‘al’ Gobierno”.

 

                En Ottawa. Casa de WINSTON. ROSEANNE y WINSTON están hablando. WINSTON (vergonzoso): “Rosi, cuando todo esto acabe, ¿qué planes tienes?” ROSEANNE: “Supongo que volver a Londres, con mi trabajo, mis amigos...” WINSTON: “¿Podría ir contigo? Como te he dicho, allí tengo a mis hijos... Me estoy haciendo viejo, y me siento tan solo...” ROSEANNE: “¿Significa eso...? WINSTON: “Sí, Rosi”. ROSEANNE le abraza con una amplia sonrisa en los labios.

 

                Londres. Está anocheciendo. En las calles hay un enorme caos de tráfico. Decenas de coches y furgonetas de la policía están atestados de ciudadanos. Todos se dirigen a la sede central de la Información. Allí hay apelotonados cientos de ciudadanos dentro de los pasillos, los vestíbulos, etc. Llega el COMISARIO (los POLICÍAS hacen pasillo). Hay un enorme barullo. El COMISARIO se sube a una mesa. Grita cuanto puede para que se calle la gente. Nadie le hace caso. COMISARIO: “¡Silencio!¡¡Silencio!!” Al final dispara al techo. Todo el mundo queda mudo. COMISARIO: “¡A ver, ¿qué pasa aquí? ¿Cómo es que todos estáis tan ocupados precisamente este sábado a las cinco de la tarde?. ¿Qué coño pasa este sábado a las cinco de la tarde?!” UN CIUDADANO levanta la mano: “¡Yo voy al cine!” Otro: “¡Yo al zoo!” Otro: “¡Yo a bailar!”... Se vuelve a formar un barullo de gente, todo el mundo levantando la mano y diciendo a dónde va. El COMISARIO se altera. COMISARIO: “¡¡Basta, basta ya!!” Vuelve a disparar al techo. La gente se calla. COMISARIO: “¡Me estáis engañando, malditos. Sois unos subversivos, lo sé!” AGENTE: “Comisario, ¿qué hacemos con esta gente? Siguen llegando coches cargados: ¡ya son miles!”. Entonces el COMISARIO mira por la ventana. La explanada exterior está abarrotada de gente. Hay centenares de policías vigilándolos. AGENTE: “Comisario, ¿qué ordena? ¿Los detenemos a todos?” El COMISARIO va arriba y abajo, mesándose el cabello, compulsivamente. COMISARIO: “No, diga que los suelten...” AGENTE: “Pero comisario...” COMISARIO: “¡Que los suelten he dicho! ¿No me ha oído?” AGENTE: “¿Por qué...?” COMISARIO: “Ya es demasiado tarde... A ver si acabamos de una puñetera vez...”

 

                En la base rebelde, en Siberia. Es de noche. RITA, el COMANDANTE y los GUERREROS INDIOS acaban de llegar. RITA se presenta al GENERAL rebelde con el COMANDANTE y el JEFE INDIO. RITA (cuadrándose): “General, he podido capturar dos naves y abundante armamento; le traigo un prisionero; y además el apoyo de cincuenta guerreros del Gran Norte del Canadá”.  COMANDANTE: “Oiga, yo también he ayudado algo, ¿no le parece?” GENERAL: “Oigamos lo que tiene que decir el prisionero”. COMANDANTE: “General. Es cierto que he colaborado con las fuerzas del Gobierno, pero también lo es que he rescatado a... este valiente soldado (refiriéndose a RITA), y le he facilitado las naves y el armamento”. GENERAL (preguntando a RITA): “¿Es cierto eso?” RITA: “Sí, general”. GENERAL: “Entonces, ¿por qué lo ha esposado?”. RITA: “Podía ser una trampa. Quizá simplemente pretendía que yo le llevara a nuestra base, para que las fuerzas del Gobierno nos siguiesen el rastro. Era potencialmente muy peligroso”. GENERAL: “Le felicito por su celo. Eso está muy bien pensado. Pero creo que ahora ya es innecesario. Este hombre me parece sincero”. Un SOLDADO quita las esposas al COMANDANTE.

 

                El COMANDANTE, RITA y el GENERAL rebelde están sentados en una mesa. GENERAL: “Comandante, díganos algo sobre la moral de las tropas del Gobierno”. COMANDANTE: “Está bajo mínimos. Los soldados también tienen padres, y hermanos... Todos tienen familia. Todos ven las penurias de su gente... Y también ven cómo el Gobierno está viviendo opíparamente a costa del pueblo”. GENERAL: “¿Quiere decir que los únicos que se están beneficiando de este régimen son el Gobierno y una casta cerrada?” COMANDANTE: “Básicamente los militares de alta graduación... Los demás, entre ellos los soldados y los suboficiales, están sufriendo como todos. Están esperando la oportunidad de deshacerse de sus superiores... Créame, ellos lo desean tanto como ustedes”. RITA: “Entonces, la situación está madura: si capturamos a La Sociedad y a sus cómplices, este régimen caerá como un castillo de naipes”.

 

                Sede del Gobierno, en Ottawa. Es de noche. HARRY FONTANA (presidente del Gobierno, dirigiéndose a KANATA OTOMO, jefe de la Sociedad): “Señor, creo que algo se está cociendo en los principales centros neurálgicos del planeta. Nuestros servicios de información han detectado mucha inquietud... ¿No debería posponer la reunión de mañana?” KANATA: “¡En absoluto. Es realmente imprescindible que esa reunión se celebre mañana!” HARRY: “¿Por qué?” KANATA: “Como comprenderá, eso no se lo puedo decir”. HARRY: “Señor, si celebra esa reunión, tal vez no pueda garantizar su seguridad”. KANATA: “¿Es eso una amenaza?” HARRY: “No. Pero nuestra Inteligencia cree que la Resistencia está preparando algo precisamente para ese día...” KANATA: “Tonterías. La Resistencia son unos pobres dibalos que nada pueden contra nuestro poder”. HARRY: “Señor, tiene que contar con el descontento popular...” KANATA: “Harry: sobreestima al pueblo. Éste lleva centenares de años obedeciendo sin rechistar. Además, ¡está aterrorizado! Su rebelión no entra en mis cálculos”. HARRY: “Señor, posiblemente sea usted quien subestima al pueblo. Además, no sé cómo responderán los soldados ante una insurrección...” KANATA: “Sí lo sabe: su vida depende de ello”. HARRY: “Espero que no se equivoque... Por el bien de todos”.

 

                Sede del Gobierno. Es de noche. HARRY FONTANA, presidente del Gobierno, está reunido con sus lugartenientes. HARRY: “Supongo que comprenderán la gravedad de la situación. Según mis informes, los rebeldes preparan algo para mañana. Concentren sus fuerzas en torno a la sede del Gobierno y de la televisión. La guardia presidencial protegerá a los miembros de la Sociedad...” OFICIAL DE ALTA GRADUACIÓN: “¿Por qué la guardia presidencial?... Es un cuerpo de élite que debería protegerle a usted”. HARRY: “Oficial, si la Sociedad cae, todos nosotros caemos. Proteger su vida significa preservar la nuestra: ¿entendido?” Todos los OFICIALES asienten.

 

                Al día siguiente, en torno al medio día, la flota rebelde inicia su recorrido. La componen diez naves de transporte de tropas y 100 cazas. Inician un largo trayecto consistente en atravesar la taiga siberiana, llegar al Ártico, y desde allí bajar en picado por zonas deshabitadas hasta Ottawa. Para evitar los radares enemigos vuelan a ras de suelo con naves “fantasma”. Sólo en las proximidades de Ottawa prevén encontrar resistencia. (Imágenes de la flota volando a baja altura. En la superficie se ve paisaje de tundra, el Ártico y la taiga.)

 

                Son algo menos de las cinco de la tarde. Las fuerzas de EL CAPITÁN y TELLY (los cincuenta hampones) llegan al centro de Ottawa en parejas de dos, con pinta sospechosa (gabardina y sombrero) y extrañas maletas. Después se reúnen todos en la explanada donde se asientan los edificios oficiales (Gobierno, Ministerios, Banco Mundial...) En esa explanada hay diversas cafeterías y terrazas. Los hampones están distribuidos en ellas. Uno de ellos se fija en el rótulo del Banco Mundial. Silba y llama la atención de los demás sobre el particular. Todos ellos miran con ojos codiciosos a ese edificio. Entonces algunos se levantan y se dirigen hacia él. Los demás se les unen. El CAPITÁN y TELLY los miran horrorizados (ven cómo se dirigen al Banco Mundial). La plaza está llena de guardias y policías. Cuando ven llegar a esa extraña tropa les dan el alto (están a unos cincuenta metros del edificio). De repente, los hampones desenfundan sus armas y comienzan a disparar a diestro y siniestro. Algunos policías caen, pero llegan torrentes de otros policías. Un grupo de treinta hampones entran en el edificio (se oyen disparos y gritos dentro). Los demás están disparando contra los policías del exterior. El CAPITÁN y TELLY se estiran de los pelos.

 

                Sede del Gobierno. OFICIAL: “Presidente, hay disparos en el Banco Mundial”. HARRY: “¿Así, era eso? Ordene que todas las fuerzas de la zona se dirijan a ese lugar. Mantengan aquí sólo un retén”. OFICIAL: “Presidente, creo que no es prudente...” HARRY: “¡Haga lo que le digo!”.

 

                La flota rebelde está a doscientas millas de Ottawa. Les salen cazas enemigos. RITA: “Maldición. Ya nos han localizado”. OFICIAL de a bordo: “Hace tiempo que volamos sobre zona habitada. Es extraño que no nos hayan abordado antes”. COMANDANTE: “Mirad, nos hacen señal de saludo”. En efecto, los cazas enemigos se unen a la flota. Los miembros de la flota rebelde gritan de alegría, y les saludan desde las ventanas. Los pilotos de los cazas responden al saludo.

 

                La flota rebelde vuela sobre Ottawa. No encuentran resistencia de la aviación, así que de las diez naves de transporte de tropas comienzan a saltar los paracaidistas. De una de ellas saltan los GUERREROS INDIOS, con arcos y flechas, pintados con colores de guerra. Desde abajo, los paracaidistas encuentran resistencia proveniente de los edificios de la televisión, del Gobierno Central y de los alrededores del lugar donde se celebra la reunión de la Sociedad.

 

                Sede del Gobierno. OFICIAL: “Presidente. Ha comenzado un asalto de las fuerzas rebeldes. La aviación se le ha unido. ¿Qué hacemos?” HARRY: “¡¡Resistir, malditos!! ¿Qué si no?” OFICIAL: “Presidente, no sabemos cómo reaccionarán las tropas de tierra...” HARRY: “Es igual, preparen la defensa de la sede del Gobierno Central. Retiren las tropas del Banco Mundial”. OFICIAL: “Presidente...” HARRY: “¡¡Vamos, vamos, deprisa!!” OFICIAL: “Sí, presidente”.

 

                Lugar de reunión de La Sociedad (ver final de la segunda parte). Cinco de la tarde. KANATA OTOMO: “Os he convocado para proponeros un plan. Ya llevamos casi tres años con la comedia del ‘orden constitucional’. Creo que ya ha llegado el momento de tomar el poder de forma completa, sin remilgos, y de quitarnos de encima el fardo de la legalidad. Nuestros planes sólo se pueden materializar si ejercemos un poder total. Ya está bien de perder el tiempo con gobiernos títeres. ¡Es hora de asumir el poder, todo el poder!”. POTENTADO: “Con su permiso, no estoy de acuerdo. Siempre está bien tener hombres de paja para desviar las culpas de nuestros errores, y para encontrar chivos expiatorios en determinados momentos...” OTRO POTENTADO: “Estoy de acuerdo con el colega...” En ese momento se apaga la luz y se encienden las luces de emergencia (hay una luz tenue). POTENTADO: “¿Qué ha pasado?”

 

                Londres. Cinco y media de la tarde. Una enorme masa de gente, encabezada por CHARLES, RICHARD y JOSEPH se manifiesta en el centro. RICHARD tiene un megáfono, con el que dice: “¡¡Muera la tiranía, viva la libertad!!”. Las masas siguen la cantinela (son cientos de miles). En ese momento llegan las chicas del club de alterne, vestidas con ropa ligera, y se ponen al lado de Richard (una en cada lado). Una de ellas le quita el megáfono y dice: “¡¡Más simpatía, y menos tiranía!!”. La masa empieza a gritar ese slogan. RICHARD y CHARLES sonríen, mientras que la gente se anima a repetir esa cantinela con ritmo de samba. En ese momento encuentran una columna de carros blindados y de soldados. Delante de ellos se sitúa un OFICIAL barrigón. OFICIAL BARRIGÓN (con un altavoz): “¡Pueblo de Londres. No os dejéis embaucar por esa pandilla de indeseables de la Resistencia. Dispersáos y no os pasará nada...!” La masa humana está en silencio, completamente amilanada. De repente, una de las prostitutas del club de alterne se quita una media, coge un broche, y se lo tira (como si fuera una honda) al OFICIAL. El proyectil le da de pleno en la cara, y entonces las chicas vuelven a gritar: “¡¡Más simpatía, y menos tiranía!!”. La gente se anima y comienza a avanzar (las masas están a punto de llegar a donde están los soldados). Entonces, el OFICIAL grita a los soldados: “¡¡Disparad, tirad a matar!!”. Se oye una ráfaga de metralleta, y el oficial cae al suelo, cosido a balazos. Uno de los militares, que está en un carro de combate (aún sale humo de su metralleta) grita entonces: “¡¡Más simpatía, y menos tiranía!!” El resto de los soldados le aclaman. Entonces, los carros de combate dan marcha atrás y se unen a la manifestación.

 

                Flota gubernamental. cinco cuarenta y cinco minutos de la tarde. Acaban de localizar el campamento indio. LIONEL: “Aquí los tenemos. ¡Vamos, empezad a disparar. Destruid sus refugios hasta que no quede piedra sobre piedra. Después colgadlos a todos...!” OFICIAL (al COMANDANTE de la nave gubernamental): “Comandante. Tenemos noticias de Ottawa... Se ha inciado una revolución. Y esta vez va en serio”. El OFICIAL y el COMANDANTE DE LA NAVE miran a LIONEL con cara de asco. LIONEL: “¿Qué pasa, por qué me miran así?”

 

                Ottawa, seis de la tarde. LAURA y ROSEANNE están en las proximidades de la zona de conflicto (en concreto, cerca de la sede del Gobierno Central). Allí encuentran a TELLY y al CAPITÁN. CAPITÁN: “Me temo que mis hombres no han ayudado mucho...” LAURA: “Te equivocas. Sí lo han hecho, aunque sea involuntariamente: han ayudado a crear más confusión; y eso es bueno para nosotros... Evidentemente, más tarde tendremos que tomar cartas en el asunto”. (Se ven imágenes de los hampones apostados en el interior del Banco Mundial, disparando contra la policía y el ejército.) LAURA, ROSEANNE, el CAPITÁN y TELLY se dirigen a la zona de operaciones. Allí encuentran a RITA. LAURA: “¡Rita!¡Qué alegría! ¿Tenéis armas para dejarnos?” RITA: “Celebraciones luego. Tomad aquellas y ponéos a cubierto”. En ese momento hay una enorme confusión y un vivo tiroteo. Entonces LAURA ve llegar a los indios, con sus arcos y flechas, descalzos, y con pinturas de guerra. LAURA: “¿Qué es esto? ¿Una película de vaqueros?”

 

                Sede de la Sociedad. Son las seis y diez. Hay un fuerte tiroteo. El COMANDANTE participa en el asalto a la sede. La guardia presidencial se enfrenta con decisión al asalto. Hay numerosas bajas en los dos bandos.

 

                Ottawa, sede del Gobierno. Seis y diez de la tarde. Los miembros del Gobierno Central se rinden. Los rebeldes y el pueblo gritan de alegría (los rebeldes y los guerreros indios se abrazan). RITA: “Vámonos. Aquí ya no queda nada que hacer. ¡¡Amigos, vamos a partir el culo a esos fantoches de la Sociedad!!” Una columna de vehículos con rebeldes y soldados que se han unido a la revuelta se dirigen a la sede de la Sociedad. Allí se reúnen con el resto de las fuerzas asaltantes. La batalla dura al menos una hora más.

 

                Son algo más de las siete. Los miembros de la Sociedad se rinden. Los soldados de la guardia presidencial se entregan con las manos detrás de la cabeza. RITA y EL CAPITÁN entran dentro de la sede, con numerosos soldados. Allí encuentran a la plana mayor de la Sociedad, escondidos en un búnker. RITA: “¡¡Vamos, vamos. Salid de ahí, fantoches!!” Ellos salen, apocados, con las manos detrás de la cabeza. Los rebeldes hacen pasillo, y mientras pasan por él les escupen y atosigan. En la calle, el pueblo los zahiere. Meten a los miembros de la Sociedad en varios camiones y se los llevan.

 

                Sede de la televisión. Ocho de la noche. RITA emite un mensaje: “Ciudadanos y ciudadanas del planeta Tierra. ¡Ya era hora. Ya era hora de la libertad. Ya era hora de la justicia! Se acabó la tiranía, la manipulación y la mentira. Se acabó el despotismo. ¡Ha llegado el momento que la gente corriente ha esperado durante siglos...!”

 

                Londres, ocho y media de la noche. Todas las calles están atestadas de gente. Los coches pegan bocinazos. Las campanas repican. Los soldados y el pueblo se felicitan y se reparten flores. JOSEPH da un beso a una chica del club de alterne y su mujer le pega un tortazo. RICHARD es levantado a hombros por CHARLES y PERRY ANDERSON (el librero de la Hermandad).

 

                Ottawa. Nueve y diez. Sede del Banco Central. Los hampones que quedan vivos (unos diez) salen del edificio esposados y custodiados por fuerzas de los rebeldes. TELLY: “Qué pena. Por una vez que podíamos mejorar nuestra imagen...” CAPITÁN: “Reconócelo... Un criminal lo será hasta que se muera. La vocación tira mucho...”

 

                Campamento indio de invierno. Las naves de la flota gubernamental acaban de lanzar a LIONEL en paracaídas. ÉSTE cae en mitad del poblado. La gente le mira con odio, y algunos incluso intentan echarle el guante. Pero TECUMPAH les retiene. TECUMPAH: “¡Dejadlo en paz. No seremos nosotros quienes hagamos justicia. El Gran Espíritu lo hará!” LIONEL mira a los indios como un zorro acorralado. Entonces escapa corriendo y se interna en el interior del bosque.

 

                Es noche cerrada. LIONEL está en mitad del bosque, muerto de miedo, de frío y desarmado. Está tiritando. De repente se escuchan ramas que se mueven. LIONEL se altera. Entonces aparece un enorme oso. LIONEL trata de subir a un árbol, pero no le da tiempo. LIONEL: “¡¡Aghhhh!!”

 

                Londres. Todos nuestros amigos están en un enorme vestíbulo de la sala de los juzgados. Está CHARLES, RITA, LAURA, RICHARD, ROSEANNE, WINSTON, TECUMPAH, LILIH, GENERAL (de las fuerzas rebeldes), CAPITÁN, TELLY, el COMANDANTE, las CHICAS (del club de alterne), JOSEPH, su MUJER y sus HIJOS, MICHAEL (agente de la seguridad), VANESSA (amiga galerista de ROSEANNE), etc. La gente está felicitando a los novios que se van a casar. Cuando llega el turno de las CHICAS del bar de alterne, éstas están llorando. Una de ellas da un beso a RICHARD que es más sincero de lo que las convenciones sociales permitirían. LAURA se apercibe y se dirige a RICHARD. LAURA: “Richard, me estás ocultando algo. ¿Me has estado engañando durante estos días? (dirigiéndose a CHARLES) ¿Lo ha hecho? (CHARLES dice un ‘no’ no muy convincente)”. Luego coge su bolso y comienza a darle bolzazos en la cabeza. RICHARD se defiende como puede. Los dos salen de la sala discutiendo a viva voz. Los demás ríen.

 

                Sala de casamientos de los juzgados. RITA y CHARLES, por un lado, y ROSEANNE y WINSTON, por otro, se casan. Entre el público está RICHARD, con un ojo morado, y LAURA, que abraza ostentosamente a MICHAEL. Cuando acaba la ceremonia, las CHICAS del club de alterne rodean a RICHARD. ÉSTE se va alborozado con ELLAS, fuera de la sala del juzgado.

 

                Banquete de bodas. Están los mismos participantes que en las escenas anteriores. Una vez que han partido los tres pasteles (porque se habían previsto tres bodas), CHARLES hace un brindis. CHARLES: “Ha pasado largo tiempo, y hemos hecho un largo camino, desde que Thomas Cavite volvió a dar cuerda al reloj de la Historia. En esta ocasión tan especial, quisiera recordar a todos los que, como Thomas (mi hermano), Linda (mi madre), y... (le saltan las lágrimas) Leonard (mi padre), y tantos otros cuyos nombres es imposible enumerar aquí, han dado su vida por la libertad y por la justicia, de una manera tan decidida y valiente. Sin ellos, no habríamos podido vivir estos dulces momentos de triunfo y de esperanza. Brindo por ellos”. El público aplaude.

 

                Una orquesta está tocando y la gente está bailando en parejas. El CAPITÁN y TELLY están juntos. En un momento dado, ambos se dirigen donde está RICHARD. RICHARD está hablando con CHARLES. CHARLES: “Lo siento, Richard. No podía mentir a Laura”. RICHARD tiene una copa en la mano. RICHARD: “Descuida, Charles. De todos modos nunca hubiera funcionado...” CHARLES le da unas palmaditas en la espalda y se retira. En ese momento el CAPITÁN se decide a hablar. CAPITÁN: “Richard, ejem, sé que éste no es el momento... más adecuado, pero te tengo que recordar lo de los cincuenta mil pavos que me debes...” RICHARD se sale de sus casillas (a viva voz): “¡¡Maldito bastardo!!, ¿es que acaso no tienes bastante con los cien mil dólares que te di?”. TELLY: “¿Cómo? Tú me dijiste que te dio cincuenta mil. ¿Cómo te atreves a tomarme el pelo de esa manera?” CAPITÁN (pasando su brazo por detrás de su espalda, y dirigiéndose a a puerta): “Calma, calma, muchacho. Te subo la tarifa... Te doy 20.000 a cambio de...” Llega el COMANDANTE: “Oiga, eso no está bien. Ya sabe lo que me jugaba en este asunto. ¡Exijo mis derechos!” CAPITÁN: “¡Calma, amigos... Con un poco de tranquilidad, podemos ponernos de acuerdo... Por cierto, tengo un asuntillo que no puede fallar. Mirad...” Los tres salen por la puerta.

 

FIN DE LA TERCERA PARTE

 

EPÍLOGO (300 años después)

 

                Una niña de diez años está sentada en una silla delante de un escritorio. Tiene un libro, y se aburre soberanamente. Entonces, entra su madre en la habitación. MADRE: “Hija, ¿has aprendido ya tu lección de Historia?” HIJA (suspirando): “¡No, mamá, es muy aburrida!” MADRE: “¿Qué lección estás estudiando en este momento?” HIJA: “El rollo ése de la Hermandad...” MADRE: “Hija, no digas eso. ¿Conoces a Thomas y Charles Cavite, y a Laura, y a Roseanne, y a Richard, y a Linda, y a Leonard, y a todos los que participaron en la lucha contra la tiranía...?” HIJA: “Pero mamá. Eso pasó hace mucho tiempo... A nadie le interesa ya...” MADRE: “Te equivocas, hija. Espera un momento”. Va al comedor de su casa y coge un libro de la estantería. MADRE (a su HIJA): “Te demostraré que la Historia no tiene por qué ser aburrida. Siéntate en esta silla y escucha”. En ese momento la MADRE empieza a leer: “En el año 2.250...”

 

                Son altas horas de la madrugada. La MADRE ha acabado de leer el libro. Lo cierra y le pregunta a la HIJA. MADRE: “¿Qué, qué te ha parecido?” HIJA: “Me ha gustado mucho, mamá. Eran todos muy valientes”. MADRE: “No, no todos lo eran... Pero aun los que no lo eran hicieron un esfuerzo para vencer su miedo, y lucharon con decisión por lo que creían justo. Hija, tienes que saber que no es bueno olvidar la Historia. Sólo conociéndola podemos evitar cometer los mismos errores del pasado. Los hombres y las mujeres han tenido que sufrir mucho para aprender por fin esta lección. No la olvides: cuesta mucho obtener la libertad, pero cuesta mucho más conservarla...” HIJA: “Mamá, ¿y qué pasó con Richard: se quedó solo?” MADRE: “Bueno, en cierto modo sí, porque nunca se casó; Richard es de ese tipo de gente a quien le cuesta encontrar su camino, pero que con su ayuda despeja el camino de los demás”. HIJA: “¿Y Charles, fue feliz con Rita?” MIDRE: “Sí, cariño. Ambos fueron muy felices, porque como dijo Lilih (la mujer de Tecumpah), es más fácil que dos personas distintas convivan, si entre ellas hay amor...” HIJA: “¿Y Laura, también fue feliz?” MADRE: “Laura se casó con Michael, pero no fue bien: Laura era todo un carácter; y en realidad se casó con ese hombre por despecho hacia Richard. Y esas cosas nunca salen bien. Y para acabar, antes de que me lo preguntes, Bárbara y Winston también fueron felices”. HIJA: “Mamá, mamá, una última pregunta. ¿Y Charles volvió a querer a su padre, Leonard? Sí, con el tiempo le perdonó, y le volvió a querer. Ahora, hija, métete en la cama, y a dormir”. La MADRE apaga la luz y le da un beso. La HIJA se duerme.

 

                Al día siguiente, la HIJA sale de su casa. Se trata de un montículo como el de los indios del Canadá, con hierba y matas de flores encima. La cámara se eleva y se ve una panorámica de viviendas parecidas que conforman un idílico prado, al estilo inglés, con multitud de flores y árboles. Los niños salen de sus casas, y por caminos primorosos, se dirigen a la escuela. La cámara se desplaza a gran velocidad a Barcelona. Se ve una ciudad de parecidas características, pero con vegetación mediterránea. Hay olivos plantados por todas partes. La cámara se vuelve a desplazar, y en la imagen se ve la montaña de Montserrat. Ésta se ve con toda su belleza, y en mitad de un monasterio reconstruido se observa el olivo (de la segunda parte) revivido. Finalmente, la cámara se dirige a Ottawa. La antigua sede de la Seguridad se ha convertido en un parque. Después la cámara se dirige al horizonte: está amaneciendo.

 

FIN

 


 

LISTADO DE PERSONAJES

(Por orden de aparición)

 

LINDA (madre de THOMAS y CHARLES)

THOMAS (protagonista de la primera parte)

CHARLES (hermano de THOMAS)

LAURA (esposa de THOMAS y agente de LEONARD)

ROSEANNE (amiga de LINDA)

RICHARD (amigo de THOMAS y agente de LEONARD)

Mr. CAMPBELL (jefe te THOMAS)

Taxista primero

Notario

PILUSA (gata de THOMAS)

BÁRBARA (SEÑORA DE LA IGLESIA. Miembro de la Hermandad)

Conductor del coche (miembro de la Hermandad)

Hombre de la Hermandad

HARRY SOLOMON (HOMBRE GORDO. Jefe de la Hermandad)

Gente del burdel (borracho, bailarinas y prostituta)

Compañeros de THOMAS en la Compañía

Taxista segundo

Pareja de policías en moto

Mujer de la granja

Dos vigilantes

Veraneante

Varios agentes de la comisaría de Bristol

Sam (agente de la comisaría de Bristol)

LEONARD (COMISARIO DE INFORMACIÓN)

Secretario de LEONARD

Pelotón de policías

Dos gorilas armados

Secretaria civil

Julia (asistenta del secretario de LEONARD)

 

Dos mujeres en la fiesta

Viejos decrépitos (miembros del Gobierno)

Tres reporteros

Ministra de cultura

Ministro de medio ambiente

Ministro de economía

Motoristas escoltas de la limusina

Reportero de la televisión

Mayordomo de LEONARD

Delegado del Gobierno en Barcelona

Representante catalán

Representante castellano

Ciudadano de Barcelona

Propietario de las mulas en Barcelona

Campesino de la Montaña Sagrada

Monjes de la Montaña Sagrada (uno es médico)

ABAD DE LA MONTAÑA SAGRADA

Oficial de alta graduación (a las órdenes de HENRY SOLOMON)

Hombre del carro de lechugas

Dos policías del aeródromo de Barcelona

Soldados del aeródromo de Barcelona

Pilotos perseguidores

Soldado (a las órdenes de HENRY SOLOMON)

Dos ministros de HENRY SOLOMON

RITA HOWARD (miembro de la Resistencia)

WINSTON (contacto de la Resistencia en Ottawa)

Vecina de LAURA en Ottawa

Vigilante de la Seguridad

Amigas de LAURA en la Seguridad

LIONEL (miembro de la Seguridad)

Compañero de LIONEL

Policía en el control de carretera

Oficiales a las órdenes de HENRY SOLOMON

Oficiales de la Resistencia

Presentador del programa “Apaga y vámonos”

Soldados de la Resistencia en la televisión

Soldados del Gobierno en la televisión

Técnicos de la televisión

Público de la televisión

Ciudadano viendo la televisión

KANATA OTOMO (POTENTADO JEFE)

Otros potentados de la Sociedad

Dos gorilas de la Sociedad

 

Piloto y copiloto de la nave de rastreo

TECUMPAH (jefe del poblado indio)

LILIH (esposa de TECUMPAH)

CANDI (hija de TECUMPAH)

Cuatro cazadores y tramperos

Hombre de la cantina

EL CAPITÁN (jefe del campamento de contrabandistas)

Conductor de la nave en Alaska (esquimal)

HARRY FONTANA (Presidente del Gobierno)

COMANDANTE (desertor del ejército que se une a la Resistencia)

Cazadores del campamento de contrabansistas (en la cantina)

JOSEPH SMITH (obrero que se une a la Resistencia)

GENERAL DE LA RESISTENCIA

Pete (ayudante de EL CAPITÁN)

Soldado gubernamental

Soldados de la Resistencia

Soldados del Gobierno

Prisioneros en el campo de trabajo

Oficial de la Resistencia

Trabajadores de la fábrica (compañeros de JOSEPH)

Mujer de JOSEPH

PERRY ANDERSON (antiguo miembro de la Hermandad. Librero)

TELLY (jefe de los malhechores de Londres)

VANESSA (amiga de ROSEANNE. Galerista)

MICHAEL (amigo de LAURA, y miembro de la Seguridad)

JEFE INDIO (jefe de los guerreros del poblado indio)

CHICAS DEL BURDEL

Madame del burdel

Vigilante de la fábrica de JOSEPH

Dos hijos de JOSEPH

Agente de policía

Comisario de policía

Oficial de una nave del Gobierno

Hampones

Lugartenientes de HARRY FONTANA

Oficial de alta graduación (uno de los lugartenientes)

Oficial barrigón (en la manifestación)

Comandante de una nave del Gobierno

Soldado que dispara al oficial barrigón

MADRE (en el futuro)

HIJA (en el futuro)

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