La Botánica Pintoresca de Leonardo da Vinci

Con este artículo pretendo hacer un sincero homenaje al autor de Botánica Pintoresca, el naturalista catalán Pius Font i Quer (1888-1964). Y al mismo tiempo exponer algunos datos que reafirman mi teoría de que Leonardo estuvo realmente en Cataluña (y en Montserrat) en dos ocasiones: en 1481 y en 1504. La presencia en La Virgen de las Rocas de Londres de al menos un endemismo en Cataluña (la planta conocida como orella d’ós) lo sugiere.

Leonardo era un gran aficionado a la botánica. Se han conservado numerosos estudios de plantas realizados por él, quizás con el propósito de plasmarlos posteriormente en sus cuadros. Pero es que, además, el minucioso diseño de la flora, en la obra de Leonardo, es muy definitorio de su estilo.

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Leonardo, estudios de plantas (hacia 1481-1483)

La Virgen de las Rocas de París (de en torno al 1483) está literalmente cuajada de flores. Charles Nicholl, en su célebre biografía de Leonardo, hace un somero recuento de algunas de ellas:

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Virgen de las Rocas de París (1483)


“Una serie de flores, hermosamente representadas y poseedoras todas ellas de atributos simbólicos y religiosos, viene a subrayar la interacción entre el entorno natural y la imagen piadosa. A la derecha de la cabeza de la Virgen se encuentra la aguileña (Aquilegia vulgaris), cuyo nombre vulgar, en inglés, columbine, sugiere la paloma (colomba) del Espíritu Santo, mientras que sobre su mano derecha vemos una especie de galio, tradicionalmente asociado con el pesebre. Más abajo del pie del Niño Jesús hay varios ciclámenes, cuyas hojas en forma de corazón convierten a la planta en un símbolo del amor y la devoción, y junto a su rodilla, una mata de prímulas, emblema de la virtud... Otra planta familiar está bajo San Juan de niño arrodillado; es el acanto (Acanthus mollis), que tradicionalmente se plantaba sobre las tumbas y se consideraba un símbolo de la resurrección, debido al rápido crecimiento en primavera de sus hojas, de un verde brillante. En las cornisas de la roca vemos también el hipérico, o hierba de San Juan, cuyos puntos de color rojo sobre sus pétalos amarillos simbolizan la sangre del martirio del Bautista”.

Es encomiable el exhaustivo recuento y análisis simbólico que hace el citado autor de la flora representada en el cuadro. Por ello es doblemente chocante que se olvide de la planta más importante, si cabe, de la composición. En su biografía señala –con acierto- que el encuentro de San Juan con Jesús, representado en el cuadro, se habría inspirado en –no uno, sino dos- pasajes del Protoevangelio de Santiago, como explico en mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci. Sin embargo, se olvida de mencionar que en este relato la palmera cumple un papel muy especial. He aquí un extracto de este evangelio apócrifo:

“Entonces el niño Jesús, que plácidamente reposaba en el regazo de su madre, dijo a la palmera: ‘Agáchate, árbol, y con tus frutos da algún refrigerio a mi madre’. Y a estas palabras inclinó la palmera su penacho hacia las plantas [de los pies] de María, pudiendo así recoger todo el fruto que necesitaban para saciarse... Al día siguiente abandonaron el lugar. Mas, en el momento de partir, Jesús se volvió hacia la palmera y le dijo: ‘Este privilegio te concedo, palmera: que una de tus ramas sea transportada por mano de mis ángeles y plantada en el paraíso de mi padre’ ... ‘¿No sabéis que esta palmera que he hecho trasladar al paraíso está allí reservada para todos los santos del Edén?’”.

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A la izquierda, detalle del palmito de la Virgen de las Rocas de París. A su derecha, un ejemplar en Barcelona

Leonardo, en lugar de representar la típica palmera cananea (de la especie Phoenix), pinta otra variedad más adaptada a la ribera oeste del Mediterráneo, muy común en la costa catalana, y en general, en el Mediterráneo occidental (especialmente en el sur de España, hasta Barcelona, y en el sur de Italia). Es el palmito (Chamaerops humilis), llamado margalló en Cataluña. Por lo que se refiere a Italia, su fruto más apreciado, el bedelio, se vendía regularmente en los mercados de Roma. Andrés de Laguna, en su obra Materia Médica (Libro I, Capítulo 65), dice de él:

“Es ordinariamente, el palmito, poco mayor de un codo, crece debajo de tierra, es todo cubierto de hojas semejantes a las de la palma, por donde solamente en Castilla se le dio aqueste nombre. Llámase margallón en Catalunia y Valencia, y cephaglion en Nápoles... Descubrió la lujuria humana esta fruta, como otras muchas, y diola tanta reputación y crédito, que es muy estimada por todas partes, y se trae ya ordinariamente a los mercados de Roma. Porque no era justo que la reina de los deleites y el albergo de todos los regalos del mundo careciese de una golosina tan agradable a Madona Venus... Cómese solamente de ella un cogollico tierno que, a manera de corazón, se halla en las entrañas de aquesta planta, para llegar al cual es menester quitar mil pañales, con gran dispendio de tiempo”.

En mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci especulo con la posibilidad de que Leonardo hubiese representado dicha planta en La Virgen de las Rocas, quizás, por motivos simbólicos (aludiendo al pasaje antes referido del Protoevangelio de Santiago). Pero es probable, asimismo, que quisiera dar una pista del lugar en el que se sitúa el escenario del cuadro. Es de destacar la abundancia del palmito en la costa de Barcelona, no lejos de Montserrat. Y son precisamente los motivos montserratinos (el Cavall Bernat, las tres cimas representativas de la montaña, etc.) los que parece plasmar en esta pintura.


 

Comparativa de las tres cimas montserratinas (con el escudo de Montserrat) y del Cavall Bernat (en La Virgen de las Rocas y en el San Jerónimo)

Es bien cierto que en la costa italiana, especialmente más cerca de Nápoles que de Florencia, también crece dicha palmera, nativa del Mediterráneo occidental. Pero es en Barcelona (especialmente en el cercano macizo del Garraf, declarado “parque natural” para proteger su hábitat) donde abunda sobremanera; desde luego más que en la húmeda y fría Lombardía, donde residía en el momento de pintar La Virgen de las Rocas de París.

Leonardo realizó una copia de La Virgen de las Rocas, hoy en Londres. Los expertos coinciden en señalar que, aunque fue comenzada en la década de los 1490 (entre 1495 y 1499), finalizó su ejecución hacia el 1506 (Frank Zöllner, Leonardo da Vinci, the Complete Paintings); es decir, poco después de La Gioconda. Recordemos que en la segunda mitad del año 1504 –según mi teoría- Leonardo habría visitado Montserrat por segunda vez. Posteriormente habría pintado La Gioconda y, como vemos, habría dado los últimos repintes a La Virgen de las Rocas de la National Gallery.

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 La Virgen de las Rocas de Londres (acabada hacia 1506)

¿Sería entonces cuando habría plasmado las siguientes matas de flores?

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Detalle de flores en la Virgen de las Rocas de Londres (Ramonda myconi y Narcissus)

Ha sido nuevamente David Vilasís, naturalista aficionado  (http://calaixdimatges.blogspot.com/, http://www.oxygastra.org/gallery2/main.php?g2_itemId=281), quien me ha hecho notar que debajo del San Juan arrodillado aparecen dos matas de flores muy características de Montserrat. Hasta el punto de que una de ellas es un endemismo de esta zona. Posteriormente he tenido la ocasión de refrendar este extremo con un botánico experto.

Justo bajo su rodilla vemos lo que parece una mata de orella d’ós (“oreja de oso”; ese es su nombre en catalán), de nombre científico Ramonda myconi. Véase la siguiente comparativa:

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Comparativa de Ramonda myconi

La orella d’ós forma una roseta basal de hojas superficialmente muy rugosas (aovadas o rómbicas), con flores de color lila (aunque, como vemos, su tono varía desde un blanco casi puro al azul). El pistilo se erige prominente, formándose un fruto capsular, más largo que el cáliz, de tipo bicarpelar (ver foto detalle). Es una hierba perenne, si bien tiene un mecanismo “revividor” que le permite rebrotar en primavera después de marchitarse completamente en invierno. Es endémica del Pirineo y del Prepirineo, y especialmente abundante en el macizo de Montserrat. Crece en las grietas de las rocas calcáreas umbrías, especialmente en zonas de montaña. Florece entre mayo y julio. Se trata de una planta relicta de la Edad Terciaria.

Pius Font i Quer dice de ella en su célebre obra Plantas Medicinales, el Dioscórides renovado:

“Es una planta vivaz, que se seca en la reciura del verano y se recobra con las lluvias otoñales o vernales... Se cría en los peñascos calcáreos sombríos del Pirineo catalán y aragonés, desde el valle de la Muga, en Pont de Molins, hasta Santa Cruz de la Serós; el límite altitudinal superior, por lo que nos es conocido, corresponde al monte Turbón... El límite meridional de su área pasa por Montserrat, donde abunda en los barrancos de la vertiente septentrional, desde poco más de 100 m. en Collbató, hasta cerca de las cumbres de San Jerónimo, a unos 1.200 m.”.

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Ilustración de Pius Font i Quer (Plantas medicinales, el Dioscórides renovado)

Un aspecto característico de esta planta es su fruto. Nótese la siguiente comparativa:

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Comparativa del fruto de Ramonda myconi

Esta planta tiene dos parientes en Europa, también de la familia de las Gesneriaceae: son Ramonda serbica y Ramonda nathaliae, ambas específicas de los Balcanes (Serbia, Macedonia, Grecia, Bulgaria y Albania). En defintiva, Ramonda Myconi (de sus descubridores, L. F. Ramond y Francesc Micó) es, en Europa Occidental, una planta “endémica” de Cataluña; y específicamente de Montserrat. Leonardo la habría conocido, presumiblemente, en su segundo viaje (en 1504), y la habría añadido en la versión de La Virgen de las Rocas (acabada entre 1506 y 1508), hoy en Londres. Quizás, como sucede en la versión de París, dado su significado simbólico (alude al “renacimiento”), o bien, como creo, para dar una indicación del lugar que le sirvió de inspiración: la montaña de Montserrat.

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Ilustración de Pius Font i Quer (Plantas medicinales, el Dioscórides renovado)

Pero como dije más arriba, Ramonda myconi no es la única planta de la flora catalana que podemos hallar en La Virgen de las Rocas de Londres. Asimismo observamos un bonito ejemplar de Narcissus, que según David Vilasís podría tratarse de Narcissus tazetta.

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Comparativa de Narcissus

En definitiva, desde mi punto de vista Leonardo, gran interesado por la botánica, y por las ciencias naturales en general (como demuestra el detalle con el que dibuja el paisaje montserratino, con sus rocas, monolitos y cuevas), habría colocado una planta representativa de Cataluña en cada una de las versiones de La Virgen de las Rocas: un palmito en el cuadro de París, y una orella d’ós en la copia de Londres.

Continúa en: http://www.joseluisespejo.com/index.php/leonardo-da-vinci/237-ramonda-myconi-la-planta-mas-representativa-de-montserrat

Pero hay otro aspecto que me llama poderosamente la atención. Su elección de Ramonda myconi, planta “revividora”, posiblemente pretende aludir a un concepto que él repite en varias de sus pinturas y dibujos: el “rebrote”. Éste lo encontramos en su San Juan-Baco, en la llamada Alegoría de la Navegación, y en la Magdalena Leggente de Barcelona.

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El “rebrote” en tres obras de Leonardo (San Juan-Baco, Alegoría de la navegación, y Magdalena Leggente)

¿Qué pretende expresar la idea del “rebrote”? Tal vez el “renacimiento” de una fe religiosa, el catarismo, por él profesada, que fue extirpada de Italia, Francia y Cataluña en la primera mitad del siglo XIII. Existe una frase célebre, entre los cátaros, que expresa esta idea: “Al cabo de setecientos años reverdezca el laurel”. El laurel alude aquí a la doctrina cátara; y los setecientos años al período necesario –según dicha profecía- para que el catarismo vuelva a echar raíces en Europa.

Leonardo expresaría esta esperanza en uno de sus cuadernos de notas (S.K.M. II), en el que aparece el dibujo de un halcón, con una serpiente (o gusano) en su pico, y un rebrote: “Abbero tagliato che rimette / 30 x 40 = 1200 / ancora spero / falcon / tempo” (un árbol cortado que rebrota / 1.200 / todavía tengo esperanza / halcón / tiempo). Desde mi punto de vista la presencia aquí del número 1200 es una prueba indiscutible de su esperanza en el “rebrote” del ideario cátaro, considerado herético en sus días. Ello, cómo no, con la ayuda del “halcón” (el Emperador), que habría de humillar el poder omnímodo de Roma y de los Capeto franceses (la Impura y el Gigante, en términos de Dante, en La Divina Comedia), representados en forma de serpiente o gusano en el pico del halcón.

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Alegoría del “rebrote” de Leonardo en sus cuadernos de notas

Para acabar, haré mención de otra célebre planta, presente en La Anunciación, cuadro pintado hacia el 1475, pero retocado posteriormente (como demuestra el análisis con rayos X). Se trata de lo que parece una conífera, tal vez una araucaria, o bien un ejemplo de Ars Topiaria (embellecimiento de árboles) en un ejemplar común de abeto.

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Comparativa de la “araucaria” de la Anunciación, con un dibujo de este árbol, y con un ejemplo de Ars Topiaria en un abeto

Esta tesis generó no poca polémica –y comentarios jocosos- cuando la expuse en mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci. Pero a la vista de la intrigante similitud entre el ala del ángel y la costa de América explorada por Americo Vespucio, gran amigo de Leonardo, y reflejada en el mapa de Cantino de 1502, no es improbable que Leonardo la evocara en el cuadro, como símbolo del descubrimiento del Nuevo Mundo (concepto acuñado por Vespucio). No en vano, en el mapa de Cantino vemos unos árboles, en territorio del actual Brasil, con follaje verticilado (en capas paralelas, si bien las ramas no lo son). Y hemos de recordar que no lejos de la costa atlántica del Brasil encontramos bosques de araucarias (Araucaria brasiliensis, o Araucaria angustifolia).

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Comparativa del ala del ángel y del Nuevo Mundo representado por Cantino en 1502

Todo sea dicho, a pesar de las críticas, me empleé a fondo en el estudio de la relación de Leonardo con la llamada “Era de los Descubrimientos”. Fruto de este esfuerzo, realicé un importante hallazgo, desenterrando el casi olvidado mapamundi de Leonardo, en el que aparece el topónimo “América”, y en el que este “nuevo continente” aparece desgajado de Asia. Sus características lo hacen deudor de los mapas de Cantino y Caverio, ambos de comienzos del siglo XVI, así como de los viajes del también florentino Americo Vespucio. Véase a este respecto mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci.

Como dijo mi amigo Manel Capdevila, en relación a la supuesta “araucaria” de la Anunciación: "Si non é vero, é ben trovato".

Discusión sobre las plantas de La Virgen de las Rocas de Londres

 

            Como he señalado más arriba, el detalle de la Ramonda myconi me fue revelado por David Vilasís, naturalista y fotógrafo. En un buen principio, no le di mayor importancia, hasta que un botánico experto lo refrendó, tras dedicar unas cuantas horas a comparar los rasgos más significativos de la planta que –supuestamente- se le asemeja en el cuadro con los catálogos al uso en Europa. Me refiero en concreto a la forma lobulada de las hojas (y su disposición), a las características de la flor, y a la singular apariencia del pistilo (o fruto).

            Es un hecho notable que el fruto –si es que lo es realmente- es representado al mismo tiempo que los pétalos (algo sencillamente imposible). Leonardo era un observador penetrante, y se le conocen numerosos dibujos –realistas- de diversas especies vegetales. La paradoja antes mencionada puede tener explicación si consideramos que el pintor florentino pretendía, con esta planta, expresar un mensaje o darle una especial relevancia. Leonardo era aficionado a realizar “collages” de piezas separadas. Por ejemplo, en su paisaje del Arno, del año 1472, representa en un mismo marco accidentes geográficos muy alejados; y en la Gioconda, si es que su paisaje es una panorámica desde el entorno de Martorell –como yo creo-, traslada el puente de Monistrol de Montserrat (a 20 km. de distancia) al lugar donde se sitúa el llamado Puente del Diablo, en Martorell.

            Es como si Leonardo hubiese pretendido dar una imagen “compuesta” (compleja) de la evolución de la flor, del mismo modo que actuaban los cubistas en la primera mitad del siglo XX (plasmando un objeto desde diversas perspectivas). Ello no deja de ser pura especulación; pero de Leonardo –una mente especialmente fecunda en paradojas- se puede esperar cualquier cosa.

            Con el fin de recabar más opiniones sobre las plantas representadas por Leonardo en La Virgen de las Rocas de Londres, me he puesto en contacto con tres botánicos de prestigio. Para preservar su privacidad he omitido sus respectivos nombres. Sólo me permito decir que los tres forman parte del mundo académico.

            Mi pregunta es la siguiente: ¿Opina usted que, con las ilustraciones que le he enviado (las mejores que he podido conseguir) se puede determinar que la flor que aparece en el cuadro de Leonardo es una Ramonda myconi?

            La respuesta de A es la que sigue: “Hola José Luis. A partir del detalle del cuadro que adjuntas lo que puedo decirte es que realmente ha dibujado una especie de Narcissus. Podría ser el dubius, o también el N. papyraceus; yo no me atrevería a decir la especie. En referencia a la otra planta, creo que no representa Ramonda myconi, y conozco bien la especie. No sé qué puede representar, pero el conjunto de las hojas me recuerda una Saxifraga rotundifolia”.

            La respuesta de B es ésta: “Vistas las imágenes yo no pondría la mano en el fuego. Podría serlo [la Ramonda myconi] pero también podría no serlo. Lamento no poder ser más preciso”.

            La respuesta de C es la más compleja: “Estimado José Luis. Después de remirar las imágenes que me envías, y unas cuantas más conseguidas por Internet, no puedo dar una respuesta concluyente (y tampoco creo que la esperases), pero sí unos cuantos comentarios que, espero, te sean de utilidad:

-         El Narcissus es evidentemente un Narcissus, pero no necesariamente el Narcissus dubius del Bages [una comarca vecina a Montserrat]. Hay muchas especies de Narcissus silvestres y ornamentales semejantes a N. dubius. Por poner un ejemplo, N. tazetta, presente en gran parte de Italia.

-         Todavía a propósito del Narcissus, la disposición de las hojas no parece muy natural, y por lo que se refiere a la forma, me parecen muy amplias; especialmente, en relación a las especies de aquí. ¿Puede ser que el pintor no fuera fiel al modelo ‘natural’? ¿O es que se inspiró en un ramo de narcisos cultivados?

-         La ‘orella d’ós’ (Ramonda myconi), sin descartar que lo pueda ser, ofrece más dudas. En este caso los pétalos y la cápsula difícilmente se encontrarían al mismo tiempo en la naturaleza, y la disposición no es muy natural. Lo mismo puedo decir de las hojas, de las que sólo el contorno lobulado recuerda la ‘orella d’ós’.

-         Eso sí, no conozco, que yo recuerde, una planta de las características de la presunta ‘orella d’ós’ de la pintura (cosa que no significa que no exista). He consultado imágenes de la Ramonda y otras plantas de la misma familia de Grecia y los Balcanes y tampoco se ajustan.

-         Por lo que se refiere a las otras plantas del cuadro, en particular las que tienen flores, situadas a la derecha del Narcissus, tampoco las sabría reconocer.

-         Todo en conjunto hace pensar que el autor del cuadro no fue especialmente detallista a la hora de plasmar fielmente las formas de las plantas (¡es evidente que no era un ilustrador científico!). La única que se puede identificar sin demasiadas dudas es el Narcissus (no a nivel de especie). El resto, quién sabe hasta qué punto se ajustan a modelos reales, y hasta qué punto son fruto de la inspiración del pintor...

            En resumen, como he indicado al principio, no se puede ser muy concluyente con estos materiales, y quizás para dar por buena la presencia de Leonardo -o de quien fuera el autor del cudro- en Montserrat haya que explorar otras vías. Bien cordialmente...”

            Ésta es la respuesta de la comunidad científica por lo que se refiere a las flores del cuadro.

 

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