Leonardo en Cataluña

 

Si te interesa este tema, te interesará leer mi libro EL VIAJE SECRETO DE LEONARDO DA VINCI (Editorial Base).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entre 1479 y 1485 se suceden las pestes en Florencia y en Milán. Durante esos años no se sabe prácticamente nada de Leonardo. Sin embargo, en 1483 pinta La Virgen de las Rocas y en 1484 comienza a escribir sus célebres Cuadernos.

Leonardo desaparece de Florencia en algún momento al final del verano del año 1481, y aparece en Milán a comienzos de la primavera de 1483. Poco antes de su marcha de Florencia, llega a la corte medicea el legado de Fernando el Católico de Aragón en Italia, Joan Margarit de Pau. Éste, gran amigo del cardenal Rodrigo de Borja (el futuro Papa Borgia, Alejandro VI), viene a Italia para mediar entre los Estados italianos, enfrascados como estaban en luchas fratricidas, mientras el pujante imperio turco atacaba Italia en su flanco sur (toma de Otranto en 1480). Como decía, Leonardo deja Florencia en las mismas fechas en que el legado del rey de Aragón negocia con Lorenzo de Medicis. ¿Es acaso casual? Creo que no, dado el papel del artista italiano como espía, a lo largo de toda su vida (en Barcelona, sí, pero también en la Corte papal, con César Borja, y hasta en Milán, como es de presumir durante el período de dominio francés en esta ciudad). Véase a este respecto Leonardo, espía en Montserrat (1482).

Giulio della Rovere (futuro papa Julio II) era por entonces abad comandatario de Montserrat, si bien había cedido sus poderes al padre Llorenç Marull. En marzo de 1483 Giulio della Rovere hace una permuta con el abad de Santa Maria della Grotta (Sicilia), el catalán Joan de Peralta. Éste pretende hacer venir unos monjes de Padua (no lo consigue), y encarga al italiano Jacopo Verginali la construcción de un nuevo edificio en lo que hoy día es Montserrat. Fernando II de Aragón (Fernando en Católico) se empeña en pasar este monasterio a la obediencia de la orden de los Jerónimos. Es por ello que sus nuevos monjes se proponen adquirir un cuadro en honor de este santo, traductor de la Biblia latina (la conocida Vulgata). Éste es el contexto histórico que enmarcaría la visita de Leonardo a Barcelona, entre 1481 y 1483: sus “años perdidos”.

Montserrat había tenido anteriormente monjes italianos. En 1443 llegaron seis monjes de Montecassino (Frater Henricus de Alamania, Frater Ciprianus, Frater Simplicius, Frater Baptista, Frater Antonii, Frater Natalem). 

En tiempos de Fernando el Católico, Catalunya se llena de intelectuales italianos. Entre ellos: Antonio y Alejandro Geraldino, Pedro Martir d’Angleria, o Lucio Marineo Siculo. Pere de Cardona los atrae desde la corte pontificia (catalana y valenciana) de los Borja (o Borgia, como son conocidos en Italia).

 

Antonio Geraldino, embajador de Florencia en Barcelona, era un Geraldini, familia muy cercana a Leonardo, pues no en vano la célebre “Mona Lisa” de la que habla Vasari se llamaba Lisa Gherardini del Giocondo (la Gioconda). Su otro hermano, Alejando Geraldino, fue con Colón a América, y allí sería el primer obispo de Santo Domingo. Americo Vespuccio (en realidad, Aimerich Despuig, quizás descendiente –como Leonardo- de catalanes) visitó la ciudad en repetidas ocasiones. Como los Geraldini, fue amigo tanto de Colón como de Leonardo. Ésta es una circunstancia que abre prometedores interrogantes acerca de la vida de ambos personajes históricos.

Leonardo tenía otros vínculos con España. Un antepasado suyo (Giovanni Da Vinci) murió en Barcelona en 1406. Leonardo pintó un retrato de Ginevra de Benci (1475), encargado por el diplomático veneciano Bernardo Bembo. Éste hizo un viaje por España entre 1468 y 1469.

Éstos son algunos ejemplos del contexto histórico en el que yo enmarco mi hipótesis:

LEONARDO DA VINCI PASÓ UN AÑO Y MEDIO EN MONTSERRAT, ENTRE 1481 Y 1483.

Fruto de esta estancia, pintó el cuadro titulado La Virgen de las Rocas, donde se ve con claridad el roquedo montserratino. En Montserrat habría dejado su San Jerónimo, hoy en los Museos Vaticanos. La historia de este cuadro es muy ilustrativa: sería robado por las tropas del mariscal Suchet, en 1812, y habría sido regalado a Joseph Fesch, tío de Napoleón. Cuando éste murió, su familia lo vendió a la Pinacoteca Vaticana. Un relieve del escultor catalán Pau Serra, realizado en 1755, es muy parecido al San Jerónimo de Leonardo, lo que probaría que el citado cuadro estaría en el monasterio de Montserrat por esos años.

Leonardo efectuaría un segundo viaje a Barcelona tras su huida de Milán, en los primeros 1500. En este viaje tomaría notas del paisaje de los alrededores de Martorell, reflejado en su célebre Gioconda. Con posterioridad, retocaría La Anunciación, detallando paisajes de Catalunya: el Canigó, Montserrat, y la ciudad de Barcelona, cuyo puerto aparece en construcción (las obras se iniciaron en 1477).

¿Por qué vino Leonardo a Catalunya? Por tres razones: por el encargo que el monasterio de Montserrat le hiciera de pintar su San Jerónimo (así como alguna virgen; tal vez su Virgen del Gato, hoy perdida); por su condición de practicante del culto cátaro, vivo en sus días tanto en Italia como en Catalunya, y por su afición a la Alquimia. A este respecto, el futuro Julio II, abad de Montserrat por esos años, es conocido como Papa Alquimista.

Tanto el catarismo como la alquimia se practicaban en Catalunya. Cerca de Flix, en Tarragona, se han hallado lugares de culto cátaro, datados hacia finales del siglo XV. Montserrat y el monasterio de Sant Cugat del Vallès eran academias alquímicas. En la Biblioteca de Montserrat se conservan algunos incunables de contenido alquímico.

Inscripciones cátaras cerca de Flix, en Tarragona. Están datadas hacia finales del siglo XV. En ellas encontramos la palabra “Magdalena”. Fotos: Frank Roch.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

El llamado melocotón alquímico”, cristalizado en piedra, conservado en el Museo Arqueológico de Barcelona (si bien, oficialmente, no es más que un producto de artesanía del mármol). Fue encontrado en 1972 escondido en una hornacina del monasterio de Sant Cugat, en Barcelona. Actualmente está guardado en una cámara acorazada. Foto facilitada por el propio museo.

 

 

 

 

 

 

 

Catalunya fue un refugio de cátaros tras las Cruzadas contra los Albigenses. La población se dobló prácticamente. Otro buen montón de cátaros fue a parar al Norte de Italia. Nunca se perdió el contacto entre ambas comunidades.

“Catalunya” deriva de un apellido con origen en Carcassona (Catalan). Su primera mención tiene lugar en tiempos de Ramon Berenguer III. Si bien la primera vez que se tiene constancia del apellido “Catalan” en Catalunya es en Montserrat, en 1125.

Con anterioridad, Catalunya no existía. Era simplemente una prolongación del Reino-Condado de Barcelona. Catalunya podría haber recibido su nombre de los refugiados cátaros. Tal vez entonces se empezara a llamar “tierra de los cátaros”, o Catalunya.

Desde mi punto de vista “Catalán”, como “cátaro”, no deriva de “katarós” (puro), sino de “cattus” (gato). No en vano, el último cátaro, quemado en 1321, de nombre Belibaste, tenía un nombre compuesto: Bel y Bastet. Bel era el Ser Supremo cananeo (equivalente a nuestro Yahvé), y Bastet era la diosa gato de los egipcios (equivalente a Isis, o a Ishtar). Catalunya sería la “tierra del gato”, del mismo modo que Occitania, más al norte, sería la “tierra de la oca”. Es curioso que Leonardo pintaría una “virgen del gato”, hoy perdida, y una Leda acompañada de un cisne (cisne-oca, ambos tienen el mismo valor simbólico), de la que sólo se conservan copias.

En definitiva, mi libro EL VIAJE SECRETO DE LEONARDO DA VINCI tiene dos puntos clave:

- El misterio de La Gioconda desvelado: Leonardo estuvo en Catalunya, y en Montserrat aprendió algunos secretos importantes. Ello se refleja en la sonrisa (sardónica) de La Gioconda.

- Catarismo e identidad catalana están íntimamente ligados. Ello sigue siendo una realidad entre las elites de este país. Sólo por cuestiones de tipo religioso la cultura catalana ha resistido los embates de la castellanización.

En EL VIAJE SECRETO DE LEONARDO DA VINCI pretendo descubrir la cara oculta de Leonardo, aquella que nunca ha salido a la luz. Para ello, sin olvidar la época que le tocó vivir (el contexto histórico y artístico de su época), hago una lectura del lenguaje simbólico de su obra. Ésta expresa un mensaje, dirigido a los miembros de la orden secreta en la que estaba iniciado. Éste es el factor diferenciador fundamental de mi análisis de la obra de Leonardo, en relación a otros más convencionales.

Por lo que se refiere al contexto histórico, en mi libro EL VIAJE SECRETO DE LEONARDO DA VINCI entro a fondo en las relaciones comerciales entre las ciudades de Barcelona y Florencia a finales del siglo XV. Éstas eran muy intensas. Antes me he referido a dos familias: los Vespucci-Despuig y los Geraldini. Ambos son un ejemplo de los estrechos vínculos entre Catalunya y el Norte de Italia.

Americo Vespucci firmaba como Despuche en Sevilla, según consta en documentos guardados en la Casa de la Contratación. Ello es una prueba de su linaje catalán, que vemos refrendado en la comparación de los escudos de los Vespucci italianos y los Despuig catalanes:

 

A la izquierda, escudo de los Vespucci italianos, según consta en el catálogo heráldico conocido como Spretti. A la derecha, escudo de los Despuig catalanes, tal como aparece en el Garcia Caraffa. Obsérvese que los Despuig ostentan, como los Vespucci, un conjunto de avispas, acompañadas por un panal y por la flor de Lis, símbolo de la ciudad de Florencia.

Por su parte, los Da Vinci podrían estar vinculados -ignoro de qué manera- con los Geraldini, que como los primeros, tenían las tres barras del Reino de Mallorca (una de las variantes de la senyera catalana) en su blasón heráldico.

 

  

 

A la izquierda, escudo de los Da Vinci. A su derecha, escudo del antiguo Reino de Mallorca, por cien años desgajado de la Corona de Aragón.

 

 

 

 

 

   

 

En posteriores etapas de mi investigación he llegado a la conclusión de que la llegada de Leonardo Da Vinci a Barcelona podría haber sido incentivada por uno de estos dos linajes: los Despuig o los Geraldini. Quisiera hacer constar mi agradecimiento a Jordi Bilbeny y a los miembros de la fundación Nova Història, a quienes debo el conocimiento de algunos detalles significativos acerca de dichas nissagues (linajes). (Nota: más adelante he centrado mi atención en otro linaje: el de los Olivella. Pero de ello hablaré en otra ocasión.)

En definitiva, en este libro investigo una etapa de la vida de Leonardo –el período comprendido entre los años 1481 y 1483- de la que se desconoce todo: dónde estuvo, qué hizo, y por qué se perdió su pista. Aporto diversas pruebas para demostrar que Leonardo estuvo en Barcelona (y más concretamente en Montserrat), como antes de él hicieron diversas figuras de la historia, como Gerberto de Aurignac (el futuro papa Silvestre II, el Papa del Milenio) o San Francisco de Asís; y posteriormente otros personajes, como Ignacio de Loyola (fundador de los Jesuitas). Porque Montserrat era una academia de alquimia. El mito del Grial tiene mucho que ver con esta fama universal, que atrajo a personajes como Goethe, Wagner o el mismo Himmler.

Puedo demostrar que en Montserrat Leonardo pintó su San Jerónimo, y se inspiró para realizar La Virgen de las Rocas, La Gioconda, algunos dibujos, y retocar La Anunciación y La Adoración de los Magos.

Buena parte de la simbología de la obra de Leonardo –como su obsesión por Juan Bautista y la Magdalena- tiene que ver con las raíces cátaras de su familia. Como un elemento accesorio, planteo la hipótesis del origen catalán de su linaje. Los Da Vinci serían refugiados cátaros del Rosellón instalados en la Toscana en el siglo XIII. Considero que tengo importantes pruebas para demostrarlo.

 

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